ALTERNATIVAS

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9 de abril de 2016

NUEVE DE ABRIL

1952 es el año de la formación de la Bolivia contemporánea, que no moderna, porque Bolivia no alcanzó hasta hoy los mínimos necesarios para llamarse moderna. La Revolución Nacional del 9 de abril es el hito que sentó las bases económicas, políticas, sociales y culturales que perviven hasta nuestros días.


El populismo, eje de la ideología que se impuso como modelo dominante de pensamiento, no ha sido superado hasta hoy. Todos los gobiernos han sido populistas, los ha habido de derecha e izquierda, democráticos y autoritarios, pero en todo los casos ha predominado la tendencia de satisfacer y representar a lo “nacional-popular”, que sin ello, todo intento ha sido marginal y ha estado condenado al fracaso.

La economía, extractivista y monoproductora, ha prevalecido desde entonces, centrándose en la extracción de materias primas como los minerales y los hidrocarburos, siendo marginal todo intento de diversificación hacia otras áreas productivas y peor aún, los intentos de industrialización. Un péndulo, llamado catastrófico, ha movido cíclicamente el apoyo y el compromiso político, desde una visión estatista hasta otra privatizadora, con amplia gama de matices intermedios.

Políticamente han convivido tres formas de gobierno o regímenes, los unos autoritarios sostenidos y fomentados por las organizaciones corporativas y predemocráticas, sustancialmente agrarias; los otros democráticos basado en una aspiración moderna de partidos y aupada por una creciente clase media urbana; y un tercero dictatorial y militarista, que ha contenido momentos intermedios. La otra contradicción heredada gira del centralismo estatal hacia un nuevo tipo de Estado más bien autonómico o hasta federalista, en un ir y venir sin resolución aparente.

Socialmente somos una sociedad mestiza, racial y culturalmente, incapaz de reconocerse como tal. La búsqueda de identidad puso en el centro a “lo indígena” desde 1952, despreciando o haciendo a un lado nuestros rasgos culturales predominantemente occidentales (como categoría civilizatoria mundial) y fruto de un largo proceso sincrético multicultural. Hemos vivido como país escindido entre dos polos culturales, en una perversa dualidad neurótica entre lo que somos y no reconocemos y lo que queremos ser y no aceptamos (esto último sirve por igual para los blancos, los indios y todos los matices intermedios en el país).

Un problema no resuelto, también heredado desde 1952 es el de la independencia e idoneidad del sistema de justicia boliviano. Ninguno de los regímenes se planteó la posibilidad de una reforma de esta rémora institucional, que es uno de los principales problemas nacionales que no se pueden resolver sin un pacto general.

Sin embargo, durante 60 años hemos avanzado significativamente, nadie podría decir que la Bolivia de hoy es similar a la de 1952. Cuatro generaciones han pasado y aportado cada cual singulares experiencias acumulativas, hasta llegar a este resultado. Existe un modelo institucional democrático consolidado en el imaginario social, un mestizaje complejo y distinto al de los otros países latinoamericanos (lo boliviano existe), una clase media urbana que no termina de salir del peligro de retroceder a la pobreza pero que tiene el ímpetu necesario como para reproducirse y consolidarse como el actor, en términos de clases sociales, del futuro.

El mejor homenaje a la Revolución Nacional de 1952 es reconocer su valía, pero entender también sus limitaciones. Salir de estas últimas es el gran desafío. El clamoroso pedido de una alternativa al populismo etnonacionalista y autoritario que hoy nos gobierna no se construirá mirando al masismo (así solo lograremos una propuesta restauradora e inviable), sino mirando el conjunto del proceso, del cual el MAS es solo uno de sus peores hijos.

14 de enero de 2016

Recuerdos para el Futuro

Dejemos de decir mentiras y engañarnos a nosotros mismos. En este largo "cruzar el desierto" los bolivianos hemos pasado ya la mitad, estamos saliendo, aunque quede aún largo por caminar. “Salir” significa que la sociedad en su conjunto tiene posibilidades de una nueva escucha, lo que antes era “sembrar en el desierto”, hoy puede ser una nueva prédica. Como siempre estos cambios son “de a poco”.

La Revolución Nacional del año 1952 abrió las puertas, incluyendo por primera vez a los indios y los campesinos al desarrollo económico y a la política; el voto universal estableció en ese entonces que los bolivianos valíamos lo mismo, sin importar orígenes ni razas. Sin ello este nuestro país hubiera sido inviable.

Banzer puso el primer acuerdo, con el Presidente Ernesto Geisel del Brasil, en pleno ciclo militar (la Revolución Nacional tuvo tres tipos de populismos, el democrático, el militar y el corporativo/sindical, y dos modelos económicos, el capitalista de mercado y el capitalista de estado), con quien Bolivia expresó por primera vez su voluntad de producir y vender gas. Contra viento y marea Banzer anunció la venta del recurso natural que hoy nos da dinero y capacidad de gasto.

Siles Zuazo puso la Democracia. Hasta ese entonces el país había vivido regímenes autoritarios (militares y civiles) durante los cuales era muy difícil lograr la confianza de posibles compradores externos. Sin instituciones que avalen este tipo de acuerdos, en el mundo occidental, es muy difícil conseguir compradores.

Paz Estensoro la estabilidad económica. El 21060, demonizado y denostado, fue un gran sacrificio nacional que estabilizó la economía boliviana hasta el día de hoy. Sin esa estabilidad hubiera sido imposible conseguir las inversiones necesarias para la gigantesca estructura (para nuestro tamaño) que habría de construirse.

Paz Zamora perforó el Gas. Es conocida la historia del Pozo Margarita, que sigue siendo hasta hoy "la gallina de los huevos de oro", cuyo encuentro fue posible gracias a la tozudez de ese Presidente que obligó a seguir perforando, cuando todos querían ya parar el enorme esfuerzo allá en San Alberto, en el Chaco.

Goni contrató y construyó los gaseoductos, incluso más allá de la "capitalización" que permitió el dinero para hacer esto posible, y que distribuyó las acciones del petróleo entre los bolivianos mayores de 21 años en ese entonces, y que luego Evo Morales confiscó para devolverlos al Estado, haciéndonos creer que esa confiscación (más un 3% de las acciones de las transnacionales), era la "nacionalización".

Así que llegó Evo Morales y lo encontró todo hecho; es muy importante recordarlo, recalcarlo y difundirlo, ahora que las condiciones permiten una nueva escucha social. Llegó Evo Morales Ayma y lo único que tuvo que hacer fue gastar el dinero que todo lo hecho anteriormente puso en sus manos. Por eso la historia lo recordará como el presidente de la corrupción y el despilfarro.