Se constituyó el Consejo Autonómico, otro encargado de lo que podrá ser el Estado Unitario, Social de Derecho Plurinacional Comunitario, libre, independiente, soberano, democrático, intercultural, descentralizado y con autonomías, tal cual reza el artículo primero de nuestra flamante Constitución. La decimonovena en Bolivia y la primera de la Era Morales Ayma, que se recuerde.
Estuvieron presentes en el “cónclave” —así le llamaron a esa reunión de amigos— cinco prefectos. Uno impostor en representación del verdadero que no pudo decidir si asistía o no y que seguro no hubiera estado presente en nombre de Pando. Otros dos, nombrados por el Presidente en reemplazo de los electos que perdieron el Revocatorio según las normas mañosas valederas solo para esos prefectos en La Paz y Cochabamba. Otros dos legítimamente electos, aunque pesa sobre uno de ellos el haber perdido en el Revocatorio en Oruro, con un resultado que el gobierno central no quiso validar o cumplir, porque se trataba de ese amiguete. El de Potosí bien, ese vale.
Son los prefectos de cuatro departamentos que votaron en contra en el Referéndum Nacional Vinculante sobre las autonomías. Más aún, los presentes en el susodicho cónclave, fueron parte de la campaña del NO a las autonomías el año 2006. Son gente que hace dos años pregonaba resaltando las desventajas y los peligros y que hoy dice lo contrario: convocan al pueblo tras las ventajas y bondades de las autonomías.
Estamos en manos de personas capaces de “matar a su madre, para ir al baile de los huerfanitos”. La política se funda en la confianza y en el compromiso, en las personas y en las instituciones, por lo menos la que enseño y practico, la que respeto, la que quisiera para las instituciones que rigen mi vida y la de mis seres queridos, incluidos mis compatriotas. Desde hace tiempo que todo es posible, se puede ser de un lado o del otro, a gusto del mejor postor; autonomistas o antiautonomistas, nos da igual, lo que pida el pueblo. ¡Despreciables populistas!
Así nos va. Y nos seguirá yendo.
No son estos los primeros, la cultura política boliviana está infectada de ellos (los populistas), hay que ofrecer lo que piden, así sepan que están equivocados. Resultado: de tanto acomodarse uno termina por no saber nada, por no creer en nadie. Crecemos creyendo que todos mienten, buscando escurrirnos tras la ventaja/migaja a cualquier precio, como el Santos, que por un milloncejo tiró por la borda la integridad del proceso. Volvió a pasar otra vez.
Así nos va. Y nos seguirá yendo.
El mentado y difundido CAMBIO del MAS no incluye ninguna transformación al respecto, sino todo lo contrario, y mientras los bolivianos sigamos sin poder confiar el uno en el otro, mientras nuestros dirigentes continúen haciendo según la conveniencia, no podremos salir jamás del hoyo.