ALTERNATIVAS

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4 de junio de 2025

¿ANDRÓNICO?

En el marco del actual proceso de reconfiguración del sistema político, la habilitación de la candidatura de Andrónico Rodríguez podría representar no solo una salida institucional, sino también una válvula de escape necesaria frente a las tensiones acumuladas al interior del Movimiento al Socialismo (MAS) y, por extensión, del sistema político boliviano en su conjunto. Impedir la participación de un liderazgo emergente como el de Andrónico Rodríguez implicaría un grave error estratégico y una amenaza concreta para la estabilidad del país. A este pequeño engendro masista hay que derrotarlo en las urnas, no dejarlo rabioso como a un tigre herido.


La figura de Evo Morales ha ido perdiendo legitimidad en amplios sectores de la población y dentro del propio movimiento que ayudó a construir. Su insistencia en controlar el proceso electoral y condicionar su candidatura con criterios personalistas más que institucionales, no solo vulnera principios democráticos, sino que arriesga incendiar un escenario ya marcado por la polarización. En este contexto, la habilitación de Andrónico Rodríguez podría descomprimir las tensiones internas del MAS y restar fuerza a la narrativa de persecución o victimización impulsada por Morales, desinflando así su tentativa de reposicionarse a través del conflicto y la confrontación.

Negar esta habilitación, en cambio, podría tener consecuencias catastróficas. Sería leído como una exclusión política deliberada, lo que puede derivar en una ruptura del orden electoral y en un nuevo ciclo de movilización y conflictividad social. No se puede —ni debe— llamar a elecciones generales cuando un cuarto del electorado percibe que su opción política ha sido vetada. Ello no solo afectaría la legitimidad del proceso, sino que pondría en cuestión la gobernabilidad posterior.

La historia boliviana ofrece precedentes que deberían alertarnos. Hace cuatro décadas, los intentos de proscripción de la candidatura de Hugo Banzer, aunque justificada por su condición de ex dictador, no hizo sino fortalecer su capital político y consolidar una narrativa de victimización que eventualmente lo llevó a la presidencia por la vía democrática. Más recientemente, en 2019, el intento de marginar al MAS del proceso electoral tras la renuncia de Morales y la crisis poselectoral, pudo ponernos en una situación de enfrentamientos fratricidas y lejos de debilitar a ese partido, contribuyó a su resurgimiento.

La lección es clara: la democracia no se fortalece excluyendo, sino integrando. La participación amplia y plural en las urnas es la única garantía para una transición ordenada, legítima y sostenible. Negar la candidatura de Andrónico Rodríguez no solo atentaría contra los principios de representación y competencia electoral, sino que reabriría heridas recientes y avivaría el conflicto. A las y los masistas hay que vencerlos en las urnas, situación que no se aplica a Evo Morales porque lo impide la ley y está proscrito por un mandamiento de apremio, por acusaciones de pedofilia de las que no quiso o no pudo defenderse.

Bolivia necesita elecciones con todas sus voces en juego. La exclusión nunca ha sido camino hacia la reconciliación ni la estabilidad. La historia, una vez más, nos ofrece la oportunidad de no repetir errores que ya hemos pagado caro.

14 de abril de 2025

LA UNIDAD POLÍTICA EN BOLIVIA

EL RETO DE UNA NACIÓN QUE QUIERE VIVIR


Hay momentos en la historia de los pueblos en los que la unidad deja de ser una consigna política para convertirse en una exigencia. En Bolivia, ese momento ha llegado. La unidad política no es una ingeniería de pactos ni una fórmula electoral. Es la respuesta a una interpelación histórica, una especie de imperativo categórico que nos lanza la propia democracia cuando siente que su subsuelo está cediendo. Bolivia no necesita una alianza de coyuntura; necesita una conjura civilizatoria.

Esa unidad no será fácil. No lo ha sido nunca. Las heridas de Bolivia son profundas y múltiples: la polarización, la desconfianza, el cinismo político, el caudillismo reincidente y un centralismo que ha hecho del Estado un botín. Pero no por ello debemos renunciar a la tarea. La política, en su mejor versión, es justamente eso: la voluntad de no rendirse ante el desencanto. Y en este caso, esa voluntad debe traducirse en un bloque democrático que no solo dispute el poder, sino que lo regenere.

La Bolivia que se aproxima al Bicentenario se parece demasiado a una república extenuada. No por falta de recursos, sino por la mediocridad en el ejercicio del poder. No por escasez de ideas, sino por la sordera frente a las voces ciudadanas. Es por eso que la unidad que necesitamos no puede ser aritmética. No puede ser la suma de egos, sino la multiplicación de esperanzas. No puede ser una alianza de cúpulas, sino una sinfonía de diferencias armónicas.

El Bloque de Unidad ha comprendido esto. Ha convocado no solo a los partidos, sino a los ciudadanos sin partido. Busca la palabra de las y los jóvenes, el pulso de los emprendedores, la sabiduría de las mujeres que sostienen el país desde los márgenes. Ha tendido puentes con los líderes emergentes de los pueblos indígenas y con los sectores productivos que ya no creen en milagros estatales. Lo que se propone desde el Bloque de Unidad no es una campaña, sino una refundación silenciosa.

No debemos engañarnos: la dispersión opositora ha sido, hasta ahora, el mejor aliado del oficialismo. Cada división, cada pequeño caudillo de ocasión, ha sido un ladrillo en el muro que nos separa del cambio. Por eso, esta vez, la unidad debe tener rostro, nombre y plan. Debe ser deliberada, sincera, programática. Y debe articularse con la ciudadanía, que ya no tolera las simulaciones. La ética pública debe ser la nueva militancia.

Bolivia está en una encrucijada. Si continúa gobernada por el populismo decadente que ha hecho del Estado una máquina de reparto, seguirá deslizándose hacia la informalidad institucional, la ruina económica y la anomia social. Pero si encuentra una alternativa real —una que combine estabilidad y justicia, mercado y equidad, ley y libertad— puede renacer de sus escombros. Esa alternativa, hoy por hoy, se llama unidad y esa unidad tiene, por primera vez en años, una cabeza reconocida: Samuel Doria Medina.

No hay política sin narrativa. Y la narrativa de esta unidad debe ser la del reencuentro con la dignidad. Con la idea de que no todo está perdido. De que los bolivianos no estamos condenados al eterno retorno del abuso. Que es posible construir una república donde las instituciones funcionen, donde la corrupción sea excepción y no regla, donde el poder sirva y no se sirva. Para eso hace falta coraje. Pero también hace falta dirección.

La verdadera hegemonía —esa que no se impone, sino que se persuade— no se logra con votos prestados ni con slogans estridentes. Se logra cuando una propuesta es capaz de interpelar a todos los sectores con una ética de responsabilidad y una estética de futuro. Ese es el tipo de hegemonía que necesita el Bloque de Unidad: una hegemonía moral, a tiempo que política. Una que derrote al autoritarismo no solo en las urnas, sino en la conciencia de la ciudadanía.

Por eso, la candidatura de Samuel Doria Medina no debe ser vista como una solución de compromiso, sino como una apuesta de futuro. No representa la perfección, sino la posibilidad. No simboliza el fin de las diferencias, sino su canalización constructiva. Su liderazgo no es carismático, es racional. No se impone por gritos, se construye por argumentos. Y tal vez eso sea lo que Bolivia más necesita: una política que recupere la razón.


Para decirlo con todas sus letras: la candidatura de Samuel Doria Medina al frente del Bloque de Unidad encarna esta respuesta. No por capricho ni cálculo personal, sino porque su figura sintetiza un ethos político —el del empresario austero que cree en el esfuerzo, el mérito, el valor de la palabra empeñada— y porque su recorrido encarna una voluntad clara de superar los personalismos estériles, de reunir a las fuerzas diversas que quieren construir país desde el centro democrático. En torno a él, y bajo su liderazgo, se está articulando una unidad que ya no es solo opositora: es constituyente.

La unidad no es un fin. Es el camino para que Bolivia vuelva a creer en sí misma. Y si la democracia es, como decía Raymond Aron, “la organización del pesimismo”, que al menos lo sea con grandeza. Que la reconstrucción comience por el verbo, y que el verbo se haga acción.

