ALTERNATIVAS

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29 de marzo de 2020

ESTADO Y MERCADOS ¿Otra vez?

La pandemia del coronavirus ha puesto de relieve, una vez más, la tensión entre Estado y mercado en el mundo entero. Esta reflexión no tiene carácter localista, entiéndaseme bien, no vayamos a cometer la injusticia de juzgar este pequeño texto desde la coyuntura nacional boliviana, aunque sirva también para aportar en la deliberación interna.


La tensión se expresa puntualmente en el recurso social a un Estado fuerte, que tenga la capacidad para administrar la crisis y sus impactos, no solo controlando el cumplimiento de las normas que se dicten en cada país, sino garantizando la atención a todas y todos los ciudadanos, sobre todo los más pobres y necesitados, al tiempo que, garantice la circulación de los bienes necesarios para asegurar la sobrevivencia de la gente.

Sucede que los liberales del mundo consideran (y está bien desde su perspectiva, pero no es suficiente) que el aporte del mercado en esta crisis se sintetiza en la entrega de alcohol en gel, barbijos, guantes y así, hasta respiradores y unidades de terapia intensiva. Ese es nuestro aporte, escriben, proclaman y reiteran desde la defensa a ultranza de “la mano invisible” que a estas alturas nos sirve tanto como a cualquier manco; a tiempo que esperan la contraparte desde la seguridad social, la rebaja de los servicios, la subvención de parte del trabajo no esencial recluido en los domicilios de sus trabajadores.

Pero cuando se les toca el bolsillo, cuando se les pide que sigan pagando trabajadores que no producen por algunos días, o que no se los despida de nóminas y planillas, a ver cómo sobreviven; cuando se les dice que la banca va a dejar de cobrar unos meses capitales e intereses, entonces sí que el mercado solicita subvenciones y grita por el rol del Estado y se siente aliviado cuando los jefes de gobierno decretan la inyección de miles de millones para paliar esos problemas. Sino, previenen a gritos sobre la desestructuración de la producción y el empleo.

En resumen, el aporte es que compremos barbijos y respiradores. El mentado aporte empresarial es multiplicar la capacidad de producción para atender a tantos. Y van a abaratar los precios y mejorar las ayudas hasta los confines del planeta, con artículos de primera, segunda y quinta, más caros y baratos según los puedan pagar en cada lugar del mundo.

¡No es así! Así no vale. Aquí el aporte lo ponemos todos y todas, sin que importe dónde se ubica cada quien en el sistema productivo. Los que menos tienen con menos y los que más tienen con todo lo posible, que ha de ser bastante, como corresponde. La justicia y los equilibrios democráticos exigen hoy la participación y corresponsabilidad de todos y todas para salvarnos de esto, y si los estados no pueden solos, el sistema empresarial tiene que poner de su parte, como en cualquier economía de guerra, porque en ello estamos.


Otra es la reflexión sobre los efectos políticos de la pandemia. Eso vendrá después, porque tampoco podemos permitir que la necesidad de estados fuertes y eficientes, devenga en fortalecer los populismos autoritarios que pululan por todos los rincones en desmedro de las democracias liberales, que son la fuente de la convivencia pacífica y el desarrollo económico en los países de occidente.

8 de abril de 2018

TARDE PIÓ EL POLLITO


Llegan como con diez años de retraso a querer encontrar gas, cuando las reservas de aquel que sembramos otros, se están agotando, y después de haber despilfarrado montos colosales de dinero en acciones y proyectos que no ayudaron al desarrollo.

Ahora quieren gas. ¡Nuevo gas! Y para ello no importarán las áreas protegidas, las reservas ecológicas, no importarán las leyes, los acuerdos internacionales; no importará nada. Quieren ver el país agujereado como un queso de gruyere, violando su mentada Madre Tierra por todos los costados, con desesperación. Parecen perros desbocados.


Pero no van a poder, por dos razones. La primera es que llegan tarde; en el supuesto caso de encontrar los esperados hidrocarburos, su extracción y puesta en el mercado tardaría al menos seis a siete años. Hasta ese entonces Argentina estará produciendo en Vaca Muerta y Brasil comprando comprimido de ultramar, si no tiene ya el suyo preparado. Dentro de siete años el MAS estará fuera del poder y sus dirigentes, posiblemente como Lula, encerrados en alguna triste mazmorra y camino del olvido.

