Señores
Carlos Mesa Gisbert
Tuto Quiroga Ramírez
Luis Fernando Camacho Vaca
Presente.
CARTA ABIERTA
Estimados amigos:
Me dirijo a ustedes para felicitarlos por el histórico acuerdo que han alcanzado, un llamado a la unidad de la oposición democrática en Bolivia. Este esfuerzo, que busca consolidar un candidato capaz de encarnar los valores de la democracia, la libertad y la solidaridad frente al autoritarismo, el etnonacionalismo y la corrupción masista, es un hito que merece ser celebrado y reconocido por todas y todos los bolivianos que sueñan con un futuro más luminoso para nuestra patria.
Emprender este camino exige, más que voluntad, un empeño sincero, abierto y generoso. Es imprescindible que este esfuerzo supere las agendas personales para convertirse en un proyecto colectivo que abra las puertas de la igualdad a quienes deseen competir y participar. Solo así podrá cimentarse la confianza de la ciudadanía y germinar un verdadero compromiso con esta propuesta de unidad democrática.
Invito a todas y todos los bolivianos a sumarse a estos proyectos de unidad con fe y esperanza, sin descartar otros esfuerzos que puedan surgir desde diversos espacios políticos y sociales. Lo he dicho tantas veces que ya suena como un mantra: la verdadera unidad no nace de acuerdos entre cuatro o cinco dirigentes, por importantes que sean, sino de la convergencia de intereses de un Bloque Social que se ha unido en momentos cruciales de nuestra historia reciente. En 1952, para construir el Estado Nacional; en 1982, para rescatar la democracia; y en 2006, para integrar nuestras culturas, etnias y regiones en un solo tejido nacional. Ahora, el desafío es monumental: encontrar un modelo de desarrollo "a la boliviana" que nos guíe hacia la prosperidad.
Debo aclarar, no obstante, que estos procesos históricos han quedado inconclusos. Ni hemos logrado una institucionalidad estatal consolidada en todo el territorio, ni hemos construido una democracia con cimientos sólidos, ni la inclusión social ha llegado a abrazar a todos y todas. Estas tareas pendientes mantienen abiertas las heridas de nuestra sociedad, y resurgen como pulsiones latentes en todo momento, impidiendo el surgimiento de una ciudadanía plena y dejando a nuestra nación como un mosaico de comunidades con déficits en su cultura política democrática. Resolver estas carencias es el paso indispensable hacia el desarrollo.
En Bolivia, la unidad se ha forjado históricamente en procesos participativos, articulando las demandas de las mayorías. Esta unidad debe representar a nuestra nación en toda su pluralidad, reconociendo a sectores históricamente relegados y evitando caer en los extremos ideológicos. Es esencial dar cabida a nuevos liderazgos que incluyan a mujeres, jóvenes, minorías vulnerables y comunidades diversas, para renovar nuestra política y garantizar una representación legítima. Es aquí donde el pacto de unidad que Uds. han firmado frente a la nación, puede fortalecerse, comprendiendo e incorporando estas perspectivas esenciales.
Durante décadas, nuestro país ha estado atrapado en un vaivén de modelos opuestos: el fracaso del estatismo ha fortalecido corrientes liberales, y las desigualdades del mercado han devuelto el péndulo al refortalecimiento del estatismo, llevamos así casi cien años. Este ciclo, llamado del "Péndulo Catastrófico", ha sembrado inestabilidad económica, social y política, frenando nuestro desarrollo. Ahora le toca al liberalismo, que con su énfasis en el mercado, la propiedad privada y la inversión, se perfila como el camino más viable para superar las limitaciones que ha impuesto el masismo, pero que por sí solo no puede ofrecer una solución integral. Necesitamos un equilibrio que combine mercado y Estado, donde el primero genere riqueza y el segundo proteja a los vulnerables, garantizando educación, salud y oportunidades básicas.
Si algo falta en vuestro acuerdo, es frescura, es juventud, es renovación. Tras años de lucha y de defender los valores democráticos —algo que nadie puede negarles— existe el riesgo de quedarse atrapados en las alturas del liderazgo, lejos del latido cotidiano del pueblo. Este es, quizás, el mayor de los peligros. Encontrar esa fuente de agua fresca y cristalina, no contaminada por el pasado, es el desafío supremo para que este acuerdo de unidad se convierta en la brújula del futuro.
Desde mi humilde lugar de ciudadano, reitero mi compromiso férreo con este anhelo de unidad. La Cátedra Bicentenario, proyecto que tengo el honor de coordinar desde el Rectorado de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno y el Repositorio de la Memoria Democrática, ha convocado a casi dos mil profesionales de todas las universidades del país. Este espacio está preparado para contribuir con respuestas reales y viables a los problemas históricos y coyunturales de Bolivia, desde una perspectiva que combina la libertad del mercado con la solidaridad hacia los sectores más vulnerables.
La democracia no es solo un sistema político; es el espejo donde se refleja nuestro compromiso con la dignidad y los derechos de cada persona, sin importar sus diferencias.
Con un saludo cordial y los mejores deseos de éxito en esta empresa trascendental, quedo a vuestra disposición.
Atentamente,