Ayer han sido dispuestos al público reveladores datos sobre la disminuida capacidad de la China para seguir creciendo su consumo de materias primas, y con esto, la caída de los precios a niveles que no se veían en años. Entramos en una etapa o ciclo de precios bajos y de ingresos bajos, para todos los países que como Bolivia dependen de dos o tres productos. Ha llegado el tiempo de las vacas flacas.
Y como repetía el sociólogo belga Guy Baijot, cuando decrecen los ingresos y hay menos dinero para repartir suceden dos cosas inevitablemente en los países de escaso desarrollo relativo (vaya nombrecito) o subdesarrollados, para utilizar un léxico obsoleto. Dos cosas, en todos los casos. La primera es que en el bloque de poder, articulado por las élites poco productivas de sectores y grupos sociales que medran del Estado, se empiezan a desprender los descontentos, porque ya no consiguen lo que quieren o no acceden a los privilegios que se les habían otorgado en momentos de bonanza.
La segunda, es que en el "pueblo" (utilizo este nombre siempre para diferencias a los que mandan de los mandados, el pueblo es siempre un algo contra el poder) emergen también los descontentos que hasta ahora se habían mantenido quietos y callados, porque les llegaba algo de las migajas al caer de la mesa de los poderosos, o porque la intimidación o la represión, los tenían obligados. El descontento en el pueblo empieza a hacer olas.
El resultado es el encuentro entre los descontentos que bajan con los descontentos que suben, y ese encuentro es el que produce la posibilidad de un Bloque Social de Poder Alternativo. El discurso es el mismo cada vez, los que bajan reclaman eficiencia, modernidad, transparencia, honestidad; los que suben exigen justicia social, igualdad, mejores oportunidades, inclusión, respeto y dignidad. El plato está servido.
Solo en ese momento se le puede pedir a la oposición la articulación de un discurso diferenciador y alternativo, y solo en ese momento los nuevos actores pueden superar a los viejos y desgastados políticos. Otra cosa es como conjugar el discurso emergente, en este siglo donde lo digital y la abundancia ha reemplazado a lo analógico y su cultura de la escasez; esa amalgama compleja es la que debe nacer los próximos años, en Bolivia y en América Latina, porque un grupo importante de países estamos viviendo lo mismo.
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