ALTERNATIVAS

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21 de junio de 2021

EL PRECIO DE UNA DERROTA

Me mueve, me conmueve y me remueve el esfuerzo sobrehumano y suprainstitucional del Movimiento al Socialismo por imponer en la conciencia colectiva de las y los bolivianos la consigna de que la sucesión presidencial a Morales Ayma y el rearme de la Democracia con Jeanine Añez a la cabeza el mes de noviembre de 2019 fue ilegal, por lo que se constituye en un Golpe de Estado. No es intención de este post el entrar en la discusión golpe / no golpe, que de eso se encargará el tiempo; lo que me interesa en principio es entender por qué Evo Morales Ayma, Luis Arce, su gobierno y el conjunto de autoridades y dirigentes del MAS están dispuestos a todo con tal de convencernos.

Es menester resumir para no olvidar lo acontecido, ni equivocarnos: Todo comenzó el 21F de 2016 cuando en un referéndum se le prohibió re-re-re postular a Evo Morales, quien, desconociendo el resultado con una burda triquiñuela, pasó de Presidente a ser un tirano fuera de la ley, generando así descontento, desconfianza y movilización populares, lo que se reflejaría en el resultado electoral del 2019. Sabiendo que perdería (era inevitable su derrota en segunda vuelta) manipuló los resultados, lo que fue denunciado nacional e internacionalmente y obligó a la anulación de las elecciones resultado de la resistencia callejera en todo el país, pidiendo que Morales Ayma renunciara. No sólo sucedió eso, sino que el tirano huyó al extranjero arrastrando consigo la renuncia de toda su corte, dejando al país en el límite de la violencia y sin gobierno; ese fue el vacío de poder del que tanto se habla. La sucesión presidencial, a más de constitucional y de acuerdo a las leyes y reglamentos, fue política, porque en ese momento un acuerdo nacional casi espontaneo por necesario, acordó (valga la redundancia) un Gobierno Transitorio para recuperar la democracia y pacificar el país, entre las fuerzas políticas (incluido el MAS), los movimientos sociales y las instituciones más importantes; a esa solución, el MAS quiere ahora llamarle golpe.

Con esto el MAS pone en duda la fortaleza democrática del pueblo boliviano y vuelve a perturbar su paciencia. Tenemos una extensa y rica historia democrática, la movilización popular en Bolivia derrotó en las calles y en las urnas a dictaduras militares que se creyeron inamovibles, como la de Banzer en 1977 o García Meza en 1981, y, como estamos siendo testigos, a tiranías despóticas como la de Morales Ayma en 2019. Eso es lo que las y los masistas necesitan ocultar.

Y es que se les va media vida en ello, ya que han comprobado en carne propia que el pueblo boliviano es profundamente democrático, y quien quiera gobernarlo tiene que estar en el centro de ese compromiso o corre el riesgo de salir, patitas para qué las quiero, como Morales Ayma, corriendo a refugiarse en la primera guarida que pueda encontrar. Si lo más autoritario del MAS, el evismo caudillista, irrespetuoso con las leyes y las instituciones, no logra camuflarse y la etiqueta de antidemocrático se convierte en un estigma, corren el riesgo de ser expulsados de la historia sin ninguna posibilidad de viabilizar su retorno.

Pero hay más. Evo Morales Ayma, angurriento de poder, incapaz de aceptar el no estar sentado en el trono del mandamás como le fue acostumbrado, quiere volver a ganar elecciones y retornar a ser Presidente, y sabe a ciencia cierta, que solo puede hacerlo si una sentencia judicial determina que su segundo mandato (en realidad tercero e ilegal) fue interrumpido por un golpe de Estado que le impidió culminarlo. La Constitución Política dicta con claridad que solo se puede ser Presidente dos veces, no hay una tercera reelección por ningún lado, y Morales lo sabe, por eso a él no se le va media vida, como a su partido, sino toda la vida. Tiene que demostrar que fue golpe para hacer valer la triquiñuela que ha planificado: si no fue golpe, no hay nada.

La línea que han trazado para ello implica torcer la verdad, cambiar el recuerdo de lo sucedido, mentir con el mayor de los cinismos, crear pruebas, armar procesos, ocultar evidencias, imputar inocentes, apresar personas… en fin, todo lo que sea necesario hacer. Y quieren aprovechar ese impulso para mandar al ostracismo a los y las “golpistas”, que resultaremos siendo cualquier ciudadano o ciudadana, imputables según la influencia e importancia que cada quien tenga en la política y en su entorno social. Es muy difícil luchar contra esta injusticia amañada y sostenida desde los aparatos estatales, la justicia manipulada, los medios de comunicación y contra el movimiento político más importante de los últimos años.

Ahora miremos al otro lado, hacia nuestro lado, a ver qué está pasando en casa; lo que está sucediendo no es sino el resultado de haber perdido la última batalla cuando todo indicaba que era posible ganarla, que no es la guerra, porque la política no se acaba nunca. Quienes pierden una batalla quedan desarmados.

Un paréntesis: (Claro que ni tanto ni tan poco, porque la victoria de la oposición en las ciudades grandes e intermedias del país, durante las pasadas elecciones a gobernadores y alcaldes, de alguna manera lo ha reivindicado. Al Ivan Arias en La Paz y Eva Copa en El Alto, por ejemplo, abren una puertita de viabilidad para otear el horizonte. Va a ser inevitable que el gobierno nacional, centralista a más no dar, esté obligado a negociar con alcaldes y gobernadores de oposición y eso da un respiro. Algo es algo.)

