ALTERNATIVAS

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24 de mayo de 2025

EL CORAJE DE UN ENCUENTRO

SOBRE LA CONFERENCIA BOLIVIA360


En Bolivia, como en gran parte de América Latina, arrastramos una historia política marcada por el caudillismo, el personalismo y la confrontación improductiva. Los regímenes presidencialistas, desde Norteamérica hasta la Patagonia en Argentina, han sido, desde sus orígenes, más proclives a la soledad del poder que al ejercicio colectivo del gobierno. En nuestro país, los liderazgos tienden a formarse en burbujas ideológicas o mediáticas, desconectadas de sus pares y alejadas del sano contraste de ideas que fortalece las democracias modernas.

Esta cultura del aislamiento ha debilitado nuestra vida política. Cada candidato se presenta como el redentor solitario, ajeno a toda necesidad de consenso. Cada proyecto se concibe como absoluto y autosuficiente, sin necesidad de confrontarse con los otros. La falta de espacios donde los líderes políticos se encuentren cara a cara —para debatir, confrontar, disentir y, eventualmente, acordar— ha empobrecido nuestra democracia y ha acrecentado la polarización.

En contraste, los regímenes parlamentarios, en Europa y Canadá, obligan a los líderes a convivir en el disenso. Allí, la política se hace mirándose a los ojos, todos los días. Se construye a partir del reconocimiento del otro como interlocutor legítimo, incluso si se lo enfrenta. En esos espacios regulares de deliberación —los parlamentos— las ideas se prueban, los errores se evidencian, y las coincidencias emergen. La democracia, en su forma más robusta, no es el arte de imponer sino el arte de convivir con la diferencia.

Bolivia necesita con urgencia construir esa dimensión política del encuentro. Necesitamos foros plurales y regulares donde los líderes de las diversas fuerzas que aspiran a gobernar el país se escuchen mutuamente, expongan sus visiones de país, confronten sus programas, y —por qué no— también sus ambiciones. Solo así se puede saber quién es quién, qué propone cada cual, y en qué medida es posible construir puentes que permitan una agenda mínima común para el futuro del país.

Esto es particularmente urgente hoy, cuando Bolivia atraviesa una crisis económica, social e institucional profunda, y cuando el MAS en sus diferentes versiones, evistas, arcistas, androniquistas, con su hegemonía autoritaria, ha logrado encapsular la política en una lógica binaria de poder o exclusión. En este escenario, cualquier proyecto democrático que aspire a liderar el país desde este 2025 debe nacer del diálogo, no de la imposición; de la convergencia, no del dogma.

Los documentos la Alianza UNIDAD son claros al respecto: proponen una nueva etapa histórica en la que Bolivia se construya desde una síntesis entre la derecha liberal y la izquierda democrática, un encuentro entre empresarios y trabajadores, entre regiones y culturas diversas, entre Estado y mercado, entre tradición y modernidad. Esta síntesis no puede lograrse si no hay espacios donde sus líderes se escuchen y se reconozcan mutuamente.

Por eso valoro y aliento iniciativas como las de Marcelo Claure (que no es un santo de mi devoción, a más de bolivarista, lo que ya le resta puntos), que convocan al diálogo público entre los protagonistas del escenario político nacional. Estos espacios son más que necesarios: son indispensables. Podrían ser desde el campo político y no solo desde la academia, si se repiten en el país, el germen de una nueva cultura democrática basada en la deliberación pública, la confrontación franca y el respeto mutuo.

El futuro democrático de Bolivia no se construirá en la soledad de los cuartos de estrategia ni en las trincheras digitales, sino en el encuentro valiente entre quienes piensan distinto pero comparten un mismo país. No se trata de disolver las diferencias, sino de civilizarlas. No se trata de forzar una unidad ficticia, sino de propiciar una convivencia política que permita disputar el poder sin destruir los principios que hacen a nuestra República.

En ese espíritu, hay que valorar la iniciativa de la Conferencia Bolivia 360º en Harvard, que ha reunido a los líderes de la oposición democrática, para intentar superar sus egos, dejar de lado rencores, y asumir el desafío de dialogar con quienes piensan convergentemente. Porque una democracia sin diálogo entre sus líderes es una democracia sin futuro. Y Bolivia no puede permitirse seguir perdiendo el tiempo ni las oportunidades que la historia le pone por delante.

Hoy más que nunca, necesitamos audacia para encontrarnos, lucidez para discernir, y coraje para construir juntos lo que cada quien por su lado, en soledad, no podrá lograr jamás.

14 de abril de 2025

LA UNIDAD POLÍTICA EN BOLIVIA

EL RETO DE UNA NACIÓN QUE QUIERE VIVIR


Hay momentos en la historia de los pueblos en los que la unidad deja de ser una consigna política para convertirse en una exigencia. En Bolivia, ese momento ha llegado. La unidad política no es una ingeniería de pactos ni una fórmula electoral. Es la respuesta a una interpelación histórica, una especie de imperativo categórico que nos lanza la propia democracia cuando siente que su subsuelo está cediendo. Bolivia no necesita una alianza de coyuntura; necesita una conjura civilizatoria.

Esa unidad no será fácil. No lo ha sido nunca. Las heridas de Bolivia son profundas y múltiples: la polarización, la desconfianza, el cinismo político, el caudillismo reincidente y un centralismo que ha hecho del Estado un botín. Pero no por ello debemos renunciar a la tarea. La política, en su mejor versión, es justamente eso: la voluntad de no rendirse ante el desencanto. Y en este caso, esa voluntad debe traducirse en un bloque democrático que no solo dispute el poder, sino que lo regenere.

La Bolivia que se aproxima al Bicentenario se parece demasiado a una república extenuada. No por falta de recursos, sino por la mediocridad en el ejercicio del poder. No por escasez de ideas, sino por la sordera frente a las voces ciudadanas. Es por eso que la unidad que necesitamos no puede ser aritmética. No puede ser la suma de egos, sino la multiplicación de esperanzas. No puede ser una alianza de cúpulas, sino una sinfonía de diferencias armónicas.

El Bloque de Unidad ha comprendido esto. Ha convocado no solo a los partidos, sino a los ciudadanos sin partido. Busca la palabra de las y los jóvenes, el pulso de los emprendedores, la sabiduría de las mujeres que sostienen el país desde los márgenes. Ha tendido puentes con los líderes emergentes de los pueblos indígenas y con los sectores productivos que ya no creen en milagros estatales. Lo que se propone desde el Bloque de Unidad no es una campaña, sino una refundación silenciosa.

No debemos engañarnos: la dispersión opositora ha sido, hasta ahora, el mejor aliado del oficialismo. Cada división, cada pequeño caudillo de ocasión, ha sido un ladrillo en el muro que nos separa del cambio. Por eso, esta vez, la unidad debe tener rostro, nombre y plan. Debe ser deliberada, sincera, programática. Y debe articularse con la ciudadanía, que ya no tolera las simulaciones. La ética pública debe ser la nueva militancia.

Bolivia está en una encrucijada. Si continúa gobernada por el populismo decadente que ha hecho del Estado una máquina de reparto, seguirá deslizándose hacia la informalidad institucional, la ruina económica y la anomia social. Pero si encuentra una alternativa real —una que combine estabilidad y justicia, mercado y equidad, ley y libertad— puede renacer de sus escombros. Esa alternativa, hoy por hoy, se llama unidad y esa unidad tiene, por primera vez en años, una cabeza reconocida: Samuel Doria Medina.

No hay política sin narrativa. Y la narrativa de esta unidad debe ser la del reencuentro con la dignidad. Con la idea de que no todo está perdido. De que los bolivianos no estamos condenados al eterno retorno del abuso. Que es posible construir una república donde las instituciones funcionen, donde la corrupción sea excepción y no regla, donde el poder sirva y no se sirva. Para eso hace falta coraje. Pero también hace falta dirección.

La verdadera hegemonía —esa que no se impone, sino que se persuade— no se logra con votos prestados ni con slogans estridentes. Se logra cuando una propuesta es capaz de interpelar a todos los sectores con una ética de responsabilidad y una estética de futuro. Ese es el tipo de hegemonía que necesita el Bloque de Unidad: una hegemonía moral, a tiempo que política. Una que derrote al autoritarismo no solo en las urnas, sino en la conciencia de la ciudadanía.

Por eso, la candidatura de Samuel Doria Medina no debe ser vista como una solución de compromiso, sino como una apuesta de futuro. No representa la perfección, sino la posibilidad. No simboliza el fin de las diferencias, sino su canalización constructiva. Su liderazgo no es carismático, es racional. No se impone por gritos, se construye por argumentos. Y tal vez eso sea lo que Bolivia más necesita: una política que recupere la razón.


Para decirlo con todas sus letras: la candidatura de Samuel Doria Medina al frente del Bloque de Unidad encarna esta respuesta. No por capricho ni cálculo personal, sino porque su figura sintetiza un ethos político —el del empresario austero que cree en el esfuerzo, el mérito, el valor de la palabra empeñada— y porque su recorrido encarna una voluntad clara de superar los personalismos estériles, de reunir a las fuerzas diversas que quieren construir país desde el centro democrático. En torno a él, y bajo su liderazgo, se está articulando una unidad que ya no es solo opositora: es constituyente.

