
Cuando escuché en la tele lo de Evo Morales, que invitaría a Baltazar Garzón a asesorarlo sobre la demanda marítima contra Chile, quedé sorprendido. El juez español no suele ser parte en problemas que no vienen bien a su imagen de magistrado de la democracia y los derechos humanos, y menos asesorando al Presidente de Bolivia, que camina a cooptar el Poder Judicial en su país, convocando a una elección popular (única en el mundo) de jueces comprometidos de antemano con el poder y al servicio del régimen. Más bien Garzón ha de estar preocupado por lo que Evo empieza a significar para las democracias.
El Presidente argumenta que habría (nótese el tiempo gramatical, un cientista político lego sabe que así no se hacen las cosas) de invitarlo por ser un abogado conocido (sic), con quien habló en España en ocasión de su última visita. "Peor aún" –pensé– mientras imaginaba a Garzón enterándose por la prensa internacional de la propuesta. Y tal cual, si no fue por la prensa y hubo un llamado presidencial de por medio, fue a destiempo y mal gestionado, lo que nos puso (una vez más) en el ridículo de un país improvisado, con una administración que no coordina, porque no sabe a dónde va ni lo que quiere.
Baltazar Garzón le dijo que “NO” a Evo y le dio una o dos razones para sacárselo de encima, aunque el desplante fue evidente, al Presidente primero y al pueblo de Bolivia también (algo nos toca a todos, finalmente este señor funge como nuestro presidente), como quien dice “tengo cosas más importantes que hacer”. Yo pregunto: ¿Son nuestra Cancillería y nuestro servicio exterior un repositorio de subnormales, incapaces de hacer una gestión bien hecha y asesorar al Mandatario para que diga las cosas a tiempo y haga las propuestas cuando ya estén listas, para no quedar como un pobre tipo, ante su pueblo y la comunidad internacional, una y otra vez?
Otra posibilidad peor es que tengamos un Presidente que tiene una idea mientras desayuna y la hace pública a la hora del almuerzo, dejando en off side a todo su equipo, involucrándonos a todos y “le mete nomás”, mientras algunos quedan con la misión de llenar la gestión gubernamental con remiendos. En esa lógica (¡sálvese quien pueda!), mañana se despierta el presidente con la idea de aprobar la tortura en el país como un medio de averiguar la confesión de los delincuentes, tal cual propone su amigo y senador por el MAS, el ex alcalde de Achacachi de apellido Rojas, y le mete nomás, como hacía Melgarejo: “o me seguís coraceros, o me destapo los sesos”.
Que envidia da Garzón, poder ponerlo en su sitio, sin temor a que lo tomen preso.