Pero a veces dan ganas:
¿Qué hacen unos PIRATAS somalies secuestrando un barco IRANI de carga, que navegaba por el océano INDICO con bandera BOLIVIANA, llevando AZUCAR desde BRASIL hasta Teherán, la capital mundial del terrorismo? ¿Qué hace IRÁN rescatando a cañonazos el azúcar (?) y llevándose el barco, los piratas y la tripulación, cuando la bandera es boliviana y eventualmente se rige a nuestras leyes y no las de Alá el Todopoderoso? Es más: ¿Qué hace un barco que figura en la lista negra de los barcos, por ser habitual que en él se transporten mercancías no permitidas por convenios internacionales o países, con la bandera boliviana?
Y lo peor: ¿Cómo es posible que ante el anuncio de que un barco que navega bajo nuestra bandera ha sido tomado por un grupo de piratas, el Ministerio de Relaciones Internacionales de Bolivia diga que ese es un problema exclusivo de los propietarios del barco, deshaciéndose de sus responsabilidades de una manera tan tosca, como solo pueden ser quienes así actúan? ¿Qué clase de Estado, sino el plurinacional, puede desprenderse de su responsabilidad de salvataje de la tripulación bajo bandera nuestra, sean chinos o marcianos, al margen de lo que pueda o no interesar la sospechosa carga en las bodegas o contenedores del barco?
Hasta hace tiempo Bolivia era un país de indiecitos y folclóricas tribus antiguas, muy parecido a los países del Africa central; un país pobre, con muchos problemas, dirigido por élites corruptas que agrupaban a pocas familias haciendo de las suyas. Pero llegó por fin un indio de verdad y mandó a parar; empezó con una nueva historia, y ya era hora. Pero resulta que ese singular país –el de Evo Morales– se está convirtiendo en un problema para todos. Bolivia es ya un punto de alerta frente a la comunidad internacional.
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