ALTERNATIVAS

4 de noviembre de 2015

EL MODELO

El viaje del Presidente Evo Morales a Nueva York, acompañado de su ministro de Economía y Finanzas, Luis Arce Catacora, en esta visita cumpleañera que costó medio millón de dólares sin contar pasajes y viáticos de medio gabinete, gracias a los cuales pudieron repetir eso del nuevo Modelo boliviano, propagando sus éxitos a todos los vientos del capitalismo mundial, buscando -dicen- nuevas y fructíferas inversiones. Más allá del respeto expresado por los educados asistentes, no creo que nadie, salvo los propios bolivianos de por acá, en tierra adentro, se hayan creído eso del Modelo.

Porque en la estructura económica nacional, no vamos a encontrar absolutamente nada de novedoso que no lo hayamos inventado hace muchos años; nada nuevo bajo el sol desde 1952, cuando se crearon las dos grandes empresas que sostienen hasta hoy las arcas del Estado, destinadas a la minería la una (COMIBOL) y a los hidrocarburos la segunda (YPFB); tampoco la conquista del oriente es más nueva que lo aconsejado por el Plan Bohan allá por los años 40, cuando se empezaron a abrir los caminos rumbo a la amazonia. Si algo pudiéramos añadir sería la creciente participación del dinero negro del narcotráfico, más intenso ahora que antes, pero que tampoco es un invento plurinacional, que ya en los años 70 era un excelente negocio.

Desde 1952, cuando la Revolución Nacional (que es la única Revolución que ha habido por estos lados), la economía boliviana ha consolidado un modelo de economía monoproductora, altamente dependiente de los mercados y precios internacionales de materias primas, centrado geográficamente en el eje La Paz - Cochabamba - Santa Cruz, que funciona gracias a la inversión pública organizada detrás de oligarquías corruptas, enroscadas en el poder que maneja empresas ineficientes. Si durante estos diez últimos años el Gobierno hubiera impulsado la creación de por lo menos una fábrica de calcetines organizada de una manera distinta, por ejemplo, cooperativa o autogestionada o comunitaria, podría uno reconocer que se trata de un Modelo distinto, así sea de manera embrionaria. Pero ni eso, ni nada.

Tampoco la inversión pública, de la que el actual gobierno se ufana, porque sostiene que ha autonomizado el mercado interno, en lo que se basa la sostenibilidad del crecimiento, pero esto no es así, porque esta sigue siendo dependiente de los ingresos por exportaciones de nuestras materias primas y de sus precios espectaculares estos últimos diez años. Cuando los ingresos por exportaciones bolivianas eran veinte veces menores a las actuales, la inversión pública era diez veces menor; se invertía más en ese entonces que ahora, solo que se notaba menos. Y así, si comparamos una y otra cosa; por ejemplo los caminos, de los que ahora tantos se construyen, comparados en términos relativos al ingreso nacional, hubieron momentos que se hicieron más que los que ahora, con tantísimo dinero. El mercado interno sigue dependiente de la inversión pública, y esta del ingreso por las exportaciones; bajan los precios en el exterior y "el Modelo" habrá periclitado y habrá que empeñar el país acrecentando la deuda, como ha empezado a suceder.

La economía boliviana se ha desarrollado pendularmente entre las fuerzas privatizadoras y las estatistas, y sobre esto hay una enorme cantidad de escritos e investigaciones, que nos describen cómo actúan desde las oligarquías con pretensiones de burguesas, hasta las oligarquías partidarias que se desarrollan enroscadas a los aparatos burocráticos estatales. Evo Morales es solo otro momento del péndulo catastrófico, actualmente en su momento estatista y rentista, y nada más. No hay Modelo, ni renovado, ni nuevo.

La Revolución Nacional abrió el camino a fuerzas sociales organizadas, con proyectos diferentes, pero nunca más allá del péndulo catastrófico que hemos descrito; tampoco más allá del discurso de lo nacional-popular y su consecuente accionar populista, recargado de vicios como el clientelismo, el patrimonialismo, el caudillismo y el autoritarismo. La Revolución se ha desarrollado sobre tres versiones, un ala democrática organizada alrededor de los partidos políticos, otro ala militar organizada alrededor de las Fuerzas Armadas, y un ala corporativa organizada alrededor de los sindicatos, fundamentalmente los agrarios, que es la que gobierna hoy.

Cada una de las versiones ha gobernado el país a su manera y ha dotado a los diferentes momentos de nuestro desarrollo de una personalidad distinta; pero ninguna ha logrado superar el péndulo desastroso, aunque desde las demandas sociales de participación, cada uno de estos momentos han aportado con enriquecedoras características, que hacen posible la Bolivia de hoy, más integrada, más igualitaria, que las Bolivias del pasado.

Pero de nuevo Modelo nada. Ni comunitario, ni andino, ni ancestral, ni plurinacional, ni nada de nada. Evo Morales y el MAS son parte de la Revolución Nacional abierta el año de 1952, en su versión corporativa, cuyas características son la alta participación de entidades predemocráticas y de bajo desarrollo político, ideológicamente agrario-campesinas. No tienen mucho que ofrecer en el mundo de hoy (menos un Modelo), pero corresponden a las necesidades de una sociedad habida de participación, en la que la segregación y la exclusión eran insoportables.

El futuro está abierto para construir un país entre todos, que ahora sí estamos sentados a la misma mesa en condiciones de igualdad; pero no lo pueden hacer ni el viejo militarismo, ni las oligarquías partidarias del pasado, ni el populismo corporativo y autoritario de hoy. La Bolivia del futuro emprenderá la síntesis de esas vías fracasadas, para superarlas definitivamente; lo que no sabemos aún es el cuando sucederá.

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