6 de abril de 2025

LA UNIDAD COMO IMPERATIVO DEMOCRÁTICO

La historia política de Bolivia ha estado marcada por ciclos en los que se articulan grandes bloques sociales de poder capaces de transformar profundamente el país. Cada tres décadas, aproximadamente, emergen movimientos que logran aglutinar demandas nacionales, populares y democráticas, dando lugar a proyectos colectivos con una fuerte base social. Sin embargo, ese impulso transformador ha tendido a desfigurarse en el poder, degenerando en lógicas político/oligárquicas corruptas y desarticulando los vínculos con las mayorías que les dieron origen.

Hoy, Bolivia se enfrenta nuevamente al desafío de construir una unidad política que responda al momento histórico. Las experiencias pasadas muestran que la clave no está en pactos entre élites ni en acuerdos coyunturales de corto aliento, sino en la articulación de un renovado bloque social de poder que represente de forma genuina las aspiraciones de amplios sectores sociales, que a diferencia del pasado hoy pueden articular una gran mayoría urbana, fundamentalmente de clases medias y, por lo tanto, abiertas al desarrollo de instituciones modernas y democráticas.

Este nuevo proyecto debe tener un carácter supraidelógico, capaz de integrar desde visiones liberales hasta expresiones de la izquierda democrática, incluyendo sensibilidades emergentes como los feminismos, los ecologismos, los regionalismos y los indigenismos. La condición fundamental para esta convergencia es el compromiso con la democracia. No se trata de un simple acuerdo electoral, sino de una unidad imprescindible ante la creciente tensión entre libertad y autoritarismo.

El objetivo inmediato debe ser la reconstrucción del orden democrático. Esto implica restablecer la institucionalidad basada en la ley, garantizar la independencia de poderes, fomentar la transparencia en la administración económica, proteger las libertades fundamentales, defender los derechos humanos y emprender una reforma profunda de la justicia.

Para lograr este propósito, una parte significativa del electorado debe reconectarse con el campo democrático del que alguna vez fue parte. Este proceso debe ocurrir dentro del marco de lo nacional y lo popular, ahora enriquecido por nuevas demandas sociales que lo encaminan hacia una condición superior, democrática y ciudadana. Es necesario construir una mayoría democrática, organizada y comprometida, que logre una victoria clara, legítima y transformadora en las próximas elecciones generales de 2025.

La unidad política no puede ser el resultado de la suma de liderazgos individuales solamente. Debe emerger como una expresión hegemónica de la sociedad organizada en su diversidad. Requiere liderazgos capaces de tender puentes ideológicos, regionales, culturales y étnicos, liberando al poder de sus extremos y del cálculo mezquino. Solo así podrá surgir una alianza que represente auténticamente a la nación, superando las dicotomías de izquierda y derecha.

Este nuevo pacto debe aspirar a liderar el país desde la democracia, entendida no solo como un sistema de elección, sino como una cultura basada en la convivencia pacífica, el diálogo, la escucha, el reconocimiento del otro y la reconciliación. Se trata de reimaginar la política no como un campo de batalla, sino como un espacio común para construir un futuro de prosperidad e inclusión para todos los bolivianos.
Ese desafío histórico solo podrá encararse con éxito si se concreta un verdadero Bloque de Unidad, capaz de convocar a esa mayoría que hoy clama por la urgencia de un futuro compartido. En este contexto, liderazgos como los de Samuel Doria Medina y Vicente Cuéllar Téllez ocupan un lugar central en el tablero político. Su posicionamiento moderado, su trayectoria y su disposición al diálogo los colocan en una situación privilegiada para aglutinar voluntades diversas y construir puentes entre sectores sociales, ideológicos y regionales. Son figuras capaces de encarnar una propuesta amplia, democrática y realista que convoque a quienes, desde diferentes trayectorias, buscan dejar atrás la confrontación estéril y apostar por un proyecto de país.

La historia exige grandeza. Bolivia necesita, más que nunca, una unidad que esté a la altura de su diversidad y de su profundo anhelo de justicia y dignidad.

5 de abril de 2025

EL DAÑO ES IRREPARABLE

 TUTO... TUTO...
¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?


Durante los últimos meses, el Bloque de Unidad acordó un mecanismo claro y legítimo para definir a su candidato presidencial: tres encuestas independientes, con reglas comunes, sin difusión pública de resultados y con empresas reconocidas que garantizaran la transparencia del proceso. Esta propuesta, que fue aceptada por todos y todas, respondiendo al clamor ciudadano por la unidad y seriedad en la oposición. Las y los participantes honraron su palabra y cumplieron los plazos establecidos. Sin embargo, en el momento decisivo, Jorge "Tuto" Quiroga optó por desmarcarse, debilitando un acuerdo que pretendía ser la base de una alternativa sólida frente al MAS.

Lo que ha hecho Tuto Quiroga no tiene otra explicación razonable que la siguiente: huyó del proceso porque anticipaba una derrota. Cuando los sondeos externos comenzaron a mostrar una ventaja a favor de Samuel Doria Medina, Quiroga no buscó fortalecer su campaña ni redoblar esfuerzos, sino que intentó postergar indefinidamente las encuestas acordadas. Buscó modificar las condiciones del acuerdo cuando el resultado no parecía favorecerle, poniendo por delante su cálculo personal antes que el compromiso colectivo asumido.

La percepción ciudadana no tardó en activarse. Desde hace semanas, existía una inquietud creciente entre la población: ¿y si Tuto se baja del Bloque? -repetía la gente desconfiada-. Esa desconfianza no era gratuita, sino producto de su historial político y de sus actitudes en momentos clave. En contraste, el resto de los participantes proyectaban mayor constancia, previsibilidad y seriedad. En este tipo de procesos, la confianza lo es todo, y en esta ocasión, la gente ya no estaba en condiciones de tolerar más incertidumbre.

Por eso, cuando Tuto expresó su desacuerdo con la realización de las encuestas, la interpretación natural e inmediata fue que había decidido romper con el Bloque de Unidad. No fue una reacción malintencionada ni una lectura interesada, fue la conclusión lógica de sus acciones. El retiro de la mesa, la negativa a participar en las encuestas y el silencio frente a los compromisos firmados fueron gestos inequívocos que generaron una ola de desilusión y desconfianza.

Esta ruptura no es un simple impasse. Tiene consecuencias profundas y serias, especialmente para Tuto Quiroga, quien aparece ahora como el principal responsable de un quiebre que nadie deseaba. Pero el daño no es exclusivo para él. También afecta al conjunto del Bloque, al esfuerzo por construir una alternativa unitaria; nos afecta a todos quienes apostamos por una oposición articulada capaz de desafiar al MAS con fuerza y coherencia.

Para Tuto Quiroga, el daño es irreparable. Más allá de lo que diga o intente justificar, su credibilidad ha sufrido un golpe que difícilmente podrá revertir. En política, como en la vida, hay momentos clave donde se pone a prueba la palabra y el carácter. Y este era uno de esos momentos. La percepción pública ya lo ha juzgado: privilegió el cálculo sobre la convicción, la evasión sobre el compromiso.

A Samuel Doria Medina le queda ahora la difícil tarea de recomponer lo dañado. Lo primero es reafirmar el compromiso con la unidad, no como consigna, sino como camino real hacia una victoria democrática. Esto implica tender puentes, incluso hacia quienes han fallado. Invitar a Tuto a quedarse en el Bloque es un acto de madurez política, que debieras promover, porque queremos estar unidos. Lo importante es fortalecer el frente opositor, abrir las puertas a quienes quieran sumar, y seguir adelante con el proceso de construcción de una candidatura única que pueda derrotar al MAS en las urnas. Bolivia lo merece.

1 de abril de 2025

UNIDAD, DEMOCRACIA Y DESARROLLO

Por un nuevo momento político

historia y cierre de un largo ciclo


Bolivia es un país joven, en permanente construcción. Los pueblos son lentos forjando su historia, aunque hoy, en la era del internet y la inmediatez, muchas y muchos ciudadanos esperan soluciones instantáneas. Como pasa con todos los países, nuestra identidad nacional y social se está edificado a lo largo de procesos profundos y determinantes. 

Desde la Guerra del Chaco (1932), pasando por la Revolución Nacional (1952), la consolidación de la Democracia y el Estado de Derecho (1982), hasta el proceso de Inclusión Social (2006), hemos transitado por un camino que ha definido nuestra cultura política. Todo esto en la senda de un proyecto nacional-popular que ahora debe evolucionar hacia una democracia ciudadana. Esos fueron los hitos que han marcado nuestra historia y que cimentan nuestra memoria colectiva. Fuera de ese cauce, hasta ahora, toda iniciativa ha sido y es inviable, cualquier proyecto político que ignore esta realidad está condenado al fracaso. 

