Paul Coca Suarez
Julio
Aliaga Lairana
PAUL COCA SUAREZ
Este mi análisis se estructura en tres puntos principales: la herencia dejada por casi 20 años de gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS), la necesidad de un liderazgo efectivo para Bolivia, y las condiciones políticas y electorales representadas por el candidato Samuel Doria Medina.
Luego de casi dos décadas bajo el gobierno del MAS, Bolivia enfrenta una profunda crisis estructural, económica y jurídica. El país vive actualmente en una condición que podría describirse como "quebrado", con problemas derivados de un modelo económico insostenible basado en la exportación masiva de recursos naturales sin valor agregado, aprovechando temporalmente los precios altos en el mercado internacional.
A esto se suma la destrucción ambiental causada por incendios masivos en bosques, inversiones públicas irresponsables que generaron "elefantes blancos" y la creciente dependencia de créditos externos. La ausencia de diversificación productiva contribuyó significativamente a la crisis económica actual.
En términos jurídicos e institucionales, el MAS concentró el poder político anulando la independencia de los órganos del Estado, especialmente sometiendo al Tribunal Constitucional. El gobierno de Evo Morales elaboró una Constitución adaptada a sus intereses, evidenciando que su objetivo principal era perpetuarse en el poder. Este contexto se profundizó también por las debilidades y errores cometidos por la oposición política durante el mismo periodo.
Otra característica negativa del periodo masista fue la corrupción institucionalizada y el enriquecimiento ilícito de funcionarios públicos, así como la cooptación política de importantes movimientos sociales, entre ellos la Central Obrera Boliviana (COB), hoy corresponsable de la crisis.
En síntesis, el MAS dejó un legado político y económico negativo, caracterizado por abusos de poder, corrupción, dependencia externa y falta de institucionalidad democrática, mostrando claramente cómo no debería ejercerse la política.
Frente a esta situación crítica, Bolivia requiere urgentemente un nuevo liderazgo caracterizado por visión clara, experiencia en gestión pública y capacidad real de negociación y pragmatismo político.
Los primeros 100 días de un eventual nuevo gobierno serán cruciales y sumamente complejos, ya que en ese período deberá definirse la hoja de ruta del futuro político y económico del país. Además, las probabilidades de una segunda vuelta electoral son elevadas, así como la posibilidad de tener un parlamento fragmentado. El MAS aún conserva una significativa base social y probablemente obtendrá representación legislativa.
En este contexto, un nuevo gobierno de oposición deberá demostrar gran capacidad negociadora, gobernar para todos los sectores sociales, gestionar conflictos inevitables con movimientos sociales afines al MAS y mantener el orden público frente a posibles movilizaciones sociales que busquen desestabilizar al país.
Entre los desafíos inmediatos destaca auditar el uso de recursos públicos entregados a organizaciones sociales y revisar las inversiones del anterior gobierno. La población exigirá soluciones inmediatas a problemas como la escasez de dólares, carburantes y productos básicos, lo cual requerirá eficiencia y pragmatismo del nuevo gobierno.
Además, es clave reconocer que desmontar el aparato político y administrativo creado por el MAS no será tarea fácil ni rápida, y que deberá realizarse respetando la Constitución vigente y sorteando las insuficiencias legislativas existentes.
Samuel Doria Medina se posiciona como uno de los candidatos más relevantes de la oposición. Ha logrado adelantarse políticamente al presentar un plan de gobierno claro y preciso, dando especial atención a los primeros 100 días de gestión. Su capacidad de construir alianzas estratégicas y territorializar la campaña política se considera una ventaja importante.
En Bolivia es insuficiente realizar campañas exclusivamente digitales; el trabajo territorial sigue siendo imprescindible para ganar elecciones. Samuel parece entender esto claramente, habiendo logrado alianzas clave en ciudades estratégicas, incluyendo La Paz, con organizaciones como SOL·BO o el Movimiento Sin Miedo.
Sin embargo, una de las mayores preocupaciones planteadas es la posibilidad de fragmentación electoral entre los principales candidatos de oposición, específicamente si no se lograra concretar una alianza entre Samuel Doria Medina y Jorge "Tuto" Quiroga. Esta situación sería perjudicial para la oposición y favorable al MAS.
El reto principal para Samuel, pero también para toda la oposición y la ciudadanía, es consolidar efectivamente una alianza amplia. Esto implica conformar listas parlamentarias renovadas, ofrecer soluciones concretas y movilizarse territorialmente, además de presentar propuestas atractivas y realistas al electorado.
Finalmente, una propuesta novedosa planteada por Samuel, que despierta interés y debate, es limitar constitucionalmente las reelecciones para cualquier cargo electivo a un solo mandato. Este punto resalta un esfuerzo por mostrar voluntad real de renovación democrática y evitar el abuso de poder, aunque implicaría una futura reforma constitucional.
