BOLIVIA: Esto está muy difícil y puede generar un cuadro de violencia en poco
tiempo más. Ninguna de las partes quiere ceder desde una postura que aplicada a ambos
en discordia es mitad verdad, mitad mentira.
El gobierno del MAS, encabezado por Morales Ayma sostiene que ha ganado
limpiamente las elecciones y que le lleva una diferencia al segundo de más de
un 10%, lo que legalmente lo habilita sin más trámites para un cuarto mandato.
Para demostrar ese hecho desafía a revisar los resultados electorales acta por
acta y voto por voto, en una auditoría presidida por organismos neutrales de
procedencia internacional. "Presenten una prueba de fraude" –dice Morales Ayma– y
asegura convocar a una segunda vuelta en ese mismo instante.
Ni yo ni nadie le cree, porque el Presidente sabe que una segunda vuelta es su derrota, ya que, si bien las encuestas previas a las elecciones le daban
una victoria en primera vuelta que podía culminar o no en un balotage, en
segunda vuelta no hay encuesta que le otorgue la victoria, frente a Mesa
Gisbert, el candidato que ha quedado segundo, con más de medio millón de votos
de diferencia.
La tensión en las calles está subiendo, más aún cuando desde hoy, lunes 28 de octubre, los sectores campesinos y quienes apoyan a Morales Ayma en las ciudades, que estuvieron contenidos por el propio MAS para mostrar una imagen de tolerancia y tranquilidad, han recibido el permiso para movilizarse y empiezan a bloquear caminos y tender un cerco a las ciudades, lo que acrecienta las posibilidades de un enfrentamiento civil de imprevisibles consecuencias.
Mucho me temo que en la interna masista, los más radicales estén viendo la oportunidad que esperaban para resolver de un solo golpe la tensión acumulada en lo que ellos conciben como los quinientos años de colonialismo y opresión, buscando una victoria militar de una parte de la sociedad sobre la otra.
Mucho me temo que en la interna masista, los más radicales estén viendo la oportunidad que esperaban para resolver de un solo golpe la tensión acumulada en lo que ellos conciben como los quinientos años de colonialismo y opresión, buscando una victoria militar de una parte de la sociedad sobre la otra.
Al otro lado la oposición, donde se ha logrado que la ciudadanía que no
votó por Morales y que quiere que este se vaya, tiene el convencimiento
irreductible de que ha existido un escandaloso fraude y que sin recurrir ni a
recuentos ni otras "argucias" –repiten– , la segunda vuelta debe ser convocada en este mismo instante. Para ello moviliza a las y los ciudadanos que bloquean calles, sorprende con manifestaciones espontaneas que se repiten todos los días en uno y otro lado, que incluso tienen paralizado el departamento más importante del
país que es Santa Cruz. "Aquí no se mueve una mosca –dicen– hasta que no esté
asegurada una segunda vuelta".
La oposición (la democrática al menos) tiene razón en una cosa, y es que
viene arrastrando el peso de un referéndum (21F de 2016) en el que ganó y que fue
desconocido por una maniobra artera de los gobernantes, que reclamó el “derecho
humano” del Presidente para postularse por cuarta vez e indefinidamente por encima de la Constitución y
las leyes. Si no respetó los votos en el pasado no hay razón
para pensar que respetará los votos del presente. Y están en lo cierto, porque
Morales Ayma no va a ir a una segunda vuelta así tenga que incendiar el país
para evitarlo.
Otras alternativas han surgido en el horizonte: NUEVAS ELECCIONES,
claman quienes por haber quedado en tercer o quinto puesto electoral, no tienen
nada que perder en una segunda vuelta que los dejaría a un lado. "Si hubo fraude
hay que anular estas elecciones, porque hasta los curules de senadores y diputados
están en entredicho". Tiremos para atrás y a empezar de cero. Esta postura está
ganando adeptos todos los días. Los hay más radicales aún, quienes dicen que,
si bien Evo Morales debe irse, también debe irse Carlos Mesa, y así se contaría
con una carta de negociación que abriría además las puertas a una nueva
generación que está pujando y reclama por que se le ha limitado su
participación.
El gran problema es que todas esas propuestas son inviables, dado que no
hay quien las acepte y menos quien las ejecute. Todos los poderes y las
instituciones están copados por el MAS; eventualmente la ciudadanía puede
paralizar las ciudades durante semanas, pero no hay Presidente, Asamblea
Legislativa, Órgano Judicial, Poder Electoral, Defensor del Pueblo, Director de un Instituto cualquiera, Jardinero de Palacio... que escuche sus reclamos y actúen
en consecuencia. La opción sería que la muchedumbre tire abajo las puertas e
ingrese al asalto a Palacio, pero eso es imposible de imaginar porque no hay fuerza para ello, dado que Palacio está bien
custodiado por las Fuerzas Armadas y las policiales, a más que esto tiene que solucionarse en libertad y democracia.
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