Nuestra historia, ha estado marcada también por la tensión entre dos visiones contrapuestas, un vaivén centenario que hemos llamado el "Péndulo Catastrófico". Este movimiento pendular ha dominado un discurso centenario, donde tanto la derecha como la izquierda están fraguadas en el populismo nacido a mediados del siglo pasado en América del Sur, con el peronismo en Argentina, el aprismo en Perú y el movimientismo en Bolivia. Tan es así, que salvo experiencias marginales, no han existido en nuestro país verdaderos partidos políticos, sino "movimientos" que han sido y son una "bolsa de gatos" de todos los colores, donde caben derechas e izquierdas, y sensibilidades muchas veces contradictorias entre sí, dispuestos a adaptarse al vaivén de las coyunturas.

Ante la incapacidad del Estado de controlar y administrar la economía, se han impuesto alternativas de privatización; ante el fracaso del mercado para paliar las desigualdades y la pobreza, se han repuesto las propuestas estatistas de la nacionalización de los recursos naturales y productivos. Ese es un círculo vicioso en el que estamos atrapados hace al menos cien años. Ahora toca pendular hacia el liberalismo, dentro de treinta años estaremos estatizando de nuevo. Requerimos un acuerdo nacional y democrático para la colaboración entre la sociedad, el mercado y el Estado, que sea de larga duración, una alianza cultural, económica y productiva entre los sectores público y privado. 

Los momentos clave de nuestra identidad fueron posibles gracias a la unidad de un Bloque Social de Poder, que sostuvo la hegemonía de cada época durante al menos veinte años, y que tuvo diferentes acepciones, la alianza de clases, el bloque social revolucionario, el pacto de unidad, respectivamente. Luego, cada momento terminó en crisis, caos y violencia hasta que emergió un nuevo proyecto. Así fue con el MNR, el MIR y el MAS; lamentablemente estos partidos históricos terminaron corrompidos y alejados de sus propios ideales.

Si no entendemos esta dinámica, no podemos explicar lo que ocurrió ni lo que está ocurriendo hoy. Más grave aún, sin esta comprensión, no podemos anticipar lo que viene ni tomar las decisiones correctas. Muchas y muchos bolivianos compartimos objetivos similares, pero diferimos en el camino a recorrer, porque no comprendemos las raíces de nuestra identidad, por ende, de nuestra historia y por ende, de cómo alcanzar juntos las metas que no son comunes. 

Por esta razón, en las elecciones de 2025 yo apoyo la candidatura de Unidad encabezada por Samuel Doria Medina. No es una elección arbitraria, ni de simpatías personales, sino una decisión basada en la viabilidad política de este proyecto. Es una decisión que se basa en hacer posible la transición hacia un nuevo ciclo de poder hegemónico que no se logrará si la cabeza del proceso se coloca fuera del marco nacional/popular evolucionando hacia un horizonte democrático y ciudadano. Un error en esta elección nos condenará a seguir estancados en el mismo lugar o, peor aún, a retroceder a los fracasos del pasado. 

Desde el Bloque de Unidad, Samuel Doria Medina representa la opción democrática para liderar este proceso de transformación. Su candidatura se encuentra en el punto posible, donde debe estar para consolidar una nueva etapa política, porque abarca desde la derecha liberal hasta la izquierda democrática, lo que hace posible incluir también las versiones democráticas de varios ismos, los ecologismos, feminismos, indianosmos regionalismos, etc, esa es la Unidad en el Bloque democrático. En el otro extremo, Andrónico Rodríguez representa la continuidad del populismo autoritario. Todo lo demás es cáscara, todo lo demás es adyacente, todo lo demás es un cuento. 

Ha llegado la hora de elegir con claridad y determinación.

¡Ha llegado la hora del Poder de la Unidad!

25 de marzo de 2025

¿POR QUÉ SAMUEL DORIA MEDINA?


 

 ELECCIONES GENERALES 2025
 
¿POR QUÉ SAMUEL DORIA MEDINA?

 
 
 
 
Renzo Abruzzese Antezana
Paul Coca Suarez
Julio Aliaga Lairana
 

 
PAUL COCA SUAREZ
 
Este mi análisis se estructura en tres puntos principales: la herencia dejada por casi 20 años de gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS), la necesidad de un liderazgo efectivo para Bolivia, y las condiciones políticas y electorales representadas por el candidato Samuel Doria Medina.
 
Luego de casi dos décadas bajo el gobierno del MAS, Bolivia enfrenta una profunda crisis estructural, económica y jurídica. El país vive actualmente en una condición que podría describirse como "quebrado", con problemas derivados de un modelo económico insostenible basado en la exportación masiva de recursos naturales sin valor agregado, aprovechando temporalmente los precios altos en el mercado internacional.
 
A esto se suma la destrucción ambiental causada por incendios masivos en bosques, inversiones públicas irresponsables que generaron "elefantes blancos" y la creciente dependencia de créditos externos. La ausencia de diversificación productiva contribuyó significativamente a la crisis económica actual.
 
En términos jurídicos e institucionales, el MAS concentró el poder político anulando la independencia de los órganos del Estado, especialmente sometiendo al Tribunal Constitucional. El gobierno de Evo Morales elaboró una Constitución adaptada a sus intereses, evidenciando que su objetivo principal era perpetuarse en el poder. Este contexto se profundizó también por las debilidades y errores cometidos por la oposición política durante el mismo periodo.
 
Otra característica negativa del periodo masista fue la corrupción institucionalizada y el enriquecimiento ilícito de funcionarios públicos, así como la cooptación política de importantes movimientos sociales, entre ellos la Central Obrera Boliviana (COB), hoy corresponsable de la crisis.
 
En síntesis, el MAS dejó un legado político y económico negativo, caracterizado por abusos de poder, corrupción, dependencia externa y falta de institucionalidad democrática, mostrando claramente cómo no debería ejercerse la política.
 
Frente a esta situación crítica, Bolivia requiere urgentemente un nuevo liderazgo caracterizado por visión clara, experiencia en gestión pública y capacidad real de negociación y pragmatismo político.
 
Los primeros 100 días de un eventual nuevo gobierno serán cruciales y sumamente complejos, ya que en ese período deberá definirse la hoja de ruta del futuro político y económico del país. Además, las probabilidades de una segunda vuelta electoral son elevadas, así como la posibilidad de tener un parlamento fragmentado. El MAS aún conserva una significativa base social y probablemente obtendrá representación legislativa.
 
En este contexto, un nuevo gobierno de oposición deberá demostrar gran capacidad negociadora, gobernar para todos los sectores sociales, gestionar conflictos inevitables con movimientos sociales afines al MAS y mantener el orden público frente a posibles movilizaciones sociales que busquen desestabilizar al país.
 
Entre los desafíos inmediatos destaca auditar el uso de recursos públicos entregados a organizaciones sociales y revisar las inversiones del anterior gobierno. La población exigirá soluciones inmediatas a problemas como la escasez de dólares, carburantes y productos básicos, lo cual requerirá eficiencia y pragmatismo del nuevo gobierno.
 
Además, es clave reconocer que desmontar el aparato político y administrativo creado por el MAS no será tarea fácil ni rápida, y que deberá realizarse respetando la Constitución vigente y sorteando las insuficiencias legislativas existentes.
 
Samuel Doria Medina se posiciona como uno de los candidatos más relevantes de la oposición. Ha logrado adelantarse políticamente al presentar un plan de gobierno claro y preciso, dando especial atención a los primeros 100 días de gestión. Su capacidad de construir alianzas estratégicas y territorializar la campaña política se considera una ventaja importante.
 
En Bolivia es insuficiente realizar campañas exclusivamente digitales; el trabajo territorial sigue siendo imprescindible para ganar elecciones. Samuel parece entender esto claramente, habiendo logrado alianzas clave en ciudades estratégicas, incluyendo La Paz, con organizaciones como SOL·BO o el Movimiento Sin Miedo.
 
Sin embargo, una de las mayores preocupaciones planteadas es la posibilidad de fragmentación electoral entre los principales candidatos de oposición, específicamente si no se lograra concretar una alianza entre Samuel Doria Medina y Jorge "Tuto" Quiroga. Esta situación sería perjudicial para la oposición y favorable al MAS.
 
El reto principal para Samuel, pero también para toda la oposición y la ciudadanía, es consolidar efectivamente una alianza amplia. Esto implica conformar listas parlamentarias renovadas, ofrecer soluciones concretas y movilizarse territorialmente, además de presentar propuestas atractivas y realistas al electorado.
 