Y lo que es peor. No van a poder, porque así expongan al país como a puta por rastrojo en las viles avenidas financieras del planeta, nadie va a venir a la Bolivia plurinacional de Morales Ayma, porque no es un país y menos un Estado confiables. Pueden aprobar las leyes que quieran, pueden subastar a precio de gallina muerta lo que suponen que hay en el subsuelo boliviano, pueden ofrecer las ventajas más ventajosas, peor que Goni, peor que cualesquiera otros.

Ha quedado patente ante los ojos del mundo que Morales Ayma dice y promete lo que considera que los que escuchan quieren oír, y después hace lo que a él le da la gana. Como con el 21F, que si pierdo me voy, y ahora que he perdido me quedo porque el país me necesita...

No van a venir, y no me alegro por ello, tengo una enorme tristeza por mis hijos y los hijos de mis hijos. Lo dijeron los expertos, hace diez años que lo dijeron. Lo repetimos como loros quienes creemos en el valor del conocimiento y escuchábamos con respeto a los que realmente saben.

Los masistas sordos del alma con su país, tenían los oídos taponados frente a lo que ellos consideraban la derecha vendepatria. Y ahora estamos aquí, sin gas y sin inversionistas. Alguien tendrá que pagar semejante incompetencia, y un político renovador con vocación de poder y de servicio tiene que hacer lo necesario y posible en democracia, para que no sea el pueblo quien abone la factura.

11 de agosto de 2016

EL ESTADO NO ES EL PAÍS

Al tratar de explicar como el reconocer que la totalidad del bolson gasífero de Incahuasi le pertenece al departamento de Santa Cruz, no es algo que afecte sustancialmente a los demás departamentos, porque los beneficios del dinero que producen los hidrocarburos en Bolivia son "de todos", salvo las regalías, el gobierno etnonacionalista que preside Morales Ayma devela la gran equivocación que han cometido y cometen al confundir el Estado con el país. Ellos creen que el Estado Plurinacional de Bolivia es Bolivia, y ahí está "la madre del cordero" del problema que han creado a partir de obligar e imponer la nueva Constitución Política.

El Estado no es el país. El dinero que tiene el Estado no es dinero de los habitantes del país. Las propiedades y bienes del estado no son del pueblo ni de los bolivianos. Son dineros, propiedades y bienes del Estado, y el Estado es un aparato burocrático (una oficina, para decirlo en fácil), una institución, que como ninguna tiene la capacidad de tomar decisiones que afectan a todos los habitantes y estantes en el territorio sobre el que tiene potestad y juridicción, y que ya no podemos llamar nación, porque el Estado cree (y se equivoca) que contiene un conjunto de naciones entre las que nos han dividido a los bolivianos, según origen, sea étnico y/o cultural.

Quienes administran, usufructúan, distribuyen y gastan los dineros, las propiedades y los bienes del Estado son una burocracia compuesta por autoridades y empleados, que son dueños temporales y que ganan dinero apropiándose de ese o esos aparatos y que, por ese motivo, han adquirido intereses únicos y particulares que los hacen distintos a los demás. Tienen una conciencia de grupo y defienden como grupo sus intereses, proyectándolos al futuro e intentando hacerlos sostenibles; son en ese sentido, algo muy parecido a una clase social: la Nomenclatura, le llamaron cuando los países del Socialismo Realmente Existente.

En Bolivia, esa Nomenclatura está compuesta por dirigentes políticos del MAS, que viven y dependen del Estado; de dirigentes masistas de los llamados Movimientos Sociales, que viven y dependen de las prebendas que el gobierno coorporativo les entrega; de los dirigentes masistas y representantes de cocaleros y contrabandistas que viven y dependen del clientelismo estatal que les otorga beneficios especiales; y de una burguesía mercantilista emergente cuyo crecimiento depende de hacer negocios (normalmente turbios) con el Estado. A esa Nomenclatura le llamamos en Bolivia la Rosca Corrupta Masista.

Esa Rosca es la dueña de los dineros, las propiedades, las empresas y los bienes del Estado Plurinacional. El Estado produce y recauda para esa Rosca, y ya se ha investigado y escrito como el conjunto del sistema está organizado para garantizar la reproducción de este estado de cosas. La condición para la existencia y permanencia de un gobierno corporativo es destruir o debilitar la institucionalidad democrática, reemplazándola por una organicidad política corporativa que informalice las relaciones entre Estado y sociedad; no hay leyes, no hay normas, solo vale la voluntad del Caudillo de turno y la presión de la violencia callejera que puedan ejercer las masas.