Hemos repetido que cuando la Presidente Añez decidió postularse equivocó el camino; si ese gobierno (en el que yo participé) transitorio hubiese durado cuatro o seis meses como estaba programado, nadie estaría sufriendo estos embates y el país caminaría, seguramente, hacia la reconciliación social.

Si el Sr. Camacho, convocando a la derecha pura y dura que es apenas un 10% del electorado, y la élite más bien camba que cruceña, no hubiesen priorizado de manera egoísta y miope solo sacar ventaja en Santa Cruz por encima del interés general, otra sería nuestra suerte, y el país estaría hoy intentando un gobierno de unidad y encuentro nacionales para enfrentar los problemas, económicos, de salud y otros igualmente importantes.

Y si el Sr. Carlos Mesa no se hubiera enroscado entre cuatro paredes y ocho amigos, y hubiese sido cabeza de un proyecto generoso, hubiera incorporado a las plataformas ciudadanas y las fuerzas sociales que por esa miopía pequeñoburguesa (vaya término, hace años que no lo utilizaba) quedaron al margen, confundidas y sin destino, como “gallinas sin huato” que diría mi abuela, hasta retroceder y cobijarse en la seguridad del voto por el MAS que así ganó limpiamente, gracias a ese error garrafal e imperdonable; de no haber sido así, la realidad política sería distinta y podríamos trabajar juntos para crecer las inversiones, aumentar la producción, mejorar la productividad, asuntos que están olvidados detrás de la discordia del golpe / no golpe.

Este post podría terminar aquí, porque es lo que quería reiterar, para no olvidar estos importantísimos detalles, puestos ahora en cuestión por el aparato publicitario del gobierno y del MAS; pero no, tengo un colofón para concluir.

Escribo esto para que entendamos que estas cosas no están sucediendo sólo porque las y los masistas son unos genuinos hijos de puta, como repiten algunos con frustración y rabia, como si al expresarlo así pudieran cambiar algo. Escribo esto para que asumamos que esa es la suerte que corren los perdedores, que las derrotas traen consecuencias.

Escribo esto para cambiar desde adentro y para que las y los ciudadanos democráticos en Bolivia entendamos que hay que exorcizarnos el alma, recuperar la fuerza y la confianza entre nosotras y nosotros, e inferir que, en el fondo, se puede volver a aglutinar una sociedad de ganadores.

Escribo esto para reafirmar que las jornadas que desde 1952 sentaron las bases del Estado boliviano, las de 1982 que definieron un rumbo democrático sin retroceso, y las de 2019 que afirmaron la posibilidad de un país sin odios ni excusiones, sean el horizonte de un ciclo histórico que no se ha cerrado aún, hasta cumplir un destino que nos marcamos desde el tiempo de nuestros abuelos (cambas, collas o chapacos, indios, blancos o mestizos, del campo o de las ciudades), por mucho masismo antidemocrático que se interponga en el camino.

Pero es imprescindible que las nuevas generaciones de políticos democráticos se den cuenta que en las sociedades de alta pobreza como la nuestra, el voto popular tiende en su mayoría a concentrarse en proyectos y con líderes que se comprometen con acortar las diferencias sociales, reducir las desigualdades, redistribuir la riqueza, mejorar las condiciones y las oportunidades de los menos favorecidos, evitar las discriminaciones, y que asuman en definitiva, así sea parcialmente, las demandas feministas, ecologistas, indigenistas. El futuro es de izquierda democrática, los próximos 50 años al menos, sin ella no se puede constituir una otra mayoría, no populista, que es lo que desde hace décadas el país viene necesitando.


8 de junio de 2020

LA MEMORIA DEL CORTO PLAZO

Nuevamente hemos reingresado a la discusión de si fraude o no fraude, aunque sea este un debate sin pies ni cabeza, porque la Asamblea Legislativa determinó hace meses la anulación de las elecciones pasadas, entre otras cosas, aceptando la idea de que fueron fraudulentas. Y discutir eso desde fuera del país es un atentado contra nuestra soberanía encarnada en una decisión legislativa que otras terceras potencias no pueden poner en duda. Discutir esto desde dentro, pasa por replantear esa decisión en el seno del Órgano Legislativo, y hasta donde llego a mirar, eso no va a suceder.

O sea que si hubo fraude o no hubo es una artimaña estrictamente electoral, que le permite instalar al MAS esa consigna con la que viene machacando desde hace meses, sobre que en Bolivia hubo un “Golpe de Estado”, porque les da rédito, o ellos piensan que les da rédito. No conozco ninguna encuesta que haya medido realmente el efecto de semejante galimatías.


Todo discusión sobre este tema, o sobre cualquier otro que se agende los próximos meses de campaña, para ser creíble debe partir del detalle insoslayable, de que todo este lío comenzó un 21 de febrero de 2016, cuando la ciudadanía boliviana le dijo a Juan Evo Morales Ayma que no podía volver a intentar una cuarta candidatura, y que en las Elecciones Generales previstas para el año 2019 el MAS debía contar con otros candidatos, porque así lo establece la Constitución Política del estado Plurinacional de Bolivia y cuanta ley que al respecto se pueda encontrar. Todo el bochinche se inició cuando Morales Ayma y su partido decidieron “hacerse pis” en ese Referéndum y saltar por sobre sus resultados.

