Si hay una personalidad cuya presencia y muerte me causan sentimientos encontrados es Fidel Castro Ruz.
No puedo colocarlo, aunque quisiera en mi galería de dictadores, no cabe su figura entre las fotografgías de Francisco Franco, Augusto Pinochet, Robert Mugabe o Idi Amin dada; uno podría decir que por ser de izquierdas, pero no; en esa galería me caben personajes como Muamar el Gadafi y puedo llamarles criminales a todos ellos, sin que se me mueva un pelo. En las cercanía rondan Hugo Chavez o Evo Morales Ayma, puedo colgar sus fotografías en el museo universal de la infamia.
Tampoco su figura cabe en mi galería de grandes socialistas que transformaron el mundo por su compromiso y apoyo a la democracia, Felipe Gonzales, Willy Brandt, Olof Palme, Salvador Allende o José Mujica, porque al lado de ellos Fidel es un dictador.
Lo que sé es que nadie puede ser indiferente, menos yo. Fidel Castro Ruz es, a no dudarlo, el latinoamericano que con mayor fuerza impactó en la vida de mi generación.
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