ALTERNATIVAS

1 de febrero de 2025

SOBRE LA ENCUESTA CLAURE

A siete meses de las elecciones generales en Bolivia, el escenario político comienza a delinearse con tendencias claras, pero también con una alta dosis de incertidumbre. Aunque los datos de las encuestas actuales muestran una radiografía del momento, la dinámica electoral es fluida, y muchas cosas pueden cambiar en el camino.


El ocaso de Evo Morales y la disputa en el MAS  
Uno de los datos más relevantes es la confirmación de que Evo Morales no será candidato. Su desgaste político, el rechazo generalizado y, sobre todo, la resistencia dentro de su propio partido ha sellado su destino. Su principal enemigo en este momento no es la oposición, sino su antiguo delfín, Andrónico Rodríguez, quien, con el respaldo de una parte del MAS, busca asumir el liderazgo. Si bien importante, el proyecto etnonacionalista y autoritario no es ya mayoritario. Para convertirse en una opción real de poder, tendrá que ampliar su base y conquistar a las clases medias, urbanas y mestizas, algo que aún está por verse.  

Luis Arce, sin chances reales
Mientras tanto, el presidente Luis Arce (Tilín) parece haber quedado fuera de juego. Aunque cuenta con el respaldo de un aparato estatal desde el que las y los funcionarios apostarían por la preservación de sus cargos, el apoyo no se traduce en una base electoral competitiva. En términos políticos, es un cadáver: su imagen no despierta entusiasmo ni dentro ni fuera del oficialismo.  

La emergencia de Chi Hyun Chung: el voto del desencanto
Un fenómeno que merece atención es el ascenso del pastor Chi Hyun Chung, quien, sin ser una novedad, representa la única alternativa visible momentáneamente para un electorado reactivo y conservador en busca de una opción diferente. Su discurso ultramoralista y reaccionario encuentra eco en ciertos sectores desencantados, lo que lo convierte en una figura a observar.  

Manfred Reyes Villa: fuerte pero estancado
El Alcalde de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, ha decidido entrar en la carrera presidencial, convencido de que su popularidad es suficiente para sostener su candidatura. Sin embargo, según esta y otras varias encuestas, su crecimiento se ha estancado, lo que sugiere que ya ha alcanzado su techo electoral. Si bien tiene una base sólida, su margen de expansión es limitado.  

La dispersión en la oposición y el dilema de la unidad
El espacio opositor está fragmentado en torno a la idea de unidad. En el grupo de líderes que buscan articular una candidatura conjunta —Samuel Doria Medina, Tuto Quiroga, Carlos Mesa, Luis Fernando Camacho, Vicente Cuellar y Amparo Ballivian— solo Samuel y Tuto tienen una presencia electoral significativa. El resto ha perdido relevancia o carece de una intención de voto suficiente para influir en la competencia.  

Aquí surge una tensión clave: ¿unidad o renovación? Hasta ahora, la pulsión de unidad ha prevalecido sobre la necesidad de renovar liderazgos. El único "renovador" en el grupo es Vicente Cuellar, mientras que Rodrigo Paz Pereira, que también apostaba por la renovación, ha decidido competir por fuera, con un espacio electoral reducido porque fuera tendrá que competir con Manfred y Chi, sin grandes posibilidades.

Los escenarios según el candidato de unidad
La definición de quién será el candidato de unidad es crucial para el equilibrio electoral.  

Si el elegido es Tuto Quiroga, competirá directamente con Manfred y Chi en el espectro de la derecha, dejando vía libre a Andrónico Rodríguez para disputar el voto de centro y centroizquierda.  
Si el candidato es Samuel Doria Medina, tendrá la posibilidad de aglutinar el voto de la derecha, el centro, y a quienes difícilmente apoyarían a Tuto en el centro progresista (incluido un grueso de masistas desencantados y descontentos). Esto lo convierte en un candidato más competitivo con capacidad de captar votos de diferentes sectores.  

La apuesta por Vicente Cuellar
Más allá de los cálculos electorales, el proceso también es una batalla por visiones de país. En este sentido, la candidatura de Vicente Cuellar representa una alternativa que, aunque todavía no logra sumar mayorías, encarna un proyecto de cambio con una perspectiva distinta. Su desafío es consolidarse como una opción viable en un escenario donde las tendencias actuales podrían no ser definitivas.  Personalmente, este es el espacio donde yo me afilio: https://bit.ly/CAMBIO25

Un tablero aún en movimiento
Aunque las encuestas actuales marcan una tendencia, el camino hacia agosto está lleno de incógnitas. La disputa dentro del MAS, la consolidación (o no) de un candidato opositor de unidad, el crecimiento de figuras emergentes como Chi Hyun Chung y la capacidad de los actores políticos para expandir sus bases de apoyo serán determinantes en el desenlace de la contienda. La política boliviana es dinámica, y en siete meses, todo puede cambiar.

