Hace unos años, la política boliviana estaba dominada por una élite político-partidaria compuesta por hombres, blancos, mayores, de habla castellana. Esta élite marginaba a las mujeres, impedía la participación de jóvenes, y despreciaba a los pueblos indígenas y a sus culturas. Sin embargo, esta oligarquía no carecía de un marco de principios. Su formación se basaba en los valores de la Ilustración y la modernidad europeas, donde el honor, la lealtad, la rectitud y la honestidad eran esenciales para definir el valor y el prestigio de una persona dentro del tejido social.
Con el tiempo, esta élite entró en crisis, se corrompió y perdió la capacidad de liderar al país, víctima de sus propios defectos y excesos. Fue así como, tras su caída, se dio paso a un sistema más inclusivo y participativo, uno que aspiraba a ser más justo, donde hombres y mujeres, jóvenes e indígenas, se plantearon la construcción de una sociedad de iguales. El poder pasó entonces a manos de un bloque popular, más democrático y representativo en términos sociales y culturales. Desgraciadamente, esa nueva élite popular, en lugar de seguir construyendo sobre valores sólidos, llegó carente de principios éticos claros. Lo que inicialmente parecía un avance hacia la justicia y la inclusión, se transformó en el ascenso del vulgo con poder, que actúa de forma oportunista y miserable, alejándose de los ideales que prometía defender, y ha contagiado al conjunto de las organizaciones sociales de los defectos más execrables, llenos de cinismo. Por eso no se le puede pedir peras a este olmo.ALTERNATIVAS
24 de octubre de 2024
30 de mayo de 2024
VISION DE PAIS
EL ESPÍRITU DE ESTA PROPUESTA
1. Lo importante es entender que VISÓN DE PAÍS no es un programa de acción electoral ni un Plan de Gobierno. VISIÓN DE PAÍS es una meta a alcanzar, es una imagen que prefigura el objetivo que una sociedad se propone lograr.
2. Hemos construido esta imagen, rescatando una narrativa que explica y justifica la existencia de un hogar común, para todas y todos los bolivianos. Durante dos décadas el etnonacionalismo masista ha intentado borrar de la memoria la construcción de la Bolivia contemporánea, reemplazándola con un mito prehispánico, como si durante siglos no hubiera acontecido nada.
Las y los bolivianos tenemos conciencia de nuestra identidad nacional, por encima de regiones, culturas o etnias, somos bolivianos y bolivianas. Vivimos bajo un techo común, donde hemos construido nuestra institucionalidad estatal y democrática, hemos diseñado nuestras autonomías regionales y hemos impulsado poderosos procesos de inclusión e integración social. Todo eso hace a nuestra identidad, esta es la Bolivia de hoy y debemos rescatarla para nuestra memoria.
El ESPÍRITU de esta VISIÓN DE PAÍS se sostiene en continuar construyendo una Bolivia donde nadie sea prescindible, sino al contrario, todos y todas seamos importantes y necesarios. Este texto se puede cambiar o mejorar, salvo con aquellos añadidos que expulsen o impidan la incorporación de cada quien, respetando siempre su personalidad, su identidad y sus intereses.
Esta es una VISIÓN DE PAÍS que nos contiene e integra a las y los bolivianos, sin excepciones.
20 de abril de 2024
FEMINISMOS e idelogías
Se ha armado un pequeño debate desde mi cuenta en TuiterX sobre si el feminismo puede o no ser de derechas, lo que me ha motivado a escribir algo así:
UNA RESPUESTA, UN POQUITO LARGA, PERO NECESARIA (por encima de los 280 caracteres)
El feminismo, como movimiento comprometido con la igualdad entre los seres humanos, busca desmantelar las estructuras de poder que perpetúan desigualdades, no solo entre géneros, sino en todos los ámbitos sociales. Esta aspiración choca fundamentalmente con ciertas ideologías de derecha, especialmente aquellas que naturalizan y justifican las desigualdades sociales y económicas como consecuencias inevitables de diferencias innatas entre los individuos.
La derecha tradicionalmente ha enfatizado la importancia de las diferencias individuales y las ha visto como factores determinantes en la distribución de recursos y posiciones en la sociedad. Según esta perspectiva, cualidades como la inteligencia, la creatividad y la capacidad de trabajo son vistas como inherentes y, en muchos casos, inmutables, lo que justifica una jerarquía social donde "los más aptos" prosperan mientras que otros quedan atrás. Esta visión puede ser resumida en la creencia de que las desigualdades son naturales y hasta beneficiosas para el progreso social y económico, ya que promueven la competencia y el esfuerzo personal.