Todo lo demás deviene en “cuento viejo”. Que si la gente mostró su enojo y se iniciaron movilizaciones para recuperar la Democracia, que si Morales Ayma montó un fraude del tamaño de una parroquia de pueblo o más grande que una catedral, que si la gente paralizamos el país durante semanas para que el susodicho se vaya como que se fue, que si le siguieron el vice, senadores, diputados y cuantos demás fueron necesarios para crear un vacío de poder y restaurarlo en el sillón presidencial, que si olvidaron el sitio correcto y el momento adecuado de una senadora que a la sazón era Vicepresidenta del Senado a la que le tocó presidir la Cámara y luego el país, porque así lo dicen nuestras leyes y reglamentos, lo que fue refrendado por el legislativo y luego por el propio Tribunal Constitucional…


Es cuanto viejo, porque ya nadie puede dudarlo y quien lo cuestione abstrayéndose de las leyes y los procesos, lo hace con mala saña y para beneficio propio, aunque en el tiempo de las redes, líquidas como son, basta subir un poco la temperatura para que las evidencias se tornen vapor y cueste retenerlas hasta en la memoria de corto plazo, más aún cuando uno o dos de los actores juegan con eso de la obsolescencia de lo novedoso, sabiendo que su cantaleta puede hacernos relegar la historia reciente y transferir los males a quien esté responsable del poder en el momento de postearlo, más aún con la gravamen de luchar contra el coronavirus, que se expande sin control como una mancha corrosiva por el mundo, arrastrando consigo la credibilidad hasta del político mejor posicionado.

Entonces escribo para retener la memoria, así sea la del corto plazo. Escribo para que no se pierda entre el maremágnum de consignas y terminemos contándonos y creyéndonos las mentiras de uno y otro lado. Escribo para reivindicarle al olvido la valentía de la Sra. Jeanine Áñez Chávez, su fortaleza y don de mando; porque en noviembre del año pasado esto era de vida o muerte, de quienes ingresaron a Palacio y para la Democracia boliviana y a la boliviana, que según cualquier otro desenlace sería hoy como el humo, al que se lo pudiera llevar el viento. Sin este dato, del del 21-F y su correlato, de cuando comenzó todo, cualquier cosa que se diga es una mentira.

Significado de Memoria: Estructura, Importancia y Clasificación

Pero además escribo porque me corresponde, como parte de la generación que puso los cimientos para la Democracia, para la Libertad, la Solidaridad y la Igualdad entre los bolivianos y bolivianas; y ¡qué diablos!, los pusimos tan bien y llegaron tan profundo que ni el mismo diablo los pudo arrancar hasta ahora. Tan es así que, en sus campañas, unos y otros reclaman democracia; yo sé dónde se encuentra de eso, y no está ni en medio del populismo autoritario que ha sido azote en América Latina, ni en los etnonacionalismos tribales que más bien son africanos, aunque algo de ellos nos toca, ni en los extremos de los arcos ideológicos donde conviven los pocos fascistas y comunistas que quedan, dándose de palos.

10 de noviembre de 2019

NUEVO TRIBUNAL ELECTORAL

¿CÓMO LOGRAR UN TRIBUNAL ELECTORAL EN DIEZ DÍAS, que sea independiente, probo, neutral y confiable, ante las instituciones políticas, la ciudadanía y la comunidad internacional?

Esta es mi propuesta. Es posible porque en Bolivia se hizo algo parecido hace casi treinta años y dio un excelente resultado.



No es idóneo el actual mecanismo, donde la Asamblea Legislativa impone candidatos; eso genera dudas, desconfianza y no aceptación.

• No decidir a puertas cerradas y entre cuatro personas, porque se va a decir que son parcializadas.

No al cuoteo, Ese “tu pones uno que yo pongo el otro”, termina con un grupo de empleados, cada cual condicionado por el partido o comité que lo propuso.

Sobre esas bases, esto es lo que se debiera hacer:

1. Conformar una Comisión donde participen los actores implicados, TODOS los partidos políticos que tienen y que lograron representación parlamentaria. Invitar una delegación de los Comités Cívicos, al CONADE y alguna otra institución/organización que se considere imprescindible.

2. LO MÁS IMPORTANTE: todos deben participar en igualdad de condiciones, un participante un voto para lo que se decida, y para la elección de vocales, el derecho a veto sin distinción de grandes o chicos. Ese fue el principio que permitió una Corte Electoral de Notables independientes como la que se nombró el año 1991.

3. Establecer mínimos imprescindibles (formación, experiencia, prestigio personal, etc.)  que sean claros y simples.

4. Finalmente la unanimidad, aceptar sólo a quienes cuenten con el respaldo de TODOS los participantes. Si alguno se opone, se rechaza la postulación al instante. Es un mecanismo que permite que quienes sean nombrados gocen de la confianza plena, sin excepciones. Es posible que se tengan que establecer equilibrios entre géneros, regiones, procedencia étnica, etc.

De esa manera quedará claro ante la sociedad nacional que los tribunos que lleven adelante el nuevo proceso electoral están libres de toda sospecha.

Si se hace bien, se podrá obtener en pocos días un  óptimo resultado.

30 de octubre de 2019

AHORA o NUNCA

Hemos llegado a un punto crucial que señala el límite. O se llega a un acuerdo que pacifique el país, o tiramos leña al fuego y encendemos las hogueras para un incendio que algunos piensan definitivo. Y cuando digo algunos, me refiero a los talibanes de uno u otro lado, que creen desde ambos extremos que esto debe tener un desenlace más bien militar que político, imponiéndose una parte de las y los bolivianos sobre la otra, de manera incuestionable y definitiva.


