ALTERNATIVAS

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10 de enero de 2024

CHICHA y LIMONADA, la Transición y el Futuro



He leído con atención la columna de Ronald MacLean-Abaroa “Ni Chicha ni Limonada, la Razón del Fracaso de la Oposición Boliviana” publicada en Brújula Digital, y la claridad de su argumentación me ha llevado a escribir este comentario, en calidad de respuesta:

Yo le creería a nuestro amigo Ronald, y hasta podría apoyar un proyecto hegemónicamente liberal como él propone, en tanto este respete los derechos humanos y laborales conquistados hasta ahora, si nuestro país no tuviera cuentas pendientes con el pasado y hubiéramos superado el tiempo nacional/democrático/popular y construido un tejido social ciudadano.

Pero no, estamos atrapados en ese tiempo que parece inamovible; los procesos de urbanización y modernización no han calado lo suficiente como para permitirnos pensar que la mayoría de la población, urbana y de clases medias, haya asumido su rol de ciudadanos, conscientes y practicantes de sus derechos, sus deberes y de su papel en el diseño y construcción del futuro. El sueño de una élite liberal y moderna, es un espejismo ideológico de tres gatos en Santa Cruz y algunos en La Paz (en el resto del país, ni siquiera hay de esos gatos aún).

La sociedad boliviana parece lista para dar el salto, pero no sabe hacia dónde. Los valores que guían los derroteros de la modernidad y que son sin duda democráticos y liberales, están sesgados en Bolivia por una narrativa identitaria que ha racializado nuestras diferencias e intereses ante el poder político y estatal. Esto es todavía recurrentemente taras contra karas, cambas contra collas, el campo contra las ciudades, el imperialismo contra la nación, colonizadores que nadie sabe dónde están contra colonizados que ni entre ellos mismos se entienden.

La narrativa que ha hecho carne y que está en la médula de la cultura política boliviana es populista y autoritaria, a más de prebendal y patrimonialista; desgraciadamente, a la hora de los quéhubos aparece como determinante en la formación de la representación política y como guía de las tendencias predominantes del voto. Está con nosotros desde hace décadas, desde que los hitos transformadores han hecho y construido historia; es la interpretación popular de lo nuestro.

La concepción de lo que es y el rol  que juega el Estado (1952), las formas democráticas de articulación del poder social y político (1982) y la igualdad, inclusión e integración social (2006), han reiterado insistentemente, para ser sí mismas, los tópicos que nos otorgan una forma de pensar y vivir el mundo, de interpretar y entender nuestra historia, con la cual casi nadie está contento, pero que no ha sido desplazada por otra hasta hoy.

En esas condiciones es que debemos enfrentar y superar la decadencia del masismo, construyendo y consolidando una mayoría electoral alternativa. Y es por eso que reniego de quienes llaman a no expresar, como corresponde en estos casos, una propuesta de futuro desde una narrativa integradora y quieren hacernos creer que podemos hacer mayoría electoral desde la pureza de un discurso de la derecha liberal; aunque por esa derecha liberal no esté dispuesta ni a considerar, y menos a votar, una parte importantísima de la población, que cree en otro cuento y que ha vivido (en el sentido de la cultura asentada en la experiencia) desde otro "modelo" avances sustanciales en su desarrollo personal.

Un amigo vino desde Estados Unidos para un tratamiento odontológico en un consultorio de Santa Cruz en el que la dentista es hija de la que fuera la empleada (sirvienta se decía hasta hace no mucho) de su familia en La Paz. Conozco a una ingeniera que es hija de otra empleada de danzante y orgullosa pollera, que trabaja como ejecutiva en un banco del sistema financiero nacional. A ver si a ellas y a sus madres las podemos convencer de que el movimientismo, el mirismo y/o sustancialmente el masismo son y fueron la base de un discurso populista que nos está enterrando y convirtiendo en otra Cuba.

Nuestros amigos liberales (tan excitados desde la victoria de Milei en Argentina) tienen que entender que el tiempo que viene es de transición, que se necesitan los votos y el consentimiento de al menos un tercio de quienes han votado por el MAS para vencer al MAS, ahora que están en franca división y deterioro; se necesitan los votos de aquellos que se beneficiaron de lo que vino después de la victoria de Evo Morales el año 2006, y que han crecido bajo el convencimiento de que su bienestar y desarrollo es fruto de ese tiempo; esa opinión no va a cambiar, de la noche a la mañana, aunque quienes pugnamos por la institucionalidad democrática, la independencia de poderes, el gobierno de las leyes y las instituciones y en la igualdad ciudadana, prediquemos que quienes dirigieron el Proceso de Cambio han desperdiciado la siembra de decisiones tomadas por gobiernos anteriores.

En los procesos políticos sin ciudadanía, por muy democráticos que se pretendan, la UNIDAD no se acuerda entre líderes u organizaciones políticas, sino que se produce alrededor de movimientos corporativos y sindicales, sin los cuales es imposible consolidar un Bloque de Poder Alternativo; esto se ha dado cuando las grandes transformaciones en Bolivia, los años 1952, 1982 y 2006. No veo por qué tendría que ser diferente el día de hoy.