La Paz, 1º de febrero de 2025

25 de diciembre de 2024

BOA

Le he preguntado al ChatGPT organizado para la Cátedra Bicentenario, qué es lo que debiéramos hacer con BOA, la aerolínea estatal boliviana que está al borde de la quiebra. Esta pregunta es importante estos días y forma parte de un debate en el que debemos participar:


EL CONTEXTO:

BOA, como aerolínea estatal, enfrenta serios problemas financieros debido a la mala gestión administrativa, la falta de competitividad y una estructura operativa ineficiente. Esta situación pone en riesgo su sostenibilidad, lo que afecta negativamente la percepción de los servicios públicos y la capacidad del Estado para sostener empresas rentables. La situación de BOA refleja problemas estructurales comunes a muchas empresas estatales en Bolivia, como el exceso de burocracia, la falta de rendición de cuentas y la ausencia de estrategias a largo plazo para la sostenibilidad financiera y operativa.

SE PROPONE:

Auditoría Integral y Reestructuración Administrativa

Realizar una auditoría exhaustiva para identificar las causas específicas de las pérdidas de BOA, incluyendo la revisión de sus contratos, costos operativos, y estrategias comerciales.

Implementar un plan de reestructuración que contemple la reorganización administrativa, optimización de rutas y reducción de costos operativos no esenciales.

Alianzas Estratégicas y Competitividad

Establecer alianzas estratégicas con empresas del sector privado, nacionales e internacionales, para mejorar la gestión, implementar tecnología avanzada y optimizar los servicios ofrecidos.

Evaluar la posibilidad de privatización parcial, enfocada en áreas no críticas, para atraer capital y experiencia.

Transparencia y Participación Ciudadana

Crear mecanismos de rendición de cuentas y transparencia, como la publicación periódica de informes financieros y operativos.

Involucrar a la ciudadanía y a expertos en la supervisión de los procesos de transformación de la aerolínea, garantizando una gestión eficiente y orientada al servicio.

Plan de Sostenibilidad Financiera y Comercial

Revisar y ajustar la estructura de precios y servicios para garantizar competitividad en el mercado.

Promover políticas de fidelización y expansión de mercado, incluyendo mejoras en el servicio al cliente, para aumentar ingresos y rentabilidad.

Diversificar las fuentes de ingreso, como servicios de carga aérea y turismo nacional, para reducir la dependencia del transporte de pasajeros.

Política de Cielos Abiertos para la Competitividad

Adoptar una política de cielos abiertos para fomentar la competencia y mejorar los servicios, lo que impulsaría a BOA a optimizar sus operaciones, innovar en sus estrategias comerciales y elevar los estándares de calidad. Esta apertura permitiría la colaboración con aerolíneas extranjeras, el aumento del flujo turístico y comercial hacia Bolivia, y una mayor conectividad para los ciudadanos, consolidando la posición del país como un nodo estratégico en la región.


21 de diciembre de 2024

PUESTOS A PREGUNTAR 1:

¿Es posible pensar en una alternativa de poder viable fuera del marco político/ideológico de lo nacional/democrático/popular en Bolivia?

CONTEXTO:

Bolivia tiene una historia política profundamente marcada por tres pulsiones principales: lo nacional, lo democrático y lo popular, que han configurado la estructura de sus procesos sociales y políticos desde la Revolución de 1952 (el estado Nacional) hasta la actualidad, 1982 (la Democracia) y 2006 (la inclusión y la igualdad sociales) de por medio. Estas características han mantenido su vigencia, estructurando tanto las demandas como las posibilidades de articulación de los proyectos de poder.

La experiencia política reciente evidencia que el Estado Plurinacional ha transitado por un ciclo de crisis marcado por la polarización, la concentración de poder y la desinstitucionalización, enmarcando un escenario donde las alternativas políticas viables han estado circunscritas al espacio nacional/democrático/popular. Esto ha limitado el surgimiento de proyectos alternativos que trasciendan ese marco.

