Resultó y se supo luego, que a esa hora (dicen que eran como las 08:00 a.m.) del invierno en Uyuni el frío congela el agua en las cañerías y lo normal es que no fluya. Parece que Felipe Quispe Quenta, ahora ex-ministro de aguas, tenía razón y que estaba diciendo la enterísima verdad, y que entre sus importantes Tareas de Estado sabía realmente que había agua en ese grifo del Aeropuerto recién estrenado en Uyuni. Pero es así como Evo Morales toma decisiones, arbitrarias, abusivas, dependiendo de su buen o mal humor. Un cuento de Gabriel García Marquez en su mejor momento de realismo mágico, tampoco lo narraría mejor.
Y para colofón, mientras el Alcalde de Uyuni comentaba que sí había agua, aunque congelada, el Sr. Presidente nombraba y posesionaba otro ministro, que resultó ser menos indígena que el primero, es decir un mestizo, castellano hablante y de buena lengua, con lo que sorprendió a propios y extraños expresándose bien y completando todas sus ideas sin errores; es un pequeño paso para él, de vice a ministro –me dijeron después–, pero un gran salto para el MAS, aunque signifique que los indios originarios (?) y los alteños hayan perdido un ministro o un ministerio.
Pero lo más grave vino cuando vi al nuevo ministro jurando en la tele, viejo compañero, José Antonio Zamora Gutiérrez. Si yo le conozco –dije–, si era hasta hace no mucho parte del grupo de miristas que trabajaba con Robin Jofré, del circulo de confianza de Jaime Paz y activista, con quien cuantas veces no habremos entonado eso de "marchemos ya / camino a la esperanza / hagámoslo / con plena decisión…". Así de interesante es la vida y la rueda política de la fortuna, él de ministro, mientras otros sufren por el mito de haber sido parte de un grupo neoliberal, corrupto y sedicioso, que apenas merece vivir. Pero en fin, de ex-miristas y ex-movimientistas y ex-ucesistas y ex-eneferistas está lleno el mundo, y cada día nos llevamos otra sorpresita. Tan es así, que el ministro saliente también era del MIR, le recuerdo bien, llevando los maletines y conduciendo el coche de Edgar Lazo, en ese entonces senador por Potosí, que nunca se quejó porque fuera mentiroso.
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