Cuando llegan las crisis económicas y los ingresos disminuyen, quienes gobiernan el Estado clientelar, pierden la capacidad de continuar satisfaciendo la demanda de los grupos y dirigentes que los apoyan y se produce un natural alejamiento de las y los descontentos que se desprenden del núcleo de poder, esos son los descontentos que bajan. Desde la sociedad, aparecen nuevos líderes que representan nuevas demandas y la consecuente protesta, que ya no pueden ser cooptados ni acallados por el poder, y esos son los descontentos que suben.

El Bloque de Poder Alternativo se articula entre los descontentos que bajan con los descontentos que suben, que logra expresarse con partidos y líderes políticos que lo representan en el campo político/electoral. Si no se entiende ese proceso y se continúa buscando un purismo programático e ideológico, como es el caso de quienes se pretenden liberales extremos, como Saravia o McLean, por poner dos ejemplos (hay otros, como Jaime Dunn, menos fundamentalista), la política va a retrasar la inevitable caída del masismo decadente y va a permitir que el pataleo interno en ese partido se prolongue por años, perjudicando al país en su conjunto.

Por eso, para enfrentar al etnonacionalismo masista de Evo Morales o el populismo autoritario del presidente Luis Arce, la UNIDAD POSIBLE debe convocarse bajo un arco desde el liberalismo hasta la izquierda democrática, incluyendo varios “ismos”: indianismos, indigenismos, regionalismos, feminismos, ecologismos, animalismos. Todo ello con la condición de mirar hacia adelante, es decir, sin una vocación restauradora de privilegios pasados y actuales (por inservibles y espurios, respectivamente), sino con una propuesta en la que quepamos todos y todas, progresista, libertaria, igualitaria, abierta y conectada con el mundo.


NOTA: Para un desarrollo más profundo y detallado que argumenta este breve comentario, visitar: ¿QUIÉN DIJO QUE TODO ESTÁ PERDIDO?

29 de marzo de 2020

ESTADO Y MERCADOS ¿Otra vez?

La pandemia del coronavirus ha puesto de relieve, una vez más, la tensión entre Estado y mercado en el mundo entero. Esta reflexión no tiene carácter localista, entiéndaseme bien, no vayamos a cometer la injusticia de juzgar este pequeño texto desde la coyuntura nacional boliviana, aunque sirva también para aportar en la deliberación interna.


La tensión se expresa puntualmente en el recurso social a un Estado fuerte, que tenga la capacidad para administrar la crisis y sus impactos, no solo controlando el cumplimiento de las normas que se dicten en cada país, sino garantizando la atención a todas y todos los ciudadanos, sobre todo los más pobres y necesitados, al tiempo que, garantice la circulación de los bienes necesarios para asegurar la sobrevivencia de la gente.

Sucede que los liberales del mundo consideran (y está bien desde su perspectiva, pero no es suficiente) que el aporte del mercado en esta crisis se sintetiza en la entrega de alcohol en gel, barbijos, guantes y así, hasta respiradores y unidades de terapia intensiva. Ese es nuestro aporte, escriben, proclaman y reiteran desde la defensa a ultranza de “la mano invisible” que a estas alturas nos sirve tanto como a cualquier manco; a tiempo que esperan la contraparte desde la seguridad social, la rebaja de los servicios, la subvención de parte del trabajo no esencial recluido en los domicilios de sus trabajadores.

Pero cuando se les toca el bolsillo, cuando se les pide que sigan pagando trabajadores que no producen por algunos días, o que no se los despida de nóminas y planillas, a ver cómo sobreviven; cuando se les dice que la banca va a dejar de cobrar unos meses capitales e intereses, entonces sí que el mercado solicita subvenciones y grita por el rol del Estado y se siente aliviado cuando los jefes de gobierno decretan la inyección de miles de millones para paliar esos problemas. Sino, previenen a gritos sobre la desestructuración de la producción y el empleo.

En resumen, el aporte es que compremos barbijos y respiradores. El mentado aporte empresarial es multiplicar la capacidad de producción para atender a tantos. Y van a abaratar los precios y mejorar las ayudas hasta los confines del planeta, con artículos de primera, segunda y quinta, más caros y baratos según los puedan pagar en cada lugar del mundo.

¡No es así! Así no vale. Aquí el aporte lo ponemos todos y todas, sin que importe dónde se ubica cada quien en el sistema productivo. Los que menos tienen con menos y los que más tienen con todo lo posible, que ha de ser bastante, como corresponde. La justicia y los equilibrios democráticos exigen hoy la participación y corresponsabilidad de todos y todas para salvarnos de esto, y si los estados no pueden solos, el sistema empresarial tiene que poner de su parte, como en cualquier economía de guerra, porque en ello estamos.


Otra es la reflexión sobre los efectos políticos de la pandemia. Eso vendrá después, porque tampoco podemos permitir que la necesidad de estados fuertes y eficientes, devenga en fortalecer los populismos autoritarios que pululan por todos los rincones en desmedro de las democracias liberales, que son la fuente de la convivencia pacífica y el desarrollo económico en los países de occidente.

10 de febrero de 2019

¡NO AFLOJAR! es la consigna

Bastó que Trump metiera sus narices en el drama venezolano para que las dictaduras populistas rencontraran su razón de ser, y sus seguidoras y seguidores reabrieran las compuertas de su antiimperialismo, pudiendo superar, en un cerrar y abrir de ojos, la vergüenza que sentían por apoyar a tiranos impresentables que vienen azotando a sus respectivas poblaciones con eso de que si de antiimperialismo se trata, es necesario quedarse en el poder para siempre.