La unidad no es un fin. Es el camino para que Bolivia vuelva a creer en sí misma. Y si la democracia es, como decía Raymond Aron, “la organización del pesimismo”, que al menos lo sea con grandeza. Que la reconstrucción comience por el verbo, y que el verbo se haga acción.

10 de abril de 2025

TUTO, TUTO... ¿Qué estás haciendo?

TUTO QUIROGA RAMÍREZ la volvió a hacer. Cada vez que aparece en escena, la oposición democrática se divide o peor, se desarma, el gobierno masista, Evo, Arce o ahora Andrónico, conquistan las metas que se proponen y, finalmente, cuando todo está consumado, este personaje hasta los protege, lo oculta y los hace huir.

Mi primera hipótesis, la más ingenua, dice que lo que pasa con Tuto es que su candidatura es un buen negocio, para él y su entorno inmediato. No le interesa ganar, ni siquiera tener una bancada, cuyas candidaturas vende caras en los primeros puestos. Él recauda una buena plata fuera del país, donde está muy bien considerado (imaginen que tiene una madrina como Corina Machado), digamos que unos cinco millones y más; gasta la mitad, reparte uno entre sus más cercanos y se queda con unos dos para vivir los próximos cinco años.

Tengo otra hipótesis, pero quedará para el inventario (no quiero parecer un terraplanista conspiranoico al escribirla). Hay que reiterar, para tenerlo bien claro, que desde hace 20 años o más, cada vez que este personaje aparece, quien saca puntos a su favor es el MAS, y eso sí que es algo muchísimo más delicado que un negocio.

Esta su actitud no es algo casual; parece responder a un patrón que se repite una y otra vez. Todo esto empezó a resonar en mi cabeza tras escuchar a Carlos Valverde y recordar un artículo que escribió Cayetano Llovet (Q. E. P. D.) hace ya 15 años. Sus argumentos apuntan a que, lejos de tratarse de un hecho aislado, podríamos estar ante algo así como un "asesino serial".

Las preguntas que surgen son inevitables: ¿cuáles son las razones de sus actos?, ¿qué motivaciones hay detrás de este comportamiento constante? ¿a quiénes beneficia y por qué? Cada nueva información y cada testimonio agregan indicios que refuerzan mi sospecha, y aun así queda mucho por saber.

Mi intención no es sembrar dudas o desconfianzas; se trata más bien de reflexionar y buscar claridad ante hechos que podrían dañar nuestras instituciones políticas, la credibilidad en la palabra de las y los líderes, ya tan desportillada, y nuestra confianza colectiva. Hay que buscar explicaciones y respuestas, sin temor a cuestionar versiones o discursos aprendidos. 

¿Será que estamos solo frente a una repetición peligrosa de comportamientos que solo agrandan la brecha entre la verdad y la apariencia, o hay algo más tenebroso aún que eso?


6 de abril de 2025

LA UNIDAD COMO IMPERATIVO DEMOCRÁTICO

La historia política de Bolivia ha estado marcada por ciclos en los que se articulan grandes bloques sociales de poder capaces de transformar profundamente el país. Cada tres décadas, aproximadamente, emergen movimientos que logran aglutinar demandas nacionales, populares y democráticas, dando lugar a proyectos colectivos con una fuerte base social. Sin embargo, ese impulso transformador ha tendido a desfigurarse en el poder, degenerando en lógicas político/oligárquicas corruptas y desarticulando los vínculos con las mayorías que les dieron origen.

Hoy, Bolivia se enfrenta nuevamente al desafío de construir una unidad política que responda al momento histórico. Las experiencias pasadas muestran que la clave no está en pactos entre élites ni en acuerdos coyunturales de corto aliento, sino en la articulación de un renovado bloque social de poder que represente de forma genuina las aspiraciones de amplios sectores sociales, que a diferencia del pasado hoy pueden articular una gran mayoría urbana, fundamentalmente de clases medias y, por lo tanto, abiertas al desarrollo de instituciones modernas y democráticas.

Este nuevo proyecto debe tener un carácter supraidelógico, capaz de integrar desde visiones liberales hasta expresiones de la izquierda democrática, incluyendo sensibilidades emergentes como los feminismos, los ecologismos, los regionalismos y los indigenismos. La condición fundamental para esta convergencia es el compromiso con la democracia. No se trata de un simple acuerdo electoral, sino de una unidad imprescindible ante la creciente tensión entre libertad y autoritarismo.

El objetivo inmediato debe ser la reconstrucción del orden democrático. Esto implica restablecer la institucionalidad basada en la ley, garantizar la independencia de poderes, fomentar la transparencia en la administración económica, proteger las libertades fundamentales, defender los derechos humanos y emprender una reforma profunda de la justicia.

Para lograr este propósito, una parte significativa del electorado debe reconectarse con el campo democrático del que alguna vez fue parte. Este proceso debe ocurrir dentro del marco de lo nacional y lo popular, ahora enriquecido por nuevas demandas sociales que lo encaminan hacia una condición superior, democrática y ciudadana. Es necesario construir una mayoría democrática, organizada y comprometida, que logre una victoria clara, legítima y transformadora en las próximas elecciones generales de 2025.

La unidad política no puede ser el resultado de la suma de liderazgos individuales solamente. Debe emerger como una expresión hegemónica de la sociedad organizada en su diversidad. Requiere liderazgos capaces de tender puentes ideológicos, regionales, culturales y étnicos, liberando al poder de sus extremos y del cálculo mezquino. Solo así podrá surgir una alianza que represente auténticamente a la nación, superando las dicotomías de izquierda y derecha.

Este nuevo pacto debe aspirar a liderar el país desde la democracia, entendida no solo como un sistema de elección, sino como una cultura basada en la convivencia pacífica, el diálogo, la escucha, el reconocimiento del otro y la reconciliación. Se trata de reimaginar la política no como un campo de batalla, sino como un espacio común para construir un futuro de prosperidad e inclusión para todos los bolivianos.
Ese desafío histórico solo podrá encararse con éxito si se concreta un verdadero Bloque de Unidad, capaz de convocar a esa mayoría que hoy clama por la urgencia de un futuro compartido. En este contexto, liderazgos como los de Samuel Doria Medina y Vicente Cuéllar Téllez ocupan un lugar central en el tablero político. Su posicionamiento moderado, su trayectoria y su disposición al diálogo los colocan en una situación privilegiada para aglutinar voluntades diversas y construir puentes entre sectores sociales, ideológicos y regionales. Son figuras capaces de encarnar una propuesta amplia, democrática y realista que convoque a quienes, desde diferentes trayectorias, buscan dejar atrás la confrontación estéril y apostar por un proyecto de país.

La historia exige grandeza. Bolivia necesita, más que nunca, una unidad que esté a la altura de su diversidad y de su profundo anhelo de justicia y dignidad.

5 de abril de 2025

EL DAÑO ES IRREPARABLE

 TUTO... TUTO...
¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?


Durante los últimos meses, el Bloque de Unidad acordó un mecanismo claro y legítimo para definir a su candidato presidencial: tres encuestas independientes, con reglas comunes, sin difusión pública de resultados y con empresas reconocidas que garantizaran la transparencia del proceso. Esta propuesta, que fue aceptada por todos y todas, respondiendo al clamor ciudadano por la unidad y seriedad en la oposición. Las y los participantes honraron su palabra y cumplieron los plazos establecidos. Sin embargo, en el momento decisivo, Jorge "Tuto" Quiroga optó por desmarcarse, debilitando un acuerdo que pretendía ser la base de una alternativa sólida frente al MAS.

Lo que ha hecho Tuto Quiroga no tiene otra explicación razonable que la siguiente: huyó del proceso porque anticipaba una derrota. Cuando los sondeos externos comenzaron a mostrar una ventaja a favor de Samuel Doria Medina, Quiroga no buscó fortalecer su campaña ni redoblar esfuerzos, sino que intentó postergar indefinidamente las encuestas acordadas. Buscó modificar las condiciones del acuerdo cuando el resultado no parecía favorecerle, poniendo por delante su cálculo personal antes que el compromiso colectivo asumido.

La percepción ciudadana no tardó en activarse. Desde hace semanas, existía una inquietud creciente entre la población: ¿y si Tuto se baja del Bloque? -repetía la gente desconfiada-. Esa desconfianza no era gratuita, sino producto de su historial político y de sus actitudes en momentos clave. En contraste, el resto de los participantes proyectaban mayor constancia, previsibilidad y seriedad. En este tipo de procesos, la confianza lo es todo, y en esta ocasión, la gente ya no estaba en condiciones de tolerar más incertidumbre.

Por eso, cuando Tuto expresó su desacuerdo con la realización de las encuestas, la interpretación natural e inmediata fue que había decidido romper con el Bloque de Unidad. No fue una reacción malintencionada ni una lectura interesada, fue la conclusión lógica de sus acciones. El retiro de la mesa, la negativa a participar en las encuestas y el silencio frente a los compromisos firmados fueron gestos inequívocos que generaron una ola de desilusión y desconfianza.