RESPUESTA:

Mientras el ciclo histórico iniciado en 1952 no se cierre mediante una integración legítima de todas las pulsiones sociales, las alternativas políticas serán viables únicamente dentro del marco nacional/democrático/popular (cuya matriz ya no es revolucionaria, sino conservadora). Esta renovación deberá ser complementada con una visión progresista que privilegie la inclusión y la sostenibilidad como ejes de desarrollo.

PROPUESTA:

Deconstruir el Espacio Nacional/Democrático/Popular: Cualquier alternativa política viable debe articularse dentro de este marco, integrando nuevas sensibilidades como el feminismo, el ecologismo y la pluralidad cultural. La renovación de este espacio exige una propuesta que combine innovación institucional con la construcción de un bloque social incluyente, capaz de articular demandas diversas bajo un mismo paraguas democrático.

Impulsar una Política Centrada en la Educación y el Desarrollo Sostenible: La educación y la innovación deben situarse en el núcleo de la construcción de alternativas viables, tendentes a superar la cultura política populista actualmente determinante. Esto implica reformas profundas que alineen el sistema educativo con las demandas del siglo XXI y promuevan el desarrollo sostenible como un eje central para superar las contradicciones del modelo económico actual.

Fomentar el Diálogo Intercultural y la Participación Ciudadana: Es fundamental diseñar plataformas de diálogo que permitan la reconciliación entre los sectores tradicionalmente enfrentados, así como la participación activa de sectores marginados en la formulación de políticas públicas. Estas plataformas deben enfocarse en fortalecer las autonomías locales y promover la descentralización, asegurando que las soluciones políticas y económicas sean inclusivas y pertinentes para las realidades locales.

18 de diciembre de 2024

CARTA ABIERTA


La Paz, 18 de diciembre de 2024  

Señores

    Samuel Doria Medina 
    Carlos Mesa Gisbert  
    Tuto Quiroga Ramírez
    Luis Fernando Camacho Vaca
Presente.

CARTA ABIERTA

Estimados amigos:

Me dirijo a ustedes para felicitarlos por el histórico acuerdo que han alcanzado, un llamado a la unidad de la oposición democrática en Bolivia. Este esfuerzo, que busca consolidar un candidato capaz de encarnar los valores de la democracia, la libertad y la solidaridad frente al autoritarismo, el etnonacionalismo y la corrupción masista, es un hito que merece ser celebrado y reconocido por todas y todos los bolivianos que sueñan con un futuro más luminoso para nuestra patria.

Emprender este camino exige, más que voluntad, un empeño sincero, abierto y generoso. Es imprescindible que este esfuerzo supere las agendas personales para convertirse en un proyecto colectivo que abra las puertas de la igualdad a quienes deseen competir y participar. Solo así podrá cimentarse la confianza de la ciudadanía y germinar un verdadero compromiso con esta propuesta de unidad democrática.

Invito a todas y todos los bolivianos a sumarse a estos proyectos de unidad con fe y esperanza, sin descartar otros esfuerzos que puedan surgir desde diversos espacios políticos y sociales. Lo he dicho tantas veces que ya suena como un mantra: la verdadera unidad no nace de acuerdos entre cuatro o cinco dirigentes, por importantes que sean, sino de la convergencia de intereses de un Bloque Social que se ha unido en momentos cruciales de nuestra historia reciente. En 1952, para construir el Estado Nacional; en 1982, para rescatar la democracia; y en 2006, para integrar nuestras culturas, etnias y regiones en un solo tejido nacional. Ahora, el desafío es monumental: encontrar un modelo de desarrollo "a la boliviana" que nos guíe hacia la prosperidad.

Debo aclarar, no obstante, que estos procesos históricos han quedado inconclusos. Ni hemos logrado una institucionalidad estatal consolidada en todo el territorio, ni hemos construido una democracia con cimientos sólidos, ni la inclusión social ha llegado a abrazar a todos y todas. Estas tareas pendientes mantienen abiertas las heridas de nuestra sociedad, y resurgen como pulsiones latentes en todo momento, impidiendo el surgimiento de una ciudadanía plena y dejando a nuestra nación como un mosaico de comunidades con déficits en su cultura política democrática. Resolver estas carencias es el paso indispensable hacia el desarrollo.