Las redes se han llenado de textos, grabaciones de voz y vídeos, desde donde nos advierten que el Haliaeetus Leucocephalus amenaza con invadirnos y prepara sus misiles y sus tanques en nombre de la democracia y la libertad, empezando por Maduro, al que hay que expulsar del palacio de Miraflores en Caracas, porque los gringos lo han marcado como su próxima víctima; "¡como hicieron con Husein y con Gadafi!", claman espantados. Y esperan que al clamor la gente olvide que han pasado veinte, años y todo lo que hay detrás.

Quisieran que de pronto Maduro pase de dictador y asesino, a defensor de la soberanía de los pueblos. Vamos a agarrar esto con pinzas, porque los defensores de esta tiranía están rebosantes de dicha y gritando en todos los idiomas, que van a convertir en un nuevo Vietnam de los sesenta a toda América Latina, desde el Rio Bravo hasta la Patagonia, si los yankees hozan poner un pie en nuestro mapa y que Playa Girón va a parecer una fiesta infantil al lado de lo que se viene.

¡No señor! Maduro no se va a ir porque lo digan los gringos; se va a ir porque está usurpando la voluntad del pueblo venezolano expresada en la Asamblea Nacional donde radica la Soberanía del Pueblo, fruto de elecciones que el tirano no pudo amañar como las suyas propias, y que le dio a Venezuela la posibilidad, al fin, de representar legítima e institucionalmente sus anhelos democráticos, clamando por una justicia proba, por un Estado con los poderes independientes, por una corte electoral neutral, y como no, por instituciones que funcionen, regulen, cumplan la ley y permitan a las y los venezolanos vivir y ganarse con dignidad el pan de todos los días.

Igual que Morales Ayma, que se va a ir, no porque les disguste a los brasileños, o porque los chilenos no lo traguen ni tomándolo como purgante después de tantos insultos e improperios, sino porque los bolivianos le dijimos NO el 21F a su intento de perpetuarse en el poder, gracias a un Referéndum Nacional, que marcó sin vuelta de hoja el destino de su presidencia, porque todo intento por perpetuarse está fuera de la ley y lo convierte en un delincuente con poder a partir del día 22 de enero del año 2020, que es cuando fenece su mandato.

Escribo esto para prevenir que no empecemos a dudar de nosotros mismos porque nos pongan la foto de Trump en las propagandas que pasan por la tele y nos desportillen parte de la personalidad democrática que merecidamente hemos acuñado como ciudadanos de verdad, durante años de resistencia a estas tiranías; menos ahora que estamos ganando y que la consigna es no aflojar. Que la sombra de los norteamericanos no nos impida ver que Ignacio en Brasil, Cristina en Argentina, Morales en Bolivia, Maduro en Venezuela y Ortega en Nicaragua, son la cabeza de sendos clanes organizados desde La Habana, para la sobrevivencia y reproducción de un lumpen corrompido por el poder, gracias a las drogas que trafican, aliados a contrabandistas y otros delincuentes de toda laya y condición.

Hay un par de teclas en el subconsciente popular, que cuando se tocan producen reacciones poco elaboradas, pero profundas e inevitables, porque han calado dentro nuestro desde hace mucho tiempo atrás.

Aunque se apropie de mismo lenguaje, matizado con adornos bagatela de las consignas de la frustrada izquierda guerrillera, ésta, la de Morales Ayma, Maduro y Ortega, no es la lucha nación / antinación con la que irrumpieron nuestros padres o abuelos a mediados del siglo pasado, que encumbró a Harbens, Perón o Paz Estenssoro, y también a Fidel que andaba jovencito en ese entonces, luchando ellos contra la pobreza, el intercambio desigual y la defensa de las materias primas del subcontinente, y buscando al mismo tiempo abonar de identidad a un grupo de naciones que no terminaban de serlo; así se llenó de contenido el populismo de esa época, sazonado con la parafernalia heredada de la Guerra Fría; ahí están las reformas agrarias y la nacionalizaciones verdaderas, malas o buenas, de minas y pozos petroleros que hacen a nuestra identidad sigloveintera, que arrastramos desde entonces, incluidos los millenians latinoamericanos de hoy.

Pero no; Chávez no era Bolívar, ni Ortega es Sandino, ni Morales será Tupaj Katari nunca, así soñaran con serlo en los límites del delirio, que produce el poder absoluto del que estos sátrapas han gozado tanto tiempo.

11 de julio de 2018

SOBRE CARLOS D. MESA G.

Primero mi solidaridad con él, porque será los próximos meses la victima con quien ensañarse, de este gobierno ebrio de poder y decidido a hacer lo que sea necesario para atornillarse a la Silla Presidencial por los siglos de los siglos, amén. Sin importarles el rol de Vocero de la Causa Marítima ni el impacto que causará sobre el cuerpo de jueces del Tribunal en La Haya, o en Chile o en la comunidad internacional donde Mesa tiene un prestigio incuestionable, la decisión de perseguirlo hasta el último rincón de la tierra has sido tomada, en la línea que anunciaron hace meses, de llegar a 2019 sin que quede una sola voz contraria a la repostulación de Morales Ayma y menos aún, alguien que le pueda ganar con el suficiente margen como para que ni la manipulación o el fraude sirvan para algo.

