Una acusación como la que pesa sobre ellos desde Chile, que suspendió el juicio donde debieran haber demostrado su inocencia, a cambio de ser declarados culpables y expulsados del país, no puede quedar así.
Chile va a enrostrarnos en los foros y debates internacionales el hecho de que un grupo de delincuentes (según ellos y su sistema judicial cuyas características el mundo conoce, igual que las del sistema boliviano) confesos, son exaltados como héroes por el Presidente plurinacional, que al mismo tiempo que los condecora está difundiendo desde las redes el mensaje de «dales duro, Maduro» para Venezuela. En ese sentido los chilenos deben estar contentos, ya que no parece haber nadie más amigo de su argumentos que Morales Ayma con sus actitudes.
El Estado (no el gobierno del momento) boliviano debe contrarrestar los argumentos chilenos permitiendo que los nueve se defiendan en un juicio que cumpla en detalle las condiciones de un debido proceso, presentando otros argumentos, razones y pruebas que demuestren su inocencia. No existe otra manera.
No es suficiente que la voz de Morales Ayma los absuelva, como si fuera un obispo en Roma o un Rey del medioevo, a tiempo de ser quien apoya públicamente a Maduro o a Bashar al-Ásad en los foros internacionales, por mucho show y mixtura que le ponga. Así saldremos perdiendo.
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