Crece la visión de que se han hecho mal las cosas desde el gobierno etnonacionalista y autoritario de Evo Morales Ayma; los resultados son exiguos tras seis años de gestión plurinacional, durante un tiempo en que, como nunca, el dinero ingresó como por un tubo, o tres tubos, a decir verdad, porque crecieron los precios de las materias primas, las remesas de los emigrantes y el negocio de la coca-cocaina. No crecieron, ni las inversiones, ni la producción, ni la calidad de vida. La bonanza se fue en regalos, sueldos, bonos, viajes, avioncitos y lujos improductivos, haciéndonos creer a los bolivianos que el Estado era de todos, mientras pocos lo disfrutan como si fuera propio.
Bolivia sigue viviendo de la faena extractiva y depredadora de los recursos naturales; la minería y los hidrocarburos, como desde hace cincuenta años, son el sostén de la economía, gracias a dos empresas (YPFB y COMIBOL) creadas cuando la Revolución Nacional de1952, la una subvencionada y la otra en el límite de las pérdidas; hoy por hoy cuesta más caro producir que vender, como en los peores tiempos, antes del 21060. El año 2012 habrá que reducir gastos y aumentar el déficit; consecuentemente la protesta social crecerá intransigente, desde las corporaciones y los sindicatos hasta ayer afines al gobierno masista, pero que a diferencia de los partidos políticos "tradicionales", no tienen la responsabilidad de negociar y consensuar resultados, y se pueden lanzar sin más a bloquear calles e incendiar oficinas.
Ante tal situación, el gobierno ha anunciado una “Cumbre” social y política, que permita reencausar las cosas al proponer un nuevo "programa de gobierno" que supere la "ya cumplida agenda de octubre". Pero el verdadero motivo es salvar el momento y amagar las responsabilidades frente a la crisis que se nos viene encima a todos; para ello Evo Morales y sus seguidores han decidido que la mejor manera (el gobierno ya no piensa en 500 años, sino en salvar la coyuntura) es suspender la subvención a los hidrocarburos y cargar sobre el pueblo los varios años de derroche; que las decisiones impopulares las asuman el pueblo y sus organizaciones, frente al malestar social que se avecina.
¿No se nacionalizaron las empresas para subvencionar el desarrollo en beneficio de los más pobres y las mayorías, valiéndose de la apropiación estatal de los excedentes? Entender esto es lo fundamental y el centro del debate; claro que desde un punto de vista empresarial la situación es insostenible, pero desde la política, la bandera que el MAS y el populismo masista enarbolaron fue la promesa de subvencionar el desarrollo, para que los menos privilegiados y más vulnerables gozaran del apoyo estatal, financiado por los excedentes de la venta de nuestros hidrocarburos. Si no es así, ¿para qué se nacinalizó? ¿Para pagar con las ganancias de las ex-privadas más sueldos, más bonos y más aviones y lujos para el presidente y su corte palaciega?
Finalmente: ¿No es el gobierno quien debe asumir las decisiones, a veces antipopulares, a las que nos obliga la economía?
No seamos cómplices de la irresponsabilidad y el despilfarro. Hay que decir un NO rotundo a la eliminación de las subvenciones, porque para eso exactamente el pueblo votó por el MAS y puso a Morales Ayma en la Presidencia.
Hay que decir un NO rotundo a participar en una “Cumbre” amañada para descargar sobre otros la responsabilidad y la culpa que les corresponde a quienes se farrearon la bonanza, y no asistir a la cita de diciembre, que solo convocará a los obsecuentes, quienes deberán responsabilizarse de los errores del reciente pasado y del cercano futuro.
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