ALTERNATIVAS

6 de abril de 2025

LA UNIDAD COMO IMPERATIVO DEMOCRÁTICO

La historia política de Bolivia ha estado marcada por ciclos en los que se articulan grandes bloques sociales de poder capaces de transformar profundamente el país. Cada tres décadas, aproximadamente, emergen movimientos que logran aglutinar demandas nacionales, populares y democráticas, dando lugar a proyectos colectivos con una fuerte base social. Sin embargo, ese impulso transformador ha tendido a desfigurarse en el poder, degenerando en lógicas político/oligárquicas corruptas y desarticulando los vínculos con las mayorías que les dieron origen.

Hoy, Bolivia se enfrenta nuevamente al desafío de construir una unidad política que responda al momento histórico. Las experiencias pasadas muestran que la clave no está en pactos entre élites ni en acuerdos coyunturales de corto aliento, sino en la articulación de un renovado bloque social de poder que represente de forma genuina las aspiraciones de amplios sectores sociales, que a diferencia del pasado hoy pueden articular una gran mayoría urbana, fundamentalmente de clases medias y, por lo tanto, abiertas al desarrollo de instituciones modernas y democráticas.

Este nuevo proyecto debe tener un carácter supraidelógico, capaz de integrar desde visiones liberales hasta expresiones de la izquierda democrática, incluyendo sensibilidades emergentes como los feminismos, los ecologismos, los regionalismos y los indigenismos. La condición fundamental para esta convergencia es el compromiso con la democracia. No se trata de un simple acuerdo electoral, sino de una unidad imprescindible ante la creciente tensión entre libertad y autoritarismo.

El objetivo inmediato debe ser la reconstrucción del orden democrático. Esto implica restablecer la institucionalidad basada en la ley, garantizar la independencia de poderes, fomentar la transparencia en la administración económica, proteger las libertades fundamentales, defender los derechos humanos y emprender una reforma profunda de la justicia.

Para lograr este propósito, una parte significativa del electorado debe reconectarse con el campo democrático del que alguna vez fue parte. Este proceso debe ocurrir dentro del marco de lo nacional y lo popular, ahora enriquecido por nuevas demandas sociales que lo encaminan hacia una condición superior, democrática y ciudadana. Es necesario construir una mayoría democrática, organizada y comprometida, que logre una victoria clara, legítima y transformadora en las próximas elecciones generales de 2025.

La unidad política no puede ser el resultado de la suma de liderazgos individuales solamente. Debe emerger como una expresión hegemónica de la sociedad organizada en su diversidad. Requiere liderazgos capaces de tender puentes ideológicos, regionales, culturales y étnicos, liberando al poder de sus extremos y del cálculo mezquino. Solo así podrá surgir una alianza que represente auténticamente a la nación, superando las dicotomías de izquierda y derecha.

Este nuevo pacto debe aspirar a liderar el país desde la democracia, entendida no solo como un sistema de elección, sino como una cultura basada en la convivencia pacífica, el diálogo, la escucha, el reconocimiento del otro y la reconciliación. Se trata de reimaginar la política no como un campo de batalla, sino como un espacio común para construir un futuro de prosperidad e inclusión para todos los bolivianos.
Ese desafío histórico solo podrá encararse con éxito si se concreta un verdadero Bloque de Unidad, capaz de convocar a esa mayoría que hoy clama por la urgencia de un futuro compartido. En este contexto, liderazgos como los de Samuel Doria Medina y Vicente Cuéllar Téllez ocupan un lugar central en el tablero político. Su posicionamiento moderado, su trayectoria y su disposición al diálogo los colocan en una situación privilegiada para aglutinar voluntades diversas y construir puentes entre sectores sociales, ideológicos y regionales. Son figuras capaces de encarnar una propuesta amplia, democrática y realista que convoque a quienes, desde diferentes trayectorias, buscan dejar atrás la confrontación estéril y apostar por un proyecto de país.

La historia exige grandeza. Bolivia necesita, más que nunca, una unidad que esté a la altura de su diversidad y de su profundo anhelo de justicia y dignidad.

1 comentario:

  1. Es un buen aporte el análisis de Julio, en sencillo, o nos unimos o seremos derrotados una vez más, cuando las diferencias en esta coyuntura son mínimas.

    ResponderEliminar