Transformar esa realidad y devolver la riqueza nacional al pueblo, a la ciudadanía, a los habitantes que compartimos penas y alegrías dentro del territorio boliviano, pasa por reorganizar el Estado, y quitarle a la Rosca Corrupta Masista (o las futuras roscas que pudieran existir) la posibilidad de seguir apropiándose de algo que no le pertenece. En el centro de esa necesaria reforma está la construcción de un Estado Autonómico, organizado entre gobiernos departamentales y municipales, que son más cercanos a las necesidades de la ciudadanía y también más fáciles de controlar y potencialmente menos corruptibles, por tal motivo.

La propuesta alternativa al MAS debe otorgar a municipios y gobernaciones la potestad de recaudar los ingresos estatales en impuestos, aduanas, y cobros de utilidades de las empresas estatales,  y decidir y ejecutar el destino de los gastos. Las y los ciudadanos deben saber que pagan sus impuestos y contribuciones a una institucionalidad que les garantiza que esta riqueza común no se traslada a una Rosca Corrupta que maneja el aparato central del Estado en beneficio propio, sino que las instituciones que se recauden se invierten en el mismo sitio de donde salen y en beneficio de quienes contribuyen. Esa es la condición. No hay otro camino.

EL ESTADO NO ES EL PAÍS

Al tratar de explicar como el reconocer que la totalidad del bolson gasífero de Incahuasi le pertenece al departamento de Santa Cruz, no es algo que afecte sustancialmente a los demás departamentos, porque los beneficios del dinero que producen los hidrocarburos en Bolivia son "de todos", salvo las regalías, el gobierno etnonacionalista que preside Morales Ayma devela la gran equivocación que han cometido y cometen al confundir el Estado con el país. Ellos creen que el Estado Plurinacional de Bolivia es Bolivia, y ahí está "la madre del cordero" del problema que han creado a partir de obligar e imponer la nueva Constitución Política.

El Estado no es el país. El dinero que tiene el Estado no es dinero de los habitantes del país. Las propiedades y bienes del estado no son del pueblo ni de los bolivianos. Son dineros, propiedades y bienes del Estado, y el Estado es un aparato burocrático (una oficina, para decirlo en fácil), una institución, que como ninguna tiene la capacidad de tomar decisiones que afectan a todos los habitantes y estantes en el territorio sobre el que tiene potestad y juridicción, y que ya no podemos llamar nación, porque el Estado cree (y se equivoca) que él contiene un conjunto de naciones entre las que nos ha dividido a los bolivianos, según origen, sea étnico y/o cultural.

Quienes administran, usufructúan, distribuyen y gastan los dineros, las propiedades y los bienes del Estado son una brurocracia compuesta por autoridades y empleados, que son dueños temporales y que ganan dinero apropiandose de ese o esos aparatos y que, por ese motivo, han adquirido intereses únicos y particulares que los hacen distintos a los demás. Tienen una conciencia de grupo y defienden como grupo sus intereses, proyectándolos al futuro e intentando hacerlo sostenible; son en ese sentido, algo muy parecido a una clase social: la Nomenclatura, le llamaron cuando los países del Socialismo Realmente Existente.

En Bolivia, esa Nomenclatura está compuesta por dirigentes políticos del MAS, que viven y dependen del Estado; de dirigentes masistas de los llamados Movimientos Sociales, que viven y dependen de las prebendas que el gobierno les otorga; de los dirigentes masistas y representantes de cocaleros y contrabandistas que viven y dependen del clientelismo estatal que les otorga beneficios especiales; y de una burguesía mercantilista emergente cuyo crecimiento depende de hacer negocios (normalmente turbios) con el Estado. A esa Nomenclatura le llamamos en Bolivia la Rosca Corrupta del MAS.

Esa Rosca es la dueña de los dineros, las propiedades, las empresas y los bienes del Estado Plurinacional. El Estado produce y recauda para esa Rosca, y ya se ha investigado y escrito como el conjunto del sistema está organizado para garantizar la reproducción de este estado de cosas.

