La capacidad empática de las personas consiste principalmente en "ponernos en los zapatos del otro". Y eso está fallando abruptamente entre los líderes de la sociedad política y los de la sociedad civil y los de la sociedad a secas.
Los líderes en la esfera política navegan en su propia burbuja, solo miran lo que dicen sus congéneres de especie y lo que se muestra de ellos en la esfera mediática de los grandes medios y ahora de las redes.
Los líderes de la sociedad civil han perdido el sentido del bien común en la medida, que estos sólo puede expresarse en y desde la esfera política; el bien común es poco accesible desde las organizaciones corporativas o las instituciones de la sociedad civil, que responden, unos y otros, a intereses privativos de grupos o asociaciones. Por eso son civiles y no políticos.
Y la sociedad a secas está conformada por las y los ciudadanos, que en el caso de nuestras sociedades, no todos han alcanzado las condiciones de ciudadanía, sino que se limitan a ser avecindados, no conocen sus derechos y menos intentan saber y cumplir de sus deberes; hay ahí una falencia de marras, que cuelga como un pesado lastre al desarrollo nacional. Es una deuda pendiente del Estado con la sociedad.
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