RENZO ABRUZZESE ANTEZANA
Una de las principales consecuencias que dejó el gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS) es una profunda desinstitucionalización. Las instituciones son mecanismos sociales que sirven para proteger, difundir y conservar valores esenciales. Cuando estas instituciones se debilitan o destruyen, se pierden referentes sociales fundamentales. El MAS, durante casi 20 años en el poder, se dedicó a desmontar sistemáticamente las instituciones republicanas que sostenían el tejido social boliviano, promoviendo en su lugar un modelo alternativo llamado "Estado Plurinacional".
Sin embargo, lejos de consolidar una verdadera plurinacionalidad o inclusión social, el gobierno del MAS instauró una estructura política marcadamente étnica y racializada, fundamentalmente bajo criterios aymaras. La promesa inicial de inclusión étnica se transformó en un proceso de exclusión inversa o discriminación hacia otros grupos sociales, fenómeno conocido popularmente como "racismo a la inversa". Este concepto refleja cómo se impuso una lógica racial, fragmentando la sociedad boliviana, generando división, y anulando la pluralidad real en beneficio de una visión étnica única y dominante.
Otra importante herencia negativa del MAS fue la racialización de la política y la cultura, imponiendo un modelo centrado en la identidad étnica por encima de la ciudadanía diversa. Esto produjo una exclusión efectiva de un grupo social fundamental en la actual Bolivia: las clases medias. Diversos estudios nacionales e internacionales coinciden en que las clases medias representan ahora la mayoría social en Bolivia, habiendo aumentado sustancialmente su número durante las últimas dos décadas.
La estrategia del MAS, basada en una visión etnocéntrica, generó que esta nueva mayoría social, urbana y de clase media, se sintiera excluida del proyecto nacional. La consecuencia directa fue la movilización masiva y transversal que terminó expulsando a Evo Morales del poder en 2019. El conflicto evidenció una división profunda causada por la imposición de categorías étnicas rígidas que no se ajustaban a la realidad social del país, creando un clima político de tensión y enfrentamiento.
La tercera gran herencia del MAS es la destrucción del sistema político boliviano. Desde sus inicios, el proyecto político del MAS buscó deliberadamente eliminar el sistema tradicional de partidos, impulsando en cambio un modelo cercano al partido único, inspirado en el populismo autoritario. Esta estrategia se sustentó en una visión totalitaria que identificaba a los partidos políticos tradicionales como enemigos que debían ser eliminados para asegurar el control absoluto del poder.
Históricamente, los partidos políticos fueron esenciales como mecanismos de participación y representación democrática en Bolivia, desde principios del siglo XX. Sin embargo, el MAS, bajo una lógica populista descrita como "fascismo en clave democrática", destruyó esas instituciones representativas, pulverizando la capacidad de articulación social, política y democrática del país. Al eliminar los partidos, el MAS también destruyó las estructuras básicas de representación ciudadana, dañando profundamente la democracia boliviana.
La cuarta herencia negativa es la corrupción generalizada, que afectó prácticamente todos los ámbitos institucionales y sociales. La corrupción destruyó desde adentro cualquier posibilidad de consolidar los objetivos iniciales del proyecto político del MAS, incluso aquellos que podrían haber sido legítimos en su origen, especialmente relacionados con la inclusión de sectores campesinos e indígenas. Lo que comenzó como una promesa social terminó convirtiéndose en una práctica sistemática de envilecimiento institucional, comprometiendo seriamente el desarrollo del país.
Frente a este escenario devastado, el desafío fundamental que enfrenta Bolivia es el de reconstruir sus instituciones republicanas y democráticas. La reinstitucionalización es indispensable para superar las heridas provocadas por la racialización y fragmentación social y para reconstruir la representación democrática legítima.
En este contexto electoral, el binomio compuesto por Samuel Doria Medina y Vicente Cuellar ofrece una alternativa concreta y equilibrada para encarar dicho desafío. Samuel Doria Medina aporta conocimiento económico práctico, experiencia en gestión pública y una visión liberal moderada adecuada a la realidad social actual del país. Por otro lado, Vicente Cuellar complementa esta fórmula aportando un enfoque centrado en la recuperación institucional, la promoción de valores sociales y culturales, y la inclusión ciudadana amplia.
Esta alianza representa, por tanto, la posibilidad de reconstruir un proyecto nacional que abandone las lógicas destructivas del MAS. El objetivo central es revertir el daño causado por la desinstitucionalización, la racialización y la destrucción del sistema político. Además, se trata de reconocer a las clases medias como actores principales en la actualidad boliviana, sin desconocer las realidades sociales que aún persisten, pero enfocándose en un proyecto que mire hacia adelante y no hacia el pasado.
