ALTERNATIVAS

10 de abril de 2025

TUTO, TUTO... ¿Qué estás haciendo?

TUTO QUIROGA RAMÍREZ la volvió a hacer. Cada vez que aparece en escena, la oposición democrática se divide o peor, se desarma, el gobierno masista, Evo, Arce o ahora Andrónico, conquistan las metas que se proponen y, finalmente, cuando todo está consumado, este personaje hasta los protege, lo oculta y los hace huir.

Mi primera hipótesis, la más ingenua, dice que lo que pasa con Tuto es que su candidatura es un buen negocio, para él y su entorno inmediato. No le interesa ganar, ni siquiera tener una bancada, cuyas candidaturas vende caras en los primeros puestos. Él recauda una buena plata fuera del país, donde está muy bien considerado (imaginen que tiene una madrina como Corina Machado), digamos que unos cinco millones y más; gasta la mitad, reparte uno entre sus más cercanos y se queda con unos dos para vivir los próximos cinco años.

Tengo otra hipótesis, pero quedará para el inventario (no quiero parecer un terraplanista conspiranoico al escribirla). Hay que reiterar, para tenerlo bien claro, que desde hace 20 años o más, cada vez que este personaje aparece, quien saca puntos a su favor es el MAS, y eso sí que es algo muchísimo más delicado que un negocio.

Esta su actitud no es algo casual; parece responder a un patrón que se repite una y otra vez. Todo esto empezó a resonar en mi cabeza tras escuchar a Carlos Valverde y recordar un artículo que escribió Cayetano Llovet (Q. E. P. D.) hace ya 15 años. Sus argumentos apuntan a que, lejos de tratarse de un hecho aislado, podríamos estar ante algo así como un "asesino serial".

Las preguntas que surgen son inevitables: ¿cuáles son las razones de sus actos?, ¿qué motivaciones hay detrás de este comportamiento constante? ¿a quiénes beneficia y por qué? Cada nueva información y cada testimonio agregan indicios que refuerzan mi sospecha, y aun así queda mucho por saber.

Mi intención no es sembrar dudas o desconfianzas; se trata más bien de reflexionar y buscar claridad ante hechos que podrían dañar nuestras instituciones políticas, la credibilidad en la palabra de las y los líderes, ya tan desportillada, y nuestra confianza colectiva. Hay que buscar explicaciones y respuestas, sin temor a cuestionar versiones o discursos aprendidos. 

¿Será que estamos solo frente a una repetición peligrosa de comportamientos que solo agrandan la brecha entre la verdad y la apariencia, o hay algo más tenebroso aún que eso?


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