ALTERNATIVAS

1 de abril de 2025

UNIDAD, DEMOCRACIA Y DESARROLLO

Por un nuevo momento político

historia y cierre de un largo ciclo


Bolivia es un país joven, en permanente construcción. Los pueblos son lentos forjando su historia, aunque hoy, en la era del internet y la inmediatez, muchas y muchos ciudadanos esperan soluciones instantáneas. Como pasa con todos los países, nuestra identidad nacional y social se está edificado a lo largo de procesos profundos y determinantes. 

Desde la Guerra del Chaco (1932), pasando por la Revolución Nacional (1952), la consolidación de la Democracia y el Estado de Derecho (1982), hasta el proceso de Inclusión Social (2006), hemos transitado por un camino que ha definido nuestra cultura política. Todo esto en la senda de un proyecto nacional-popular que ahora debe evolucionar hacia una democracia ciudadana. Esos fueron los hitos que han marcado nuestra historia y que cimentan nuestra memoria colectiva. Fuera de ese cauce, hasta ahora, toda iniciativa ha sido y es inviable, cualquier proyecto político que ignore esta realidad está condenado al fracaso. 

Nuestra historia, ha estado marcada también por la tensión entre dos visiones contrapuestas, un vaivén centenario que hemos llamado el "Péndulo Catastrófico". Este movimiento pendular ha dominado un discurso centenario, donde tanto la derecha como la izquierda están fraguadas en el populismo nacido a mediados del siglo pasado en América del Sur, con el peronismo en Argentina, el aprismo en Perú y el movimientismo en Bolivia. Tan es así, que salvo experiencias marginales, no han existido en nuestro país verdaderos partidos políticos, sino "movimientos" que han sido y son una "bolsa de gatos" de todos los colores, donde caben derechas e izquierdas, y sensibilidades muchas veces contradictorias entre sí, dispuestos a adaptarse al vaivén de las coyunturas.

Ante la incapacidad del Estado de controlar y administrar la economía, se han impuesto alternativas de privatización; ante el fracaso del mercado para paliar las desigualdades y la pobreza, se han repuesto las propuestas estatistas de la nacionalización de los recursos naturales y productivos. Ese es un círculo vicioso en el que estamos atrapados hace al menos cien años. Ahora toca pendular hacia el liberalismo, dentro de treinta años estaremos estatizando de nuevo. Requerimos un acuerdo nacional y democrático para la colaboración entre la sociedad, el mercado y el Estado, que sea de larga duración, una alianza cultural, económica y productiva entre los sectores público y privado. 

Los momentos clave de nuestra identidad fueron posibles gracias a la unidad de un Bloque Social de Poder, que sostuvo la hegemonía de cada época durante al menos veinte años, y que tuvo diferentes acepciones, la alianza de clases, el bloque social revolucionario, el pacto de unidad, respectivamente. Luego, cada momento terminó en crisis, caos y violencia hasta que emergió un nuevo proyecto. Así fue con el MNR, el MIR y el MAS; lamentablemente estos partidos históricos terminaron corrompidos y alejados de sus propios ideales.

Si no entendemos esta dinámica, no podemos explicar lo que ocurrió ni lo que está ocurriendo hoy. Más grave aún, sin esta comprensión, no podemos anticipar lo que viene ni tomar las decisiones correctas. Muchas y muchos bolivianos compartimos objetivos similares, pero diferimos en el camino a recorrer, porque no comprendemos las raíces de nuestra identidad, por ende, de nuestra historia y por ende, de cómo alcanzar juntos las metas que no son comunes. 

Por esta razón, en las elecciones de 2025 yo apoyo la candidatura de Unidad encabezada por Samuel Doria Medina. No es una elección arbitraria, ni de simpatías personales, sino una decisión basada en la viabilidad política de este proyecto. Es una decisión que se basa en hacer posible la transición hacia un nuevo ciclo de poder hegemónico que no se logrará si la cabeza del proceso se coloca fuera del marco nacional/popular evolucionando hacia un horizonte democrático y ciudadano. Un error en esta elección nos condenará a seguir estancados en el mismo lugar o, peor aún, a retroceder a los fracasos del pasado. 

Desde el Bloque de Unidad, Samuel Doria Medina representa la opción democrática para liderar este proceso de transformación. Su candidatura se encuentra en el punto posible, donde debe estar para consolidar una nueva etapa política, porque abarca desde la derecha liberal hasta la izquierda democrática, lo que hace posible incluir también las versiones democráticas de varios ismos, los ecologismos, feminismos, indianosmos regionalismos, etc, esa es la Unidad en el Bloque democrático. En el otro extremo, Andrónico Rodríguez representa la continuidad del populismo autoritario. Todo lo demás es cáscara, todo lo demás es adyacente, todo lo demás es un cuento. 