Esta ruptura no es un simple impasse. Tiene consecuencias profundas y serias, especialmente para Tuto Quiroga, quien aparece ahora como el principal responsable de un quiebre que nadie deseaba. Pero el daño no es exclusivo para él. También afecta al conjunto del Bloque, al esfuerzo por construir una alternativa unitaria; nos afecta a todos quienes apostamos por una oposición articulada capaz de desafiar al MAS con fuerza y coherencia.

Para Tuto Quiroga, el daño es irreparable. Más allá de lo que diga o intente justificar, su credibilidad ha sufrido un golpe que difícilmente podrá revertir. En política, como en la vida, hay momentos clave donde se pone a prueba la palabra y el carácter. Y este era uno de esos momentos. La percepción pública ya lo ha juzgado: privilegió el cálculo sobre la convicción, la evasión sobre el compromiso.

A Samuel Doria Medina le queda ahora la difícil tarea de recomponer lo dañado. Lo primero es reafirmar el compromiso con la unidad, no como consigna, sino como camino real hacia una victoria democrática. Esto implica tender puentes, incluso hacia quienes han fallado. Invitar a Tuto a quedarse en el Bloque es un acto de madurez política, que debieras promover, porque queremos estar unidos. Lo importante es fortalecer el frente opositor, abrir las puertas a quienes quieran sumar, y seguir adelante con el proceso de construcción de una candidatura única que pueda derrotar al MAS en las urnas. Bolivia lo merece.

1 de abril de 2025

UNIDAD, DEMOCRACIA Y DESARROLLO

Por un nuevo momento político

historia y cierre de un largo ciclo


Bolivia es un país joven, en permanente construcción. Los pueblos son lentos forjando su historia, aunque hoy, en la era del internet y la inmediatez, muchas y muchos ciudadanos esperan soluciones instantáneas. Como pasa con todos los países, nuestra identidad nacional y social se está edificado a lo largo de procesos profundos y determinantes. 

Desde la Guerra del Chaco (1932), pasando por la Revolución Nacional (1952), la consolidación de la Democracia y el Estado de Derecho (1982), hasta el proceso de Inclusión Social (2006), hemos transitado por un camino que ha definido nuestra cultura política. Todo esto en la senda de un proyecto nacional-popular que ahora debe evolucionar hacia una democracia ciudadana. Esos fueron los hitos que han marcado nuestra historia y que cimentan nuestra memoria colectiva. Fuera de ese cauce, hasta ahora, toda iniciativa ha sido y es inviable, cualquier proyecto político que ignore esta realidad está condenado al fracaso. 

Nuestra historia, ha estado marcada también por la tensión entre dos visiones contrapuestas, un vaivén centenario que hemos llamado el "Péndulo Catastrófico". Este movimiento pendular ha dominado un discurso centenario, donde tanto la derecha como la izquierda están fraguadas en el populismo nacido a mediados del siglo pasado en América del Sur, con el peronismo en Argentina, el aprismo en Perú y el movimientismo en Bolivia. Tan es así, que salvo experiencias marginales, no han existido en nuestro país verdaderos partidos políticos, sino "movimientos" que han sido y son una "bolsa de gatos" de todos los colores, donde caben derechas e izquierdas, y sensibilidades muchas veces contradictorias entre sí, dispuestos a adaptarse al vaivén de las coyunturas.

Ante la incapacidad del Estado de controlar y administrar la economía, se han impuesto alternativas de privatización; ante el fracaso del mercado para paliar las desigualdades y la pobreza, se han repuesto las propuestas estatistas de la nacionalización de los recursos naturales y productivos. Ese es un círculo vicioso en el que estamos atrapados hace al menos cien años. Ahora toca pendular hacia el liberalismo, dentro de treinta años estaremos estatizando de nuevo. Requerimos un acuerdo nacional y democrático para la colaboración entre la sociedad, el mercado y el Estado, que sea de larga duración, una alianza cultural, económica y productiva entre los sectores público y privado. 

Los momentos clave de nuestra identidad fueron posibles gracias a la unidad de un Bloque Social de Poder, que sostuvo la hegemonía de cada época durante al menos veinte años, y que tuvo diferentes acepciones, la alianza de clases, el bloque social revolucionario, el pacto de unidad, respectivamente. Luego, cada momento terminó en crisis, caos y violencia hasta que emergió un nuevo proyecto. Así fue con el MNR, el MIR y el MAS; lamentablemente estos partidos históricos terminaron corrompidos y alejados de sus propios ideales.

Si no entendemos esta dinámica, no podemos explicar lo que ocurrió ni lo que está ocurriendo hoy. Más grave aún, sin esta comprensión, no podemos anticipar lo que viene ni tomar las decisiones correctas. Muchas y muchos bolivianos compartimos objetivos similares, pero diferimos en el camino a recorrer, porque no comprendemos las raíces de nuestra identidad, por ende, de nuestra historia y por ende, de cómo alcanzar juntos las metas que no son comunes. 

Por esta razón, en las elecciones de 2025 yo apoyo la candidatura de Unidad encabezada por Samuel Doria Medina. No es una elección arbitraria, ni de simpatías personales, sino una decisión basada en la viabilidad política de este proyecto. Es una decisión que se basa en hacer posible la transición hacia un nuevo ciclo de poder hegemónico que no se logrará si la cabeza del proceso se coloca fuera del marco nacional/popular evolucionando hacia un horizonte democrático y ciudadano. Un error en esta elección nos condenará a seguir estancados en el mismo lugar o, peor aún, a retroceder a los fracasos del pasado. 

Desde el Bloque de Unidad, Samuel Doria Medina representa la opción democrática para liderar este proceso de transformación. Su candidatura se encuentra en el punto posible, donde debe estar para consolidar una nueva etapa política, porque abarca desde la derecha liberal hasta la izquierda democrática, lo que hace posible incluir también las versiones democráticas de varios ismos, los ecologismos, feminismos, indianosmos regionalismos, etc, esa es la Unidad en el Bloque democrático. En el otro extremo, Andrónico Rodríguez representa la continuidad del populismo autoritario. Todo lo demás es cáscara, todo lo demás es adyacente, todo lo demás es un cuento. 

Ha llegado la hora de elegir con claridad y determinación.

¡Ha llegado la hora del Poder de la Unidad!

10 de diciembre de 2024

Puestos a proponer, PROPONGO:

En Bolivia, las elecciones generales de 2025 se acercan en un contexto político polarizado y fragmentado. Si bien la oposición ha reconocido la importancia de construir una unidad política alrededor de algún candidato fuerte, los intentos anteriores han sido obstaculizados por diferencias ideológicas, intereses regionales y la falta de una visión compartida. Para garantizar una candidatura sólida, se requiere articular un proyecto inclusivo y democrático que supere las divisiones históricas.

Nos guste o no nos guste. Nos parezca bien o nos parezca mal. ¡ESTO ES LO QUE HAY!

Y PUESTOS A PROPONER:

EL BLOQUE SOCIAL DE PODER ALTERNATIVO:

Inspirados en los principios de articulación nacional, democrática, popular y ciudadana, se debe tender a integrar a sectores diversos como las plataformas ciudadanas, movimientos sindicales, corporativos, juveniles, cívicos, feministas, animalistas, ecologistas, regionalistas e indigenistas. Este Bloque permitiría superar las fracturas ideológicas y regionales, promoviendo una plataforma común basada en el respeto a las diferencias y la búsqueda del bien colectivo. Este proceso debe centrarse en consolidar liderazgos democráticos que prioricen el diálogo, la transparencia y la inclusión, dejando de lado los intereses personalistas o caudillistas.

UNA PLATAFORMA ELECTORAL BASADA EN CONSENSOS:

Desarrollar un Plan de País que articule una visión de largo plazo, abordando temas estructurales como la educación, la salud, el empleo, la justicia y el medio ambiente. Esta plataforma debe ser producto de mesas de trabajo con participación de ciudadanos, expertos y organizaciones políticas y sociales. Los candidatos debieran comprometerse a liderar una coalición con una agenda que trascienda las elecciones, cimentando un modelo de gobernanza inclusiva y participativa. 

OCHO PUNTOS CARDINALES PARA ALCANZAR UN ACUERDO:

La ciudadanía requiere certezas, ahora más que nunca. Las candidaturas debieran poder ponerse de acuerdo en al menos estos temas centrales:

1. Reforma del Sistema Judicial:

Para garantizar un sistema judicial imparcial y eficiente, es esencial reformar el proceso de selección de jueces y magistrados bajo criterios de mérito, transparencia y competencia técnica, asegurando su independencia como contrapeso frente a otros poderes del Estado. Además, deben crearse mecanismos de supervisión y auditoría independientes que evalúen el desempeño judicial, complementados con programas de capacitación continua en derechos humanos, ética y jurisprudencia moderna. Finalmente, la digitalización de procesos judiciales permitirá acceso transparente, reducirá la retardación de justicia y eliminará oportunidades de corrupción, fortaleciendo así la confianza ciudadana en el sistema.