En Bolivia, la unidad se ha forjado históricamente en procesos participativos, articulando las demandas de las mayorías. Esta unidad debe representar a nuestra nación en toda su pluralidad, reconociendo a sectores históricamente relegados y evitando caer en los extremos ideológicos. Es esencial dar cabida a nuevos liderazgos que incluyan a mujeres, jóvenes, minorías vulnerables y comunidades diversas, para renovar nuestra política y garantizar una representación legítima. Es aquí donde el pacto de unidad que Uds. han firmado frente a la nación, puede fortalecerse, comprendiendo e incorporando estas perspectivas esenciales.

Durante décadas, nuestro país ha estado atrapado en un vaivén de modelos opuestos: el fracaso del estatismo ha fortalecido corrientes liberales, y las desigualdades del mercado han devuelto el péndulo al refortalecimiento del estatismo, llevamos así casi cien años. Este ciclo, llamado del "Péndulo Catastrófico", ha sembrado inestabilidad económica, social y política, frenando nuestro desarrollo. Ahora le toca al liberalismo, que con su énfasis en el mercado, la propiedad privada y la inversión, se perfila como el camino más viable para superar las limitaciones que ha impuesto el masismo, pero que por sí solo no puede ofrecer una solución integral. Necesitamos un equilibrio que combine mercado y Estado, donde el primero genere riqueza y el segundo proteja a los vulnerables, garantizando educación, salud y oportunidades básicas.

Si algo falta en vuestro acuerdo, es frescura, es juventud, es renovación. Tras años de lucha y de defender los valores democráticos —algo que nadie puede negarles— existe el riesgo de quedarse atrapados en las alturas del liderazgo, lejos del latido cotidiano del pueblo. Este es, quizás, el mayor de los peligros. Encontrar esa fuente de agua fresca y cristalina, no contaminada por el pasado, es el desafío supremo para que este acuerdo de unidad se convierta en la brújula del futuro.

Desde mi humilde lugar de ciudadano, reitero mi compromiso férreo con este anhelo de unidad. La Cátedra Bicentenario, proyecto que tengo el honor de coordinar desde el Rectorado de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno y el Repositorio de la Memoria Democrática, ha convocado a casi dos mil profesionales de todas las universidades del país. Este espacio está preparado para contribuir con respuestas reales y viables a los problemas históricos y coyunturales de Bolivia, desde una perspectiva que combina la libertad del mercado con la solidaridad hacia los sectores más vulnerables.

La democracia no es solo un sistema político; es el espejo donde se refleja nuestro compromiso con la dignidad y los derechos de cada persona, sin importar sus diferencias.

Con un saludo cordial y los mejores deseos de éxito en esta empresa trascendental, quedo a vuestra disposición. 

Atentamente,

Julio Aliaga Lairana
Sociólogo y Politólogo
Presidente del Directorio RMDB
Coordinador de la CÁTEDRA BICENTENARIO

15 de diciembre de 2024

OTRO RÉCORD EN EL MUNDO

Donald Trump ha batido otro récord más: instalar en la Casa Blanca un gobierno dominado por los milmillonarios del mundo, por primera vez en lo que va de un siglo (antes de la crisis del 29 en el siglo XX ocurrió algo parecido con los llamados “robber barons”). Al despedirse, el Presidente Biden ha advertido sobre la formación de una oligarquía de milmillonarios que amenazan la democracia en Estados Unidos de Norteamérica y en el mundo.

El gobierno de milmillonarios que se instalará en Washington a partir de enero de 2025 es una manifestación límite de lo que los marxistas clásicos explican como el "Contenido de Clase del Estado", concepto que quiero desenterrar porque describe cómo los aparatos estatales reflejan los intereses de las clases dominantes en cualquier parte del mundo, sea en Estados Unidos con los hiperricos de ahora, en la China con los dirigentes del partido llamado comunista (y sus socios) en ese proceso extremo de Capitalismo de Estado, o en Venezuela, con la mafia corporativa del petróleo y el narcotráfico. Bajo este principio, el Estado no actúa como un ente neutral, sino como una herramienta al servicio de determinados grupos, asegurando la reproducción de sus privilegios y consolidando su poder.

La "batalla cultural" promovida por la derecha populista (con el franco y directo apoyo de los neofascismos contemporáneos) es una estrategia de alienación ideológica que desvía el conflicto social de la desigualdad hacia temas culturales, identitarios y emocionales. En lugar de cuestionar las estructuras inequitativas del poder, se utilizan discursos nacionalistas, religiosos y de valores tradicionales para movilizar a las clases populares, haciéndoles creer que sus intereses están representados por figuras como Trump o Milei. Estos líderes se presentan como el "anti-establishment" o el enemigo de la "casta política", mientras implementan políticas que favorecen a oligarquías económicas, como la desregulación, la privatización indiscriminada y la reducción de impuestos a los más ricos.

