Por un nuevo momento político
historia y cierre de un largo ciclo
Bolivia es un país joven, en permanente construcción. Los pueblos son lentos forjando su historia, aunque hoy, en la era del internet y la inmediatez, muchas y muchos ciudadanos esperan soluciones instantáneas. Como pasa con todos los países, nuestra identidad nacional y social se está edificado a lo largo de procesos profundos y determinantes.
Desde la Guerra del Chaco (1932), pasando por la Revolución Nacional (1952), la consolidación de la Democracia y el Estado de Derecho (1982), hasta el proceso de Inclusión Social (2006), hemos transitado por un camino que ha definido nuestra cultura política. Todo esto en la senda de un proyecto nacional-popular que ahora debe evolucionar hacia una democracia ciudadana. Esos fueron los hitos que han marcado nuestra historia y que cimentan nuestra memoria colectiva. Fuera de ese cauce, hasta ahora, toda iniciativa ha sido y es inviable, cualquier proyecto político que ignore esta realidad está condenado al fracaso.
Nuestra historia, ha estado marcada también por la tensión entre dos visiones contrapuestas, un vaivén centenario que hemos llamado el "Péndulo Catastrófico". Este movimiento pendular ha dominado un discurso centenario, donde tanto la derecha como la izquierda están fraguadas en el populismo nacido a mediados del siglo pasado en América del Sur, con el peronismo en Argentina, el aprismo en Perú y el movimientismo en Bolivia. Tan es así, que salvo experiencias marginales, no han existido en nuestro país verdaderos partidos políticos, sino "movimientos" que han sido y son una "bolsa de gatos" de todos los colores, donde caben derechas e izquierdas, y sensibilidades muchas veces contradictorias entre sí, dispuestos a adaptarse al vaivén de las coyunturas.
Ante la incapacidad del Estado de controlar y administrar la economía, se han impuesto alternativas de privatización; ante el fracaso del mercado para paliar las desigualdades y la pobreza, se han repuesto las propuestas estatistas de la nacionalización de los recursos naturales y productivos. Ese es un círculo vicioso en el que estamos atrapados hace al menos cien años. Ahora toca pendular hacia el liberalismo, dentro de treinta años estaremos estatizando de nuevo. Requerimos un acuerdo nacional y democrático para la colaboración entre la sociedad, el mercado y el Estado, que sea de larga duración, una alianza cultural, económica y productiva entre los sectores público y privado.
Los momentos clave de nuestra identidad fueron posibles gracias a la unidad de un Bloque Social de Poder, que sostuvo la hegemonía de cada época durante al menos veinte años, y que tuvo diferentes acepciones, la alianza de clases, el bloque social revolucionario, el pacto de unidad, respectivamente. Luego, cada momento terminó en crisis, caos y violencia hasta que emergió un nuevo proyecto. Así fue con el MNR, el MIR y el MAS; lamentablemente estos partidos históricos terminaron corrompidos y alejados de sus propios ideales.
Si no entendemos esta dinámica, no podemos explicar lo que ocurrió ni lo que está ocurriendo hoy. Más grave aún, sin esta comprensión, no podemos anticipar lo que viene ni tomar las decisiones correctas. Muchas y muchos bolivianos compartimos objetivos similares, pero diferimos en el camino a recorrer, porque no comprendemos las raíces de nuestra identidad, por ende, de nuestra historia y por ende, de cómo alcanzar juntos las metas que no son comunes.
Por esta razón, en las elecciones de 2025 yo apoyo la candidatura de Unidad encabezada por Samuel Doria Medina. No es una elección arbitraria, ni de simpatías personales, sino una decisión basada en la viabilidad política de este proyecto. Es una decisión que se basa en hacer posible la transición hacia un nuevo ciclo de poder hegemónico que no se logrará si la cabeza del proceso se coloca fuera del marco nacional/popular evolucionando hacia un horizonte democrático y ciudadano. Un error en esta elección nos condenará a seguir estancados en el mismo lugar o, peor aún, a retroceder a los fracasos del pasado.
Desde el Bloque de Unidad, Samuel Doria Medina representa la opción democrática para liderar este proceso de transformación. Su candidatura se encuentra en el punto posible, donde debe estar para consolidar una nueva etapa política, porque abarca desde la derecha liberal hasta la izquierda democrática, lo que hace posible incluir también las versiones democráticas de varios ismos, los ecologismos, feminismos, indianosmos regionalismos, etc, esa es la Unidad en el Bloque democrático. En el otro extremo, Andrónico Rodríguez representa la continuidad del populismo autoritario. Todo lo demás es cáscara, todo lo demás es adyacente, todo lo demás es un cuento.
Ha llegado la hora de elegir con claridad y determinación.
¡Ha llegado la hora del Poder de la Unidad!
Saludos estimado Don Julio. Es pertinente su aporte en esclarecer nuestra responsabilidad como ciudadanos gestores de nuestro propio desarrollo como sociedad democrática
ResponderEliminarYo creo en la propuesta de Samuel Doria Medina se que sacara a Bolivia de crisis que se encuentra ysacar al mas del govierno x eso mi voto es x Samuel
ResponderEliminar