2. Eliminación de las bases y fuentes de corrupción:

Para combatir la corrupción, es fundamental implementar un marco normativo que obligue a la publicación transparente de presupuestos, contratos y auditorías en plataformas accesibles al público, acompañado de mecanismos de monitoreo ciudadano y sanciones severas contra actos ilícitos. Simultáneamente, se deben incorporar programas educativos que promuevan valores éticos y cívicos desde la escuela, complementados con campañas de sensibilización que destaquen los efectos negativos de la corrupción. Finalmente, es imprescindible fortalecer instituciones como la Contraloría General del Estado, dotándolas de mayor autonomía y recursos para garantizar una fiscalización efectiva y combatir la impunidad.

3. Rol independiente del Banco Central de Bolivia (BCB):

El Banco Central debe recuperar su independencia para garantizar una política monetaria sólida y responsable. La emisión inorgánica de dinero para financiar déficits fiscales o empresas públicas deficitarias ha distorsionado la economía y acelerado la inflación. Un BCB independiente puede controlar la inflación, mantener la estabilidad monetaria y preservar las reservas internacionales, fundamentales para sostener la confianza en la economía nacional. Además, limitar el uso del BCB como fuente de financiamiento evitará que se agraven los desequilibrios macroeconómicos y permitirá un manejo técnico y transparente de la política monetaria.

4. Cierre o privatización de empresas públicas deficitarias:

Las empresas públicas deficitarias representan uno de los mayores problemas para el déficit fiscal. La falta de sostenibilidad de estas entidades no solo drena recursos públicos, sino que impide que se destinen a sectores clave como la educación, la salud y la infraestructura. Se debe racionalizar el gasto estatal, cerrando o privatizando aquellas empresas que no sean estratégicas y que carezcan de un modelo de negocio rentable. Una privatización ordenada, acompañada de medidas de regulación, no solo puede aliviar el déficit, sino también fomentar la competitividad y atraer inversiones privadas.

5. Fin del financiamiento estatal de los carburantes:

El subsidio a los combustibles ha generado una presión insostenible sobre las finanzas públicas. Este mecanismo, aunque socialmente popular, perpetúa desigualdades al beneficiar más a quienes consumen mayores cantidades de energía, generalmente sectores con mayores ingresos. La eliminación gradual de este subsidio permitiría liberar recursos para inversión en energías renovables y tecnologías limpias, promoviendo la sostenibilidad ambiental y fiscal. Además, ajustar los precios al nivel del mercado fomentará un uso más eficiente de los combustibles y reducirá la dependencia de importaciones costosas.

6. Liberación y flotación del precio del dólar estadounidense:

Mantener un tipo de cambio fijo ha implicado un drenaje continuo de las reservas internacionales para sostener la demanda de divisas. Liberar y permitir la flotación del dólar otorgará al mercado la capacidad de ajustar el tipo de cambio según las condiciones económicas reales, mejorando la competitividad de las exportaciones y atrayendo inversiones extranjeras. Esta medida debe ser acompañada por políticas fiscales y monetarias responsables para evitar una volatilidad excesiva y proteger a los sectores más vulnerables.

7. El medio ambiente y el desarrollo sostenible:

Para equilibrar el desarrollo industrial con la preservación del medio ambiente, se debe implementar un modelo de desarrollo sostenible basado en la promoción de tecnologías limpias y prácticas responsables. Esto debe incluir la creación de incentivos fiscales para empresas que adopten procesos productivos amigables con el medio ambiente, así como la obligatoriedad de realizar estudios de impacto ambiental rigurosos antes de iniciar proyectos industriales. Además, se debe fortalecer la fiscalización ambiental con instituciones autónomas y transparentes que garanticen el cumplimiento de normativas sin comprometer el crecimiento económico. Finalmente, se plantea fomentar la educación ambiental en todos los niveles, promoviendo una cultura empresarial y ciudadana que valore la sostenibilidad como pilar del progreso nacional.

8. Igualdad, respeto y protección a la diversidad:

Para garantizar la igualdad de todos los ciudadanos bolivianos y proteger a los sectores más vulnerables, es fundamental consolidar un marco legal y político que promueva la inclusión plena, respetando las diferencias regionales, culturales, étnicas, raciales, religiosas, sexuales y de género. Esto requiere reforzar políticas públicas de no discriminación y equidad, así como ampliar la red de protección social mediante transferencias monetarias condicionadas, acceso universal a la salud, y subsidios para grupos en riesgo como madres solteras, niños, ancianos y personas con discapacidad. Paralelamente, se deben garantizar servicios básicos mediante inversiones en infraestructura educativa, sanitaria y habitacional en regiones marginadas, fomentar la inclusión económica a través de capacitación técnica e incentivos para la contratación laboral, y establecer mecanismos de consulta y participación comunitaria para asegurar que las políticas públicas respondan directamente a las necesidades y realidades de todos los sectores de la sociedad, promoviendo así una Bolivia más justa, inclusiva y cohesionada.

SI SE LOGRARA UN ACUERDO ALREDEDOR DE ESTOS PUNTOS U OTROS QUE SE ACORDARAN, LA DEMOCRACIA TENDRÍA UNA PLATAFORMA COMÚN QUE NOS OTORGUE CERTIDUMBRE. APARTE DE ELLO, CADA CANDIDATO (que no habrá uno solo) PODRÁ DECIR Y PROMETER LO QUE BIEN CONSIDERE.


30 de mayo de 2024

VISION DE PAIS

EL ESPÍRITU DE ESTA PROPUESTA

1. Lo importante es entender que VISÓN DE PAÍS no es un programa de acción electoral ni un Plan de Gobierno. VISIÓN DE PAÍS es una meta a alcanzar, es una imagen que prefigura el objetivo que una sociedad se propone lograr.

2. Hemos construido esta imagen, rescatando una narrativa que explica y justifica la existencia de un hogar común, para todas y todos los bolivianos. Durante dos décadas el etnonacionalismo masista ha intentado borrar de la memoria la construcción de la Bolivia contemporánea, reemplazándola con un mito prehispánico, como si durante siglos no hubiera acontecido nada.

Las y los bolivianos tenemos conciencia de nuestra identidad nacional, por encima de regiones, culturas o etnias, somos bolivianos y bolivianas. Vivimos bajo un techo común, donde hemos construido nuestra institucionalidad estatal y democrática, hemos diseñado nuestras autonomías regionales y hemos impulsado poderosos procesos de inclusión e integración social. Todo eso hace a nuestra identidad, esta es la Bolivia de hoy y debemos rescatarla para nuestra memoria.

El ESPÍRITU de esta VISIÓN DE PAÍS se sostiene en continuar construyendo una Bolivia donde nadie sea prescindible, sino al contrario, todos y todas seamos importantes y necesarios. Este texto se puede cambiar o mejorar, salvo con aquellos añadidos que expulsen o impidan la incorporación de cada quien, respetando siempre su personalidad, su identidad y sus intereses.

Esta es una VISIÓN DE PAÍS que nos contiene e integra a las y los bolivianos, sin excepciones.

21 de junio de 2021

EL PRECIO DE UNA DERROTA

Me mueve, me conmueve y me remueve el esfuerzo sobrehumano y suprainstitucional del Movimiento al Socialismo por imponer en la conciencia colectiva de las y los bolivianos la consigna de que la sucesión presidencial a Morales Ayma y el rearme de la Democracia con Jeanine Añez a la cabeza el mes de noviembre de 2019 fue ilegal, por lo que se constituye en un Golpe de Estado. No es intención de este post el entrar en la discusión golpe / no golpe, que de eso se encargará el tiempo; lo que me interesa en principio es entender por qué Evo Morales Ayma, Luis Arce, su gobierno y el conjunto de autoridades y dirigentes del MAS están dispuestos a todo con tal de convencernos.

Es menester resumir para no olvidar lo acontecido, ni equivocarnos: Todo comenzó el 21F de 2016 cuando en un referéndum se le prohibió re-re-re postular a Evo Morales, quien, desconociendo el resultado con una burda triquiñuela, pasó de Presidente a ser un tirano fuera de la ley, generando así descontento, desconfianza y movilización populares, lo que se reflejaría en el resultado electoral del 2019. Sabiendo que perdería (era inevitable su derrota en segunda vuelta) manipuló los resultados, lo que fue denunciado nacional e internacionalmente y obligó a la anulación de las elecciones resultado de la resistencia callejera en todo el país, pidiendo que Morales Ayma renunciara. No sólo sucedió eso, sino que el tirano huyó al extranjero arrastrando consigo la renuncia de toda su corte, dejando al país en el límite de la violencia y sin gobierno; ese fue el vacío de poder del que tanto se habla. La sucesión presidencial, a más de constitucional y de acuerdo a las leyes y reglamentos, fue política, porque en ese momento un acuerdo nacional casi espontaneo por necesario, acordó (valga la redundancia) un Gobierno Transitorio para recuperar la democracia y pacificar el país, entre las fuerzas políticas (incluido el MAS), los movimientos sociales y las instituciones más importantes; a esa solución, el MAS quiere ahora llamarle golpe.