Ha llegado la hora de elegir con claridad y determinación.

¡Ha llegado la hora del Poder de la Unidad!

26 de marzo de 2025

Bolivia:
el potencial desperdiciado
y la esperanza de un nuevo rumbo



Bolivia nunca fue un país próspero, pero sí tuvo momentos clave en los que pudo haber dado un salto definitivo hacia el desarrollo. Esos momentos son ventanas históricas en las que, con las decisiones correctas, se podrían haber superado los ciclos interminables de bonanza y crisis que caracterizan la economía boliviana.

La Revolución Nacional de 1952, por ejemplo, marcó un antes y un después al sentar las bases institucionales del Estado boliviano moderno. Esta corriente de la época produjo reformas profundas destinadas a romper con las estructuras coloniales, generando una identidad nacional sólida y redistribuyendo tierras y poder hacia las mayorías populares. Sin embargo, pese a estos logros, no logró transformar definitivamente la economía del país.

Otro punto clave en la historia boliviana ocurrió en 1982, cuando se consolidó finalmente la democracia, poniendo fin a décadas de dictaduras militares. La democracia no solo significó la apertura política, sino también generó las condiciones para una distribución más justa e igualitaria de la riqueza. Desde entonces, el país logró cierto equilibrio político y estabilidad económica que permitieron un desarrollo productivo importante, basado principalmente en recursos estratégicos como la minería, el gas y la agricultura. Bolivia, por primera vez en mucho tiempo, parecía tener la institucionalidad y las condiciones necesarias para encarar el futuro con optimismo.

Fue precisamente en esas condiciones que Evo Morales y el Movimiento al Socialismo (MAS) asumieron el poder en 2006. Morales recibió un país institucionalmente democrático, económicamente activo y con importantes ingresos por la exportación de hidrocarburos y minerales, además de potencial agrícola y agroindustrial significativo. Sin embargo, en los años siguientes, Morales y el MAS cometieron graves errores: dilapidaron los ingresos, agotaron las reservas internacionales acumuladas en años anteriores y aumentaron el endeudamiento público hasta límites insostenibles.

Bajo el MAS, la economía boliviana pasó del auge a la caída en pocos años. El crecimiento se sostuvo artificialmente en un modelo de gasto público creciente, subsidios insostenibles y una burocracia estatal cada vez más grande y corrupta. La deuda pública alcanzó niveles alarmantes, agotando la capacidad del Estado de enfrentar una crisis económica como la que actualmente vive el país. Hoy, Bolivia se encuentra al borde del colapso financiero, con graves problemas en sus reservas internacionales, escasez de divisas y dificultades para garantizar servicios básicos y seguridad alimentaria a su población. Esta situación no puede interpretarse sino como responsabilidad directa del MAS y su gestión económica.

En el contexto actual, el gobierno de Luis Arce, también del MAS, no parece tener ni la voluntad ni la capacidad para cambiar el rumbo. Proyectos alternativos, como el de CAMBIO25 (http://bit.ly/CAMBIO25), surgidos desde la sociedad civil boliviana, subrayan con claridad que la solución a la crisis no será económica o técnica, sino fundamentalmente política. Es indispensable romper el ciclo del "péndulo catastrófico" entre privatizaciones y nacionalizaciones, construyendo una alianza productiva sólida entre Estado, mercado y sociedad civil, promoviendo la diversificación económica y fortaleciendo una educación orientada hacia el conocimiento y la innovación tecnológica.

En definitiva, Bolivia tiene la urgente tarea de reconstruir su institucionalidad democrática, reactivar su economía y apostar por un desarrollo sostenible, inclusivo y justo. La solución pasa inevitablemente por un cambio político profundo, que permita renovar el liderazgo nacional y articular un nuevo Bloque Social de Poder capaz de integrar a largo plazo las sensibilidades ideológicas y culturales, dejando atrás las polarizaciones del pasado.

Necesitamos un país capaz de rescatar los aciertos históricos y corregir los errores cometidos, impulsando una democracia sólida, pluralista y equitativa. Ese desafío político no puede esperar más tiempo. El futuro económico de Bolivia, y la calidad de vida de sus ciudadanos, dependen urgentemente de ello.