Finalmente, una propuesta novedosa planteada por Samuel, que despierta interés y debate, es limitar constitucionalmente las reelecciones para cualquier cargo electivo a un solo mandato. Este punto resalta un esfuerzo por mostrar voluntad real de renovación democrática y evitar el abuso de poder, aunque implicaría una futura reforma constitucional.
 
 
 
RENZO ABRUZZESE ANTEZANA
 
Una de las principales consecuencias que dejó el gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS) es una profunda desinstitucionalización. Las instituciones son mecanismos sociales que sirven para proteger, difundir y conservar valores esenciales. Cuando estas instituciones se debilitan o destruyen, se pierden referentes sociales fundamentales. El MAS, durante casi 20 años en el poder, se dedicó a desmontar sistemáticamente las instituciones republicanas que sostenían el tejido social boliviano, promoviendo en su lugar un modelo alternativo llamado "Estado Plurinacional".
 
Sin embargo, lejos de consolidar una verdadera plurinacionalidad o inclusión social, el gobierno del MAS instauró una estructura política marcadamente étnica y racializada, fundamentalmente bajo criterios aymaras. La promesa inicial de inclusión étnica se transformó en un proceso de exclusión inversa o discriminación hacia otros grupos sociales, fenómeno conocido popularmente como "racismo a la inversa". Este concepto refleja cómo se impuso una lógica racial, fragmentando la sociedad boliviana, generando división, y anulando la pluralidad real en beneficio de una visión étnica única y dominante.
 
Otra importante herencia negativa del MAS fue la racialización de la política y la cultura, imponiendo un modelo centrado en la identidad étnica por encima de la ciudadanía diversa. Esto produjo una exclusión efectiva de un grupo social fundamental en la actual Bolivia: las clases medias. Diversos estudios nacionales e internacionales coinciden en que las clases medias representan ahora la mayoría social en Bolivia, habiendo aumentado sustancialmente su número durante las últimas dos décadas.
 
La estrategia del MAS, basada en una visión etnocéntrica, generó que esta nueva mayoría social, urbana y de clase media, se sintiera excluida del proyecto nacional. La consecuencia directa fue la movilización masiva y transversal que terminó expulsando a Evo Morales del poder en 2019. El conflicto evidenció una división profunda causada por la imposición de categorías étnicas rígidas que no se ajustaban a la realidad social del país, creando un clima político de tensión y enfrentamiento.
 
La tercera gran herencia del MAS es la destrucción del sistema político boliviano. Desde sus inicios, el proyecto político del MAS buscó deliberadamente eliminar el sistema tradicional de partidos, impulsando en cambio un modelo cercano al partido único, inspirado en el populismo autoritario. Esta estrategia se sustentó en una visión totalitaria que identificaba a los partidos políticos tradicionales como enemigos que debían ser eliminados para asegurar el control absoluto del poder.
 
Históricamente, los partidos políticos fueron esenciales como mecanismos de participación y representación democrática en Bolivia, desde principios del siglo XX. Sin embargo, el MAS, bajo una lógica populista descrita como "fascismo en clave democrática", destruyó esas instituciones representativas, pulverizando la capacidad de articulación social, política y democrática del país. Al eliminar los partidos, el MAS también destruyó las estructuras básicas de representación ciudadana, dañando profundamente la democracia boliviana.
 
La cuarta herencia negativa es la corrupción generalizada, que afectó prácticamente todos los ámbitos institucionales y sociales. La corrupción destruyó desde adentro cualquier posibilidad de consolidar los objetivos iniciales del proyecto político del MAS, incluso aquellos que podrían haber sido legítimos en su origen, especialmente relacionados con la inclusión de sectores campesinos e indígenas. Lo que comenzó como una promesa social terminó convirtiéndose en una práctica sistemática de envilecimiento institucional, comprometiendo seriamente el desarrollo del país.
 
Frente a este escenario devastado, el desafío fundamental que enfrenta Bolivia es el de reconstruir sus instituciones republicanas y democráticas. La reinstitucionalización es indispensable para superar las heridas provocadas por la racialización y fragmentación social y para reconstruir la representación democrática legítima.
 
En este contexto electoral, el binomio compuesto por Samuel Doria Medina y Vicente Cuellar ofrece una alternativa concreta y equilibrada para encarar dicho desafío. Samuel Doria Medina aporta conocimiento económico práctico, experiencia en gestión pública y una visión liberal moderada adecuada a la realidad social actual del país. Por otro lado, Vicente Cuellar complementa esta fórmula aportando un enfoque centrado en la recuperación institucional, la promoción de valores sociales y culturales, y la inclusión ciudadana amplia.
 
Esta alianza representa, por tanto, la posibilidad de reconstruir un proyecto nacional que abandone las lógicas destructivas del MAS. El objetivo central es revertir el daño causado por la desinstitucionalización, la racialización y la destrucción del sistema político. Además, se trata de reconocer a las clases medias como actores principales en la actualidad boliviana, sin desconocer las realidades sociales que aún persisten, pero enfocándose en un proyecto que mire hacia adelante y no hacia el pasado.
 
La tarea futura es compleja, pero pasa necesariamente por superar el modelo excluyente y racista impuesto por el MAS, recuperando instituciones democráticas sólidas y representativas, donde todos los ciudadanos puedan sentirse nuevamente incluidos. La propuesta política de Samuel y Vicente representa precisamente esa visión de futuro, centrada en la reinstitucionalización democrática y en una verdadera reconciliación nacional, condición indispensable para el desarrollo económico y social sostenible en Bolivia.
 
 
 
JULIO ALIAGA LAIRANA
 
Aunque la herencia dejada por el Movimiento al Socialismo (MAS) ya fue descrita por los participantes que me anteceden, es necesario puntualizar brevemente que Bolivia hoy enfrenta profundas crisis económica, institucional y moral. Hace 20 años, el país tenía una visión optimista, proyectándose como un centro estratégico de distribución energética para América del Sur, especialmente en gas y electricidad. Hoy, dicha visión ha desaparecido casi por completo debido al gobierno del MAS, que dejó un país profundamente deteriorado y sin perspectivas claras.
 
Sin embargo, más allá de esta crisis heredada, lo fundamental ahora es plantear propuestas concretas para salir adelante. Bolivia necesita urgentemente una candidatura fuerte, pragmática y, sobre todo, honesta, que responda con claridad a los desafíos del presente y construya un nuevo horizonte de país.
 
Desde el movimiento Cambio 25, se propuso inicialmente una visión de país sustentada en tres ejes fundamentales: el mercado, el Estado y la sociedad.
 
El mercado, como un centro generador de riqueza:
La generación de riqueza depende fundamentalmente de la libertad económica: libertad de emprendimiento, comercio abierto, igualdad de oportunidades, seguridad jurídica y respeto a la propiedad privada. Sin mercado no hay creación de riqueza, solo distribución de pobreza.
 
Un Estado autonómico y eficiente:
Se requiere un Estado pequeño pero fuerte, descentralizado, autónomo y comprometido con el desarrollo integral. Este Estado debe regular eficazmente la economía, reducir desigualdades y apoyar iniciativas privadas y colectivas, fortaleciendo la institucionalidad democrática.
 
Una sociedad compuesta por ciudadanos:
Bolivia requiere una sociedad multicultural, diversa pero unida, innovadora y conectada al mundo moderno. Es prioritario luchar contra la corrupción, la mediocridad y la ignorancia, enfrentando con firmeza estos obstáculos culturales al progreso nacional.
 
Aunque Cambio 25 tenía estas propuestas claras, carecía de recursos suficientes para competir electoralmente por sí mismo, por lo que decidió unir fuerzas con otros actores políticos afines.
 
Consciente de la gravedad de la crisis nacional, identificamos siete medidas urgentes para enfrentar inmediatamente al asumir el gobierno:
 
· Eliminar gradualmente la subvención a los carburantes, indispensable para recuperar estabilidad económica.
 
· Sincerar el precio de divisas extranjeras (dólares) para estabilizar el mercado cambiario.
 
· Cerrar las empresas estatales deficitarias que generan pérdidas insostenibles.
 
· Reducir la burocracia estatal para racionalizar gastos y fortalecer la eficiencia.
 
· Lograr la independencia efectiva del Poder Judicial, garantizando neutralidad, eficiencia y transparencia.
 
· Sostener políticas sociales dirigidas a los sectores más vulnerables, combinando equidad con crecimiento económico.
 