Denuncio un racismo extremo, regionalismo fanático y el deseo de llevarnos a una guerra fratricida entre bolivianos y bolivianos. Los dogmáticos están a ambos lados, en el oficialismo y entre las y los opositores; si ellos se hacen con la hegemonía del proceso, vamos a vivir unos días muy amargos. Insto, en cambio, a reconocer que también en ambos bandos existen personas más dúctiles, mejor formadas, abiertas a escuchar al menos, y esos dirigentes debieran intercambiar criterios y tratar de impulsar acuerdos que sean útiles para todos. Ayudemos en esa dirección. Quiero el predominio de la política sobre la violencia.

El único acuerdo posible es recontar los votos y saber si hay o no segunda vuelta. La oposición debe poner condiciones que otorguen confianza en el grupo de auditores reclutados por la OEA entre especialistas electorales del continente. Esto implica también reconocer la validez de las elecciones pasadas y sus resultados. Aclarar que una treintena de especialistas tendrían que contar con mecanismos y la experticia para darse cuenta que las actas han sido manipuladas, cambiadas, cercenadas, mal copiadas… o lo que fuere. Existe material y condiciones disponibles para ello y los profesionales sabrán, ya que no pesa sobre ellos ni amenazas ni coerciones.

Si fruto de esa auditoria se descubriera ante el mundo que esto ha sido un monstruoso fraude, entonces será legítimo pedir anular las elecciones, pero no antes, no sin un veredicto confiable. Sin ello querer pasar por encima y desconocer los casi tres millones de votos que tiene el MAS es hacer exactamente lo mismo que ellos hicieron con el 21F, que está a la base del problema y es el pecado original. Pero de ello habrá que saldar cuentas en otro momento.

Esa opción, que viene tomando cuerpo, obliga a renegar de las elecciones, anularlas e intentar volver a fojas cero. Esto significa prorrogar a Morales Ayma más allá del 22 de enero del 2020 (estoy calculando un año al menos), porque es imposible en tres meses cambiar el Tribunal Electoral, construir un nuevo padrón, convocar a elecciones con todo el calendario que ello supone; a menos que alguien piense que morales se va a ir por la buenas y quede a cargo Linera o Salvatierra o Borda, que para el caso puede ser de Guatemala a guatepeor. ¿Una Junta Militar? ¿Un gobierno de notables escogidos en un Cabildo bajo la sombra del Cristo Redentor? ¡En esa sí que estamos todos locos!

Es ahora, ¡oh! -agoreros del desastre- podrían hacer que realmente fuera nunca.

16 de octubre de 2019

EL DIA DESPUÉS

Soy pesimista con las opciones que pueden alcanzar un triunfo en las elecciones. No visualizo nada que permita un buen augurio.

Solo hay dos posibilidades. O una victoria de Evo Morales Ayma y el MAS en primera vuelta, o una victoria de Carlos Mesa Gisbert y CC en la segunda.


lo que yo te ofrezco son
¡DOS FUTUROS VENTUROSOS!



I. ¿Qué pasa si Evo Morales Ayma, el candidato que burlando el resultado del 21F fuera el Presidente por cuarto mandato consecutivo?

1. La ciudadanía le va a hacer recuerdo todos los días que es ilegítimo e ilegal, usurpador de un mandato y un poder que no le corresponden, llamando con ello al desconocimiento de su autoridad, la desobediencia civil y al desacato. Los cabildos lo están anticipando.

2. La crisis económica que viene, desacelerando el crecimiento y poniendo al sistema en graves aprietos, porque es imposible continuar viviendo del crédito y de los ahorros. Las medidas impopulares de ajuste económico serán inevitables.

3. Los movimientos sociales y los sindicatos, que le han brindado apoyo, clientelares como son, van a querer cobrar esa predisposición, como están acostumbrados. No habrá disponibilidad económica ni política para cubrir esas deudas.


4. El talante del Presidente. Una personalidad proclive a imponer su voluntad por sobre todo criterio, no ayudará en nada, teniendo en cuenta que el MAS no gozará ya de los consabidos “levantamanos” que apoyen todo lo que se le ocurrra, sin sin 2/3 en la Asamblea Legislativa plurinacional.


Evo Morales, hace pensar en la cerrazón, la dureza, la imposición, su consabido autoritarismo; el aislamiento del país en el contexto internacional. Tampoco es una sorpresa, hemos vivido así todos estos años, solo que en bonanza y con buenos ingresos, lo que confirma el viejo dicho de que con dinero hasta la pobreza es llevadera.


II. ¿Qué pasa si Carlos Mesa Gisbert lograra la Presidencia, fruto de una victoria en la segunda vuelta electoral?


1. Tendrá que gobernar con una bancada minoritaria en la Asamblea Legislativa, primer poder del Estado que se levantará como una muralla infranqueable, obstruyendo sus decisiones.

2. La crisis económica que obligará a decidir ajustes insoslayables, sin poder recurrir al apoyo de las corporaciones sindicales, produciría una situación de alta convulsión social, con todas sus secuelas.

3. Las hordas masistas organizadas irrumpiendo calles y caminos, paralizando el país y generando violencia permanente, con paros y bloqueos, acusando al neoliberalismo, el imperialismo el el FMI, todos los días.


4. El talante del Presidente. Dubitativo, inseguro, sin partido ni bancada que lo acompañe. Gobernando solo con los amigos en quienes confía, esos que tienen mentalidad falsamente aristocrática y viven tan lejanos del pueblo y la realidad.


Carlos Mesa Gisbert, nos lleva inevitablemente a recordar a D. Hernán Siles Zuazo y la UDP, que es el único caso en la Democracia boliviana con un gobierno de características similares. Y la historia recuerda lo que pasó hace 35 años.