La política, lejos de ser una tarea reservada para unos pocos, constituye el único espacio público e incluyente donde todos podemos encontrarnos para pensar y trabajar juntos por el bien común; es allí donde nuestras diversas voces, preocupaciones y sueños adquieren fuerza colectiva. Por ello, asumir la responsabilidad personal de participar activamente, de involucrarnos —o "mojarnos", como se dice coloquialmente— es fundamental, porque no basta con observar desde la distancia cómo otros deciden el futuro; es necesario que cada ciudadano y ciudadana se comprometa y aporte, desde sus ideas y acciones, al fortalecimiento y a la construcción de una sociedad próspera, justa y solidaria.

25 de marzo de 2025

¿POR QUÉ SAMUEL DORIA MEDINA?


 

 ELECCIONES GENERALES 2025
 
¿POR QUÉ SAMUEL DORIA MEDINA?

 
 
 
 
Renzo Abruzzese Antezana
Paul Coca Suarez
Julio Aliaga Lairana
 

 
PAUL COCA SUAREZ
 
Este mi análisis se estructura en tres puntos principales: la herencia dejada por casi 20 años de gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS), la necesidad de un liderazgo efectivo para Bolivia, y las condiciones políticas y electorales representadas por el candidato Samuel Doria Medina.
 
Luego de casi dos décadas bajo el gobierno del MAS, Bolivia enfrenta una profunda crisis estructural, económica y jurídica. El país vive actualmente en una condición que podría describirse como "quebrado", con problemas derivados de un modelo económico insostenible basado en la exportación masiva de recursos naturales sin valor agregado, aprovechando temporalmente los precios altos en el mercado internacional.
 
A esto se suma la destrucción ambiental causada por incendios masivos en bosques, inversiones públicas irresponsables que generaron "elefantes blancos" y la creciente dependencia de créditos externos. La ausencia de diversificación productiva contribuyó significativamente a la crisis económica actual.
 
En términos jurídicos e institucionales, el MAS concentró el poder político anulando la independencia de los órganos del Estado, especialmente sometiendo al Tribunal Constitucional. El gobierno de Evo Morales elaboró una Constitución adaptada a sus intereses, evidenciando que su objetivo principal era perpetuarse en el poder. Este contexto se profundizó también por las debilidades y errores cometidos por la oposición política durante el mismo periodo.
 
Otra característica negativa del periodo masista fue la corrupción institucionalizada y el enriquecimiento ilícito de funcionarios públicos, así como la cooptación política de importantes movimientos sociales, entre ellos la Central Obrera Boliviana (COB), hoy corresponsable de la crisis.
 
En síntesis, el MAS dejó un legado político y económico negativo, caracterizado por abusos de poder, corrupción, dependencia externa y falta de institucionalidad democrática, mostrando claramente cómo no debería ejercerse la política.
 
Frente a esta situación crítica, Bolivia requiere urgentemente un nuevo liderazgo caracterizado por visión clara, experiencia en gestión pública y capacidad real de negociación y pragmatismo político.
 
Los primeros 100 días de un eventual nuevo gobierno serán cruciales y sumamente complejos, ya que en ese período deberá definirse la hoja de ruta del futuro político y económico del país. Además, las probabilidades de una segunda vuelta electoral son elevadas, así como la posibilidad de tener un parlamento fragmentado. El MAS aún conserva una significativa base social y probablemente obtendrá representación legislativa.
 
En este contexto, un nuevo gobierno de oposición deberá demostrar gran capacidad negociadora, gobernar para todos los sectores sociales, gestionar conflictos inevitables con movimientos sociales afines al MAS y mantener el orden público frente a posibles movilizaciones sociales que busquen desestabilizar al país.
 
Entre los desafíos inmediatos destaca auditar el uso de recursos públicos entregados a organizaciones sociales y revisar las inversiones del anterior gobierno. La población exigirá soluciones inmediatas a problemas como la escasez de dólares, carburantes y productos básicos, lo cual requerirá eficiencia y pragmatismo del nuevo gobierno.
 
Además, es clave reconocer que desmontar el aparato político y administrativo creado por el MAS no será tarea fácil ni rápida, y que deberá realizarse respetando la Constitución vigente y sorteando las insuficiencias legislativas existentes.
 
Samuel Doria Medina se posiciona como uno de los candidatos más relevantes de la oposición. Ha logrado adelantarse políticamente al presentar un plan de gobierno claro y preciso, dando especial atención a los primeros 100 días de gestión. Su capacidad de construir alianzas estratégicas y territorializar la campaña política se considera una ventaja importante.
 