Transformar esa realidad y devolver la riqueza nacional al pueblo, a la ciudadanía, a los habitantes que compartimos penas y alegrías dentro del territorio boliviano, pasa por reorganizar el Estado, y quitarle a la Rosca Corrupta Masista (o las futuras roscas que pudieran existir) la posibilidad de seguir apropiándose de algo que no le pertenece. En el centro de esa necesaria reforma está la construcción de un Estado Autonómico, organizado entre gobiernos departamentales y municipales, que son más cercanos a las necesidades de la ciudadanía y también más fáciles de controlar y potencialmente menos corruptibles, por tal motivo.

La propuesta alternativa al MAS debe otorgar a municipios y gobernaciones la potestad de recaudar los ingresos estatales y decidir y ejecutar el destino de los gastos, en impuestos, aduanas, y cobros de utilidades de las empresas estatales. Las y los ciudadanos deben saber que pagan sus impuestos y contribuciones a una institucionalidad que les garantiza que esta riqueza común no se traslada a una Rosca Corrupta que maneja el aparato central del Estado en beneficio propio, sino que las instituciones que se recauden se invierten en el mismo sitio de donde salen y en beneficio de quienes contribuyen. Esa es la condición. No hay otro camino.

4 de noviembre de 2015

EL MODELO

El viaje del Presidente Evo Morales a Nueva York, acompañado de su ministro de Economía y Finanzas, Luis Arce Catacora, en esta visita cumpleañera que costó medio millón de dólares sin contar pasajes y viáticos de medio gabinete, gracias a los cuales pudieron repetir eso del nuevo Modelo boliviano, propagando sus éxitos a todos los vientos del capitalismo mundial, buscando -dicen- nuevas y fructíferas inversiones. Más allá del respeto expresado por los educados asistentes, no creo que nadie, salvo los propios bolivianos de por acá, en tierra adentro, se hayan creído eso del Modelo.

Porque en la estructura económica nacional, no vamos a encontrar absolutamente nada de novedoso que no lo hayamos inventado hace muchos años; nada nuevo bajo el sol desde 1952, cuando se crearon las dos grandes empresas que sostienen hasta hoy las arcas del Estado, destinadas a la minería la una (COMIBOL) y a los hidrocarburos la segunda (YPFB); tampoco la conquista del oriente es más nueva que lo aconsejado por el Plan Bohan allá por los años 40, cuando se empezaron a abrir los caminos rumbo a la amazonia. Si algo pudiéramos añadir sería la creciente participación del dinero negro del narcotráfico, más intenso ahora que antes, pero que tampoco es un invento plurinacional, que ya en los años 70 era un excelente negocio.

Desde 1952, cuando la Revolución Nacional (que es la única Revolución que ha habido por estos lados), la economía boliviana ha consolidado un modelo de economía monoproductora, altamente dependiente de los mercados y precios internacionales de materias primas, centrado geográficamente en el eje La Paz - Cochabamba - Santa Cruz, que funciona gracias a la inversión pública organizada detrás de oligarquías corruptas, enroscadas en el poder que maneja empresas ineficientes. Si durante estos diez últimos años el Gobierno hubiera impulsado la creación de por lo menos una fábrica de calcetines organizada de una manera distinta, por ejemplo, cooperativa o autogestionada o comunitaria, podría uno reconocer que se trata de un Modelo distinto, así sea de manera embrionaria. Pero ni eso, ni nada.

Tampoco la inversión pública, de la que el actual gobierno se ufana, porque sostiene que ha autonomizado el mercado interno, en lo que se basa la sostenibilidad del crecimiento, pero esto no es así, porque esta sigue siendo dependiente de los ingresos por exportaciones de nuestras materias primas y de sus precios espectaculares estos últimos diez años. Cuando los ingresos por exportaciones bolivianas eran veinte veces menores a las actuales, la inversión pública era diez veces menor; se invertía más en ese entonces que ahora, solo que se notaba menos. Y así, si comparamos una y otra cosa; por ejemplo los caminos, de los que ahora tantos se construyen, comparados en términos relativos al ingreso nacional, hubieron momentos que se hicieron más que los que ahora, con tantísimo dinero. El mercado interno sigue dependiente de la inversión pública, y esta del ingreso por las exportaciones; bajan los precios en el exterior y "el Modelo" habrá periclitado y habrá que empeñar el país acrecentando la deuda, como ha empezado a suceder.