Con esto el MAS pone en duda la fortaleza democrática del pueblo boliviano y vuelve a perturbar su paciencia. Tenemos una extensa y rica historia democrática, la movilización popular en Bolivia derrotó en las calles y en las urnas a dictaduras militares que se creyeron inamovibles, como la de Banzer en 1977 o García Meza en 1981, y, como estamos siendo testigos, a tiranías despóticas como la de Morales Ayma en 2019. Eso es lo que las y los masistas necesitan ocultar.

Y es que se les va media vida en ello, ya que han comprobado en carne propia que el pueblo boliviano es profundamente democrático, y quien quiera gobernarlo tiene que estar en el centro de ese compromiso o corre el riesgo de salir, patitas para qué las quiero, como Morales Ayma, corriendo a refugiarse en la primera guarida que pueda encontrar. Si lo más autoritario del MAS, el evismo caudillista, irrespetuoso con las leyes y las instituciones, no logra camuflarse y la etiqueta de antidemocrático se convierte en un estigma, corren el riesgo de ser expulsados de la historia sin ninguna posibilidad de viabilizar su retorno.

Pero hay más. Evo Morales Ayma, angurriento de poder, incapaz de aceptar el no estar sentado en el trono del mandamás como le fue acostumbrado, quiere volver a ganar elecciones y retornar a ser Presidente, y sabe a ciencia cierta, que solo puede hacerlo si una sentencia judicial determina que su segundo mandato (en realidad tercero e ilegal) fue interrumpido por un golpe de Estado que le impidió culminarlo. La Constitución Política dicta con claridad que solo se puede ser Presidente dos veces, no hay una tercera reelección por ningún lado, y Morales lo sabe, por eso a él no se le va media vida, como a su partido, sino toda la vida. Tiene que demostrar que fue golpe para hacer valer la triquiñuela que ha planificado: si no fue golpe, no hay nada.

La línea que han trazado para ello implica torcer la verdad, cambiar el recuerdo de lo sucedido, mentir con el mayor de los cinismos, crear pruebas, armar procesos, ocultar evidencias, imputar inocentes, apresar personas… en fin, todo lo que sea necesario hacer. Y quieren aprovechar ese impulso para mandar al ostracismo a los y las “golpistas”, que resultaremos siendo cualquier ciudadano o ciudadana, imputables según la influencia e importancia que cada quien tenga en la política y en su entorno social. Es muy difícil luchar contra esta injusticia amañada y sostenida desde los aparatos estatales, la justicia manipulada, los medios de comunicación y contra el movimiento político más importante de los últimos años.

Ahora miremos al otro lado, hacia nuestro lado, a ver qué está pasando en casa; lo que está sucediendo no es sino el resultado de haber perdido la última batalla cuando todo indicaba que era posible ganarla, que no es la guerra, porque la política no se acaba nunca. Quienes pierden una batalla quedan desarmados.

Un paréntesis: (Claro que ni tanto ni tan poco, porque la victoria de la oposición en las ciudades grandes e intermedias del país, durante las pasadas elecciones a gobernadores y alcaldes, de alguna manera lo ha reivindicado. Al Ivan Arias en La Paz y Eva Copa en El Alto, por ejemplo, abren una puertita de viabilidad para otear el horizonte. Va a ser inevitable que el gobierno nacional, centralista a más no dar, esté obligado a negociar con alcaldes y gobernadores de oposición y eso da un respiro. Algo es algo.)

Hemos repetido que cuando la Presidente Añez decidió postularse equivocó el camino; si ese gobierno (en el que yo participé) transitorio hubiese durado cuatro o seis meses como estaba programado, nadie estaría sufriendo estos embates y el país caminaría, seguramente, hacia la reconciliación social.

Si el Sr. Camacho, convocando a la derecha pura y dura que es apenas un 10% del electorado, y la élite más bien camba que cruceña, no hubiesen priorizado de manera egoísta y miope solo sacar ventaja en Santa Cruz por encima del interés general, otra sería nuestra suerte, y el país estaría hoy intentando un gobierno de unidad y encuentro nacionales para enfrentar los problemas, económicos, de salud y otros igualmente importantes.

Y si el Sr. Carlos Mesa no se hubiera enroscado entre cuatro paredes y ocho amigos, y hubiese sido cabeza de un proyecto generoso, hubiera incorporado a las plataformas ciudadanas y las fuerzas sociales que por esa miopía pequeñoburguesa (vaya término, hace años que no lo utilizaba) quedaron al margen, confundidas y sin destino, como “gallinas sin huato” que diría mi abuela, hasta retroceder y cobijarse en la seguridad del voto por el MAS que así ganó limpiamente, gracias a ese error garrafal e imperdonable; de no haber sido así, la realidad política sería distinta y podríamos trabajar juntos para crecer las inversiones, aumentar la producción, mejorar la productividad, asuntos que están olvidados detrás de la discordia del golpe / no golpe.

Este post podría terminar aquí, porque es lo que quería reiterar, para no olvidar estos importantísimos detalles, puestos ahora en cuestión por el aparato publicitario del gobierno y del MAS; pero no, tengo un colofón para concluir.

Escribo esto para que entendamos que estas cosas no están sucediendo sólo porque las y los masistas son unos genuinos hijos de puta, como repiten algunos con frustración y rabia, como si al expresarlo así pudieran cambiar algo. Escribo esto para que asumamos que esa es la suerte que corren los perdedores, que las derrotas traen consecuencias.

Escribo esto para cambiar desde adentro y para que las y los ciudadanos democráticos en Bolivia entendamos que hay que exorcizarnos el alma, recuperar la fuerza y la confianza entre nosotras y nosotros, e inferir que, en el fondo, se puede volver a aglutinar una sociedad de ganadores.

Escribo esto para reafirmar que las jornadas que desde 1952 sentaron las bases del Estado boliviano, las de 1982 que definieron un rumbo democrático sin retroceso, y las de 2019 que afirmaron la posibilidad de un país sin odios ni excusiones, sean el horizonte de un ciclo histórico que no se ha cerrado aún, hasta cumplir un destino que nos marcamos desde el tiempo de nuestros abuelos (cambas, collas o chapacos, indios, blancos o mestizos, del campo o de las ciudades), por mucho masismo antidemocrático que se interponga en el camino.

Pero es imprescindible que las nuevas generaciones de políticos democráticos se den cuenta que en las sociedades de alta pobreza como la nuestra, el voto popular tiende en su mayoría a concentrarse en proyectos y con líderes que se comprometen con acortar las diferencias sociales, reducir las desigualdades, redistribuir la riqueza, mejorar las condiciones y las oportunidades de los menos favorecidos, evitar las discriminaciones, y que asuman en definitiva, así sea parcialmente, las demandas feministas, ecologistas, indigenistas. El futuro es de izquierda democrática, los próximos 50 años al menos, sin ella no se puede constituir una otra mayoría, no populista, que es lo que desde hace décadas el país viene necesitando.


19 de mayo de 2019

UNIDAD UNIDAD UNIDAD

Pasado el huracán Almagro, que al menos a mí me dejó patidifuso, por esa capacidad de borrar en un zipizape lo que anteayer dijo y defendió, para reemplazarlo con una aceptación tácita de la impostura del gobierno del MAS y de Morales Ayma, que han impuesto (ahora si que con todas) su re-re-reelección contra la Constitución y la mayoría de las y los bolivianos que votamos NO a la posibilidad de cambiar esa norma que la impide. Pasado el vendaval –digo–, se ha reforzado el clamor general que le pide UNIDAD a la oposición democrática, como único camino de terminar con la tiranía que gobierna Bolivia.

UNIDAD   UNIDAD   UNIDAD
¿Cómo lograrlo?


Permítaseme ensayar alguna receta, a modo de soliloquio y con la esperanza de ayudar en la reflexión y decisiones de quienes están concernidos en ello:

¿UNIDAD en torno a quién? A no dudarlo y dado que no hay tiempo ya para otra cosa, en torno a los candidatos con mejores opciones, que nos gusten o no, son Carlos Mesa y Gustavo Pedraza. ¡Pero si has sido tan crítico con ellos–me dirán– y es cierto, pero también he dejado claro que no nos queda otra.

¿Quiénes están dispuestos a unirse? En primer lugar habría que mencionar a los no-competidores, que sin perder mucho, ni en votos, ni en identidad política, podrían apoyarlo; me refiero a Tuto Quiroga y Samuel Doria Medina. El apoyo claro y firme de ambos mostraría que hay un camino de #UnidadPosible y cambiaría el escenario, insuflando esperanza y optimismo a una candidatura que a ojos vista y por sus propios errores se ha desinflado las últimas semanas.

Ambos personajes son sustanciales en estos momentos y estoy seguros que no habrán de quitarle "el poto a la jeringa" ante una necesidad semejante. El vuelo internacional que ha logrado Tuto Quiroga peleando contra el dictador Maduro en Venezuela, junto al prestigio recuperado por Samuel Doria Medina tras su renuncia y su llamado consistente a la UNIDAD en la política local, son factores que han de servir de combustible para "gatillar" una recta final de la campaña; la presencia de ambos puede recuperar varios puntos electorales de ventaja a favor de Carlos Mesa. Y ni qué decir de la experiencia acumulada, sobre todo en temas de control electoral, que requieren de un know how que Comunidad Ciudadana no tiene ni de lejos y que en los meses que quedan no va a lograr construir, a pesar de la gran voluntad de los bolivianos de a pie por intentar colaborar en ello.