El feminismo aboga por reconocer y corregir las estructuras sociales y económicas que perpetúan la desigualdad. En el contexto del trabajo femenino, por ejemplo, actividades históricamente feminizadas como el cuidado de niños y ancianos, o la gestión del hogar, no se han valorado económicamente ni se han reconocido como contribuciones esenciales a la economía. Este desequilibrio refleja cómo ciertos roles y trabajos son infravalorados simplemente porque están asociados con las mujeres, lo que el feminismo busca cambiar.
Las posiciones de izquierda suelen alinearse más naturalmente con el feminismo en este aspecto, pues ambas perspectivas ven la desigualdad como algo construido social y culturalmente, y por tanto, susceptible de ser cambiado. Desde esta óptica, no solo se reconoce el papel de las condiciones históricas y sociales en la creación de desigualdades, sino que también se asume un compromiso ético para transformar esas condiciones hacia un modelo más equitativo y justo.
Dicho de otra forma, mientras que las ideologías de derecha pueden enfocarse en el mantenimiento de un orden social basado en diferencias percibidas como naturales o justas, el feminismo y las ideologías de izquierda buscan cuestionar y reformar esos mismos principios para promover una igualdad más profunda. Este conflicto fundamental entre la aceptación de la desigualdad como natural frente a la lucha por desmontarla y crear igualdad hace que sea complejo sostener ideales feministas desde posiciones conservadoras o de derecha, que tradicionalmente no priorizan la redistribución de poder y recursos como mecanismo de cambio social.
8 de marzo de 2024
PRIMARIAS EN LOS PARTIDOS
En un momento crucial para nuestra democracia, es de vital importancia reafirmar el compromiso ciudadano con la transparencia y la legitimidad en la selección de los candidatos que cada partido político legalmente inscrito en el Tribunal Electoral de Bolivia pueda presentar. Hay que reconocer que la elección democrática de los candidatos fortalece la participación ciudadana y promueve la representación de los intereses de la población.
Quiero abogar y adherirme a la celebración de elecciones primarias internas dentro de los partidos políticos, ya sea en formato abierto o cerrado, como el mejor método para seleccionar a los candidatos, aunque debiera permitirse otras maneras o métodos, vinculados a la concepción de lo que es la Democracia en cada una de esas organizaciones. Creo que estos procesos brindan una oportunidad para que los miembros de los partidos y la ciudadanía en general participen activamente en la elección de aquellos que nos representarán en los comicios nacionales del año 2025.
Sin embargo, es imperativo señalar que, en el caso de elecciones internas abiertas, existe la posibilidad de que el gobierno nacional pueda interferir con malas intenciones, maniobrero y ladino, como ha demostrado ser. Esta interferencia podría manifestarse en forma de sabotaje a los candidatos más idóneos, con el propósito de promover a aquellos menos atractivos o que respondan a intereses ajenos a los del pueblo y la ciudadanía boliviana.
Por tanto, hay que instar a la Asamblea Legislativa, que está tratando una propuesta de ley en ese sentido, a garantizar que las elecciones internas, si son abiertas, se lleven a cabo de manera justa y transparente, protegiendo la integridad del proceso electoral y asegurando que la voluntad de los votantes sea respetada. Es fundamental garantizar la neutralidad y la imparcialidad de otras instituciones políticas (el Gobierno es siempre una de ellas) durante todo el proceso, evitando cualquier forma de manipulación o interferencia indebida.
Llamemos a la ciudadanía a permanecer vigilante y activa, defendiendo los principios democráticos y denunciando cualquier irregularidad que pueda poner en riesgo la legitimidad de los procesos electorales que se avecinan. Solo mediante el compromiso colectivo con la transparencia y la justicia podremos consolidar una democracia sólida y representativa en nuestro país.
20 de enero de 2024
¿QUÉ HACER AHORA?
¿Qué debemos hacer los próximos seis meses, hasta agosto de este 2024?:
1. Azuzar la división y la pelea entre Evo y Tilín aportando razones y sinrazones para asegurar una pugna irreconciliable, y que el MAS/IPSP se divida, y presente dos o más candidatos el 2025.
2. Jubilar a la gerontocracia que ha conducido de manera estéril la oposición los últimos veinte años, siempre hacia la desunión y la derrota. Tutos, mesas, bombones y demás caterva deben irse a sus casas... Eso limpiará el camino.
3. Con nuevos liderazgos, ideas y propuestas, hay que pelear por la UNIDAD POSIBLE, amplia, democrática y progresista.
Un arco político que vaya desde la derecha liberal a la izquierda democrática, donde quepamos todos y todas, respetando nuestras diferencias, étnicas, regionales, culturales, ideológicas, religiosas, de géneros, etc.