25 de agosto de 2019

HIPÓTESIS

1. Morales Ayma va a ganar las próximas Elecciones Generales en Bolivia el 20 de octubre de 2019.

El resultado electoral repetirá la experiencia de las últimas cuatro elecciones; el segundo tendrá entre el 25% y el 30% y el tercero bordeará el 10%.


2. El nuevo gobierno del MAS encabezado por Morales Ayma será el más débil de todos los anteriores.

Enfrentará problemas políticos, económicos y sociales: a) la sociedad democrática se encargará de recordarle todos los días, que es un gobierno ilegítimo, ilegal y un usurpador autoritario del poder, b) la crisis económica que viene (esto no será Venezuela, pero la crisis será profunda) obligará medidas impopulares, y c) las corporaciones y sindicatos aliados al MAS (clientelistas por excelencia) cobrarán sus facturas y no habrá condiciones para satisfacerlos.


3. Pasadas las elecciones, las grietas que dividen la sociedad boliviana se habrán vuelto más grandes, más profundas y peligrosas.

Los discursos étnicos, racistas, regionalistas, culturalistas y otros, se habrán fortalecido hasta alcanzar grados estables de conflicto que, así como sirven para fidelizar electoralmente a los electores masistas, perjudican en alto grado la gestión de gobierno y la convivencia social. Para el próximo gobierno este será un problema fundamental.

4. Esos grandes problemas obligarán al MAS a acuerdos políticos y sociales, así sean coyunturales, fuera de su entorno .

La corrupción, la inseguridad ciudadana, la reforma judicial, la crisis del sistema de salud y otros, no se pueden resolver exclusivamente desde el gobierno, pues este es parte de esos problemas y desde esa ubicación, no puede congregar alrededor suyo las fuerzas ni los consensos necesarios para enfrentarlos y resolverlos.


5. Las propuestas de futuro podrán basarse en la necesidad de superar esas barreras, poniendo la unidad nacional como un paradigma para superar nuestros problemas.

Es imprescindible la creación de un espacio institucional en desarrollo, desde la sociedad civil, para sembrar y consolidad el concepto de RECONCILIACIÓN nacional, e imponerlo como vanguardia discursiva los próximos cinco años, en beneficio de un nuevo proyecto político, alternativo, atractivo y poderoso.

5 de agosto de 2019

OSCAR ORTIZ


Durante los últimos días se ha acrecentado el pedido para que Oscar Ortiz, el candidato de BDN renuncie a su candidatura que está en tercer lugar, justificado por el deseo de que esos votos se dirijan a Mesa Gisbert, candidato de CC, con el argumento de que sólo así se podría alcanzar una segunda vuelta electoral entre este último y Morales Ayma.

Según la encuesta publicada ayer por Página Siete este pedido es razonable, ya que un 65% del voto de Ortiz, de faltar este, podría trasladarse a Mesa, logrando que la diferencia entre Morales Ayma y Mesa Gisbert sea menor al 10%, bajo el supuesto que el MAS no supere el 50% del voto ciudadano, cosa que está por verse, dado la potencialidad de su campaña, los recursos a los que puede echar mano, el voto que viene de fuera, el de las comunidades campesinas marginal e incontrolable, el Tribunal Electoral a su favor, etc.

Pero este pedido es imposible, porque Ortiz no puede abandonar Santa Cruz, que es el bastión del poder regional del MDS que lidera el Gobernados cruceño Rubén Costas, quien pretende ser el próximo Alcalde de esa capital, mientras Ortiz, cabalgando la victoria regional en las generales de Octubre, se postularía a la Gobernación.

Ese es el motivo principal por el que el candidato cruceño no puede dejar a los suyos a su suerte y no puede aceptar el pedido de hacerse a un lado. Es más, de lograr una clara victoria regional, con una dispersa pero importante votación en otras regiones, su poder podría erigirse como la única trinchera legislativa contra la posible radicalización del autoritarismo desde el gobierno nacional. Tampoco eso es despreciable.

Finalmente es ahora, más que nunca, que los cruceños necesitan instalar un liderazgo, individual y partidario (político/ideológico) con raigambre nacional. Hoy se lo plantean a sabiendas de su poderío económico y lo determinante que será en el futuro; por donde vaya Santa Cruz se irá Bolivia, eso lo sabemos todos, y no podemos dejar semejante bastión en manos de Morales Ayma.

30 de julio de 2019

¡CHANTAJE!

Los últimos días he recibido preguntas y reclamos sobre la posición que he asumido frente a las elecciones generales del 20 de octubre. Amigos y hasta desconocidos han apelado a mis resentimientos, frustraciones y hasta odios, lo que tenía previsto de antemano, porque así sucede en medio de las campañas cuajadas de pasiones.

Prometo solucionar el tema con un o una psicoanalista una vez terminada la campaña. Mientras tanto me contentaré con explicar las razones que me han llevado a concluir que no vale la pena concentrar el voto en ninguna candidatura y esgrimir la consigna de que cada quien vote como bien quiera.

A finales de octubre del año 2018 sostuve una reunión con el líder de Comunidad Ciudadana y un par de altos dirigentes, en la que acordamos tres cosas, sin pedir yo nada a cambio:

1. Construir un relato desde la oposición democrática, como horizonte político alentador con capacidad de enamorar a la ciudadanía, para enfrentar la repostulación trucha e ilegal de Morales Ayma y García Linera, que cuenta con un relato propio que no ha sido respondido aún, a pesar de sus serias limitaciones.

