Durante los últimos días se ha acrecentado el pedido para que Oscar
Ortiz, el candidato de BDN renuncie a su candidatura que está en tercer lugar, justificado
por el deseo de que esos votos se dirijan a Mesa Gisbert, candidato de CC, con
el argumento de que sólo así se podría alcanzar una segunda vuelta electoral
entre este último y Morales Ayma.
Según la encuesta publicada ayer por Página Siete este pedido es
razonable, ya que un 65% del voto de Ortiz, de faltar este, podría trasladarse
a Mesa, logrando que la diferencia entre Morales Ayma y Mesa Gisbert sea menor
al 10%, bajo el supuesto que el MAS no supere el 50% del voto ciudadano, cosa
que está por verse, dado la potencialidad de su campaña, los recursos a los que
puede echar mano, el voto que viene de fuera, el de las comunidades campesinas
marginal e incontrolable, el Tribunal Electoral a su favor, etc.
Pero este pedido es imposible, porque Ortiz no puede abandonar Santa
Cruz, que es el bastión del poder regional del MDS que lidera el Gobernados cruceño Rubén Costas, quien pretende ser el próximo Alcalde de esa capital, mientras Ortiz, cabalgando la victoria regional en las
generales de Octubre, se postularía a la Gobernación.
Ese es el motivo principal por el que el candidato cruceño no puede dejar a los suyos a su suerte y no puede
aceptar el pedido de hacerse a un lado. Es más, de lograr una clara victoria
regional, con una dispersa pero importante votación en otras regiones, su poder
podría erigirse como la única trinchera legislativa contra la posible radicalización
del autoritarismo desde el gobierno nacional. Tampoco eso es despreciable.
Finalmente es ahora, más que nunca, que los cruceños necesitan instalar
un liderazgo, individual y partidario (político/ideológico) con raigambre nacional.
Hoy se lo plantean a sabiendas de su poderío económico y lo determinante que será
en el futuro; por donde vaya Santa Cruz se irá Bolivia, eso lo sabemos todos, y
no podemos dejar semejante bastión en manos de Morales Ayma.