·  Obtener financiamiento externo para enfrentar de inmediato las necesidades financieras del país.
 
Estas medidas deben implementarse rápidamente, idealmente en los primeros 100 días del nuevo gobierno, con decisiones claras desde el inicio de la gestión, pues no existe tiempo para improvisar ni dilatar soluciones.
 
Ante la necesidad de consolidar una alternativa política efectiva frente al MAS, se decidió respaldar la candidatura de Samuel Doria Medina junto con Vicente Cuéllar, quienes representan la capacidad real de llevar adelante estas transformaciones con solidez y pragmatismo.
 
Samuel Doria Medina destaca por su pragmatismo económico y político. Es un candidato con amplia experiencia en gestión económica, conocedor profundo del mercado, la administración pública y con conexiones nacionales e internacionales que pueden asegurar apoyo y estabilidad al país.
 
Además, Doria Medina comparte la visión de un Estado moderno, eficiente y descentralizado, respetuoso de la diversidad cultural y comprometido con los derechos sociales. Se identifica plenamente con la visión progresista, socialdemócrata y liberal-democrática que necesita Bolivia para superar las divisiones internas dejadas por el MAS.
 
Aunque cualquier campaña electoral obliga a los candidatos a embellecer su discurso, Samuel posee claridad y determinación para enfrentar con firmeza los problemas estructurales del país. Su compromiso con las propuestas mencionadas es sólido, especialmente por su intención explícita de implementar rápidamente medidas concretas en los primeros 100 días de gestión, algo fundamental dada la actual emergencia nacional.
 
Finalmente, se destaca que la candidatura de Samuel Doria Medina tiene la virtud de convocar a diversos sectores políticos y sociales bajo una visión común, inclusiva, moderna y democrática, alejada del autoritarismo y las visiones excluyentes del pasado.
 

1 de febrero de 2025

SOBRE LA ENCUESTA CLAURE

A siete meses de las elecciones generales en Bolivia, el escenario político comienza a delinearse con tendencias claras, pero también con una alta dosis de incertidumbre. Aunque los datos de las encuestas actuales muestran una radiografía del momento, la dinámica electoral es fluida, y muchas cosas pueden cambiar en el camino.


El ocaso de Evo Morales y la disputa en el MAS  
Uno de los datos más relevantes es la confirmación de que Evo Morales no será candidato. Su desgaste político, el rechazo generalizado y, sobre todo, la resistencia dentro de su propio partido ha sellado su destino. Su principal enemigo en este momento no es la oposición, sino su antiguo delfín, Andrónico Rodríguez, quien, con el respaldo de una parte del MAS, busca asumir el liderazgo. Si bien importante, el proyecto etnonacionalista y autoritario no es ya mayoritario. Para convertirse en una opción real de poder, tendrá que ampliar su base y conquistar a las clases medias, urbanas y mestizas, algo que aún está por verse.  

Luis Arce, sin chances reales
Mientras tanto, el presidente Luis Arce (Tilín) parece haber quedado fuera de juego. Aunque cuenta con el respaldo de un aparato estatal desde el que las y los funcionarios apostarían por la preservación de sus cargos, el apoyo no se traduce en una base electoral competitiva. En términos políticos, es un cadáver: su imagen no despierta entusiasmo ni dentro ni fuera del oficialismo.  

La emergencia de Chi Hyun Chung: el voto del desencanto
Un fenómeno que merece atención es el ascenso del pastor Chi Hyun Chung, quien, sin ser una novedad, representa la única alternativa visible momentáneamente para un electorado reactivo y conservador en busca de una opción diferente. Su discurso ultramoralista y reaccionario encuentra eco en ciertos sectores desencantados, lo que lo convierte en una figura a observar.  

Manfred Reyes Villa: fuerte pero estancado
El Alcalde de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, ha decidido entrar en la carrera presidencial, convencido de que su popularidad es suficiente para sostener su candidatura. Sin embargo, según esta y otras varias encuestas, su crecimiento se ha estancado, lo que sugiere que ya ha alcanzado su techo electoral. Si bien tiene una base sólida, su margen de expansión es limitado.  

La dispersión en la oposición y el dilema de la unidad
El espacio opositor está fragmentado en torno a la idea de unidad. En el grupo de líderes que buscan articular una candidatura conjunta —Samuel Doria Medina, Tuto Quiroga, Carlos Mesa, Luis Fernando Camacho, Vicente Cuellar y Amparo Ballivian— solo Samuel y Tuto tienen una presencia electoral significativa. El resto ha perdido relevancia o carece de una intención de voto suficiente para influir en la competencia.  

Aquí surge una tensión clave: ¿unidad o renovación? Hasta ahora, la pulsión de unidad ha prevalecido sobre la necesidad de renovar liderazgos. El único "renovador" en el grupo es Vicente Cuellar, mientras que Rodrigo Paz Pereira, que también apostaba por la renovación, ha decidido competir por fuera, con un espacio electoral reducido porque fuera tendrá que competir con Manfred y Chi, sin grandes posibilidades.

Los escenarios según el candidato de unidad
La definición de quién será el candidato de unidad es crucial para el equilibrio electoral.  

Si el elegido es Tuto Quiroga, competirá directamente con Manfred y Chi en el espectro de la derecha, dejando vía libre a Andrónico Rodríguez para disputar el voto de centro y centroizquierda.  
Si el candidato es Samuel Doria Medina, tendrá la posibilidad de aglutinar el voto de la derecha, el centro, y a quienes difícilmente apoyarían a Tuto en el centro progresista (incluido un grueso de masistas desencantados y descontentos). Esto lo convierte en un candidato más competitivo con capacidad de captar votos de diferentes sectores.  

La apuesta por Vicente Cuellar
Más allá de los cálculos electorales, el proceso también es una batalla por visiones de país. En este sentido, la candidatura de Vicente Cuellar representa una alternativa que, aunque todavía no logra sumar mayorías, encarna un proyecto de cambio con una perspectiva distinta. Su desafío es consolidarse como una opción viable en un escenario donde las tendencias actuales podrían no ser definitivas.  Personalmente, este es el espacio donde yo me afilio: https://bit.ly/CAMBIO25

Un tablero aún en movimiento
Aunque las encuestas actuales marcan una tendencia, el camino hacia agosto está lleno de incógnitas. La disputa dentro del MAS, la consolidación (o no) de un candidato opositor de unidad, el crecimiento de figuras emergentes como Chi Hyun Chung y la capacidad de los actores políticos para expandir sus bases de apoyo serán determinantes en el desenlace de la contienda. La política boliviana es dinámica, y en siete meses, todo puede cambiar.

La Paz, 1º de febrero de 2025

18 de diciembre de 2024

CARTA ABIERTA


La Paz, 18 de diciembre de 2024  

Señores

    Samuel Doria Medina 
    Carlos Mesa Gisbert  
    Tuto Quiroga Ramírez
    Luis Fernando Camacho Vaca
Presente.

CARTA ABIERTA

Estimados amigos:

Me dirijo a ustedes para felicitarlos por el histórico acuerdo que han alcanzado, un llamado a la unidad de la oposición democrática en Bolivia. Este esfuerzo, que busca consolidar un candidato capaz de encarnar los valores de la democracia, la libertad y la solidaridad frente al autoritarismo, el etnonacionalismo y la corrupción masista, es un hito que merece ser celebrado y reconocido por todas y todos los bolivianos que sueñan con un futuro más luminoso para nuestra patria.

Emprender este camino exige, más que voluntad, un empeño sincero, abierto y generoso. Es imprescindible que este esfuerzo supere las agendas personales para convertirse en un proyecto colectivo que abra las puertas de la igualdad a quienes deseen competir y participar. Solo así podrá cimentarse la confianza de la ciudadanía y germinar un verdadero compromiso con esta propuesta de unidad democrática.

Invito a todas y todos los bolivianos a sumarse a estos proyectos de unidad con fe y esperanza, sin descartar otros esfuerzos que puedan surgir desde diversos espacios políticos y sociales. Lo he dicho tantas veces que ya suena como un mantra: la verdadera unidad no nace de acuerdos entre cuatro o cinco dirigentes, por importantes que sean, sino de la convergencia de intereses de un Bloque Social que se ha unido en momentos cruciales de nuestra historia reciente. En 1952, para construir el Estado Nacional; en 1982, para rescatar la democracia; y en 2006, para integrar nuestras culturas, etnias y regiones en un solo tejido nacional. Ahora, el desafío es monumental: encontrar un modelo de desarrollo "a la boliviana" que nos guíe hacia la prosperidad.

