Ni el gobierno de Evo Morales, ni ningún otro gobierno, pueden controlar las Redes Sociales, o más allá, el flujo de información que circula en Internet, porque está técnicamente fuera del alcance de sus hábitos autoritarios. Los servidores está fuera del país, lo que los torna invulnerables a la aplicación de leyes y normas nacionales; cualquiera puede escribir lo que quiera desde cualquier parte, los mensajes circulan lejos del alcance de los esbirros informáticos contratados por el gobierno, encargados de reprimir, censurar y controlar la Red, como ha insinuado que hacen el Vicepresidente García Linera. La única posibilidad sería desconectar el ingreso de la señal de alguna red (pongamos Feisbuc o Tuiter, como lo ha hecho China en el primer caso), pero el impacto sería políticamente tan fuerte que no es aconsejable para ningún gobierno, inclusive aquellos más fuertes y dictatoriales que este, que gritan mucho, pero tampoco se animan.
Por otra parte, el espacio Redes Sociales es un espacio semi-público, no es público del todo, por lo que intervenir en él afecta a la privacidad de las personas, que está protegida aquí o en cualquier parte del mundo democrático. Es semi-público porque uno está entre "amigos"; como encontrarse con amigos o amigas en la esquina de una plaza y hablar mal de alguien conocido, pongamos en este caso El Papa; podemos decir este Papa es un tal por cual y nadie debiera angustiarse por ello, incluido El Papa que vive en Roma; o podemos hablar contra el árbitro del partido del domingo pasado, y llamarlo como se acostumbra con cualquier árbitro: "este árbitro es un verdadero hijo de puta", y nadie (ni el árbitro que estará acostumbrado a ello por los gajes de su profesión) debiera molestarse y menos acusarnos o censurarnos nada. Igual con los presidentes, alcaldes, ministros o diputados, entre amigos o en familia, podemos opinar de ellos lo que nos dé la gana, así estemos en medio de un lugar público y alguien nos pueda escuchar si se encuentra cerca.
Ese es el caso del Feibuc o el Tuiter. Somos un grupo de amigos (en el primer caso) y de seguidores (en el segundo) que estamos comentando cosas privadas en un espacio que es semi-público. Nadie debiera angustiarse por ello, y menos censurarlo o impedirlo, eso es coartar la libertad de expresión.
Esto no quiere decir apoyar el racismo que se expresa en las redes, Feisbuc, Tuiter y todas las demás tienen reglas contra esto y suelen eliminar las cuentas desde las que se acostumbra hacer apología discriminadora. Hay que estar con la libertad de expresión, es un valor central de la democracia y no se puede perder; pero también hay que denunciar que existen personas que debieran callarse. Hay insultos y cosas que se escriben que no debiéramos permitir, que infringen las normas de la convivencia. Hay demasiado racistas, machitas, homofóbicos, misóginos o fascistas, que pululan ensuciando las redes. Los ciudadanos debiéramos denunciar la discriminación o la búsqueda sistemática de desprestigio contra cualquier persona, a las redes, que tienen sus sistemas de control y actúan en consecuencia.
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