En Bolivia es insuficiente realizar campañas exclusivamente digitales; el trabajo territorial sigue siendo imprescindible para ganar elecciones. Samuel parece entender esto claramente, habiendo logrado alianzas clave en ciudades estratégicas, incluyendo La Paz, con organizaciones como SOL·BO o el Movimiento Sin Miedo.
 
Sin embargo, una de las mayores preocupaciones planteadas es la posibilidad de fragmentación electoral entre los principales candidatos de oposición, específicamente si no se lograra concretar una alianza entre Samuel Doria Medina y Jorge "Tuto" Quiroga. Esta situación sería perjudicial para la oposición y favorable al MAS.
 
El reto principal para Samuel, pero también para toda la oposición y la ciudadanía, es consolidar efectivamente una alianza amplia. Esto implica conformar listas parlamentarias renovadas, ofrecer soluciones concretas y movilizarse territorialmente, además de presentar propuestas atractivas y realistas al electorado.
 
Finalmente, una propuesta novedosa planteada por Samuel, que despierta interés y debate, es limitar constitucionalmente las reelecciones para cualquier cargo electivo a un solo mandato. Este punto resalta un esfuerzo por mostrar voluntad real de renovación democrática y evitar el abuso de poder, aunque implicaría una futura reforma constitucional.
 
 
 
RENZO ABRUZZESE ANTEZANA
 
Una de las principales consecuencias que dejó el gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS) es una profunda desinstitucionalización. Las instituciones son mecanismos sociales que sirven para proteger, difundir y conservar valores esenciales. Cuando estas instituciones se debilitan o destruyen, se pierden referentes sociales fundamentales. El MAS, durante casi 20 años en el poder, se dedicó a desmontar sistemáticamente las instituciones republicanas que sostenían el tejido social boliviano, promoviendo en su lugar un modelo alternativo llamado "Estado Plurinacional".
 
Sin embargo, lejos de consolidar una verdadera plurinacionalidad o inclusión social, el gobierno del MAS instauró una estructura política marcadamente étnica y racializada, fundamentalmente bajo criterios aymaras. La promesa inicial de inclusión étnica se transformó en un proceso de exclusión inversa o discriminación hacia otros grupos sociales, fenómeno conocido popularmente como "racismo a la inversa". Este concepto refleja cómo se impuso una lógica racial, fragmentando la sociedad boliviana, generando división, y anulando la pluralidad real en beneficio de una visión étnica única y dominante.
 
Otra importante herencia negativa del MAS fue la racialización de la política y la cultura, imponiendo un modelo centrado en la identidad étnica por encima de la ciudadanía diversa. Esto produjo una exclusión efectiva de un grupo social fundamental en la actual Bolivia: las clases medias. Diversos estudios nacionales e internacionales coinciden en que las clases medias representan ahora la mayoría social en Bolivia, habiendo aumentado sustancialmente su número durante las últimas dos décadas.
 
La estrategia del MAS, basada en una visión etnocéntrica, generó que esta nueva mayoría social, urbana y de clase media, se sintiera excluida del proyecto nacional. La consecuencia directa fue la movilización masiva y transversal que terminó expulsando a Evo Morales del poder en 2019. El conflicto evidenció una división profunda causada por la imposición de categorías étnicas rígidas que no se ajustaban a la realidad social del país, creando un clima político de tensión y enfrentamiento.
 
La tercera gran herencia del MAS es la destrucción del sistema político boliviano. Desde sus inicios, el proyecto político del MAS buscó deliberadamente eliminar el sistema tradicional de partidos, impulsando en cambio un modelo cercano al partido único, inspirado en el populismo autoritario. Esta estrategia se sustentó en una visión totalitaria que identificaba a los partidos políticos tradicionales como enemigos que debían ser eliminados para asegurar el control absoluto del poder.
 
Históricamente, los partidos políticos fueron esenciales como mecanismos de participación y representación democrática en Bolivia, desde principios del siglo XX. Sin embargo, el MAS, bajo una lógica populista descrita como "fascismo en clave democrática", destruyó esas instituciones representativas, pulverizando la capacidad de articulación social, política y democrática del país. Al eliminar los partidos, el MAS también destruyó las estructuras básicas de representación ciudadana, dañando profundamente la democracia boliviana.
 
La cuarta herencia negativa es la corrupción generalizada, que afectó prácticamente todos los ámbitos institucionales y sociales. La corrupción destruyó desde adentro cualquier posibilidad de consolidar los objetivos iniciales del proyecto político del MAS, incluso aquellos que podrían haber sido legítimos en su origen, especialmente relacionados con la inclusión de sectores campesinos e indígenas. Lo que comenzó como una promesa social terminó convirtiéndose en una práctica sistemática de envilecimiento institucional, comprometiendo seriamente el desarrollo del país.
 