El discurso antielitista y la exaltación de conceptos como la "libertad" y la "meritocracia" son utilizados para justificar medidas que perjudican a los sectores populares, mientras se fragmenta la solidaridad entre las y los trabajadores con narrativas basadas en identidades culturales o ideológicas. Esto desmoviliza las luchas por la justicia económica y normaliza la desigualdad como algo inevitable. En última instancia, la "batalla cultural" consolida un modelo excluyente bajo la apariencia de una cruzada por los valores y la tradición, logrando que los sectores más vulnerables defiendan los intereses de quienes los perpetúan.

Los Estados gobernados por partidos de ideología socialdemócrata son menos proclives a expresar exclusivamente los intereses de una clase social rica, porque su enfoque se basa en la búsqueda del equilibrio entre el mercado y la justicia social, promoviendo la redistribución de la riqueza y garantizando derechos universales como la educación, la salud y la seguridad social. Los Estados de Bienestar europeos son buenos ejemplos, han logrado implementar sistemas fiscales progresivos y políticas inclusivas que disminuyen las desigualdades, aseguran la movilidad social y fortalecen el tejido social. Estas políticas no benefician únicamente a una élite económica, sino que ayudan al bienestar colectivo, asegurando que los derechos y recursos estén al alcance de las personas, independientemente de su origen o condición económica.

Al contrario, el gabinete de Trump, compuesto por milmillonarios y magnates, de los más importantes del mundo, representa un claro ejemplo de cómo las élites económicas globales capturan el poder político de manera directa, sin intermediarios. Nombres como Elon Musk, Vivek Ramaswamy y Linda McMahon, entre otros, no solo concentran enormes fortunas, sino que también encarnan sectores estratégicos como la tecnología, la biotecnología, la banca, y la energía. Esta concentración de riqueza y poder en manos del gobierno norteamericano implica que las decisiones políticas estarán orientadas a perpetuar el sistema que beneficia a los más ricos, alejados de los intereses de las mayorías trabajadoras y los sectores más vulnerables, a los que nos llegarán las migajas, como fruto del discurso alienante de "la batalla cultural", en nombre de un capitalismo que crece y crece justificando esa angurria depredadora.

En el caso de Donald Trump y su próximo gobierno es de esperar una continuación de políticas como las de su primera administración, caracterizadas por recortes impositivos que favorecen a las corporaciones y a los más ricos, mientras se desmantelan regulaciones ambientales y laborales que protegen a pequeños emprendedores, las clases medias y las y los trabajadores. La privatización de servicios públicos, la flexibilización en la explotación de recursos naturales y el favorecimiento de corporaciones multinacionales consolidarán esa acumulación, transfiriendo la riqueza de los sectores populares a las élites económicas.

El aparato estatal no solo se usa para imponer políticas económicas favorables a esas élites, sino también para construir una narrativa que legitima su dominio; a través de figuras carismáticas como Trump, que presenta su riqueza y la de su equipo como garantía de una gestión honesta y exitosa, y difunden ideas que justifican la subordinación de continentes enteros y distraen la atención de las desigualdades estructurales. Además, y como ya sabemos, la narrativa de eficiencia gubernamental y recorte de gastos apunta a una reducción de los servicios sociales esenciales, afectando directamente a los más pobres y desamparados.

El carácter imperialista del Estado estadounidense (no es el único, el estado Chino camina en esa misma dirección, y los rusos detrás, aunque algo lejos), bajo el control de una administración de milmillonarios, amplificará las desigualdades a nivel mundial. La plutodiplomacia promovida por Trump priorizará, seguro, los intereses de las corporaciones y los sectores financieros, perpetuando una economía global basada en la explotación de los recursos y la fuerza laboral de los pueblos y países del Sur.

Desde esa perspectiva, el gobierno de milmillonarios no es una aberración, sino una expresión del papel del Estado bajo las élites del capitalismo avanzado. Está diseñado para consolidar el poder y los privilegios de las élites económicas globales. El gobierno de Trump no puede ser, por tanto, un instrumento para el bienestar de la humanidad, sino una maquinaria al servicio de los más ricos, en desmedro de una gran mayoría humana, compuesta de clases medias empobrecidas, trabajadores con minúsculos salarios y enorme cantidad de desamparados, en los que nadie piensa, peor aún, en tiempos de confrontación, polarización y guerras.