Segundo, una pregunta inevitable. Cuando el régimen lo pone contra las cuerdas, no quedándole otra que defenderse utilizando todos los medios que le otorga la desportillada institucionalidad democrática que pervive a pesar de todo, ¿estará Carlos D. Mesa dispuesto a dar un paso al frente y decidir liderar la consigna del 21F y asumir sus consecuencias? ¿Entiende Carlos Mesa que golpear ahora la mesa y sacudir la historia, con toda la fuerza de la rabia que produce una acusación injusta y tirada de los pelos, es ponerse en la mira de régimen para crecer con su palabra, como la espuma, y terminar irremediablemente de candidato ganador, exactamente como nos dice que no quiere ser?

Y tercero, sobre la mezquindad de la oposición, ya no de los líderes, sino de la gente, que de pronto hemos desatado viejas broncas guardadas en el baúl de los rencores, despotricando también contra él, como se nos ocurrió hacer con otros, como cuando Samuel Doria Medina salió a defenderse contra otra acusación tan absurda como esta, reavivando su terquedad de querer ser, lo que a estas alturas es en parte un mérito más que una desventaja, que también lo es. Si la ciudadanía no contiene sus ímpetus de negación de quien pudiera tomar una batuta y esgrimirla como una espada cargada de Libertad y Futuro, malos tiempos nos esperan.

No bastan las plataformas ciudadanas, no son suficientes los clamores de unidad, las marchas de juventud y fuerza que salen a las calles exigiendo el cumplimiento de la ley y el respeto al voto mayoritario del 21F. Si no nos callamos cuando se nos da por hablar mal de quienes han sobrevivido a doce años de destrucción y desconcierto, también mal podremos quejarnos de lo que hagan ellos, los que pueden mañana enfrentar efectivamente y en nuestro nombre a la tiranía. No importa que sean Carlos, o Samuel, o Ruben, o Jaime o Luis, o renovando, Soledad, Rodrigo, Christian, María, Juan, Perico o como se llamen. ¡Hay que apoyarlos a todos, para que crezcan! Después les pediremos rendir cuentas sobre lo que vayan a hacer con ese nuestro apoyo.

1 de septiembre de 2017

ANULAR


Ha llegado el momento cumbre del show al que le han llamado la elección de magistrados. El cinismo se ha mostrado sin camuflaje alguno ante el pueblo boliviano, cuando después de la selección trucha y amañada de méritos y saberes, donde vale más ser dirigente del sindicato de heladeros que un probo profesional del derecho, han escogido a mano alzada y obedeciendo una lista redactada en Palacio de Gobierno y enviada a los asambleístas por Whatsapp, a los amigos, los parientes, los parientes de parientes, los masistas obsecuentes y a algun desconocido que se filtró por ahí seguramente... todos masistas del MAS.

Y ahora viene lo mejor. Van a convocar al pueblo a que decida con su voto cual es el sátrapa mayor. A ver, cada uno póngale al menos 1.000.- Bs al Feisbuc (Facebook en inglés), a ver si la gente se entera quienes son, porque nadie va a investigar por si solo, porque a nadie le interesa en demasía si la candidata en mi ciudad es sobrina del diputado que la garantizó ante el Jefazo, asegurándole que tendría su obediencia incondicional cuando se vaya a tratar lo de la re-re-re-relección, que es lo que verdaderamente importa en este caso.

Hay que hacerlos conocer primero, pero ¡oh destino cruel y aciago!... hacer campaña está prohibido; tiene que ser por lo bajo y para eso no les queda sino recurrir al partido que para esos menesteres está; que el aparato se encargue de decir quién es él o la mejor, que tiene una propuesta para la justicia, una reforma para que funcione en bien de la comunidad, y que es magnánimo(a), neutral, salomónico(a), entendido(a) en los temas que llevan a los ciudadanos frente a un tribunal, que sabe de la familia, de lo civil, de lo penal, lo laboral, sabe de todo... y que siempre ha sido justo(a), que se puede confiar; ¡no se puede pedir más!

Que vergüenza. Que bochorno. Esto es impresentable... van a electoralizar la justicia, nos van a prometer el oro y el moro para que votemos por ellos o ellas, van a conseguir dinero entre el propio y el ajeno para hacerse notar, a ver si les conocemos, nos convencen y nos animamos en diciembre a votar. Por segunda vez en nuestra historia, la justicia y sus sentencias estarán empeñadas a los padrinos políticos y financiadores, por adelantado.

1 de mayo de 2017

¿DÓNDE ESTÁ EL PODER?

Pasará desapercibido porque el motivo del debate será otro, ya que un aumento del 10% en el salario básico y otro del 7% en el mínimo dan para sendos pronunciamientos, pero no es tema de este post.

Lo que quiero resaltar del acuerdo alcanzado entre la Central Obrera Boliviana y el Gobierno pluritutifrútico que preside Morales Ayma en Bolivia es algo que encierra gravedad y que devela el por qué la democracia está herida de muerte y la razón de la deriva gubernamental que puede llevarnos a situaciones iguales o peores que el enfrentamiento que está sufriendo Venezuela estos días.