Frente a este escenario devastado, el desafío fundamental que enfrenta Bolivia es el de reconstruir sus instituciones republicanas y democráticas. La reinstitucionalización es indispensable para superar las heridas provocadas por la racialización y fragmentación social y para reconstruir la representación democrática legítima.
 
En este contexto electoral, el binomio compuesto por Samuel Doria Medina y Vicente Cuellar ofrece una alternativa concreta y equilibrada para encarar dicho desafío. Samuel Doria Medina aporta conocimiento económico práctico, experiencia en gestión pública y una visión liberal moderada adecuada a la realidad social actual del país. Por otro lado, Vicente Cuellar complementa esta fórmula aportando un enfoque centrado en la recuperación institucional, la promoción de valores sociales y culturales, y la inclusión ciudadana amplia.
 
Esta alianza representa, por tanto, la posibilidad de reconstruir un proyecto nacional que abandone las lógicas destructivas del MAS. El objetivo central es revertir el daño causado por la desinstitucionalización, la racialización y la destrucción del sistema político. Además, se trata de reconocer a las clases medias como actores principales en la actualidad boliviana, sin desconocer las realidades sociales que aún persisten, pero enfocándose en un proyecto que mire hacia adelante y no hacia el pasado.
 
La tarea futura es compleja, pero pasa necesariamente por superar el modelo excluyente y racista impuesto por el MAS, recuperando instituciones democráticas sólidas y representativas, donde todos los ciudadanos puedan sentirse nuevamente incluidos. La propuesta política de Samuel y Vicente representa precisamente esa visión de futuro, centrada en la reinstitucionalización democrática y en una verdadera reconciliación nacional, condición indispensable para el desarrollo económico y social sostenible en Bolivia.
 
 
 
JULIO ALIAGA LAIRANA
 
Aunque la herencia dejada por el Movimiento al Socialismo (MAS) ya fue descrita por los participantes que me anteceden, es necesario puntualizar brevemente que Bolivia hoy enfrenta profundas crisis económica, institucional y moral. Hace 20 años, el país tenía una visión optimista, proyectándose como un centro estratégico de distribución energética para América del Sur, especialmente en gas y electricidad. Hoy, dicha visión ha desaparecido casi por completo debido al gobierno del MAS, que dejó un país profundamente deteriorado y sin perspectivas claras.
 
Sin embargo, más allá de esta crisis heredada, lo fundamental ahora es plantear propuestas concretas para salir adelante. Bolivia necesita urgentemente una candidatura fuerte, pragmática y, sobre todo, honesta, que responda con claridad a los desafíos del presente y construya un nuevo horizonte de país.
 
Desde el movimiento Cambio 25, se propuso inicialmente una visión de país sustentada en tres ejes fundamentales: el mercado, el Estado y la sociedad.
 
El mercado, como un centro generador de riqueza:
La generación de riqueza depende fundamentalmente de la libertad económica: libertad de emprendimiento, comercio abierto, igualdad de oportunidades, seguridad jurídica y respeto a la propiedad privada. Sin mercado no hay creación de riqueza, solo distribución de pobreza.
 
Un Estado autonómico y eficiente:
Se requiere un Estado pequeño pero fuerte, descentralizado, autónomo y comprometido con el desarrollo integral. Este Estado debe regular eficazmente la economía, reducir desigualdades y apoyar iniciativas privadas y colectivas, fortaleciendo la institucionalidad democrática.
 
Una sociedad compuesta por ciudadanos:
Bolivia requiere una sociedad multicultural, diversa pero unida, innovadora y conectada al mundo moderno. Es prioritario luchar contra la corrupción, la mediocridad y la ignorancia, enfrentando con firmeza estos obstáculos culturales al progreso nacional.
 
Aunque Cambio 25 tenía estas propuestas claras, carecía de recursos suficientes para competir electoralmente por sí mismo, por lo que decidió unir fuerzas con otros actores políticos afines.
 
Consciente de la gravedad de la crisis nacional, identificamos siete medidas urgentes para enfrentar inmediatamente al asumir el gobierno:
 
· Eliminar gradualmente la subvención a los carburantes, indispensable para recuperar estabilidad económica.
 
· Sincerar el precio de divisas extranjeras (dólares) para estabilizar el mercado cambiario.
 
· Cerrar las empresas estatales deficitarias que generan pérdidas insostenibles.
 
· Reducir la burocracia estatal para racionalizar gastos y fortalecer la eficiencia.
 
