Si a estas alturas del siglo llegara a la Asamblea General de las Naciones Unidas una solicitud de resolución presentada, por ejemplo por el Reino de Baréin, donde se postulara que el principio ancestral de sus culturas, que ha permitido mantener la paz y la concordia en esa sociedad durante siglos y que dice "no seas asesino", para que sea reconocido y aprobado por el Pleno y pase a formar parte de los principios reconocidos por el sistema internacional, no creo que un solo país se opusiera y la resolución quedaría aprobada por unanimidad.
Restaría saber, desde luego, los comentarios de los embajadores y representantes asistentes, que habrán recibido con antelación instrucciones de sus gobiernos para acelerar este trámite y pasar a temas más importantes como la suerte de los refugiados sirios, que si tiene que ver con la muerte, la cotidiana, la de las guerras, la de verdad.
Hago esta digresión por lo del ama sua, ama llulla y ama kella, que como el "no matarás" son desde el principio de los tiempos valores universales de todas las sociedades mínimamente organizadas; incluso de aquellas que no tienen o no tuvieron un Estado. Se trata de valores universales, enraizados en todas las culturas, como en la de parte de nuestros antepasados indios de Los Andes, también, como en la cultura cristiana de nuestros otros abuelos, los europeos.
Pero a nadie se lo ocurriría la novedad de que Grecia, por ejemplo, planteara a estas alturas -vuelvo a repetir- el reconocimiento de la libertad o la justicia como valores del sistema internacional de naciones, porque fueron ellos los que hace como cuatro mil años lograron expresarlos.
Otra cosa sería ver al Rey de Baréin, el Emir Hamad bin Isa Al Jalifa, que así se llama, regodeándose con la declaración que acepta su "no matarás", como si fuera un invento de la sociedad bareiní y un gran aporte a la humanidad. Nosotros mismos, sin ser ni mejores ni peores, no podríamos contener una risa y decir que el tal Emir se está chanceando con su pueblo, diciéndoles que ese valor, ancestral y único ha sido incorporado en el siglo XXI a los principios que rigen la humanidad.
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