No conozco un acuerdo semejante ni acá ni en otra parte del mundo, donde un Gobierno Nacional, incluya en el texto un artículo o clausula a través de la cual se desliga de las consecuencias de decretos y determinaciones que se compromete a adoptar. Un gobierno que dice que va a tomar decisiones pero que no asume las consecuencias que pudieran producir; eso no es un gobierno, eso es un fantoche.


¿Quién tiene realmente el poder? Hasta hoy se podía decir que una rosca corrupta se había apoderado de los órganos del Estado y que logró postrar ante si a ministros, legisladores y jueces, rompiendo todo equilibrio democrático; pero esto va más allá. Yo pensaba que Morales Ayma era un líder carismático que encarnaba la "revolución" etnonacionalista de este populismo autoritario y desbocado que habita Palacio de Gobierno y que, como tal, vivía jugando fútbol, viajando por el mundo, discurseando tonterías, seduciendo muchachas y pasándosela bien, mientras la rosca gobernaba el país; pero no... esto es más grave.

Ricardo Paz Ballivían les llama "las minorías eficaces", que no son otras que núcleos de dirigentes de sindicatos o asociaciones y dicen representarlos mientras obtienen por ello dádivas, concesiones, contratos y empleos, a cambio de su apoyo político, mostrando capacidad de movilización en las calles y que con esta fuerza, se llevan por delante toda ley y toda norma, y a toda autoridad en ejercicio de sus funciones, imponiendo sus designios a la mayoría del país, estemos o no de acuerdo con ellos.

El acuerdo con la COB lo muestra de cuerpo entero... No estoy de acuerdo con lo que voy a decretar -dice el Gobierno-, pero no me queda otra, que si no paralizan el país, los conflictos se generalizan, no puedo tomar decisiones y mucho menos puedo hacerlas cumplir. El artículo cinco del acuerdo entre la COB y Morales Ayma muestra no solo un gobernante a la merced de sus aliados, sino el destino de la "revolución" etnonacionalista, haciéndose jirones según para que lado tire quien tenga capacidad de hacerlo. En este circo, el tigre ha decidido comerse a su domador.

31 de enero de 2017

TIRAR LA TOALLA*

Estados Unidos de Norteamérica votó por Donald Trump y su proteccionismo trasnochado, en contra de la globalización; fue una reacción tardía que otros vivieron antes, afirmando sus costumbres e identidades locales frente al monstruo estandarizador que pasó por encima de todos con el peso de una aplanadora, de allí tanta Europa de las Regiones, el localismo y líderes con mentalidad provinciana en el mundo, de allí tanto financiamiento a las identidades como el indigenismo indoamericano. En América Latina nos encontró vulnerables, con nuestras sociedades y estados a medio construir y una cultura ciudadana poco desarrollada, lo que fue y es una desventaja para enfrentar los retos que significa participar (que en en capitalismo puro y duro quiere decir competir) en los procesos desatados por la marea expansiva del mercado global.

La respuesta defensiva** fue el populismo, las promesas fáciles a los problemas urgentes; el tiempo de las decisiones apresuradas se impuso dada la premura de las demandas emergentes, lo que dio sustento a la acción antisistémica, que piensa el poder por encima de las instituciones y algunas veces hasta por encima de las leyes. Unas sociedades más que otras tuvieron y tienen la capacidad de frenar este ímpetu que resultó en esencia antidemocrático, y unas más que otras dejaron inermes sus instituciones, como en el caso venezolano o boliviano.

Pero Estados Unidos de Norteamérica no es Bolivia ni Venezuela. Finalmente Evo Morales Ayma podrá quedar en la historia de la política internacional como un jefe tribal que alcanzó la presidencia de un país con el que hizo lo que quiso hasta dejarlo como nos va a dejar, y del que se recordarán dichos como el de los homosexuales que se volvieron tales por comer pollo o los calvos por tomar Coca-Cola en exceso. El caso de Trump es otra cosa, se trata de la primera potencia del mundo, el mismísimo imperialismo que tiene la culpa de todo, que ha decidido ocultarse en su caparazón y meter la cabeza en un hoyo ante los desafíos de la globalización. Estados Unidos de Norteamérica ha tirado la toalla.

Es por eso que Trump abre una nueva era. Trump es la rendición, es el bajar los brazos y escabullirse del esfuerzo que significa para cualquier Estado el tratar de liderar el escenario a escala global. Trump es la puerta para que otros asuman ese rol, justo cuando parece que los chinos sí están dispuestos. Una China autoritaria, capaz de tomar y ejecutar decisiones en tiempos cortos; una sociedad cuya cultura se sustenta en valores distantes a los de libertad, igualdad o solidaridad y la defensa de los derechos humanos y las democracias; una China, en fin, que está física y mentalmente preparada para salir de su introspección milenaria y arrasar con el mundo, llevándose por delante lo que sea necesario.

