Este parece que va a ser un año movidito, para no aburrirse ni un solo día, aunque nada parezca querer cambiar ni a un lado, ni al otro. Cada vez creo más que habrá que seguir horadando por el centro y para eso si que hay que tener paciencia, porque es el camino más largo, la construcción del túnel más extenso. Por el centro.
Mientras los huracanes vengan de la derecha, nosotros por el centro. Mientras la petrificación se consolide inconmovible por el populismo étnico, nosotros seguiremos sembrando y horadando por el centro. Y para no equivocarnos aclaremos que el centro no es una patraña ideológica que se piensa equidistante de los extremos, sino la suma de la experiencia acumulada a lo largo de los años y que reclama su lugar en el epicentro de todos los problemas. Eso está mejor, más que centro un epicentro; lugar de encuentro, de convergencia, de unidad. Ese lugar central de la política solo puede estar al lado de la demanda de justicia social y contra la desigualdad por ser una necesidad a la que la sociedad boliviana no puede renunciar. Pero es igualmente central el compromiso con la democracia, como principio sustantivo, que hace a la condición y al desarrollo humanos del siglo XXI.
Por eso el centro de la política en América Latina es y será por muchos años de la izquierda democrática. Por eso se derrumbó al sistema, porque olvidó el centro y se fue con la derecha, dejando de lado el compromiso con los pobres, con los desheredados por la historia, con los excluidos. Por eso Evo Morales no alcanzará los objetivos que se propone, porque camina olvidándose de lo central que viene a ser un régimen de libertades plenas en democracia.
Nosotros centralmente en la izquierda democrática. Con paciencia, con sapiencia...
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