La tarea futura es compleja, pero pasa necesariamente por superar el modelo excluyente y racista impuesto por el MAS, recuperando instituciones democráticas sólidas y representativas, donde todos los ciudadanos puedan sentirse nuevamente incluidos. La propuesta política de Samuel y Vicente representa precisamente esa visión de futuro, centrada en la reinstitucionalización democrática y en una verdadera reconciliación nacional, condición indispensable para el desarrollo económico y social sostenible en Bolivia.
JULIO ALIAGA LAIRANA
Aunque la herencia dejada por el Movimiento al Socialismo (MAS) ya fue descrita por los participantes que me anteceden, es necesario puntualizar brevemente que Bolivia hoy enfrenta profundas crisis económica, institucional y moral. Hace 20 años, el país tenía una visión optimista, proyectándose como un centro estratégico de distribución energética para América del Sur, especialmente en gas y electricidad. Hoy, dicha visión ha desaparecido casi por completo debido al gobierno del MAS, que dejó un país profundamente deteriorado y sin perspectivas claras.
Sin embargo, más allá de esta crisis heredada, lo fundamental ahora es plantear propuestas concretas para salir adelante. Bolivia necesita urgentemente una candidatura fuerte, pragmática y, sobre todo, honesta, que responda con claridad a los desafíos del presente y construya un nuevo horizonte de país.
Desde el movimiento Cambio 25, se propuso inicialmente una visión de país sustentada en tres ejes fundamentales: el mercado, el Estado y la sociedad.
El mercado, como un centro generador de riqueza:
La generación de riqueza depende fundamentalmente de la libertad económica: libertad de emprendimiento, comercio abierto, igualdad de oportunidades, seguridad jurídica y respeto a la propiedad privada. Sin mercado no hay creación de riqueza, solo distribución de pobreza.
Un Estado autonómico y eficiente:
Se requiere un Estado pequeño pero fuerte, descentralizado, autónomo y comprometido con el desarrollo integral. Este Estado debe regular eficazmente la economía, reducir desigualdades y apoyar iniciativas privadas y colectivas, fortaleciendo la institucionalidad democrática.
Una sociedad compuesta por ciudadanos:
Bolivia requiere una sociedad multicultural, diversa pero unida, innovadora y conectada al mundo moderno. Es prioritario luchar contra la corrupción, la mediocridad y la ignorancia, enfrentando con firmeza estos obstáculos culturales al progreso nacional.
Aunque Cambio 25 tenía estas propuestas claras, carecía de recursos suficientes para competir electoralmente por sí mismo, por lo que decidió unir fuerzas con otros actores políticos afines.
Consciente de la gravedad de la crisis nacional, identificamos siete medidas urgentes para enfrentar inmediatamente al asumir el gobierno:
· Eliminar gradualmente la subvención a los carburantes, indispensable para recuperar estabilidad económica.
· Sincerar el precio de divisas extranjeras (dólares) para estabilizar el mercado cambiario.
· Cerrar las empresas estatales deficitarias que generan pérdidas insostenibles.
· Reducir la burocracia estatal para racionalizar gastos y fortalecer la eficiencia.
· Lograr la independencia efectiva del Poder Judicial, garantizando neutralidad, eficiencia y transparencia.
· Sostener políticas sociales dirigidas a los sectores más vulnerables, combinando equidad con crecimiento económico.
· Obtener financiamiento externo para enfrentar de inmediato las necesidades financieras del país.
Estas medidas deben implementarse rápidamente, idealmente en los primeros 100 días del nuevo gobierno, con decisiones claras desde el inicio de la gestión, pues no existe tiempo para improvisar ni dilatar soluciones.
Ante la necesidad de consolidar una alternativa política efectiva frente al MAS, se decidió respaldar la candidatura de Samuel Doria Medina junto con Vicente Cuéllar, quienes representan la capacidad real de llevar adelante estas transformaciones con solidez y pragmatismo.
Samuel Doria Medina destaca por su pragmatismo económico y político. Es un candidato con amplia experiencia en gestión económica, conocedor profundo del mercado, la administración pública y con conexiones nacionales e internacionales que pueden asegurar apoyo y estabilidad al país.
Además, Doria Medina comparte la visión de un Estado moderno, eficiente y descentralizado, respetuoso de la diversidad cultural y comprometido con los derechos sociales. Se identifica plenamente con la visión progresista, socialdemócrata y liberal-democrática que necesita Bolivia para superar las divisiones internas dejadas por el MAS.
Aunque cualquier campaña electoral obliga a los candidatos a embellecer su discurso, Samuel posee claridad y determinación para enfrentar con firmeza los problemas estructurales del país. Su compromiso con las propuestas mencionadas es sólido, especialmente por su intención explícita de implementar rápidamente medidas concretas en los primeros 100 días de gestión, algo fundamental dada la actual emergencia nacional.
Finalmente, se destaca que la candidatura de Samuel Doria Medina tiene la virtud de convocar a diversos sectores políticos y sociales bajo una visión común, inclusiva, moderna y democrática, alejada del autoritarismo y las visiones excluyentes del pasado.