ALTERNATIVAS

15 de febrero de 2008

una de agentes secretos

 


Parafraseando (otra vez) a Benedetti: yo espío / tu espías / el (ella) espía / nosotros espiamos / vosotros espiáis / y como nos revienta las pelotas que ellos también espíen, para mostrar la capacidad que algunos tienen para darle vuelta a las cosas: Si hay algo que reconocer de nuestro gobierno es que mantiene ocultos en algún rincón  a un grupo de especialistas en responder con propaganda cada uno de los estropicios que comete el MAS en su andar, como un elefante en medio de la fina cristalería que nos dejó la abuela.



El tema de fondo es: ¿por qué un servicio especial de la policía nacional seguía los pasos e informaba en detalle sobre los dirigentes de la oposición? Quedaron al descubierto fotografías, filmaciones e informes sobre varios ciudadanos que tienen una característica común: son disidentes con el régimen, piensan de forma diferente. Ese es el espionaje en Bolivia, que el gobierno está cometiendo un delito al entrometer sus tercas narices donde no debe y donde no le importa.



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La gracejo consiste en que mientras el ministro Rada está que tartamudea, porque no puede acertar una frase que justifique semejante escándalo, aparece de la nada un estudiante gringo que relata como un funcionario de tercera de su embajada, le insinuó que mientras permanecía en Bolivia, pudiera prestar especial atención a lo que hacen y dicen cubanos y venezolanos en esta tierra, donde de haberlos, los hay de todo oficio y condición. La verdad que nadie sabe a que vinieron, aunque corre un viento popular que susurra que allí está instalada la verdadera intromisión y el espionaje en serio. Esto, sin negar que los norteamericanos llevan entrometiéndose en lo que nos les importa desde hace décadas, aquí y en todas partes del planeta tierra.



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Fueron cientos de webs y blogs que propagaron por el mundo que la embajada norteamericana averigua sobre las actividades de esos otros extranjeros en el país andino que gobierna Evo; hasta en Ucrania debe haberse publicado la noticia del espionaje yankee en ese pobrecito país de indiecitos, como si en un sótano de palacio ocultaran una bomba especial, destinada a que el terrorismo islámico (que se dice que tiene apoyo del gobierno iraní del que ahora somos tan buenos amigos) la haga explotar una noche de estas en el metro nuevayorkino.



El sistema diplomático boliviano, vaya donde vaya y se encuentre donde se encuentre, tiene la misión de saber e informar lo que hacen en esa parte del mundo los chilenos, para que no vayan a sorprendernos con cualquier declaratoria o convenio que perjudique esa causa esencial de Bolivia: nuestra reivindicación marítima. En la Cancillería en La Paz, hay toneladas de papeles, viejos y nuevos, que cuentan  chismes, sobre lo que dicen y hacen los chilenos en otras partes del mundo y no es para menos, la causa boliviana bien merece atención y mejor si es profesional y somera. A nadie se le va a ocurrir por eso decir que el servicio diplomático boliviano mantiene una red de espionaje en el extranjero y declarar persona no grata a nuestros embajadores.



Imagínense a los cubanos, informando sobre el que hacer de los norteamericanos, pongamos que en Costa Rica. O a los israelitas informando de las actividades de las organizaciones palestinas en España. Están cumpliendo su trabajo. A nadie se le ocurrirá decir que se trata de una red de espionaje, a menos que rompiendo las leyes del país que los acoge, se dediquen a poner cámaras filmadoras en los moteles para ver como y con quien lo viene haciendo, digamos que otro embajador o responsable de la cooperación o por ahí cae un dirigente de la oposición, como se dice que ahora hacen en muchos lupanares bolivianos, esos extranjeros invitados, que yo no sé, porque no visito –hoy por hoy– lugares semejantes.

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