La economía boliviana se ha desarrollado pendularmente entre las fuerzas privatizadoras y las estatistas, y sobre esto hay una enorme cantidad de escritos e investigaciones, que nos describen cómo actúan desde las oligarquías con pretensiones de burguesas, hasta las oligarquías partidarias que se desarrollan enroscadas a los aparatos burocráticos estatales. Evo Morales es solo otro momento del péndulo catastrófico, actualmente en su momento estatista y rentista, y nada más. No hay Modelo, ni renovado, ni nuevo.

La Revolución Nacional abrió el camino a fuerzas sociales organizadas, con proyectos diferentes, pero nunca más allá del péndulo catastrófico que hemos descrito; tampoco más allá del discurso de lo nacional-popular y su consecuente accionar populista, recargado de vicios como el clientelismo, el patrimonialismo, el caudillismo y el autoritarismo. La Revolución se ha desarrollado sobre tres versiones, un ala democrática organizada alrededor de los partidos políticos, otro ala militar organizada alrededor de las Fuerzas Armadas, y un ala corporativa organizada alrededor de los sindicatos, fundamentalmente los agrarios, que es la que gobierna hoy.

Cada una de las versiones ha gobernado el país a su manera y ha dotado a los diferentes momentos de nuestro desarrollo de una personalidad distinta; pero ninguna ha logrado superar el péndulo desastroso, aunque desde las demandas sociales de participación, cada uno de estos momentos han aportado con enriquecedoras características, que hacen posible la Bolivia de hoy, más integrada, más igualitaria, que las Bolivias del pasado.

Pero de nuevo Modelo nada. Ni comunitario, ni andino, ni ancestral, ni plurinacional, ni nada de nada. Evo Morales y el MAS son parte de la Revolución Nacional abierta el año de 1952, en su versión corporativa, cuyas características son la alta participación de entidades predemocráticas y de bajo desarrollo político, ideológicamente agrario-campesinas. No tienen mucho que ofrecer en el mundo de hoy (menos un Modelo), pero corresponden a las necesidades de una sociedad habida de participación, en la que la segregación y la exclusión eran insoportables.

El futuro está abierto para construir un país entre todos, que ahora sí estamos sentados a la misma mesa en condiciones de igualdad; pero no lo pueden hacer ni el viejo militarismo, ni las oligarquías partidarias del pasado, ni el populismo corporativo y autoritario de hoy. La Bolivia del futuro emprenderá la síntesis de esas vías fracasadas, para superarlas definitivamente; lo que no sabemos aún es el cuando sucederá.

17 de octubre de 2015

LA DEUDA

No es nomás que los países tengan dinero para prestar, por muy ricos que sean. Pero por algo los más industrializados suelen destinar partidas en sus presupuestos para prestar divisas a países que las requieren.

No son las mejores intenciones las que mueven estas gentilezas de los ricos hacia los pobres, sino intereses concretos. Se trata de créditos condicionados a quienes los adquieren, que no pueden gastarlos sino comprando productos del país acreedor y contratando a empresas de ese mismo origen. Es un tipo de fomento estatal a las empresas de su país, para abrir mercado con sociedades que en otras condiciones jamás comprarían las mercancías a las que desde el préstamo estarán obligados.

En realidad, más que prestamos, son fondos destinados a promover las exportaciones. Un país rico suele disponer dinero para darlo a otro más pobre, con la condición que las necesidades de estos últimos se satisfagan comprando productos a las industrias de los primeros.

¿Hay una epidemia en tu país y no tienes para medicinas? Nosotros te regalamos la plata para que puedas adquirirlas, la única condición es que las compres de nuestras industrias farmacéuticas; no se te vaya a ocurrir buscar en otro país, aunque tenga remedios más baratos y mejores. ¡Así funciona!

Durante décadas los país en vías de desarrollo han luchado por librarse de estos créditos, que convierten a los países en dependientes de sus acreedores. Primero compramos helicópteros -por decir algo- y luego tenemos que comprar capacitación permanente y mantenimiento... De esa manera el bondadoso país que pone la plata termina atenazando las decisiones del que la recibe.

¿Y la corrupción? Hay que recordar que este sistema crediticio fue criticado duramente porque fomenta la corrupción en los países receptores. Las empresas de los países prestamistas compiten entre ellas para ser elegidas y ofrecen sendas comisiones. Los créditos condicionados son una lacra para los países pobres, porque los gobernantes terminan aprobando comprar cualquier cosas porque llena los bolsillos, sin importar si le sirve o no al país endeudado. Se han dado y denunciado casos extremos, donde se compran excavadoras de nieve en países tropicales, por ejemplo.