El objetivo principal es ser MAYORÍA electoral este 2025, porque lo que viene, no es sino otro momento de transición a la boliviana, entre el modelo etnonacionalista y autoritario y un nuevo tiempo, aspirando a una democracia plena, al imperio de las leyes y un desarrollo equitativo y sustentable.
Se puede hacer. Existen caminos por los que podemos transitar UNIDOS, para dotar:
a) Al MERCADO de libertad de emprendimiento, igualdad de oportunidades, acceso a las rutas globales de capitales, seguridad jurídica, solidaridad, cooperación entre sujetos privados y el Estado.
El mercado y sus libertades son el epicentro para la generación de la riqueza social e individual; sin mercado solo hay pobreza para distribuir.
b) Al ESTADO de un rol regulador efectivo, con límites claros; comprometido con el desarrollo, para evitar desigualdades que impiden hasta hoy el crecimiento integral de nuestra sociedad.
Esto requiere de eficiencia en las instituciones, que mantienen maniatado, como con una camisa de fuerza, el trabajo, la producción y el comercio individual y colectivo.
c) A las regiones, de una real AUTONOMÍA departamental y municipal, que les garantice el AUTOGOBIERNO, mediante la transferencia y el buen uso de los recursos para el ejercicio efectivo de sus competencias, establecidas en la ley, que hasta ahora se ha evadido desde el centralismo abusivo, ineficaz e inoperante.
d) A la JUSTICIA absoluta independencia, desligandola de la influencia de los jerarcas del poder, a través del ejercicio de la inviolable separación de poderes entre los órganos del Estado, garantizada por la ley, y por el nombramiento consensuado de jueces probos, bien remunerados, de reconocidos méritos y de honorabilidad intachable.
e) A nuestro SISTEMA POLÍTICO, devolverle calidad, representatividad, deliberación, reconocimiento del otro diferente, y genuina participación.
f) A nuestra COLECTIVIDAD la capacidad de convivir digna y solidariamente, fruto de una urgente reforma intelectual en el seno de nuestros usos y costumbres, poco democráticos y muchas veces depredadores de la naturaleza y del medio ambiente.
g) Y todo ello, mientras el conjunto de nuestra SOCIEDAD se incorpora a los procesos mundiales del desarrollo, el conocimiento global y la modernidad, en el buen sentido de esa palabra.
Otros temas son ineludibles: la corrupción, la mediocridad y la ignorancia, deben ser abordadas con franqueza y valentía, dejando de lado hipocresías que nos impiden mirarnos a nosotros mismos y cambiar en consecuencia.
Para salir adelante, para igualar a los pueblos que nos aventajan, asimilemos sus ejemplos: EDUCACIÓN, EDUCACIÓN, EDUCACIÓN Y MÁS EDUCACIÓN.
El resto es rescatar, mantener y continuar todo lo bueno y positivo que se ha hecho hasta ahora, que no es poco. En 1952 se creó el Estado/nación como lo conocemos hasta hoy, 1982 consolidó la democracia boliviana que es irreversible, 2006 abrió las puertas a la inclusión indígena, de las mujeres, de las y los diferentes. Todo eso está incompleto, pero no se lo puede dejar de lado sin volver a cero; esto es el nuestro, lo que nosotros, las y los bolivianos hemos cimentado para sostener nuestra casa.
Dicho esto, y si estuviéramos básicamente de acuerdo, la pregunta del millón para cada quien, es:
¿Qué estoy haciendo yo, para que esto acontezca?
Sin importar la militancia que uno tenga, sea en un partido, en un sindicato, un comité cívico, un culto religioso o una iglesia, o cualquier otro organismo social o ciudadano, cada quien debe hacerse cargo de su responsabilidad. Este es un llamado a recuperar la grandeza espiritual que ha sido la característica de ilustres bolivianos y bolivianas a lo largo del tiempo.
Y esa grandeza personal clama por evitar competir ahora por uno u otro posible candidato de los emergentes; en este momento no podemos pelear entre nosotros apoyando los unos a este, los otros al de más allá; que cada uno de esos o esas valientes (porque hay que ser valientes para encabezar esta trifulca política) haga lo que tenga que hacer para que se conozca su propuesta y su figura. El decidir por quién tiene que ser el problema principal dentro de un año, pensando siempre en la UNIDAD POSIBLE.
Lo único que tenemos que hacer ahora es hacer lo que tenemos que hacer ahora (valga la importante redundancia); porque todos y todas, desde nuestro lugar y condición, desde nuestro tamaño e influencia, podemos aportar con nuestro granito de arena.