Vista la noticia publicada por los mas importantes periódicos del mundo, con ocasión de la visita del primer ministro chino Li Keqiang a Brasil, donde China realizará gigantescas inversiones y seguirá su camino de copamiento internacional, porque en medio de la crisis, nadie puede resistirse al poder de su chequera; el proyecto estrella que se va a empezar es el ferrocarril transcontinental que permitirá una vía de acceso de Brasil a los mercados asiáticos. Este es un tema estratégico para el Brasil, que mirando durante décadas a Europa, Estados Unidos de Norteamérica y al África, emprendió su crecimiento industrial que lo ha convertido en una potencia económica emergente en el mundo; pero esto no puede seguir sin llegar a China y a los gigantes del Asia, que es allí donde está el dinero y la riqueza del futuro.
Y el diseño del transcontinental atraviesa todo el Brasil desde su centro neurálgico industrial que es Sao Paulo, hasta las costas peruanas donde un megapuerto abrirá el camino de ida y vuelta de miles de toneladas de mercancías al que podrán sumarse países como Ecuador y Colombia, también Bolivia, porque el diseño inicial muestra una ruta que casi toca nuestras fronteras en el norte. Y todo esto estaría bien, si no fuera que esa solución termina muy al norte, demasiado al norte.
Porque el interés boliviano debía ser que el transcontinental no solo pasara por Bolivia, sino que culminara en Arica, para establecer un espacio de integración entre Bolivia, Chile y Perú, integrando desde luego a Brasil y Argentina. Pero lo importante son los tres primeros, porque en un acuerdo semejante se podría sustentar el "retorno al mar", trabajando por un espacio de soberanía compartida, unido por el pragmático interés de los buenos negocios, donde todos los participantes tengan algo que ganar. Mientras esto sucede, los bolivianos estamos en La Haya, peleando por nuestros derechos expectaticios y convencidos de nuestra estrategia, que vuelvo a repetir, se parece a un "saludo a la bandera", porque de declararse la Corte competente en el caso, el resultado final será un llamado al dialogo y la negociación, ya que la Corte no puede fallar en contra de un pedido de negociación y sentenciar "¡no negocien! Pero la resolución estará condicionada a la inviolabilidad del Tratado de Paz y Amistad de 20 de octubre de 1904, sin cuya condición la Corte fallaría una resolución inaplicable. Esto sentará jurisprudencia y cerrará otras alternativas de negociación. Y se sentarán en la mesa Bolivia y Chile, que volverá a decir lo que siempre ha dicho, esta vez de buena fe, como corresponde al fallo de la Corte Internacional; hasta que, cercanos a alcanzar un acuerdo el Perú se niegue a viabilizarlo... y así, hasta las calendas griegas.
Algo totalmente distinto (lo dijo por primera vez Jaime Paz Zamora) sería un acuerdo tripartito entre Bolivia, Chile y el Perú para instalar juntos un negocio con perspectivas, mirando el Asia, vendiendo y comprando por millones. Pero esto no está en la cabeza de los estadistas de hoy, que prefieren, como siempre el show para ganar popularidad y votos, a encarar los problemas en su raíz y de frente, sin mentirse a ellos mismos y sin mentirle al pueblo boliviano.
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