2. Organizar un sistema que permitiera que a todo militante, simpatizante o adherente se le otorgara un lugar y una tarea, para no dejar descolgados y sin rumbo a miles de personas interesadas en participar, cosa que hoy sucede.

3. Preparar una base de datos para organizar desde un inicio el Control Electoral como una forma de reclutar voluntarios, activándolos y capacitándolos desde un inicio.

4. También hablé de la necesidad de acopiar insumos. Cien mil banderas –dije en ese momento–, porque había que llegar hasta el último rincón de la patria, portando narrativa, organización, candidatura y material de campaña. “Somos diferentes –me aclaró José Antonio Quiroga– aquí cada quien va a cocer su propia bandera”. Quedé patidifuso y ni se me ocurrió seguir con la lista de gorritas, chalecos, pelotas, credenciales, cintillos, etc.

Estoy seguro que, de haberse cumplido esas tareas, la realidad sería distinta hoy, y que estaríamos en condiciones no solo de disputar una segunda vuelta electoral, sino de ganar en la primera. Yo hice mi trabajo y todas esas herramientas fueron puestas a disposición pública, con el apoyo de personas amigas que creyeron en un proyecto de tal envergadura.

Y ahí están los resultados. No hay narrativa esperanzadora, todo se reduce a un programa que nadie va a leer. Tampoco hay organización partidaria, ni para acompañar las candidaturas senatoriales o uninominales, que ahora se promuevan por cuenta y riesgo de respetables candidatos y candidatas que no tienen ninguna experiencia. No hay material y es una pena ver a quienes apoyan este descomunal esfuerzo, caminando sin distintivos, sin colores, sin afiches, sin nada de nada. Mucho me temo que no hay capacidad siquiera de organizar un acto de masas para abrir o cerrar esta campaña.

Y para qué mencionar el Control Electoral. Más de treinta y un mil mesas con un promedio de 280 electores cada una, que hay que vigilar y de las que hay que conseguir un acta y llevarla a un centro de cómputos para defender el voto, frente a la manipulación que la ciudadanía teme que podría convertirse en un bochornoso fraude. Espero que sea cierto que Oscar Ortiz viene preparando su Control Electoral responsablemente desde hace un año.

¿Así piensan enfrentar a Evo Morales Ayma? Les pregunté a los de Comunidad Ciudadana, uno a uno y varias veces, ante el augurio de un estruendoso fracaso.

El 29 de marzo de 2019 escribí: LA ESTÁN CAGANDO MUCHACHOS

El 19 de mayo volví a insistir: UNIDAD UNIDAD UNIDAD

El 29 de mayo los mandé a rodar, tirando las puertas para no volver jamás.


De octubre de 2018 a esta fecha, la candidatura de Carlos Mesa se ha desplomado de una intención de voto de 39% a un 25%. Las fallas estructurales que sufre esta campaña no tienen remedio, porque ya no pueden realizarse los ajustes necesarios, o porque es demasiado tarde para hacerlos.

Carlos Mesa va a perder las elecciones y Morales Ayma va a ganar seguramente en la primera vuelta. Y no es por culpa de Oscar Ortiz, ni porque yo u otros atrevidos critiquemos tantos errores.



La encuesta inicial levantada por Ilia Fortún hace un año fue útil para iniciar y negociar la candidatura en solitario (por eso le acusan de ser el responsable de la falta de unidad). Decía que a Mesa lo apoyaría una mayoría electoral si se presentaba solo, lo que le permitió expulsar de su lado a todos los que querían acompañarlo, esgrimiendo la idea de la #UnidadPosible. Pero una vez encaminada, era menester sumar a todos y todas las y los bolivianos que le habíamos dicho NO a la repostulación indefinida de Morales Ayma, para lo que era imprescindible abrir las compuertas y otorgarles un merecido lugar a quien viniese a ofrecer apoyo y trabajo; al no hacerse así se permitió la pérdida del impulso inicial y la Candidatura, cada vez más solitaria terminó por desbarrancarse.

La consigna que les queda, ya que o no tienen o lo han perdido todo, es el “O votan por mí, o están brindando su apoyo al candidato ilegal que quiere eternizarse”. Y esa consigna, bajo la óptica que he resumido suena a un chantaje, porque ellos, yo y todos ustedes (que leen estas lineas) saben que la opción de ganar se ha esfumado, consolidando las terribles consecuencias futuras por semejante absurdo. Y se ha perdido porque hay quienes no han hecho las tareas correspondientes; no por otra cosa.

He decidido hacer una campaña solitaria, invitando a la ciudadanía a no dejarse engatusar, a no esperanzarse por imposibles, y concentrarnos en construir una o varias trincheras democráticas y verdaderas, para resistir lo que viene a continuación. Pero esa es otra historia y tendrá que explicarse en otra ocasión.