Debo aclarar, no obstante, que estos procesos históricos han quedado inconclusos. Ni hemos logrado una institucionalidad estatal consolidada en todo el territorio, ni hemos construido una democracia con cimientos sólidos, ni la inclusión social ha llegado a abrazar a todos y todas. Estas tareas pendientes mantienen abiertas las heridas de nuestra sociedad, y resurgen como pulsiones latentes en todo momento, impidiendo el surgimiento de una ciudadanía plena y dejando a nuestra nación como un mosaico de comunidades con déficits en su cultura política democrática. Resolver estas carencias es el paso indispensable hacia el desarrollo.

En Bolivia, la unidad se ha forjado históricamente en procesos participativos, articulando las demandas de las mayorías. Esta unidad debe representar a nuestra nación en toda su pluralidad, reconociendo a sectores históricamente relegados y evitando caer en los extremos ideológicos. Es esencial dar cabida a nuevos liderazgos que incluyan a mujeres, jóvenes, minorías vulnerables y comunidades diversas, para renovar nuestra política y garantizar una representación legítima. Es aquí donde el pacto de unidad que Uds. han firmado frente a la nación, puede fortalecerse, comprendiendo e incorporando estas perspectivas esenciales.

Durante décadas, nuestro país ha estado atrapado en un vaivén de modelos opuestos: el fracaso del estatismo ha fortalecido corrientes liberales, y las desigualdades del mercado han devuelto el péndulo al refortalecimiento del estatismo, llevamos así casi cien años. Este ciclo, llamado del "Péndulo Catastrófico", ha sembrado inestabilidad económica, social y política, frenando nuestro desarrollo. Ahora le toca al liberalismo, que con su énfasis en el mercado, la propiedad privada y la inversión, se perfila como el camino más viable para superar las limitaciones que ha impuesto el masismo, pero que por sí solo no puede ofrecer una solución integral. Necesitamos un equilibrio que combine mercado y Estado, donde el primero genere riqueza y el segundo proteja a los vulnerables, garantizando educación, salud y oportunidades básicas.

Si algo falta en vuestro acuerdo, es frescura, es juventud, es renovación. Tras años de lucha y de defender los valores democráticos —algo que nadie puede negarles— existe el riesgo de quedarse atrapados en las alturas del liderazgo, lejos del latido cotidiano del pueblo. Este es, quizás, el mayor de los peligros. Encontrar esa fuente de agua fresca y cristalina, no contaminada por el pasado, es el desafío supremo para que este acuerdo de unidad se convierta en la brújula del futuro.

Desde mi humilde lugar de ciudadano, reitero mi compromiso férreo con este anhelo de unidad. La Cátedra Bicentenario, proyecto que tengo el honor de coordinar desde el Rectorado de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno y el Repositorio de la Memoria Democrática, ha convocado a casi dos mil profesionales de todas las universidades del país. Este espacio está preparado para contribuir con respuestas reales y viables a los problemas históricos y coyunturales de Bolivia, desde una perspectiva que combina la libertad del mercado con la solidaridad hacia los sectores más vulnerables.

La democracia no es solo un sistema político; es el espejo donde se refleja nuestro compromiso con la dignidad y los derechos de cada persona, sin importar sus diferencias.

Con un saludo cordial y los mejores deseos de éxito en esta empresa trascendental, quedo a vuestra disposición. 

Atentamente,

Julio Aliaga Lairana
Sociólogo y Politólogo
Presidente del Directorio RMDB
Coordinador de la CÁTEDRA BICENTENARIO

10 de diciembre de 2024

Puestos a proponer, PROPONGO:

En Bolivia, las elecciones generales de 2025 se acercan en un contexto político polarizado y fragmentado. Si bien la oposición ha reconocido la importancia de construir una unidad política alrededor de algún candidato fuerte, los intentos anteriores han sido obstaculizados por diferencias ideológicas, intereses regionales y la falta de una visión compartida. Para garantizar una candidatura sólida, se requiere articular un proyecto inclusivo y democrático que supere las divisiones históricas.

Nos guste o no nos guste. Nos parezca bien o nos parezca mal. ¡ESTO ES LO QUE HAY!

Y PUESTOS A PROPONER:

EL BLOQUE SOCIAL DE PODER ALTERNATIVO:

Inspirados en los principios de articulación nacional, democrática, popular y ciudadana, se debe tender a integrar a sectores diversos como las plataformas ciudadanas, movimientos sindicales, corporativos, juveniles, cívicos, feministas, animalistas, ecologistas, regionalistas e indigenistas. Este Bloque permitiría superar las fracturas ideológicas y regionales, promoviendo una plataforma común basada en el respeto a las diferencias y la búsqueda del bien colectivo. Este proceso debe centrarse en consolidar liderazgos democráticos que prioricen el diálogo, la transparencia y la inclusión, dejando de lado los intereses personalistas o caudillistas.

UNA PLATAFORMA ELECTORAL BASADA EN CONSENSOS:

Desarrollar un Plan de País que articule una visión de largo plazo, abordando temas estructurales como la educación, la salud, el empleo, la justicia y el medio ambiente. Esta plataforma debe ser producto de mesas de trabajo con participación de ciudadanos, expertos y organizaciones políticas y sociales. Los candidatos debieran comprometerse a liderar una coalición con una agenda que trascienda las elecciones, cimentando un modelo de gobernanza inclusiva y participativa. 

OCHO PUNTOS CARDINALES PARA ALCANZAR UN ACUERDO:

La ciudadanía requiere certezas, ahora más que nunca. Las candidaturas debieran poder ponerse de acuerdo en al menos estos temas centrales:

1. Reforma del Sistema Judicial:

Para garantizar un sistema judicial imparcial y eficiente, es esencial reformar el proceso de selección de jueces y magistrados bajo criterios de mérito, transparencia y competencia técnica, asegurando su independencia como contrapeso frente a otros poderes del Estado. Además, deben crearse mecanismos de supervisión y auditoría independientes que evalúen el desempeño judicial, complementados con programas de capacitación continua en derechos humanos, ética y jurisprudencia moderna. Finalmente, la digitalización de procesos judiciales permitirá acceso transparente, reducirá la retardación de justicia y eliminará oportunidades de corrupción, fortaleciendo así la confianza ciudadana en el sistema.

2. Eliminación de las bases y fuentes de corrupción:

Para combatir la corrupción, es fundamental implementar un marco normativo que obligue a la publicación transparente de presupuestos, contratos y auditorías en plataformas accesibles al público, acompañado de mecanismos de monitoreo ciudadano y sanciones severas contra actos ilícitos. Simultáneamente, se deben incorporar programas educativos que promuevan valores éticos y cívicos desde la escuela, complementados con campañas de sensibilización que destaquen los efectos negativos de la corrupción. Finalmente, es imprescindible fortalecer instituciones como la Contraloría General del Estado, dotándolas de mayor autonomía y recursos para garantizar una fiscalización efectiva y combatir la impunidad.

3. Rol independiente del Banco Central de Bolivia (BCB):

El Banco Central debe recuperar su independencia para garantizar una política monetaria sólida y responsable. La emisión inorgánica de dinero para financiar déficits fiscales o empresas públicas deficitarias ha distorsionado la economía y acelerado la inflación. Un BCB independiente puede controlar la inflación, mantener la estabilidad monetaria y preservar las reservas internacionales, fundamentales para sostener la confianza en la economía nacional. Además, limitar el uso del BCB como fuente de financiamiento evitará que se agraven los desequilibrios macroeconómicos y permitirá un manejo técnico y transparente de la política monetaria.

4. Cierre o privatización de empresas públicas deficitarias:

Las empresas públicas deficitarias representan uno de los mayores problemas para el déficit fiscal. La falta de sostenibilidad de estas entidades no solo drena recursos públicos, sino que impide que se destinen a sectores clave como la educación, la salud y la infraestructura. Se debe racionalizar el gasto estatal, cerrando o privatizando aquellas empresas que no sean estratégicas y que carezcan de un modelo de negocio rentable. Una privatización ordenada, acompañada de medidas de regulación, no solo puede aliviar el déficit, sino también fomentar la competitividad y atraer inversiones privadas.