En Europa o en Norteamérica (Canadá y EE.UU.) hay leyes que penalizan a las empresas que sobornan gobiernos extranjeros donde las transnacionales invierten; en China no. En occidente hay reparos culturales, legales e institucionales sobre las actividades industriales y comerciales depredadoras del medio ambiente, y si no, el activismo social está para compensar su falta; en China no. En las democracias de occidente existen parlamentos donde la construcción de mayorias para aprobar una ley o echar otra para abajo tiene un costo de movilización y convencimiento muy complejo, porque la construcción de pactos y consensos implica la participación de muchos y eso toma su tiempo; en China no.

Estados Unidos se ha rendido frente al costo interno que significa liderar al mundo, por eso ha elegido un líder provinciano, una opción que se mira el ombligo y retrocede décadas, pensando en su industria automotriz y en sus agricultores y sus vaqueros, en tiempos del Internet y del conocimiento***. Estados Unidos de Norteamérica ha decidido cederle la hegemonía mundial a otros. Se viene una nueva repartija del mundo, los latinoamericanos seguiremos siendo el "patio trasero" de la potencia decadente, y será mayor la autonomía de las potencias regionales emergentes, por eso resentiremos el cambio con demora y será menos dramático y violento que en otras latitudes, pero debemos ser conscientes de lo que está sucediendo, porque el atractivo del autoritarismo asiático será muy fuerte, alentando el empoderamiento de los sectores más regresivos y conservadores de nuestras sociedades durante mucho tiempo.

¿Cómo combatirlo? ¿Cómo no irnos a pique con el barco que ha decidido encallar? Conocemos la receta base, pero habrá que dedicarle tiempo a encontrar los condimentos adecuados a la coyuntura: ¡No más muros! Más apertura, más institucionalidad, mayor respeto a las leyes, impulso y sostenibilidad jurídica a las inversiones nacionales y por encima de las fronteras, respeto a la ciudadanía y a sus derechos, a los derechos humanos también; más participación por canales legales y pacíficos, menos confrontación callejera, menos corrupción, menos narcotráfico; más democracia y mejor democracia. Educación, educación y educación, el capital humano es lo más valioso de todo en este tiempo. Y pactos y consensos sólidos, a largo plazo y altamente participativos, un país dividido en dos (como Venezuela o Bolivia actuales) no tiene nada que  incidir ni competir ni conseguir en esta época.

La respuesta boliviana a los tiempos de Trump debe ser la reconciliación interna y la búsqueda de un nuevo régimen que haga del acuerdo y de los pactos nacionales el sostén de sus decisiones; sin ellos los desafíos de la globalización serán infranqueables, y el desarrollo y progreso nacionales serán imposibles.

* Mientras escribía esto me tocó leer otro en el periódico El País de Madrid que explica el fenómeno Trump de manera parecida. Para que no se diga que ando copiando ideas, lo pongo como referencia:
http://elpais.com/elpais/2017/01/16/opinion/1484595953_620288.html

**Defensiva en cuanto reacción (en curso) de sectores o grupos sociales, instituciones o gobiernos, incapaces de enfrentar el embate globalizador; se dio en todo el mundo occidental, en los países más desarrollados y en los menos, aunque según la fortaleza y capacidad de sus élites alcanzó distintos resultados.

***Hago hincapié en el Internet por tratarse de un salto tecnológico en la comunicación como lo fue la Imprenta hace quinientos años. En ese entonces se crearon las condiciones para el mundo democrático que hoy conocemos y para la formación del liberalismo y socialismo como doctrinas para el desarrollo institucional y cultural. Las sociedades y grupos que no pudieron enfrentar los desafíos de semejante cambio, igual que hoy, quedaron marginales a los procesos modernizadores.

13 de diciembre de 2016

BUFONADAS

A veces nos gustan cosas que dicen o escriben otros. A mi me gustó lo que dijo ayer Tuto Quiroga refiriéndose al Congreso del Movimiento al Socialismo que se llevará a cabo en un par de días más en Montero, Santa Cruz. Le preguntaron a Tuto su opinión sobre las resoluciones que podría tomar este Congreso partidario, fundamentalmente la idea de proclamar a Evo Morales Ayma como candidato del MAS para las próximas elecciones generales el año 2019.

Tuto me pareció brillante, resumo lo que dijo: El MAS puede decidir lo que quiera en su Congreso, por ejemplo puede proclamarme a mi (refiriéndose a él mismo) como Presidente de la Conferencia Episcopal, o a Evo Morales Ayma como Presidente de la Asociación Boliviana de Fútbol, o -agrego yo- a mi amigo Puka Reyesvilla como próximo Papa. El Congreso del MAS goza de plena libertad para hacerlo, otra cosa es que pueda llevar a la realidad esa decisión; mientras tanto, decisiones así solo serían bufonadas para divertir (o distraer) al público.


Desde ya que ni la Asociación de Fútbol, ni la Conferencia Episcopal, van a reconocer ni aceptar semejante decisión, porque los candidatos proclamados están inhabilitados para postular a dichos cargos, y si quisieran hacer de este imperativo una realidad tendrían que intervenir desde el gobierno y por encima de la ley la iglesia o el fútbol. Ni que decir con el papado, a mi amigo Puka no le queda otra que aceptar que nunca será Papa (Rómulo I, se hubiera llamado), por mucho que ningún Congreso lo proclame, antes hay que ser cura, obispo y cardenal, no hay opción, estamos inhabilitados para dirigir los destinos de la cristiandad.