¿Quiénes no están dispuestos? Oscar Ortiz y seguidores, es decir el núcleo cruceño que sostiene la fortaleza del MDS (los verdes, para los amigos), que pareciera que han decidido contentarse con un pequeño espacio de representación parlamentaria, a cambio de romper toda posibilidad de victoria electoral de la candidatura mejor posicionada.

El resto de candidatos (y lo digo con respeto, porque conozco de ellos y sé de sus méritos y valores), son, en este caso, irrelevantes, aunque como "lo gentil no quita lo valiente", bien haría Comunidad Ciudadana en considerarlos.

Si esto es verdad, la #UnidadPosible está en manos de Carlos Mesa y sus muchachos. A más de convocar la sensibilidad ciudadana de quienes somos conscientes de que no queda otra que apoyarlos y votar por ellos, mientras fideliza parte del descontento que votó por el MAS pero ahora busca otros derroteros, tiene que hacer Política (con mayúsculas) de altura, es decir, coger el teléfono y llamar a Oscar, Samuel y Tuto y proponerles una salida conjunta. Hasta ahora ellos han expresado su voluntad, pero al igual que a muchos, no les "han tirado bola" y tampoco se trata de que se pongan a rogar por apoyarlo; pero el dialogo entre ellos permanece abierto, o sea que no estoy pidiendo demasiado.

Digo Política de altura, porque estos señores, poderosos en sí mismos (dinero, poder, prestigio, que de tenerlos, los tienen), le van a preguntar: ¿A cambio de qué, Carlitos? Y ahí se pondrá a prueba la grandeza de Carlos Mesa, que tiene que ceder espacios y ofrecer cosas, que esa es la política desde siempre; sobre todo con Ortiz, que a estas alturas tendría que justificar un viraje con algo muy grande que pudiera conseguir en beneficio de los suyos. La UNIDAD alrededor de uno mismo es algo que se construye, no que cae desde el cielo a cambio de nada.

Si quienes dirigen Comunidad Ciudadana creen que ellos solos pueden enfrentar y vencer a Morales Ayma están equivocados y tienen que tomar conciencia de ello. Ya lograron posicionar la candidatura de Mesa como la única posible y lo hicieron con el discurso de que “toda alianza nos perjudica”, y estuvo bien porque fue efectivo. Ahora ya no sirve, ésta es otra etapa, donde lo preponderante debe ser “nosotros somos la UNIDAD (posible)” y eso es haciendo, dando, cediendo, negociando, atrayendo, atando, construyendo…

29 de marzo de 2019

LA ESTÁN CAGANDO MUCHACHOS

No me gusta escribir este tipo de cosas, pero si no las digo ahora me va a salir una úlcera del tamaño del un volcán, porque considero que estamos aún a tiempo de hacer mejor las cosas y lo pongo así, para que ellos reaccionen de buena manera, aunque casi es demasiado tarde. Aclaro que, como yo, muchos que pensamos lo mismo, vamos a trabajar por una candidatura como la de Carlos D. Mesa G., con o sin su permiso, porque la situación trasciende la buena o mala voluntad suya o la de quienes organizan su campaña. Este es un problema de todas y todos los bolivianos, o sea que no se me recientan, como suelen hacer, acostumbrados como están a mirar tan desde arriba.

Y es que, así como la caída de Morales Ayma en las encuestas se ha estancado en un 30% de intención de votos, el crecimiento de Carlos Mesa se ha estancado también en un 30%, quedando ambos empatados, lo que no es suficiente, dadas las circunstanciaras que impelían a construir una tendencia de concentración del voto ciudadano en una candidatura ganadora, porque el descontento del electorado oficialista esta vez sí lo hace posible; porque la apuesta era superar esa barrera, dado el buen gatillamiento del inicio de la campaña que lo mostraba como un potencial vencedor. Finalmente si en las anteriores elecciones Reyes Villa, Tuto Quiroga y Samuel Doria Medina se movieron en el rango de un 26 a un 29 por ciento, ¿cual es el mérito de Carlos Mesa si solo va a repetir esa votación?

Algo anda mal, muy mal.

El único motivo por el que la ciudadanía diversa y unida puede apoyar y concentrar su voto en una candidatura, en este caso la de Comunidad Ciudadana, es para sacar a Morales Ayma del poder y recuperar la Democracia en Bolivia, a sabiendas de que lo que se viene será un gobierno de transición, que lo único que podrá hacer será devolver la independencia a los poderes estatales, fortalecer las instituciones para que deje de imperar el capricho de un caudillo, respetar las leyes, meter a los corruptos en la cárcel y avanzar en un posible Acuerdo Nacional para enfrentar futuros temas que nos son trascendentales.

Contrariamente, la última orden interna en Comunidad Ciudadana fue que las plataformas aliadas deben autodestruirse, porque dentro de Comunidad Ciudadana no se aceptan corporaciones, ni gremios, ni sindicatos, ni nada de nada que quiera expresarse orgánicamente a su interior; aunque sí aceptan a las personas como individuos, uno por uno. Los dirigentes están preocupados, porque sus plataformas son antiguas, existían antes que Comunidad Ciudadana y les otorgan, mas que esta, identidad y cohesión a su trabajo. Yo me imagino a las plataformas, los sindicatos, los gremios, los movimientos sociales, las barras del fútbol, los clubes de amigos, las promociones de cursos en colegio, como gallinas sin huato, buscando otro corral donde los valoren, los acepten y los tomen en cuenta. "No queremos servir sólo de escaleras" -dicen-.

El país no va a juzgar a Carlos Mesa ni a su equipo porque tengan un maravilloso programa, ni por lo apuestos y bellas que son, ni por lo honestos que parecen, ni por los principios que proclaman. No los vamos a juzgar porque supieron mantener la naturaleza y pureza de su proyecto -como me han dicho alguno de ellos con las mejores intenciones; porque por mantener incolumne lo que piensa un grupito, pueden (podemos) perder las elecciones y repetir lo que nos ha venido pasando los últimos tres comicios generales. El país los va a premiar por intentar unirnos, sin exclusiones, a moros y cristianos, indios y blancos, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, cambas y collas, conservadores de derechas e izquierdistas democráticos y hasta masistas descontentos y frustrados (que los hay y muchos), para votar por Carlos, para controlar el voto, para defenderlo contra el fraude que se viene preparando. Por eso los vamos a juzgar.

¡O sea que déjense de pendejadas, y pónganse a trabajar!

22 de febrero de 2017

FELICIDADES BOLIVIA

Ha pasado el 21F, que ha sido una demostración contundente de la posibilidad de autoconvocatoria de la ciudadanía y el pueblo bolivianos, logrando movilizar de forma voluntaria a cientos de miles de compatriotas en todos los departamentos y ciudades del país. Ha pasado el 21F y ahora que es 22, el futuro esta abierto.


¿QUÉ QUEDA POR HACER?

Las asociaciones civiles, grupos ciudadanos y plataformas políticas independientes, deben autoconvocarse, reunirse y organizar su coordinación, para lograr la acción permanente hasta alcanzar el objetivo mayor, que no es otro que el respeto a la ley, la renovación de la política y el fortalecimientos definitivo de la democracia. Existe un bien mayor que nos une a todos, por encima de nuestras diferencias: Respetando el voto de la mayoría, Morales Ayma y García Linera no deben eternizarse en el poder y no pueden ser candidatos en las próximas elecciones del año 2019, porque la ley lo prohibe.


TAREA PARA LOS ORGANIZADORES

Conocemos cuales son las instituciones que han trabajado en la organización exitosa de la jornada del 21F, las que deben autoconvocarse SIN EXCLUSIONES, porque ese es el espíritu de la DEMOCRACIA, para acordar un nivel de coordinación del trabajo para alcanzar este fin superior. Esta es una tarea difícil, por lo heterogéneo, pero es el desafío del momento. El objetivo en La Paz es volver a reunirnos como todos los miércoles, el próximo 1º de marzo, como en un cónclave, hasta alcanzar un acuerdo positivo y viable. Ese será el ejemplo que La Paz puede ofrecer al resto del país, que debiera seguir también por este camino, hasta alcanzar un acuerdo nacional de resistencia y consolidación democrática.

11 de marzo de 2016

EL MEDIANO PLAZO

Mi posición alrededor de lo que se debe hacer en el próximo futuro, es decir, a mediano plazo, hasta la llegada del año 2019 cuando el MAS y las oposiciones tengan que plantearse las candidaturas de ese fin de año, para reemplazar el gobierno corrupto de Evo Morales, es la siguiente:

Somos 2.500.000 bolivianos que hemos votado NO a la permanencia y re-re-reelección de Evo Morales Ayma. Somos variopintos, diferentes, mantenemos creencias e ideologías dispares, pero hay una cosa que nos une y es que no queremos que Evo Morales y el MAS sigan gobernando y destruyendo nuestro país, corrompiendo a nuestra sociedad y vaciando de horizontes el futuro.

