La palabra “blandengue” aparece cada vez más en las redes y se hacen post y memes dedicados a lastimar la imagen de quienes así aparecen buscando el dialogo en tiempos de polarización y odios. Pareciera que lo más ensalzado es el grito de enfrentamiento y el ataque inmisericorde a los enemigos, a los que hay que denostar, si no eliminar apenas se pueda.
Y esto se ve acentuado por los "filtros burbuja" que se han normalizado en las relaciones en red, que permiten escucharse cada quien a si mismo, ocultando toda opinión contraria que cuestione nuestras creencias, o lo que es peor, nuestros prejuicios. Ese es el caldo de cultivo de la intolerancia y la pérdida de capacidad crítica, de reflexión, de escucha a quienes están al frente.
Acudiendo a las palabras de un buen amigo, Walter Guevara Anaya, cabe decir que un tercio de la opinión política considera que a las y los masistas hay que envenenarlos con raticida, mientras que el otro tercio cree que a los “pititas” de la derecha hay que fumigarlos con insecticidas varios. Y así estamos.
Existe un tercer tercio entre ambos bandos, que se mueve desconcertado hacia un lado y hacia el otro, como demostró la última elección nacional el año 2020, cuando de estar convencidos de votar por unos, un buen sector de ese centro migró hacia los otros, aunque posteriormente, en las municipales reculó hacia sus orígenes, en el blandengue centro de la población urbana, mestiza, de clases medias, boliviana antes que plurinacional por raza y por origen.
En los extremos, en ambos polos, están los halcones. Son personas y grupos que creen que solo un enfrentamiento definitivo puede saldar este entuerto; y nos están llevando a un callejón sin salida, porque sin dialogo no hay entendimiento, sin entendimiento no hay negociación, sin negociación no hay democracia. Es a esos halcones a los que hay que derrotar. La vida se nos va en ello.
Las democracias en el mundo son duraderas y sostenibles desde la emergencia de las clases medias, donde están los profesionales, los comerciantes, los emprendedores, las y los trabajadores que desean mantener y consolidar sus empleos… Entre los polos de burgueses contra proletarios, de mestizos indios contra mestizos blancos, de campesinos contra citadinos, de cambas contra collas, y a la inversa en todos esos casos, no hay democracia posible.
Y mientras la pugna continua y se acrecienta, no hay ley que valga, institución que gobierne, poderes que puedan actuar con independencia. No hay democracia.
Por eso quiero resaltar el papel de las palomas, en esta vieja clasificación de halcones y palomas, entre duros y blandos, a los que la ciencia política ha clasificado como arquetipos de una forma de ser y de actuar en toda confrontación política. Quiero resaltar a las palomas.
Conquistar el centro quiere decir, en primer lugar, olvidar los insecticidas y los raticidas, y reconocer que las y los del otro bando algo bueno tendrán, algo bueno habrán hecho, y por eso ha de ser que parte de sus propuestas recogen el reconocimiento de una parte de la población. En segundo lugar, conquistar el centro es hacer hasta lo imposible por encontrar lugares para el encuentro, por mínimo que este sea; tender puentes para el diálogo, por poco fructífero que parezca.
Hay que ser muy osado y muy valiente para ser una paloma en tiempos de escopetas, de una guerra no declarada. Hay que tener mucho coraje y perseverancia para ser blandengues en momentos de dureza. Y no se trata de dejar de pelear (entiéndase bien), de abandonar la presencia y el reclamo callejero; no se trata de abandonar las trincheras.
Quiero ser una paloma y trabajar con todo el palomar. Porque nuestro es el futuro, que si no (que quede claro) no va a haber futuro. Democrático, al menos.
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* Original publicado en https://talcual.bo/analisis/blandengues-palomas/ Se aconseja leer esto con espíritu navideño,
Buen Artículo, Julio.
ResponderEliminarLa similitud de los "halcones" y las "palomas", con los depredadores y víctimas de la naturaleza, tristemente, nos retrotrae a los orígenes de la vida misma, donde había que matar o morir para sobrevivir. Recientemente alguien me aseguró que estamos en esta vida "para luchar"... Y a mi me recordó que aquella era la divisa de Espartaco y sus gladiadores rebeldes, enfrentados contra el VERDADERO Imperio Romano hace casi dos mil años.
Hoy, sin pecar de hedonismo exacerbado puedo afirmar que estamos en esta vida "para disfrutar" lo mejor que podamos.
El reduccionismo maniqueo de querer merecer el reconocimiento de "halconcillo de pluma en pecho" sólo por vociferar y violentar a la sociedad es un hecho tan repudiable como el de considerar "palomas mansas" a quienes no lo hagan.
La paz no es una enfermedad de la sociedad, sino más bien lo és su permanente agitación. Alcanzar la soñada Aurea Mediocritas del latino Quinto Horacio debe ser ahora la premisa de todo corazón sapiente, pues sólo esa dorada MEDIANÍA, que soportó el envilecimiento de sus intérpretes que mediocrizaron al MEDIADOR, podrá dar sentido a la verdadera justicia del futuro de Bolivia: el equilibrio de su balanza.
Cambiaría de actores de Halcones a buitres, pues los halcones atacan a las ratas y a víboras, mientras que los buitres, atacan en grupo en bandada, sobrevuelan sobre su presa para matarla con sus picos agudos y garras de gran filo. Bolivia debe luchar contra los buitres, que cada vez oscurecen el cielo democrático.
EliminarLos hay también los del centro, pero que no creen que este entuerto tenga una salida buena o en el marco de sus deseos. Lo malo de las palomas es que como no son ni uno ni lo otro son pedantes en su creencia de superioridad moral, siendo que en la realidad gravitan jamás por principios sino en función de sus intereses.
ResponderEliminar¿Son una opción? Claro que sí, ¿Valida? Por supuesto, ¿Posible? Si, pero en este contexto, un lujo.