· Lograr la independencia efectiva del Poder Judicial, garantizando neutralidad, eficiencia y transparencia.
 
· Sostener políticas sociales dirigidas a los sectores más vulnerables, combinando equidad con crecimiento económico.
 
·  Obtener financiamiento externo para enfrentar de inmediato las necesidades financieras del país.
 
Estas medidas deben implementarse rápidamente, idealmente en los primeros 100 días del nuevo gobierno, con decisiones claras desde el inicio de la gestión, pues no existe tiempo para improvisar ni dilatar soluciones.
 
Ante la necesidad de consolidar una alternativa política efectiva frente al MAS, se decidió respaldar la candidatura de Samuel Doria Medina junto con Vicente Cuéllar, quienes representan la capacidad real de llevar adelante estas transformaciones con solidez y pragmatismo.
 
Samuel Doria Medina destaca por su pragmatismo económico y político. Es un candidato con amplia experiencia en gestión económica, conocedor profundo del mercado, la administración pública y con conexiones nacionales e internacionales que pueden asegurar apoyo y estabilidad al país.
 
Además, Doria Medina comparte la visión de un Estado moderno, eficiente y descentralizado, respetuoso de la diversidad cultural y comprometido con los derechos sociales. Se identifica plenamente con la visión progresista, socialdemócrata y liberal-democrática que necesita Bolivia para superar las divisiones internas dejadas por el MAS.
 
Aunque cualquier campaña electoral obliga a los candidatos a embellecer su discurso, Samuel posee claridad y determinación para enfrentar con firmeza los problemas estructurales del país. Su compromiso con las propuestas mencionadas es sólido, especialmente por su intención explícita de implementar rápidamente medidas concretas en los primeros 100 días de gestión, algo fundamental dada la actual emergencia nacional.
 
Finalmente, se destaca que la candidatura de Samuel Doria Medina tiene la virtud de convocar a diversos sectores políticos y sociales bajo una visión común, inclusiva, moderna y democrática, alejada del autoritarismo y las visiones excluyentes del pasado.
 

19 de febrero de 2025

LO QUE EL DINERO NO PUEDE COMPRAR

HOY POR HOY, CON TANTO LIBERTARIO SUELTO, ESTA ES UNA REFLEXIÓN URGENTE:


Michael J. Sandel, en su obra Lo que el Dinero no Puede Comprar: Los Límites Morales del Mercado (What Money Can't Buy: The Moral Limits of Markets)*, examina el impacto de la economía de mercado en la vida moderna y cuestiona los límites éticos de la mercantilización de bienes y valores que tradicionalmente no se compraban ni vendían. A lo largo del libro, el autor analiza cómo el dinero ha invadido esferas sociales que antes se regían por valores distintos, como la educación, la salud, la ciudadanía, la justicia y las relaciones humanas. Su objetivo es despertar una reflexión sobre los efectos corrosivos de este fenómeno y argumentar que no todo debe ser objeto de mercado.

 I. ¿Qué no puede comprar el dinero?

Sandel comienza su análisis con una premisa central: *en las últimas décadas, el mercado ha pasado de ser un mecanismo de organización económica a convertirse en un modo de vida.* No solo compramos bienes y servicios, sino que cada vez más aspectos de la vida cotidiana están siendo comercializados. Esto plantea una pregunta clave: ¿Es correcto que todo tenga un precio?

Para ilustrar su argumento, el autor presenta ejemplos de transacciones que podrían parecer moralmente cuestionables:

- Pagar a alguien para que haga la fila por ti en eventos importantes.

- Comprar el derecho a emigrar a un país mediante inversiones.

- Vender espacios publicitarios en boletos escolares o en túnicas de jueces.

- Pagar a estudiantes para que estudien y obtengan buenas calificaciones.

El problema, según Sandel, no es solo la desigualdad que estas prácticas pueden generar, sino también la corrupción moral que implican, ya que erosionan los valores no mercantiles que deberían gobernar ciertas áreas de la vida social.

II. La mercantilización de la vida moderna

Sandel explora distintos ámbitos donde el mercado ha penetrado y plantea una doble crítica:

1. Crítica de la desigualdad: Cuando los mercados rigen todos los aspectos de la vida, las personas con más dinero tienen ventajas desproporcionadas.

2. Crítica de la corrupción: No todo debe estar sujeto a las leyes del mercado porque hay bienes y valores que, al ser comercializados, pierden su significado.