Ese objetivo que nos hace mayoría comprobada, en este referéndum y en otras votaciones anteriores, merece ser encausado y merece expresarse en una opción política que seas alternativa al populismo autoritario y etnonacionalista que gobierna actualmente el país. La opción política no debe plantearse sino ese objetivo, que es el que nos une, por lo que su sustento idelógico y programático no puede ser sino la recuperación de la Democracia plena, la Libertad, el Desarrollo sostenible y equitativo para todos.

Como sabemos lo difícil que sería intentar poner de acuerdo a moros y cristianos sobre este asunto, lo que debemos hacer los próximos meses y no terminar el año sin lograrlo, es organizar un espacio de encuentro y coordinación entre TODAS las oposiciones, empezando por los partidos políticos más importantes, hasta llegar al más pequeño grupo interesado en adherirse a esta necesidad. No debemos reunirnos para discutir candidaturas, eso nos separa, no nos une.

En el seno, dificultoso y variopinto, de ese encuentro reconocido por todos los participantes, se deben establecer las reglas para organizar una candidatura efectiva, que pueda hacerle frente al autoritarismo masista con posibilidades de éxito electoral, que ahora los bolivianos podemos avizorar como posible, por lo que intentar este camino no es solo una opción hacia la victoria y la reconstrucción democrática, sino una responsabilidad que nadie debiera eludir.

Obremos en consecuencia. La Patria nos lo agradecerá.

19 de junio de 2014

¡LA UNIDAD POSIBLE!: ¿Y ahora qué?

Lo que veníamos predicando y necesitando sucedió. Samuel Doria Medina logró un acuerdo sustancial con Rubén Costas Aguilera, convirtiendo en realidad la consigna (parafraseando a Gandhi con lo del camino a la paz en India) que le soplara al oído mi amigo Walter Reyesvilla Méndez, el conocido Puka, hace como dos años atrás: “No hay camino a la unidad, la Unidad es el camino”. Luego matizamos y empezamos de arriba para abajo con lo de “la Unidad posible”, porque era impensable meter en una sola bolsa a todos los gatos, por muy democráticos que parecieran; dije: dos de tres hacen la Unidad. Y así nomás había sido.

Es necesario recalcar la renuncia de Rubén Costas (yo insistí que el mejor camino era el paso al costado y la emergencia de nuevos candidatos; Rubén estuvo a la altura), quien consciente de su imposibilidad de sumar el voto de occidente, supo dar paso a un costado para evitar la dispersión. Ernesto Suarez Zattori es un camba que por diversas razones se presenta como uno de los pocos líderes de oriente con capacidad de traspasar la cordillera y subir a Los Andes; desde luego que ha sido una buena decisión. Destacar la perseverancia de Samuel Doria Medina detrás de su consigna “dejemos que la gente elija”; no fue de la manera óptima, pero las encuestas mostraron que él es el dirigente opositor con mayor apoyo, su elección fue justa en ese sentido.

Porque como en ninguna otra elección anterior, de las que ganó Morales, hay un 25% de los y las bolivianos(as) dispuestos a concentrar su voto en un polo opositor. Es decir, con solo lograr que se consolide en el imaginario colectivo que ésta vez un contendor puede aspirar a arrebatarle el triunfo al oficialismo, así sea para una segunda vuelta, existirá ese importante porcentaje de apoyo de partida, es intención de voto duro y sobre eso se puede hacer mucho más.

Recordemos que una segunda vuelta se produce en dos ocasiones, si el ganador no alcanza el 50% y teniendo más del 40% no logra distanciarse del segundo en más de un 10% de los votos; o si el ganador no supera la barrera del 40% de la votación.

Hace dos años que Evo Morales mantiene una intención de voto del 40%, más-menos uno o dos, a pesar de que ha hecho todo lo que podía hacer, presentándole al país cosas tan espectaculares como inútiles, por ejemplo traer las motos del Dakar por 19 horas a territorio nacional, o colgar en el espacio sideral un satélite que nadie sabe bien para qué sirve, o lo de la G17-China+Evo, que fue un carísimo carnaval que pasó por Santa Cruz dilapidando dinero; y no se mueve, sigue zapateando y levantando polvo en el mismo lugar, un 40% más menos uno. Sus posibilidades de crecer están directa y proporcionalmente vinculadas a que la ciudadanía considere que alguien puede derrotarlo.

Este momento de intersubjetividad sustentable puede alcanzarse las próximas semanas gracias a la Unidad Posible, la fuerza electoral de un arco de unidad que va entre el liberalismo y la derecha democrática, hasta el progresismo de centro y el socialismo democrático.

Quedan dos cosas por hacerse en el corto plazo. A saber:

La Convergencia de Unidad Democrática (que así le han llamado, con buen criterio) debe alcanzar una Masa Crítica de apoyo, sumando adhesiones de unos y otros a gran escala, de la manera tradicional, añadiendo expresiones grupales e individuales desde los medios de comunicación y en las calles, junto a la expresión de apoyo desde las redes sociales, que orienten un clima de imparable desarrollo. Si eso sucede se logra una "bola de nieve" que crece por si sola.

Y la lista de candidatos que acompañen la dupla Samuel – Ernesto. No olvidemos que un punto de inflexión para la caída de popularidad de Tuto Quiroga o Manfred Reyes Villa, que en elecciones pasadas quisieron ser los contendores que polarizaran el voto, se produjo con las listas de candidatos a diputados y senadores; el impacto “más de lo mismo” fue devastador en el pasado. Puede volver a suceder, la importancia de elegir el corro de los y las acompañantes será crítica la próxima semana. Como nunca los portadores del mensaje serán el mensaje, o sea que ahora la coalición de Convergencia de Unidad Democrática debe tomar en cuenta este consejo, la idoneidad de los candidatos en las listas deberá ser probada, la consecuencia y honestidad de los candidatos pesará tanto o más que la unidad alcanzada.

¡A tener cuidado!

7 de junio de 2014

Unidad política y Control electoral

El próximo 14 de julio inscribimos candidatos. Ese es el día y tiene 24 horas, es decir, como nos pasa cada vez, hasta las 23:55 seguiremos esperando que el Candidato de la Unidad y la Democracia se inscriba, para enfrentar este caudaloso derroche irresponsable del dinero público, la ineficiencia de las instituciones gubernamentales, el crecimiento sin límites de la burocracia estatal, la mega-corrupción que ha penetrado todos los aparatos estatales, la inseguridad ciudadana, la caída en picada de la calidad de la educación, el narcotráfico cuyo ramaje se ha extendido de manera orgánica entre los y las gobernantes, el mentado autoritarismo, la centralización y concentración del poder, la dependencia de poderes alrededor de la voluntad omnímoda del jefazo, la paralización de las autonomías regionales y el autogobierno, el culto a la personalidad y el caudillismo… en fin, el combo plurinacional que está ahogando las posibilidades productivas y creativas que hacen al desarrollo de cualquier país y que los bolivianos no podemos ver, porque hay mucho dinero circulando frente a nuestros ojos.


¡Insisto, luego existo!: Solo una candidatura de unidad que cubra como un paraguas y sin complejos el arco político-ideológico entre el liberalismo y la izquierda democrática, puede lograr enfrentar con resultados óptimos el apoyo que ha conseguido el clientelismo, la prebenda y el patrimonialismo, cuya cultura de la corrupción y el engaño arropa al gobierno de Evo Morales Ayma. Sin candidatura de unidad, todo esfuerzo será vano, ya que la falta de esperanza y perspectiva ciudadanas dispersarán el voto, impulsarán la abstención y dejarán sin opciones a quienes esperamos emprender una gran batalla.


Si Rubén Costas y Samuel Doria Medina no se ponen de acuerdo, no solo la historia deberá juzgarlos. Nosotros, los ciudadanos que tenemos esperanza en la grandeza de miras de quienes nos representan, sabremos aquilatar el tamaño de su egoísmo y no dudaremos en exigir que se entierren en el basurero de la historia (como se dice). Así como se hará campaña por apoyarlos si hay unidad, se vomitarán sus nombres si priman los intereses particulares sobre los democráticos. ¡No tienen derecho a hacernos eso!


Si alguno de ellos piensa que puede ganar polarizando, quiero recordar dos dificultades. El que pudiera polarizar, como lo hicieron antes Tuto Quiroga o Manfred Reyesvilla es el gobernador cruceño Rubén Costas, porque ocupa ese espacio político y representa a esa votación, de una ciudadanía fundamentalmente restauradora, es decir es la derecha democrática, pura y dura; pero no tiene acceso al voto en los departamentos andinos, está limitado a los amazónicos; no puede subir los Andes y él lo sabe. Samuel, en cambio, se presenta y se jacta de ser un centro progresista (hasta pensamos en un momento que pudiera incorporarse a la socialdemocracia internacional), con ese rostro difícilmente podrá convocar al voto restaurador, si este mantiene desde oriente otra candidatura. No habrá polarización, no habrá un polo de atracción. Perderemos como en la peor guerra la oportunidad de pelear un parlamento equilibrado, de lograr una segunda vuelta presidencial, lo perderemos todo, salvo los cuatro dispersos diputados que puedan ganar cada uno de estos estériles candidatos por separado.