5. Fin del financiamiento estatal de los carburantes:

El subsidio a los combustibles ha generado una presión insostenible sobre las finanzas públicas. Este mecanismo, aunque socialmente popular, perpetúa desigualdades al beneficiar más a quienes consumen mayores cantidades de energía, generalmente sectores con mayores ingresos. La eliminación gradual de este subsidio permitiría liberar recursos para inversión en energías renovables y tecnologías limpias, promoviendo la sostenibilidad ambiental y fiscal. Además, ajustar los precios al nivel del mercado fomentará un uso más eficiente de los combustibles y reducirá la dependencia de importaciones costosas.

6. Liberación y flotación del precio del dólar estadounidense:

Mantener un tipo de cambio fijo ha implicado un drenaje continuo de las reservas internacionales para sostener la demanda de divisas. Liberar y permitir la flotación del dólar otorgará al mercado la capacidad de ajustar el tipo de cambio según las condiciones económicas reales, mejorando la competitividad de las exportaciones y atrayendo inversiones extranjeras. Esta medida debe ser acompañada por políticas fiscales y monetarias responsables para evitar una volatilidad excesiva y proteger a los sectores más vulnerables.

7. El medio ambiente y el desarrollo sostenible:

Para equilibrar el desarrollo industrial con la preservación del medio ambiente, se debe implementar un modelo de desarrollo sostenible basado en la promoción de tecnologías limpias y prácticas responsables. Esto debe incluir la creación de incentivos fiscales para empresas que adopten procesos productivos amigables con el medio ambiente, así como la obligatoriedad de realizar estudios de impacto ambiental rigurosos antes de iniciar proyectos industriales. Además, se debe fortalecer la fiscalización ambiental con instituciones autónomas y transparentes que garanticen el cumplimiento de normativas sin comprometer el crecimiento económico. Finalmente, se plantea fomentar la educación ambiental en todos los niveles, promoviendo una cultura empresarial y ciudadana que valore la sostenibilidad como pilar del progreso nacional.

8. Igualdad, respeto y protección a la diversidad:

Para garantizar la igualdad de todos los ciudadanos bolivianos y proteger a los sectores más vulnerables, es fundamental consolidar un marco legal y político que promueva la inclusión plena, respetando las diferencias regionales, culturales, étnicas, raciales, religiosas, sexuales y de género. Esto requiere reforzar políticas públicas de no discriminación y equidad, así como ampliar la red de protección social mediante transferencias monetarias condicionadas, acceso universal a la salud, y subsidios para grupos en riesgo como madres solteras, niños, ancianos y personas con discapacidad. Paralelamente, se deben garantizar servicios básicos mediante inversiones en infraestructura educativa, sanitaria y habitacional en regiones marginadas, fomentar la inclusión económica a través de capacitación técnica e incentivos para la contratación laboral, y establecer mecanismos de consulta y participación comunitaria para asegurar que las políticas públicas respondan directamente a las necesidades y realidades de todos los sectores de la sociedad, promoviendo así una Bolivia más justa, inclusiva y cohesionada.

SI SE LOGRARA UN ACUERDO ALREDEDOR DE ESTOS PUNTOS U OTROS QUE SE ACORDARAN, LA DEMOCRACIA TENDRÍA UNA PLATAFORMA COMÚN QUE NOS OTORGUE CERTIDUMBRE. APARTE DE ELLO, CADA CANDIDATO (que no habrá uno solo) PODRÁ DECIR Y PROMETER LO QUE BIEN CONSIDERE.


30 de mayo de 2024

VISION DE PAIS

EL ESPÍRITU DE ESTA PROPUESTA

1. Lo importante es entender que VISÓN DE PAÍS no es un programa de acción electoral ni un Plan de Gobierno. VISIÓN DE PAÍS es una meta a alcanzar, es una imagen que prefigura el objetivo que una sociedad se propone lograr.

2. Hemos construido esta imagen, rescatando una narrativa que explica y justifica la existencia de un hogar común, para todas y todos los bolivianos. Durante dos décadas el etnonacionalismo masista ha intentado borrar de la memoria la construcción de la Bolivia contemporánea, reemplazándola con un mito prehispánico, como si durante siglos no hubiera acontecido nada.

Las y los bolivianos tenemos conciencia de nuestra identidad nacional, por encima de regiones, culturas o etnias, somos bolivianos y bolivianas. Vivimos bajo un techo común, donde hemos construido nuestra institucionalidad estatal y democrática, hemos diseñado nuestras autonomías regionales y hemos impulsado poderosos procesos de inclusión e integración social. Todo eso hace a nuestra identidad, esta es la Bolivia de hoy y debemos rescatarla para nuestra memoria.

El ESPÍRITU de esta VISIÓN DE PAÍS se sostiene en continuar construyendo una Bolivia donde nadie sea prescindible, sino al contrario, todos y todas seamos importantes y necesarios. Este texto se puede cambiar o mejorar, salvo con aquellos añadidos que expulsen o impidan la incorporación de cada quien, respetando siempre su personalidad, su identidad y sus intereses.

Esta es una VISIÓN DE PAÍS que nos contiene e integra a las y los bolivianos, sin excepciones.

8 de marzo de 2024

PRIMARIAS EN LOS PARTIDOS

En un momento crucial para nuestra democracia, es de vital importancia reafirmar el compromiso ciudadano con la transparencia y la legitimidad en la selección de los candidatos que cada partido político legalmente inscrito en el Tribunal Electoral de Bolivia pueda presentar. Hay que reconocer que la elección democrática de los candidatos fortalece la participación ciudadana y promueve la representación de los intereses de la población.


Quiero abogar y adherirme a la celebración de elecciones primarias internas dentro de los partidos políticos, ya sea en formato abierto o cerrado, como el mejor método para seleccionar a los candidatos, aunque debiera permitirse otras maneras o métodos, vinculados a la concepción de lo que es la Democracia en cada una de esas organizaciones. Creo que estos procesos brindan una oportunidad para que los miembros de los partidos y la ciudadanía en general participen activamente en la elección de aquellos que nos representarán en los comicios nacionales del año 2025.

Sin embargo, es imperativo señalar que, en el caso de elecciones internas abiertas, existe la posibilidad de que el gobierno nacional pueda interferir con malas intenciones, maniobrero y ladino, como ha demostrado ser. Esta interferencia podría manifestarse en forma de sabotaje a los candidatos más idóneos, con el propósito de promover a aquellos menos atractivos o que respondan a intereses ajenos a los del pueblo y la ciudadanía boliviana.

Por tanto, hay que instar a la Asamblea Legislativa, que está tratando una propuesta de ley en ese sentido, a garantizar que las elecciones internas, si son abiertas, se lleven a cabo de manera justa y transparente, protegiendo la integridad del proceso electoral y asegurando que la voluntad de los votantes sea respetada. Es fundamental garantizar la neutralidad y la imparcialidad de otras instituciones políticas (el Gobierno es siempre una de ellas) durante todo el proceso, evitando cualquier forma de manipulación o interferencia indebida.

Llamemos a la ciudadanía a permanecer vigilante y activa, defendiendo los principios democráticos y denunciando cualquier irregularidad que pueda poner en riesgo la legitimidad de los procesos electorales que se avecinan. Solo mediante el compromiso colectivo con la transparencia y la justicia podremos consolidar una democracia sólida y representativa en nuestro país.

3 de febrero de 2023

MAGISTRADOS (otra vez)

Uno de mis bisabuelos se llamaba Francisco Urbano Lairana; nació en la ciudad de Jesús y Montes Claros de los Caballeros de Vallegrande y, hasta donde yo sé, es el único abogado que consta entre mis antecesores; sería de los pocos jurisconsultos que tuvo Santa Cruz a principios del siglo XX y su retrato bien trajeado y de bigotes adorna un salón de la Corte de Justicia cruceña entre los de los magistrados destacados que presidieron ese Tribunal. Dejó su impronta personal, ya que pasando por mi abuelo que creía fervientemente que lo único por lo que valía dar la vida era la Libertad, hasta llegar a mí, la Justicia ha sido un valor central en la tradición familiar.

No me imagino a ese Francisco Lairana compilando papeles, empezando por su título universitario, ni haciendo compulsar las sendas fotocopias para que quede claro que no las ha falsificado en algunas oficinas de por ahí, lo mismo que con sus otros certificados, el de nacimiento, el del servicio militar, su fotocopia legalizada (como no) del carnet de identidad, y llevándolos foliados –del último al primero– en folder amarillo con fástener y en sobre cerrado; ni haciendo fila por horas, para que cuando le toque, entregarlo a un secretario de marras, de los tantos que habrá en la Asamblea Legislativa y que están ahí aupados sin saber ni leer ni escribir, a puro masismo, quien le pedirá sus personales y le dirá que vuelva mañana muy temprano a recoger una constancia de su patriotismo y amor al Estado plurinosequé, que de la república, la nación o el país, ya no queda casi nada.

