Las computadoras tienen varios comandos para cuando uno deja de trabajar en ellas; se las puede apagar, se las puede suspender o poner en estado de hibernación. Este último permite guardar en el disco duro toda la información sobre cómo están las cosas el momento en que se “cierra el caso” y emular un apagado, inmovilizando así todas las funciones hasta una nueva ocasión, cuando se encienda de nuevo, que el sistema vuelve al punto tal cual como se lo dejó.
No creo que haya que cerrar el caso Zapata, como pretende el gobiernos con todos los medios a su alcance, sino “hibernarlo” hasta una mejor ocasión, cuando las condiciones de la justicia permitan actuar con una relativa independencia y concedan a jueces y fiscales la posibilidad de pensar por sí mismos y juzgar en esa condición.
Mientras tanto, queda claro y no hay dudas ya sobre ello, que el gobierno presidido por Morales Ayma transfirió de manera directa y sin licitaciones, dineros públicos a una empresa china no especializada, para que realizara trabajos en áreas diversas, y que esta empresa transnacional tenía un contacto privilegiado con una joven señora que resultó ser una expareja o amante del Presidente Morales, con quien tuvo un hijo, que no se sabe si está vivo o está muerto, lo que ha dado a este caso un cariz de telenovela de mala calidad. A lo sucedido, en cualquier parte del planeta Tierra se le llama tráfico de influencias, y ha quedado hibernando a partir de hoy.
Eso sí, no podemos cejar en exigir la liberación inmediata del abogado Eduardo León Arancivia, defensor de Zapata, que está preso por ejercer su profesión, y que se ha convertido en un símbolo de la libertad en un país que vive prisionero. Un país donde los prisioneros por enfrentarse, con razón o sin ella, al gobierno, han quedado desprotegidos y no cuentan con la posibilidad de defenderse.
Algunos otros casos están en estado solo de suspensión, como los que hacen sospechar de las malas artes del gobierno en situaciones que culminaron con muertos incluidos, como los del Porvenir en Pando, o el Hotel Las Américas en Santa Cruz, sobre los que pesa la sospecha de posibles asesinatos extrajudiciales planificados, que tampoco se conocerán hasta que las condiciones hayan cambiado.
Igualmente sobre las mafias organizadas para la extorsión, como el caso Ostreicher que se develó gracias a la intervención de la comunidad judía en Estados Unidos de Norteamérica que tuvo que recurrir a la intervención de un actor holiwoodense como Sean Pean, que pudo infiltrarse en las cárceles bolivianas para contar luego la tremenda verdad, parecida al infierno, como él dijo, refiriéndose a este caso. Mafias parecen haberlas a lo largo y ancho del sistema gubernamental, y el gobierno parece ser el reflejo de sus intereses.
No debemos olvidar tampoco el caso FONDIOC, que ha de ser el mayor robo de la historia de Bolivia, no por el monto de dinero (que ya es mucho) sino por la cantidad y calidad de los implicados, que son dirigentes masistas y de los movimientos sociales, que se repartieron entre ellos y dejando rastros como si supieran de su total impunidad, cientos de millones destinados a financiar proyectos para las y los campesinos. De ello tampoco se sabrá hasta que una justicia independiente y una fiscalía desligada del dominio absoluto del mandamás de turno, pueda volver a tratarlos.
Mientras tanto la rosca corrupta del MAS, sigue trabajando…
No hay comentarios:
Publicar un comentario