A continuación, se analizan algunos ejemplos de esta invasión del mercado.

 a) Dinero en la educación

El autor muestra cómo la educación ha sido comercializada a través de:

- Pagar a niños por obtener buenas calificaciones.

- Patrocinios en libros de texto y espacios escolares.

- Universidades que otorgan admisiones preferenciales a donantes.

Sandel sostiene que, aunque pagar a los niños por leer libros pueda parecer una estrategia efectiva, también distorsiona el propósito de la educación, reduciéndola a un intercambio económico en lugar de fomentar el amor genuino por el aprendizaje.

 b) Dinero en la salud

El acceso a servicios de salud está cada vez más determinado por el dinero. Sandel menciona ejemplos como:

- Hospitales con opciones de atención "VIP" para quienes pueden pagar más.

- La posibilidad de contratar un médico de urgencias para que atienda más rápido a un paciente.

- La venta de órganos en algunos países.

Para el autor, este tipo de prácticas corroen la igualdad y transforman la salud en un lujo, en lugar de un derecho humano fundamental.

 c) Ciudadanía y participación democrática en venta

Sandel analiza cómo algunos gobiernos han adoptado mecanismos de mercado para resolver problemas sociales, permitiendo la compra de derechos y privilegios:

- La venta de ciudadanía a inversionistas extranjeros.

- Multas que pueden ser evitadas pagando tasas más altas.

- El uso de dinero para influir en la política mediante donaciones masivas a campañas electorales.

Estos casos muestran cómo el dinero puede erosionar principios democráticos esenciales y convertir la participación política en un juego de élites económicas.

d) Incentivos económicos en la vida cotidiana

Sandel explora cómo los incentivos económicos pueden modificar el comportamiento humano, pero también pueden tener efectos contraproducentes. Ejemplos incluyen:

- Pagar a las personas para que donen sangre, lo que paradójicamente reduce la donación altruista.

- Incentivos monetarios a los padres para que recojan a sus hijos a tiempo de la escuela, lo que en algunos casos aumentó los retrasos.

El problema, según el autor, es que cuando asignamos un precio a ciertas acciones, las transformamos en transacciones económicas, en lugar de mantenerlas como actos de civismo o altruismo.

 III. ¿Dónde deben trazarse los límites?

Después de exponer estos problemas, Sandel argumenta que no se trata solo de desigualdad económica, sino de la corrupción moral que ocurre cuando el mercado define lo que valoramos como sociedad. Propone que ciertos bienes deben ser protegidos de la lógica del mercado y que es fundamental discutir colectivamente qué tipo de sociedad queremos ser.

Para ello, Sandel sugiere dos principios clave:

a) Algunos bienes y valores no deben estar sujetos a las reglas del mercado, porque su comercialización los degrada.

b) El debate sobre los límites del mercado no es solo técnico o económico, sino moral y político.*

El autor aboga por una reflexión ética más profunda sobre qué bienes deben permanecer fuera de la lógica de oferta y demanda.

IV. Recuperar el sentido de lo público

Sandel finaliza su obra enfatizando la importancia de recuperar el sentido de la esfera pública y los valores cívicos, protegiéndolos de la invasión del mercado. Para él, la mercantilización de la vida no es inevitable, sino una decisión colectiva. Propone que las sociedades democráticas deben comprometerse en un diálogo moral sobre los límites del mercado para evitar que este desplace valores como la justicia, la equidad y la dignidad humana.

El libro nos deja con una pregunta central: *¿Queremos una sociedad en la que todo esté a la venta, o una en la que ciertos valores sean inalienables?* Para Sandel, la respuesta requiere una discusión abierta y deliberativa sobre lo que realmente valoramos como sociedad.

LO QUE EL DINERO NO PUEDE COMPRAR es una obra esencial para comprender cómo el mercado ha invadido áreas de la vida que antes estaban guiadas por valores éticos y sociales. Sandel nos insta a preguntarnos si queremos vivir en una sociedad donde todo tenga un precio, o si hay bienes y valores que deberían permanecer ajenos a la lógica del mercado. Su análisis no solo es una crítica a la economía de mercado sin restricciones, sino también un llamado a la reflexión sobre el tipo de sociedad que queremos construir.

* Nota: este resumen ha sido posible gracias a la eficaz colaboración de chatGPT

1 de febrero de 2025

SOBRE LA ENCUESTA CLAURE

A siete meses de las elecciones generales en Bolivia, el escenario político comienza a delinearse con tendencias claras, pero también con una alta dosis de incertidumbre. Aunque los datos de las encuestas actuales muestran una radiografía del momento, la dinámica electoral es fluida, y muchas cosas pueden cambiar en el camino.