12 de mayo de 2019

La OEA en el Chapere

La figura de Luis Leonardo Almagro Lemes, Secretario General de la OEA es controvertida. Militante del Frente Amplio del Uruguay, coalición de la izquierda democrática que gobierna ese país desde hace décadas, pero expulsado del mismo por su posición frontal y confrontacional contra la tiranía de Maduro en Venezuela, fue Embajador y Canciller de Tabaré Vasquez y José Mújica.
Su visita a Bolivia los próximos días no es un viaje improvisado; se viene organizando hace meses en la sede de la OEA en Washington y está referido a actividades programadas con la Cancillería boliviana relacionadas con actividades del Organism Interamericano que Almagro preside, centralmente sobre el rol de la OEA durante las próximas elecciones generales en 20 de octubre de 2019. Hasta allí no hay Chapare, ni coca/ccaina, ni proclamaciones truchas.
Como los masistas son ladinos y se consideran vivillos, además, quieren aprovechar esta visita para poner en la agenda, tanto el Chapare para destacar el gran esfuerzo plurinacional para que la coca no se convierta en clorhidrato, como para hacerlo sentar a la derecha del Evo en el atril levantado en pleno aeropuerto de Chimoré, único sitio que puede dar cabida a semejante multitud, que los masistas están obligando a concentrar para proclamar al candidato ilegal que quiere ser Presidente por cuarta vez, aunque las leyes bolivianas establezcan un máximo de dos, y un referéndum lo prohíba.
¿Se va a prestar a esto el Sr. Almagro?
No, no se va a prestar. No va a ir a la proclamación, de eso estoy seguro, por razones de principio también, pero y sobre todo, porque su investidura no lo permite, y encontraría frente suyo el rechazo de la mayoría de los países miembros de la OEA. Al Chapare puede que vaya, finalmente es una invitación de su anfitrión, aunque Almagro sabe perfectamente lo que esto significa y a más de felicitar por los esfuerzos a Su Excelencia, como es de rigor y educación, tendrá que reflexionar públicamente sobre lo que significa el tráfico y el consumo de cocaína en la región. Habrá que ver con qué nos sale el controvertido Sr.
Pero lo que sí tiene que hacer Almagro es reunirse con Carlos Mesa y con Oscar Ortiz (pudiera incluir a otros más, pero no es relevante), así sea por separado, y brindar declaraciones claras sobre lo que es y no es la democracia en el Continente, y decir cosas al respecto también sobre Bolivia. Esto depende mucho de la gestión que Carlos y Oscar puedan hacer; al menos le he pedido al primero (a ver si lo considera) que llame a Almagro y le advierta (aunque él ya lo sabe, seguro) del contexto al que está llegando; y haría muy bien el Representante Residente de la OEA en La Paz, enriqueciendo la Agenda de Trabajo del Secretario General, con un encuentro trascendente durante su visita, con las oposiciones que representan al final de los finales, lo poco de democracia que queda en este nuestro país maravilloso.

10 de febrero de 2019

¡NO AFLOJAR! es la consigna

Bastó que Trump metiera sus narices en el drama venezolano para que las dictaduras populistas rencontraran su razón de ser, y sus seguidoras y seguidores reabrieran las compuertas de su antiimperialismo, pudiendo superar, en un cerrar y abrir de ojos, la vergüenza que sentían por apoyar a tiranos impresentables que vienen azotando a sus respectivas poblaciones con eso de que si de antiimperialismo se trata, es necesario quedarse en el poder para siempre.

Las redes se han llenado de textos, grabaciones de voz y vídeos, desde donde nos advierten que el Haliaeetus Leucocephalus amenaza con invadirnos y prepara sus misiles y sus tanques en nombre de la democracia y la libertad, empezando por Maduro, al que hay que expulsar del palacio de Miraflores en Caracas, porque los gringos lo han marcado como su próxima víctima; "¡como hicieron con Husein y con Gadafi!", claman espantados. Y esperan que al clamor la gente olvide que han pasado veinte, años y todo lo que hay detrás.

Quisieran que de pronto Maduro pase de dictador y asesino, a defensor de la soberanía de los pueblos. Vamos a agarrar esto con pinzas, porque los defensores de esta tiranía están rebosantes de dicha y gritando en todos los idiomas, que van a convertir en un nuevo Vietnam de los sesenta a toda América Latina, desde el Rio Bravo hasta la Patagonia, si los yankees hozan poner un pie en nuestro mapa y que Playa Girón va a parecer una fiesta infantil al lado de lo que se viene.

¡No señor! Maduro no se va a ir porque lo digan los gringos; se va a ir porque está usurpando la voluntad del pueblo venezolano expresada en la Asamblea Nacional donde radica la Soberanía del Pueblo, fruto de elecciones que el tirano no pudo amañar como las suyas propias, y que le dio a Venezuela la posibilidad, al fin, de representar legítima e institucionalmente sus anhelos democráticos, clamando por una justicia proba, por un Estado con los poderes independientes, por una corte electoral neutral, y como no, por instituciones que funcionen, regulen, cumplan la ley y permitan a las y los venezolanos vivir y ganarse con dignidad el pan de todos los días.

Igual que Morales Ayma, que se va a ir, no porque les disguste a los brasileños, o porque los chilenos no lo traguen ni tomándolo como purgante después de tantos insultos e improperios, sino porque los bolivianos le dijimos NO el 21F a su intento de perpetuarse en el poder, gracias a un Referéndum Nacional, que marcó sin vuelta de hoja el destino de su presidencia, porque todo intento por perpetuarse está fuera de la ley y lo convierte en un delincuente con poder a partir del día 22 de enero del año 2020, que es cuando fenece su mandato.

Escribo esto para prevenir que no empecemos a dudar de nosotros mismos porque nos pongan la foto de Trump en las propagandas que pasan por la tele y nos desportillen parte de la personalidad democrática que merecidamente hemos acuñado como ciudadanos de verdad, durante años de resistencia a estas tiranías; menos ahora que estamos ganando y que la consigna es no aflojar. Que la sombra de los norteamericanos no nos impida ver que Ignacio en Brasil, Cristina en Argentina, Morales en Bolivia, Maduro en Venezuela y Ortega en Nicaragua, son la cabeza de sendos clanes organizados desde La Habana, para la sobrevivencia y reproducción de un lumpen corrompido por el poder, gracias a las drogas que trafican, aliados a contrabandistas y otros delincuentes de toda laya y condición.