Igual con la Presidencia del Estado, Morales Ayma y García Linera están inhabilitados para candidatear, el pueblo boliviano ha puesto las reglas, de manera democrática y por mayoría, intentarlo sería ir contra la soberanía que reside en el pueblo según la Constitución, las costumbres ancestrales y hasta el sentido común. Es hora de cambiar de candidatos, es hora de cambiar de administradores, es hora de renovar las ideas. Y esta decisión es sabia.

Los grandes problemas de la nación, a saber, el relanzamiento de la economía en crisis, la corrupción, el narcotráfico, la inseguridad, la reforma de la justicia trucha, la superación de los de por si bajos (ahora bajísimos) niveles de la educación, requieren de un Acuerdo Nacional. De todos estos asuntos o salimos juntos los bolivianos o no salimos; el verdadero daño producido por Morales Ayma contra el país ha sido el dividirnos, el resaltar las diferencias y los odios, el agudizar las contradicciones, el acrecentar el egoísmo, hasta llevarnos al borde mismo de ser un estado fallido como nos consideran ya en el mundo y la región. Ese es el pecado masista.

Una solución a ese problema y la alternativa a semejante estropicio político e institucional, solo puede construirse reorganizando desde la base misma el relato de nuestra existencia como país y como pueblo. La decisión de impedir e imposibilitar la re-re-repostulación de Morales Ayma a la Presidencia es una determinación de carácter trascendente para abrir las puertas de un futuro que hoy pareciera estancado para el conjunto del pueblo boliviano, para los que son conscientes de ello y para los que no.

4 de julio de 2016

EL PUNTO DE NO RETORNO

El peor error en los diez años que el MAS lleva gobernando Bolivia fue llamar al referéndum para habilitar la re-re-reelección de Morales Ayma por cuarta vez: provocó la reacción de la ciudadanía quien produjo el primer “swarming” en la historia del Internet en nuestro país, lo que acrecentó la deliberación on-line y convenció a más de medio país que el futuro continuaría mejor, sin Morales en la Presidencia. ¡Con catorce años tendremos bastante!

El narcotráfico que una mayoría cree vinculado al actual gobierno, la corrupción develada en casos escandalosos como el FONDIOC o la CAMC (y la sensación de lo mucho que queda por conocer), la crisis de la Justicia y sus instituciones arrodilladas frente al MAS que las utiliza descaradamente, la inseguridad ciudadana, la crisis y quiebra de las empresas estatales nacionalizadas, y la seguridad de que está cada día más cerca una debacle económica que el gobierno no podrá controlar, han puesto al gobierno del MAS y al propio Presidente Morales en una situación que no imaginaron vivir.

El que la figura del Presidente se haya visto dañada con una estocada magistral, que se inició con la denuncia de Carlos Valverde sobre las pillerías de Su Excelencia y sus vínculos con una ex-amante que a la sazón apareció gerentando una empresa a la que el Estado había transferido más de medio millar de dólares sin licitación alguna, fue el acabose. Un enredo que adquirió un tamaño superior al suyo propio, implicando al presidente, a jueces, fiscales, ministros, abogados, periodistas, hasta a la prensa internacional de una cadena con el poder de CNN; tan fuera de control está el asunto que las autoridades ya no saben qué hacer con la papa caliente que les quema las manos más y mejor cada día.


Yo sostengo que el gobierno masista ha superado el “punto de no retorno” y que la pérdida de apoyo no es un hecho coyuntural sino definitivo, que ya no se puede detener. Hace diez años escribía en este mismo blog que la película inaugurada el 2006 con Morales como actor principal era un tráiler común en nuestro continente y que todos sabíamos desde el principio como iba a terminar; me duele que este haya sido un largometraje, y que quede aún algún tiempo antes de concluir y llegar al final del film, que como en todos los casos que hemos visto, no tendrá final feliz.

9 de abril de 2016

NUEVE DE ABRIL

1952 es el año de la formación de la Bolivia contemporánea, que no moderna, porque Bolivia no alcanzó hasta hoy los mínimos necesarios para llamarse moderna. La Revolución Nacional del 9 de abril es el hito que sentó las bases económicas, políticas, sociales y culturales que perviven hasta nuestros días.


El populismo, eje de la ideología que se impuso como modelo dominante de pensamiento, no ha sido superado hasta hoy. Todos los gobiernos han sido populistas, los ha habido de derecha e izquierda, democráticos y autoritarios, pero en todo los casos ha predominado la tendencia de satisfacer y representar a lo “nacional-popular”, que sin ello, todo intento ha sido marginal y ha estado condenado al fracaso.

La economía, extractivista y monoproductora, ha prevalecido desde entonces, centrándose en la extracción de materias primas como los minerales y los hidrocarburos, siendo marginal todo intento de diversificación hacia otras áreas productivas y peor aún, los intentos de industrialización. Un péndulo, llamado catastrófico, ha movido cíclicamente el apoyo y el compromiso político, desde una visión estatista hasta otra privatizadora, con amplia gama de matices intermedios.