De Juan tenemos que dejar de hablar, a estas alturas con apenas 4% de apoyo, no le suma sino le resta a Rubén, no hay posibilidades de un acuerdo suyo con Samuel, y solo quedará marginal y matará a su partido, como sucedió en Sucre y en el Beni. Que vaya solito a quitarle unos cuantos votos paceños al MAS.


El otro asunto a considerar es el fraude electoral. Lo que estoy advirtiendo son las claras condiciones que lo hacen posible. Sobre el Tribunal Electoral pesa la desconfianza, porque ha quedado claro que está parcializado y es obsecuente a los designios y maniobras de los gobernantes interesados en prorrogar a como dé lugar su permanencia en el poder. Junto a ello, el control que ejercen sobre los poderes legislativo y judicial, hacen posible la intervención solapada para manipular y cambiar el voto y los resultados de la votación. Si a esto sumamos la falta de compromiso con los valores democráticos y el absoluto desprecio hacia la voluntad popular que se expresa en las urnas, no me cabe dudas de que se recurrirá al fraude, o a lo que se tenga que recurrir, para alcanzar la mayoría necesaria, ahora y mañana.


Por eso es imprescindible organizar el control y la observación electoral, construyendo un acuerdo de las instituciones, organizaciones y grupos con capacidad de denunciar la manipulación del voto. Hay que esforzarse por conocer el obscuro interior del padrón electoral, que ahora es un Secreto de Estado y sobre el cual pesas interrogantes de fondo. Hay que organizarse para dar a conocer la inequidad del uso de recursos, públicos y privados, que están al servicio de la campaña de los partidos, lo mismo que para seguir en detalle la votación en cada recinto electoral y transparentar el escrutinio. Finalmente, hay que contar con recursos para una verdadera auditoría electoral una vez concluida la votación y conocido los resultados.


Unidad y control. En eso estamos.

21 de abril de 2014

ESTO ESTÁ COMPLICADO

Como el momento está caliente y se viene un intenso debate sobre qué hacer y qué no hacer desde la oposición en Bolivia, muchos ciudadanos podremos aparecer como contradiciéndonos en lo que proponemos; por eso quiero aclarar mi posición, para que a todos mis amigos y seguidores (en Feisbuc y Tuiter –digo– no en la política, donde más bien tendré muy pocos) sepan por qué digo lo que afirmo.

1. En la dispersión y desencuentros actuales, apoyo la articulación electoral de un Polo de Unidad posible dentro del arco ideológico que va desde el liberalismo hasta el socialismo democrático, incluyendo las vertientes locales de nacionalismos e indigenismos mientras sean democráticos. De no cambiar estas circunstancias, el líder mejor posicionado es Samuel Doria Medina, con menos de un 15% de apoyo, pero los otros están aún peor. Por ese motivo le apoyo en sus esfuerzos por construir un referente de unidad. Ceteris paribus lo seguiré apoyando, a pesar de los errores que comete.

2. La posibilidad de un acuerdo, al margen de Samuel, que unifique a Rubén Costas con Juan del Granado es un avance sustancial en el camino por agregar el voto ciudadano. De darse, la tarea será exigirles a los tres que se incorporen a una alianza conjunta y que peleen allí sus candidaturas. No pueden existir dos o tres candidatos que reivindican la Unidad. Si no se ponen de acuerdo y mantienen candidaturas separadas (lo que dará paso a que Tuto, Jaime Paz, Adriana Gil y cualquier otro se postulen también con legítimo derecho), yo me iré a mi casa y llamaré al voto en blanco y la abstención, porque los candidatos no dan la talla.


3. Si por obra de alguna divinidad inspirada, la propuesta de renuncia de los tres posibles candidatos se tomara en cuenta, y los tres cedieran sus limitadas aspiraciones, para que un tercero, renovador, joven, no contaminado, apareciera en el escenario, trayendo aire fresco; a no dudarlo, apoyaría la propuesta.

Tomo como ejemplo la dupleta que algunos proponen entre Luis Revilla y Ernesto Suarez (se pueden pensar otras combinaciones) que nos puede llevar a un momento fundacional, de contarse con el renunciamiento y apoyo de Samuel, Rubén y Juan. Semejante hecho marcaría una nueva etapa. Electoralmente significaría una gran batalla, una segunda vuelta electoral y la posibilidad cierta de victoria, o controlar una de las cámaras (el Senado) y el equilibrio democrático y la fiscalización parlamentaria.

Significaría un liderazgo renovador para interlocutar en nombre de la ciudadanía y articular un posible movimiento democrático en el cual subsumir (idealmente) los pequeños partidos que hoy nos disputamos pigricias. Podría (ya que hablamos de utopías) promocionar una bancada de senadores notables, donde Samuel, Juan, Rubén, Victor Hugo, Carlos y otros fueran útiles como ningunos otros al pueblo, la democracia y la patria.

A un esfuerzo así nos sumamos todos; el país tendría un futuro cercano, donde sea posible la democracia frente al autoritarismo, la institucionalidad frente al populismo, la producción y el desarrollo frente al rentismo, la modernidad superando lo vetusto que pervive como un atavismo insuperable del pasado entre los bolivianos.

La Unidad no es solo de siglas, es de proyectos y eso dá para escribir más largo. Pero no puedo dejar de mencionar que la corrupción, la iniquidad de la justicia plurinacional, el narcotráfico, el contrabando, la inseguridad ciudadana, la desinstitucionalización etatal y un largo exétera de problemas, solo pueden ser enfrentado y solucionados desde un centro de unidad poderoso. Existen las bases y las condiones materiales para un acuerdo de la ciudadanía, esperemos estar a la altura y no desperdiciar semejante momento.

4 de febrero de 2014

A LOS COMPAÑEROS DE UNIDAD NACIONAL y EL FRENTE AMPLIO, Y A LOS AMIGOSDEMÓCRATAS

Señores
SAMUEL DORIA MEDINA
RUBÉN COSTAS AGUILERA
La Paz, 4 de febrero de 2014

Ha llegado el momento de las decisiones. Las elecciones generales están próximas y la ciudadanía mira expectante lo que vaya a suceder con las candidaturas y propuestas que se hagan desde la oposición democrática en el país. Está claro –cristalino como el agua– que de no presentarse una candidatura unida y fuerte, con capacidad de concentrar el voto y no dispersarlo, el populismo autoritario que encabeza Evo Morales ganará sin dificultades, estableciendo además una distancia lo suficientemente grande como para acentuar los rasgos abusivos de un régimen despótico y de un caudillo, que tras una tercera victoria podría convertirse en un tirano.

Solo una propuesta acordada entre Samuel Doria Medina y Rubén Costas Aguilera puede evitar que esto suceda. Por separado ambos no son nada, podrán disputar un tercio del electorado, debilitándose el uno al otro y dejando a la democracia sin bastión y sin defensa. Juntos podrán convocar a la esperanza y al apoyo activo y comprometido, porque juntos harán posible una “gran pelea” democrática. Y muchos de los que ni siquiera iríamos a votar si campea la desunión, podríamos ser fieros combatientes y conquistar una segunda vuelta. La propuesta no puede ser “quitarle los dos tercios a Evo” porque eso no moviliza sino a nosotros mismos.

La unidad no es solo una necesidad electoral, es una propuesta de futuro. Hay muchos asuntos que solo podrán resolverse uniendo a los bolivianos. La corrupción, el narcotráfico, la inseguridad ciudadana, la ignorancia, el aislamiento internacional (por mencionar unos pocos) son monstruos que en el pasado se han “comido” gobiernos enteros; actualmente están haciendo lo mismo con Evo Morales y el MAS, que ya no pueden recuperarse por sí solos. Se necesita la convergencia de todos y todas para solucionar estos gravísimos problemas por encima del sectarismo partidario y aún de las idelogías.

Ninguno de ustedes puede pensar que es “el otro” quien debe subirse al carro. Samuel no le puede pedir a Rubén que se incorpore al Frente Amplio. Rubén no le puede pedir a Samuel que jure a los Demócratas. Es una responsabilidad de ambos construir juntos una alternativa para todos. ¡Ese es el Imperativo Insoslayable del momento! Sino la historia los recordará como líderes que por motivos personales y egoístas no supieron estar a la altura de sus responsabilidades y el pueblo “los escupirá de su boca”. Y a nosotros también, quienes formamos parte e influimos en sus respectivas organizaciones.

Ahora, que ha llegado el momento de las decisiones, espero que este pedido les toque y los conmueva. Que los haga caminar por donde debemos ir juntos y por donde deben guiarnos. Y que nos hagan tomar ese camino a todos los militantes, simpatizantes y adherentes de ambas organizaciones, quienes debemos exigir en el seno de las mismas, Unidad, Unidad y Unidad; todo lo demás es un suicidio.

Fraternalmente:








Julio E. Aliaga Lairana
CI. 391348 LP[/caption]


"Somos hijos de la buena fortuna, el azar es un poco nuestra ley. Pero nosotros debemos planificar el azar, intentar el arduo montaje de la suerte; porque si dejamos el azar al azar, entonces sí, lo planifica el adversario". (Sobre un texto de Mario Benedetti)