El ocaso de Evo Morales y la disputa en el MAS  
Uno de los datos más relevantes es la confirmación de que Evo Morales no será candidato. Su desgaste político, el rechazo generalizado y, sobre todo, la resistencia dentro de su propio partido ha sellado su destino. Su principal enemigo en este momento no es la oposición, sino su antiguo delfín, Andrónico Rodríguez, quien, con el respaldo de una parte del MAS, busca asumir el liderazgo. Si bien importante, el proyecto etnonacionalista y autoritario no es ya mayoritario. Para convertirse en una opción real de poder, tendrá que ampliar su base y conquistar a las clases medias, urbanas y mestizas, algo que aún está por verse.  

Luis Arce, sin chances reales
Mientras tanto, el presidente Luis Arce (Tilín) parece haber quedado fuera de juego. Aunque cuenta con el respaldo de un aparato estatal desde el que las y los funcionarios apostarían por la preservación de sus cargos, el apoyo no se traduce en una base electoral competitiva. En términos políticos, es un cadáver: su imagen no despierta entusiasmo ni dentro ni fuera del oficialismo.  

La emergencia de Chi Hyun Chung: el voto del desencanto
Un fenómeno que merece atención es el ascenso del pastor Chi Hyun Chung, quien, sin ser una novedad, representa la única alternativa visible momentáneamente para un electorado reactivo y conservador en busca de una opción diferente. Su discurso ultramoralista y reaccionario encuentra eco en ciertos sectores desencantados, lo que lo convierte en una figura a observar.  

Manfred Reyes Villa: fuerte pero estancado
El Alcalde de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, ha decidido entrar en la carrera presidencial, convencido de que su popularidad es suficiente para sostener su candidatura. Sin embargo, según esta y otras varias encuestas, su crecimiento se ha estancado, lo que sugiere que ya ha alcanzado su techo electoral. Si bien tiene una base sólida, su margen de expansión es limitado.  

La dispersión en la oposición y el dilema de la unidad
El espacio opositor está fragmentado en torno a la idea de unidad. En el grupo de líderes que buscan articular una candidatura conjunta —Samuel Doria Medina, Tuto Quiroga, Carlos Mesa, Luis Fernando Camacho, Vicente Cuellar y Amparo Ballivian— solo Samuel y Tuto tienen una presencia electoral significativa. El resto ha perdido relevancia o carece de una intención de voto suficiente para influir en la competencia.  

Aquí surge una tensión clave: ¿unidad o renovación? Hasta ahora, la pulsión de unidad ha prevalecido sobre la necesidad de renovar liderazgos. El único "renovador" en el grupo es Vicente Cuellar, mientras que Rodrigo Paz Pereira, que también apostaba por la renovación, ha decidido competir por fuera, con un espacio electoral reducido porque fuera tendrá que competir con Manfred y Chi, sin grandes posibilidades.

Los escenarios según el candidato de unidad
La definición de quién será el candidato de unidad es crucial para el equilibrio electoral.  

Si el elegido es Tuto Quiroga, competirá directamente con Manfred y Chi en el espectro de la derecha, dejando vía libre a Andrónico Rodríguez para disputar el voto de centro y centroizquierda.  
Si el candidato es Samuel Doria Medina, tendrá la posibilidad de aglutinar el voto de la derecha, el centro, y a quienes difícilmente apoyarían a Tuto en el centro progresista (incluido un grueso de masistas desencantados y descontentos). Esto lo convierte en un candidato más competitivo con capacidad de captar votos de diferentes sectores.  

La apuesta por Vicente Cuellar
Más allá de los cálculos electorales, el proceso también es una batalla por visiones de país. En este sentido, la candidatura de Vicente Cuellar representa una alternativa que, aunque todavía no logra sumar mayorías, encarna un proyecto de cambio con una perspectiva distinta. Su desafío es consolidarse como una opción viable en un escenario donde las tendencias actuales podrían no ser definitivas.  Personalmente, este es el espacio donde yo me afilio: https://bit.ly/CAMBIO25

Un tablero aún en movimiento
Aunque las encuestas actuales marcan una tendencia, el camino hacia agosto está lleno de incógnitas. La disputa dentro del MAS, la consolidación (o no) de un candidato opositor de unidad, el crecimiento de figuras emergentes como Chi Hyun Chung y la capacidad de los actores políticos para expandir sus bases de apoyo serán determinantes en el desenlace de la contienda. La política boliviana es dinámica, y en siete meses, todo puede cambiar.

La Paz, 1º de febrero de 2025