Políticamente han convivido tres formas de gobierno o regímenes, los unos autoritarios sostenidos y fomentados por las organizaciones corporativas y predemocráticas, sustancialmente agrarias; los otros democráticos basado en una aspiración moderna de partidos y aupada por una creciente clase media urbana; y un tercero dictatorial y militarista, que ha contenido momentos intermedios. La otra contradicción heredada gira del centralismo estatal hacia un nuevo tipo de Estado más bien autonómico o hasta federalista, en un ir y venir sin resolución aparente.

Socialmente somos una sociedad mestiza, racial y culturalmente, incapaz de reconocerse como tal. La búsqueda de identidad puso en el centro a “lo indígena” desde 1952, despreciando o haciendo a un lado nuestros rasgos culturales predominantemente occidentales (como categoría civilizatoria mundial) y fruto de un largo proceso sincrético multicultural. Hemos vivido como país escindido entre dos polos culturales, en una perversa dualidad neurótica entre lo que somos y no reconocemos y lo que queremos ser y no aceptamos (esto último sirve por igual para los blancos, los indios y todos los matices intermedios en el país).

Un problema no resuelto, también heredado desde 1952 es el de la independencia e idoneidad del sistema de justicia boliviano. Ninguno de los regímenes se planteó la posibilidad de una reforma de esta rémora institucional, que es uno de los principales problemas nacionales que no se pueden resolver sin un pacto general.

Sin embargo, durante 60 años hemos avanzado significativamente, nadie podría decir que la Bolivia de hoy es similar a la de 1952. Cuatro generaciones han pasado y aportado cada cual singulares experiencias acumulativas, hasta llegar a este resultado. Existe un modelo institucional democrático consolidado en el imaginario social, un mestizaje complejo y distinto al de los otros países latinoamericanos (lo boliviano existe), una clase media urbana que no termina de salir del peligro de retroceder a la pobreza pero que tiene el ímpetu necesario como para reproducirse y consolidarse como el actor, en términos de clases sociales, del futuro.

El mejor homenaje a la Revolución Nacional de 1952 es reconocer su valía, pero entender también sus limitaciones. Salir de estas últimas es el gran desafío. El clamoroso pedido de una alternativa al populismo etnonacionalista y autoritario que hoy nos gobierna no se construirá mirando al masismo (así solo lograremos una propuesta restauradora e inviable), sino mirando el conjunto del proceso, del cual el MAS es solo uno de sus peores hijos.

14 de enero de 2016

Recuerdos para el Futuro

Dejemos de decir mentiras y engañarnos a nosotros mismos. En este largo "cruzar el desierto" los bolivianos hemos pasado ya la mitad, estamos saliendo, aunque quede aún largo por caminar. “Salir” significa que la sociedad en su conjunto tiene posibilidades de una nueva escucha, lo que antes era “sembrar en el desierto”, hoy puede ser una nueva prédica. Como siempre estos cambios son “de a poco”.

La Revolución Nacional del año 1952 abrió las puertas, incluyendo por primera vez a los indios y los campesinos al desarrollo económico y a la política; el voto universal estableció en ese entonces que los bolivianos valíamos lo mismo, sin importar orígenes ni razas. Sin ello este nuestro país hubiera sido inviable.

Banzer puso el primer acuerdo, con el Presidente Ernesto Geisel del Brasil, en pleno ciclo militar (la Revolución Nacional tuvo tres tipos de populismos, el democrático, el militar y el corporativo/sindical, y dos modelos económicos, el capitalista de mercado y el capitalista de estado), con quien Bolivia expresó por primera vez su voluntad de producir y vender gas. Contra viento y marea Banzer anunció la venta del recurso natural que hoy nos da dinero y capacidad de gasto.

Siles Zuazo puso la Democracia. Hasta ese entonces el país había vivido regímenes autoritarios (militares y civiles) durante los cuales era muy difícil lograr la confianza de posibles compradores externos. Sin instituciones que avalen este tipo de acuerdos, en el mundo occidental, es muy difícil conseguir compradores.

Paz Estensoro la estabilidad económica. El 21060, demonizado y denostado, fue un gran sacrificio nacional que estabilizó la economía boliviana hasta el día de hoy. Sin esa estabilidad hubiera sido imposible conseguir las inversiones necesarias para la gigantesca estructura (para nuestro tamaño) que habría de construirse.

Paz Zamora perforó el Gas. Es conocida la historia del Pozo Margarita, que sigue siendo hasta hoy "la gallina de los huevos de oro", cuyo encuentro fue posible gracias a la tozudez de ese Presidente que obligó a seguir perforando, cuando todos querían ya parar el enorme esfuerzo allá en San Alberto, en el Chaco.

Goni contrató y construyó los gaseoductos, incluso más allá de la "capitalización" que permitió el dinero para hacer esto posible, y que distribuyó las acciones del petróleo entre los bolivianos mayores de 21 años en ese entonces, y que luego Evo Morales confiscó para devolverlos al Estado, haciéndonos creer que esa confiscación (más un 3% de las acciones de las transnacionales), era la "nacionalización".

Así que llegó Evo Morales y lo encontró todo hecho; es muy importante recordarlo, recalcarlo y difundirlo, ahora que las condiciones permiten una nueva escucha social. Llegó Evo Morales Ayma y lo único que tuvo que hacer fue gastar el dinero que todo lo hecho anteriormente puso en sus manos. Por eso la historia lo recordará como el presidente de la corrupción y el despilfarro.