Lo de China y Bolivia no ha de ser ni más ni menos que eso. Como se terminó la plata boliviana, malgastada, chauchitada, despilfarrada, luego de estos excepcionales buenos años, y los compromisos improductivos adquiridos no se pueden parar, so pena de perder popularidad y apoyo, vamos a buscar esos prestamos fáciles.

¿Quieren ferrocarril bioceánico? Tomen para comprar trencitos chinos, aunque Brasil haya dicho que pasar con su producción por el Chapare no es de su agrado y haya acordado con la China llegar al Perú bordeando Bolivia. ¿Quieren fábricas? Tomen fábricas, llave en mano. ¿Quieren satélite? Tomen satélites, aunque sean latas espaciales de baja calidad y poca utilidad. Sumemos dólares, ¿siete mil, diez mil, quince mil? ¿Cuanto quieren?

Y así fue como en poquísimo tiempo Bolivia quedó endeudada como nunca; ahora cada boliviano al nacer debe 1.250 $us, y si se cumplen las amenazas chinas de diez mil dólares más, cada boliviano nacido el año 2017 deberá como unos 2.500.- $us, gracias al maravilloso privilegio de haber nacido al amparo del Estado plurinacional. ¿Y la deuda pública interna? Me olvidaba (no se sabe a cuanto asciende la deuda pública porque el Banco Central no publica ni informa de esto hace más de un año cuando estaba ya por encima de los seis mil millones de dólares, y debe estar llegando a diez), cada uno deberemos algo así como 3.300.- dentro de dos o tres años. ¡Todo un récord!


Cuando esto empezó hace diez años yo lo dije. Lo denunciamos muchos, con dos dedos de frente, un poquito de estudios y algo de experiencia: por este camino hay un muro esperándonos para que nos estrellemos de narices. Esta película la hemos visto y vivido muchas veces y sabemos cómo termina. Solo que esta vez nos tocó un largometraje.

O paramos ahora o no paramos, y el golpe será tremendo. Evo Morales ya no puede detener esta loca carrera hacia el abismo, no puede dar vuelta al timón y abandonar el populismo que habita como un cancer, el corazón de su gobierno. Detener la caída es pararlo a él, ahora, antes de la catástrofe.

24 de julio de 2013

LOS TALONES DE AQUILES

El talón de Aquiles…, los dos talones de Aquiles…, los tres… Nuestro Aquiles plurinacional resultó ser un ciempiés, actor principal en esta película populista, cuyo final conocemos, porque la hemos visto varias veces, en nuestro país o el continente. Puede tardar, pero siempre termina de la misma manera.

Empezamos con los hidrocarburos, subvencionando el diésel y la gasolina, no solo con los mil millones de dólares al año que tenemos que poner los bolivianos para lograr combustibles baratos (que para eso se nacionalizó y no para otra cosa), sino que las grandes inversiones en exploración y perforaciones nuevas pueden darse por perdidas, ya que ninguna compañía va a invertir cuando el precio del producto está limitado por razones de Estado. A eso hay que añadir que los precios preferenciales que pagan Brasil y Argentina por nuestro gas están artificialmente indexados a los precios en alza del petróleo, mientras que en el mercado internacional el gas cuesta menos de la mitad y con tendencias a la baja. ¿Cuánto aguantará esa artificial bonanza?

Con los minerales otro tanto. La inseguridad sobre la propiedad de las minas espanta a los inversores más audaces, mientras el Estado tan plurimúltiple como se presenta, se dedica a subvencionar sueldos de una planilla engordada a pulso en la mina (Huanuni) con menor productividad en el continente, o a subvencionar también, vía las exención de impuestos, a los segundos menos productivos (los cooperativistas), pero que significan muchos votos para mantener este nefasto conducir de las riendas gubernamentales. Y a los que mantienen un nivel elevado de productividad y eficiencia se los castiga como a ninguno, con impuestos, obligaciones, falta de protección, invasión de tierras, etc.

Finalmente el pan. ¿Quién en el país va a invertir en plantar trigo, cuando el precio está de una u otra manera controlado hacia la baja, para permitir un pan barato todas las mañanas? ¿Cuál de los panaderos va a seguir funcionando a plenitud e invirtiendo para ganar cada vez menos? Vamos a cerrar las panaderías para dedicarnos al contrabando de lo que podamos traer desde la China, que acá todo se vende porque hay liquidez en el mercado del dinero. Y en vez de trigo vamos a plantar coca.