Una vez que esos papeles hayan sido revisados por algún especialista, mejor si un verdadero Rector de universidad o su encomendado, constatando que no falte ninguno y estén ordenados según los requisitos (lo que bien podría haber hecho un ujier), no me imagino a este mi bisabuelo en una entrevista con un par de diputados o diputadas que tienen ya preestablecida una lista de hermanos y hermanas para elegir, para que le certifiquen si sabe o no sabe lo que sabe, ya que estaba entre los más doctos de la República de su tiempo y que ejercía sus responsabilidades como un profesional respetable. A abogados así, en cualquier parte del mundo, se los invita y se les agradece si aceptan, no se les hace hacer fila para postularse.

Y ni les cuento el examen. Mi bisabuelo delante de una caterva plurinosequé de asambleistas, que de derecho y jurisprudencia no saben nada de nada, que no entienden ni un ápice de lo que le toque responder. Es que solo eso es una afrenta a la dignidad humana, a la que solo pueden someterse quienes no valoran su saber, su profesión, ni sus méritos.

No me lo imagino tampoco después, cruzando sus dedos, pendiente de la votación en una comisión o en el pleno legislativo, en la que seguramente lograría participar como parte de una lista por orden alfabético, donde no constan ni las calificaciones obtenidas por sus méritos, ni en el examen, ni de las entrevistas, después de haber llamado en secreto a alguna o algún diputado o senador (que es lo que hacen los postulantes que quieren ser electos), a ver si logra que resalten su nombre y aseguren por él, que va a ser fiel con su puño en alto y su diestra sobre el pecho, y lograr así los votos suficientes para ser seleccionado, gracias a quien logre asegurar una mayoría parlamentaria para este singular reparto, porque otra posibilidad no hay, entre los que van a salir a solicitar el apoyo popular que los legitime en elecciones.

No creería que es mi bisabuelo, si lo viera prometiendo y comprometiendo cosas, en nombre de la Justicia, ante las asociaciones de vecinos, o a los sindicatos campesinos, para que difundan su nombre y digan que hay que votar por él y no por otro que estará haciendo lo mismo. Menos lo puedo imaginar filtrando su fotografía en las redes del Internet y pagando a Feisbuc (Facebook, en inglés) para que la haga circular entre los bolivianos mayores de 18 que tendríamos que ir a votar si las elecciones se efectúan a tiempo, lo que ya está en duda, a ver si saca como un cinco por ciento del total, con lo cual gana estas elecciones truchas, lo que lo podría coronar Magistrado al fin.

Y menos aún me lo imagino, si después de toda esa indignidad, se viera impelido a dictar una sentencia cualquiera, a favor de alguien con un poquito de poder (poder azul, que es lo que se lleva hoy por hoy) que lo presione porque le debe el cargo, decidiendo en desacuerdo a su saber y su conciencia. Él sabría de antemano y desde un principio (desde cuando presentó los papeles para disputar tan grotesca indignidad), que si no obedece, va a ser acusado, juzgado y condenado en un raudo zipizape en el Senado plurinosequé, donde no valen argumentos sustentados, sino otra vez la mayoría, esta vez contrariada y vociferante, que lo condenaría culpable, a menos que antes él se apresurara a renunciar, confesando su desfasado atrevimiento de solo haber cumplido su deber.

Saben que; con todo el respeto que se merecen los organizadores de semejante fantochada, tengan la gentileza de irse a la mismísima mierda. Lo digo en nombre de mi bisabuelo que debe estar contento que lo escriba de esta manera y de que haga algo para cambiar esta forma comprobada de poner la justicia al servicio del poder. Pongan nomás sus jueces masistas truchos, alguno que haya experimentado siendo asesor en el sindicato de heladeros de Portachuelo o algo así. Un profesional de valía, experiencia y recto como una plomada, que los hay, y que son los que nuestra desportillada justicia necesita, no se va a presentar en este circo; y las universidades nacionales, las carreras de derecho de verdad, no debieran aceptar validar semejante payasada plurinacional (que ahora sí me vine a recordar del tal apelativo).

30 de septiembre de 2020

SOBRE LAS ELECCIONES 2020

 LO MÁS IMPORTANTE DE LO MÁS IMPORTANTE

Hasta donde se puede mirar, el resultado de las próximas Elecciones Generales en Bolivia tiene trazadas las siguientes tendencias, difíciles ya de cambiar:

1. El Sr. Camacho será tercero, porque por mucho esfuerzo que haga y crecimiento que logre, no podrá superar en ningún caso el 20% ni el porcentaje de votos del Sr. Carlos D. Mesa G.

2. El candidato Carlos Mesa será segundo, pero no podrá superar la barrera del 30%, así le falte una micromilésima para lograrlo.

3. Luis Arce no logrará superar el 40% y no podrá hacerse con la victoria electoral en primera vuelta.


Por lo tanto, el balotaje de la segunda vuelta será entre Luis Arce del MAS y Carlos Mesa de CC. De así darse, el ganador será Carlos Mesa y podríamos vaticinar que será el próximo Presidente Constitucional del Estado y la República, envidiablemente hasta el 2025, año del bicentenario de Bolivia.

Lo que puede pasar y es lo que debemos evitar que suceda, es que hayan muchos votos blancos y nulos, tantos que suban el porcentaje de los candidatos (de todos por igual, pero lo único que puede variar el resultado es que se acrecienten los votos del primero), permitiéndole al MAS superar la barrera de los 40%, otorgándole así la victoria en primera vuelta.

Para que esto no suceda, debemos dirigir parte de la campaña en evitar blancos y nulos. Los electores tienen que saber que votar blanco, nulo o marcar la casilla en la franja que postula a la actual Presidente Jeanine Añez, quien se ha retirado de la contienda pero permanecerá en la franja de la papeleta de votación y todo voto que le sea otorgado sumará a los votos nulos, es votar por el crecimiento porcentual del MAS.

Hay que explicarle a las y los votantes que es preferible votar por cualquiera, hasta por la o él último de la lista, así no tenga posibilidad alguna, pero ni nulo ni blanco. En estas circunstancias, eso sería votar por Arce.

10 de noviembre de 2019

NUEVO TRIBUNAL ELECTORAL

¿CÓMO LOGRAR UN TRIBUNAL ELECTORAL EN DIEZ DÍAS, que sea independiente, probo, neutral y confiable, ante las instituciones políticas, la ciudadanía y la comunidad internacional?

Esta es mi propuesta. Es posible porque en Bolivia se hizo algo parecido hace casi treinta años y dio un excelente resultado.



No es idóneo el actual mecanismo, donde la Asamblea Legislativa impone candidatos; eso genera dudas, desconfianza y no aceptación.

• No decidir a puertas cerradas y entre cuatro personas, porque se va a decir que son parcializadas.

No al cuoteo, Ese “tu pones uno que yo pongo el otro”, termina con un grupo de empleados, cada cual condicionado por el partido o comité que lo propuso.

Sobre esas bases, esto es lo que se debiera hacer:

1. Conformar una Comisión donde participen los actores implicados, TODOS los partidos políticos que tienen y que lograron representación parlamentaria. Invitar una delegación de los Comités Cívicos, al CONADE y alguna otra institución/organización que se considere imprescindible.

2. LO MÁS IMPORTANTE: todos deben participar en igualdad de condiciones, un participante un voto para lo que se decida, y para la elección de vocales, el derecho a veto sin distinción de grandes o chicos. Ese fue el principio que permitió una Corte Electoral de Notables independientes como la que se nombró el año 1991.

3. Establecer mínimos imprescindibles (formación, experiencia, prestigio personal, etc.)  que sean claros y simples.

4. Finalmente la unanimidad, aceptar sólo a quienes cuenten con el respaldo de TODOS los participantes. Si alguno se opone, se rechaza la postulación al instante. Es un mecanismo que permite que quienes sean nombrados gocen de la confianza plena, sin excepciones. Es posible que se tengan que establecer equilibrios entre géneros, regiones, procedencia étnica, etc.

De esa manera quedará claro ante la sociedad nacional que los tribunos que lleven adelante el nuevo proceso electoral están libres de toda sospecha.

Si se hace bien, se podrá obtener en pocos días un  óptimo resultado.