Brasil ha tenido que recurrir a un sainete teatral para solucionar uno de sus problemas con Bolivia, forzando un equilibrio entre su necesidad de actuar rescatando al Senador Pinto, refugiado por más de 400 días en su embajada en La Paz, y su imposibilidad de mostrar esa voluntad, porque hacerlo significaría exponer un acto de intervención directa sobre la soberanía de un Estado vecino.
La reacción boliviana es elocuente. Si algo parecido hubiera sucedido con la delegación diplomática de Estados Unidos o España, en este momento el Gobierno boliviano estaría ostentando alharacas de guerra, acusando a sendos “imperios”, de irrumpir a obscuras en nuestro territorio, para llevarse a un secuestrado, o algo así. Y los movimientos sociales estarían quemando banderas y pidiendo la expulsión de los embajadores y de sus porteros, si fuera necesario.
Brasil sabe lo que está sucediendo en Bolivia y lo mucho que le concierne. Sus funcionarios no se hacen problema en repetirlo a quienes quieran escuchar en un marco mínimo de confianzas. Ellos saben la cantidad de cocaína que atraviesa la frontera, dicen saber la cantidad de aviones que sobrevuelan su espacio aéreo todos los días para dejar su carga en Caracas, han movilizado más de 30.000 hombres para cuidar la frontera en una movilización militar sin precedentes. Bolivia es el único país entre sus vecinos de tránsito o producción de drogas, donde las agencias especializadas brasileñas no trabajan directamente y en colaboración, como en el Perú o el Paraguay.
Brasil sabe que no puede confiar en los contratos comerciales con Bolivia, por la experiencia que tiene con el gas y con las carreteras, como la del TIPNIS. Sabe de los niveles de corrupción gubernamental que afectan sus negocios. Sabe que no sabe cómo puede reaccionar Evo Morales a sus pedidos de cumplir los compromisos y hacerlo en el marco de los convenios comerciales internacionales.
El único país de la región al que no ha visitado la Presidente Dilma Rousseff es Bolivia, el único Presidente que no la ha visitado personalmente es Evo Morales. ¿Por qué? Se recuerda la última visita a La Paz de la entonces ministra Rousseff, cuando se "nacionalizó" el gas (que no es lo mismo que nacionalizar las empresas y los pozos productores, como se demostraría luego), que llegó apurada y se quedó esperando en antesala poder entrevistarse con el primer Presidente indígena de la historia universal, que no la recibió ni tuvo la gentileza de saludarla, es más, se dejo escuchar por ella, al salir apresurado de su despacho, con algo así como "y encima me mandan una mujer". Esa frase debe recordarse de vez en cuando en los pasillos del poder, allá en Brasilia.
¿Por qué Brasil no reacciona y golpea la mesa, como lo haría cualquier Estado con un vecino molestoso? Algo hay que lo obliga a montar estos actos teatrales tan costosos para su imagen internacional. Para decirlo en lenguaje diplomático, parece que el PT invirtió demasiado en apoyo al proyecto masista y está “atrapado” en ese pecado original de cuando Lula y Evo estaban empezando. Entre ambos han de tener “un muerto enterrado en el sótano” que les impide actuar, so pena que la oposición brasileña adquiera la posibilidad de armar un lío de gran envergadura, imperdonable en etapa preelectoral.
Exelente y veridico, al igual que el artículo de Ary Alcantara · Universidade de Brasília, con el título de "Evo Morales Demitiu Patriota".
ResponderEliminarYo afirmaria que Dilma Roussef sabia del plan de "fuga" y hoy como su antecesor Lula niega conocimiento como Lula negaba conocer el mega esquema de corrupción llamado "mensalão", y el Canciller Patriota tenia todo programado y hoy esta en Nueva York donde con antecedencia coloco en buenos cargos a su hermano, a su cuñada y a su esposa, hoy los Patriota estan juntos en la ONU.
Con las evidencias anteriores podemos afirmar que si un teatro fue montado para que el dictador Morales no se desgaste dando salvo conducto a Roger Pinto, y Dilma no tenga que desgastarse revogando el asilo diplomático ya otorgado al senador perseguido. Alias el gobierno de Evo Morales esta acostumbrado a montar teatros para lavarse las manos y crear justificativas para su dictadura, esperemos las declaraciones del caso Rosza.
Fernando S. Torrico Queralt.