Y así va el MAS, creyéndose más. Y detrás de él vamos todos, votando y reeligiendo al Jefazo que tanta suerte nos trae. Seguimos siendo uno de los paises más inequitativos del continente, con los privilegiados de siempre, con algunos otros ricos más ricos, y con los pobres y las clases medias en cada vez peores condiciones.Eso si y también como siempre, con el apoyo de los banqueros, con el apoyo de los grandes constructores, con el apoyo de los megacomerciantes. Y de los contrabandistas. Y de los narcotraficantes.



¡De victoria en victoria!
¡Hasta la derrota final!
¡Patria o muerte!
¡Venceremos!

10 de noviembre de 2011

LA “CUMBRE” EN SU PROPIA GASOLINA

Crece la visión de que se han hecho mal las cosas desde el gobierno etnonacionalista y autoritario de Evo Morales Ayma; los resultados son exiguos tras seis años de gestión plurinacional, durante un tiempo en que, como nunca, el dinero ingresó como por un tubo, o tres tubos, a decir verdad, porque crecieron los precios de las materias primas, las remesas de los emigrantes y el negocio de la coca-cocaina. No crecieron, ni las inversiones, ni la producción, ni la calidad de vida. La bonanza se fue en regalos, sueldos, bonos, viajes, avioncitos y lujos improductivos, haciéndonos creer a los bolivianos que el Estado era de todos, mientras pocos lo disfrutan como si fuera propio.

Bolivia sigue viviendo de la faena extractiva y depredadora de los recursos naturales; la minería y los hidrocarburos, como desde hace cincuenta años, son el sostén de la economía, gracias a dos empresas (YPFB y COMIBOL) creadas cuando la Revolución Nacional  de1952, la una subvencionada y la otra en el límite de las pérdidas; hoy por hoy cuesta más caro producir que vender, como en los peores tiempos, antes del 21060. El año 2012 habrá que reducir gastos y aumentar el déficit; consecuentemente la protesta social crecerá intransigente, desde las corporaciones y los sindicatos hasta ayer afines al gobierno masista, pero que a diferencia de los partidos políticos "tradicionales", no tienen la responsabilidad de negociar y consensuar resultados, y se pueden lanzar sin más a bloquear calles e incendiar oficinas.

Ante tal situación, el gobierno ha anunciado una “Cumbre” social y política, que permita reencausar las cosas al proponer un nuevo "programa de gobierno" que supere la "ya cumplida agenda de octubre". Pero el verdadero motivo es salvar el momento y amagar las responsabilidades frente a la crisis que se nos viene encima a todos; para ello Evo Morales y sus seguidores han decidido que la mejor manera (el gobierno ya no piensa en 500 años, sino en salvar la coyuntura) es suspender la subvención a los hidrocarburos y cargar sobre el pueblo los varios años de derroche; que las decisiones impopulares las asuman el pueblo y sus organizaciones, frente al malestar social que se avecina.

¿No se nacionalizaron las empresas para subvencionar el desarrollo en beneficio de los más pobres y las mayorías, valiéndose de la apropiación estatal de los excedentes? Entender esto es lo fundamental y el centro del debate; claro que desde un punto de vista empresarial la situación es insostenible, pero desde la política, la bandera que el MAS y el populismo masista enarbolaron fue la promesa de subvencionar el desarrollo, para que los menos privilegiados y más vulnerables gozaran del apoyo estatal, financiado por los excedentes de la venta de nuestros hidrocarburos. Si no es así, ¿para qué se nacinalizó? ¿Para pagar con las ganancias de las ex-privadas más sueldos, más bonos y más aviones y lujos para el presidente y su corte palaciega?

Finalmente: ¿No es el gobierno quien debe asumir las decisiones, a veces antipopulares, a las que nos obliga la economía?

No seamos cómplices de la irresponsabilidad y el despilfarro. Hay que decir un NO rotundo a la eliminación de las subvenciones, porque para eso exactamente el pueblo votó por el MAS y puso a Morales Ayma en la Presidencia.

Hay que decir un NO rotundo a participar en una “Cumbre” amañada para descargar sobre otros la responsabilidad y la culpa que les corresponde a quienes se farrearon la bonanza, y no asistir a la cita de diciembre, que solo convocará a los obsecuentes, quienes deberán responsabilizarse de los errores del reciente pasado y del cercano futuro.