Hay un par de teclas en el subconsciente popular, que cuando se tocan producen reacciones poco elaboradas, pero profundas e inevitables, porque han calado dentro nuestro desde hace mucho tiempo atrás.

Aunque se apropie de mismo lenguaje, matizado con adornos bagatela de las consignas de la frustrada izquierda guerrillera, ésta, la de Morales Ayma, Maduro y Ortega, no es la lucha nación / antinación con la que irrumpieron nuestros padres o abuelos a mediados del siglo pasado, que encumbró a Harbens, Perón o Paz Estenssoro, y también a Fidel que andaba jovencito en ese entonces, luchando ellos contra la pobreza, el intercambio desigual y la defensa de las materias primas del subcontinente, y buscando al mismo tiempo abonar de identidad a un grupo de naciones que no terminaban de serlo; así se llenó de contenido el populismo de esa época, sazonado con la parafernalia heredada de la Guerra Fría; ahí están las reformas agrarias y la nacionalizaciones verdaderas, malas o buenas, de minas y pozos petroleros que hacen a nuestra identidad sigloveintera, que arrastramos desde entonces, incluidos los millenians latinoamericanos de hoy.

Pero no; Chávez no era Bolívar, ni Ortega es Sandino, ni Morales será Tupaj Katari nunca, así soñaran con serlo en los límites del delirio, que produce el poder absoluto del que estos sátrapas han gozado tanto tiempo.

28 de julio de 2018

LO ESTAMOS LOGRANDO

La “unidad” en las filas de la oposición frente a las tiranías civiles, es algo difícil no solo de lograr, sino de imaginar. En Bolivia es casi imposible un programa común entre fuerzas ideológicamente divergentes.

Es lo que pasó con las mujeres entre las Kuña Mbarete que hace algunos meses sembró de pañuelos rojos el país entero, pero cuando tuvieron que sentarse a dialogar y elegir un grupo coordinador, entre conservadoras y progresistas, no lograron discutir ni diez minutos y se pelearon, deshaciendo en pedazos los sueños de quienes pensaron en su momento eso de que “nosotras las mujeres lo vamos a lograr”.

Con esa imposibilidad cuentan los tiranos para sostenerse en el poder y reproducirse pensando en la eternidad. El poder y los privilegios los unen a ellos, y a “las minorías eficaces” que los apoyan recibiendo migajas, sin poner en discusión nimiedades que solo preocupan en democracia.

Por ese motivo, cuando la ciudadanía encuentra un espacio, un tiempo y una consigna que nos agrupa, esto vale más que todo el oro del mundo. “¡Bolivia Dijo NO!” es el lugar y la consigna para sumar, porque bajo ese paraguas cabemos todos y todas, más allá de nuestras diferencias. Hace pocas semanas hicimos huir al tirano del estadio en Cochabamba, mientras miles de gargantas coreaban ese reclamo: la ley se cumple y el voto se respeta.

El régimen de Morales Ayma va a hacer hasta lo imposible por desarticular esa unidad que es un sentimiento que se comparte y se expresa; es un clamor que forma parte de lo cotidiano, y lo vamos a ver el 6 de agosto en Potosí, cuando Morales Ayma y su séquito de aduladores hagan una nueva aparición pública, de las que ya ni se atreven.

Están trasladando policías y militares para reprimirnos, junto a una inédita “policía sindical”, que no es otra cosa que grupos de civiles armados, dispuestos a defender al tirano a como dé lugar, en Potosí mañana y en cualquier otro sitio donde se los necesite en el futuro. Igual que en Venezuela o Nicaragua, el libreto es el mismo y como Maduro y Ortega, aquí lo encarna Morales Ayma.

Ese es el motivo por el que el MAS necesita que los opositores democráticos intentemos hacer pública una candidatura, cualquiera que sea, para que nos enfrentemos entre nosotros. Ahora los masistas proponen a Mesa, y Carlos con madurez y sabiduría convoca a ni pensar en ello; “no soy candidato” –dice– y yo le creo.

El ¡Bolivia Dijo NO! Hay que cuidarlo como el bien más preciado de la coyuntura, nada puede distraernos, nada debe desviarnos. El ¡Bolivia Dijo NO! no es de nadie porque nos pertenece a todos y todas, cada uno de nosotros ha hecho lo que ha hecho para que esto sea posible, no vamos a jalonearlo pretendiendo ser sus dueños, para un lado y para el otro hasta hacerlo jirones.

Más bien es momento de la colaboración, que debe ser el principal valor que enarbolemos. Durante seis u ocho meses debemos callar y mordernos la lengua, si fuera necesario, antes de expresarnos mal de quienes estén fortaleciendo la consigna, y menos hablar de candidatos; sea quien sea, esté donde esté, venga de donde venga, piense lo que piense. Aquí estamos para crecer, para cerrar filas, para acumular fuerzas.

Y a quienes actúen en contra ruta, hay que “bulearlos” hasta que se callen, hasta que se sumen, hasta que comprendan y repitan su propio "¡Bolivia Dijo NO!", que es la unidad invaluable. Primero la Ley, el voto del pueblo, el cumplimiento del 21F, que es irrenunciable, vinculante y obligatorio; eso nos une.

Después competimos entre los diferentes, pero en libertad, bajo reglas democráticas y elecciones transparentes.