ALTERNATIVAS

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11 de agosto de 2016

EL ESTADO NO ES EL PAÍS

Al tratar de explicar como el reconocer que la totalidad del bolson gasífero de Incahuasi le pertenece al departamento de Santa Cruz, no es algo que afecte sustancialmente a los demás departamentos, porque los beneficios del dinero que producen los hidrocarburos en Bolivia son "de todos", salvo las regalías, el gobierno etnonacionalista que preside Morales Ayma devela la gran equivocación que han cometido y cometen al confundir el Estado con el país. Ellos creen que el Estado Plurinacional de Bolivia es Bolivia, y ahí está "la madre del cordero" del problema que han creado a partir de obligar e imponer la nueva Constitución Política.

El Estado no es el país. El dinero que tiene el Estado no es dinero de los habitantes del país. Las propiedades y bienes del estado no son del pueblo ni de los bolivianos. Son dineros, propiedades y bienes del Estado, y el Estado es un aparato burocrático (una oficina, para decirlo en fácil), una institución, que como ninguna tiene la capacidad de tomar decisiones que afectan a todos los habitantes y estantes en el territorio sobre el que tiene potestad y juridicción, y que ya no podemos llamar nación, porque el Estado cree (y se equivoca) que contiene un conjunto de naciones entre las que nos han dividido a los bolivianos, según origen, sea étnico y/o cultural.

Quienes administran, usufructúan, distribuyen y gastan los dineros, las propiedades y los bienes del Estado son una burocracia compuesta por autoridades y empleados, que son dueños temporales y que ganan dinero apropiándose de ese o esos aparatos y que, por ese motivo, han adquirido intereses únicos y particulares que los hacen distintos a los demás. Tienen una conciencia de grupo y defienden como grupo sus intereses, proyectándolos al futuro e intentando hacerlos sostenibles; son en ese sentido, algo muy parecido a una clase social: la Nomenclatura, le llamaron cuando los países del Socialismo Realmente Existente.

En Bolivia, esa Nomenclatura está compuesta por dirigentes políticos del MAS, que viven y dependen del Estado; de dirigentes masistas de los llamados Movimientos Sociales, que viven y dependen de las prebendas que el gobierno coorporativo les entrega; de los dirigentes masistas y representantes de cocaleros y contrabandistas que viven y dependen del clientelismo estatal que les otorga beneficios especiales; y de una burguesía mercantilista emergente cuyo crecimiento depende de hacer negocios (normalmente turbios) con el Estado. A esa Nomenclatura le llamamos en Bolivia la Rosca Corrupta Masista.

Esa Rosca es la dueña de los dineros, las propiedades, las empresas y los bienes del Estado Plurinacional. El Estado produce y recauda para esa Rosca, y ya se ha investigado y escrito como el conjunto del sistema está organizado para garantizar la reproducción de este estado de cosas. La condición para la existencia y permanencia de un gobierno corporativo es destruir o debilitar la institucionalidad democrática, reemplazándola por una organicidad política corporativa que informalice las relaciones entre Estado y sociedad; no hay leyes, no hay normas, solo vale la voluntad del Caudillo de turno y la presión de la violencia callejera que puedan ejercer las masas.

Transformar esa realidad y devolver la riqueza nacional al pueblo, a la ciudadanía, a los habitantes que compartimos penas y alegrías dentro del territorio boliviano, pasa por reorganizar el Estado, y quitarle a la Rosca Corrupta Masista (o las futuras roscas que pudieran existir) la posibilidad de seguir apropiándose de algo que no le pertenece. En el centro de esa necesaria reforma está la construcción de un Estado Autonómico, organizado entre gobiernos departamentales y municipales, que son más cercanos a las necesidades de la ciudadanía y también más fáciles de controlar y potencialmente menos corruptibles, por tal motivo.

La propuesta alternativa al MAS debe otorgar a municipios y gobernaciones la potestad de recaudar los ingresos estatales en impuestos, aduanas, y cobros de utilidades de las empresas estatales,  y decidir y ejecutar el destino de los gastos. Las y los ciudadanos deben saber que pagan sus impuestos y contribuciones a una institucionalidad que les garantiza que esta riqueza común no se traslada a una Rosca Corrupta que maneja el aparato central del Estado en beneficio propio, sino que las instituciones que se recauden se invierten en el mismo sitio de donde salen y en beneficio de quienes contribuyen. Esa es la condición. No hay otro camino.

EL ESTADO NO ES EL PAÍS

Al tratar de explicar como el reconocer que la totalidad del bolson gasífero de Incahuasi le pertenece al departamento de Santa Cruz, no es algo que afecte sustancialmente a los demás departamentos, porque los beneficios del dinero que producen los hidrocarburos en Bolivia son "de todos", salvo las regalías, el gobierno etnonacionalista que preside Morales Ayma devela la gran equivocación que han cometido y cometen al confundir el Estado con el país. Ellos creen que el Estado Plurinacional de Bolivia es Bolivia, y ahí está "la madre del cordero" del problema que han creado a partir de obligar e imponer la nueva Constitución Política.

El Estado no es el país. El dinero que tiene el Estado no es dinero de los habitantes del país. Las propiedades y bienes del estado no son del pueblo ni de los bolivianos. Son dineros, propiedades y bienes del Estado, y el Estado es un aparato burocrático (una oficina, para decirlo en fácil), una institución, que como ninguna tiene la capacidad de tomar decisiones que afectan a todos los habitantes y estantes en el territorio sobre el que tiene potestad y juridicción, y que ya no podemos llamar nación, porque el Estado cree (y se equivoca) que él contiene un conjunto de naciones entre las que nos ha dividido a los bolivianos, según origen, sea étnico y/o cultural.

Quienes administran, usufructúan, distribuyen y gastan los dineros, las propiedades y los bienes del Estado son una brurocracia compuesta por autoridades y empleados, que son dueños temporales y que ganan dinero apropiandose de ese o esos aparatos y que, por ese motivo, han adquirido intereses únicos y particulares que los hacen distintos a los demás. Tienen una conciencia de grupo y defienden como grupo sus intereses, proyectándolos al futuro e intentando hacerlo sostenible; son en ese sentido, algo muy parecido a una clase social: la Nomenclatura, le llamaron cuando los países del Socialismo Realmente Existente.

En Bolivia, esa Nomenclatura está compuesta por dirigentes políticos del MAS, que viven y dependen del Estado; de dirigentes masistas de los llamados Movimientos Sociales, que viven y dependen de las prebendas que el gobierno les otorga; de los dirigentes masistas y representantes de cocaleros y contrabandistas que viven y dependen del clientelismo estatal que les otorga beneficios especiales; y de una burguesía mercantilista emergente cuyo crecimiento depende de hacer negocios (normalmente turbios) con el Estado. A esa Nomenclatura le llamamos en Bolivia la Rosca Corrupta del MAS.

Esa Rosca es la dueña de los dineros, las propiedades, las empresas y los bienes del Estado Plurinacional. El Estado produce y recauda para esa Rosca, y ya se ha investigado y escrito como el conjunto del sistema está organizado para garantizar la reproducción de este estado de cosas.

Transformar esa realidad y devolver la riqueza nacional al pueblo, a la ciudadanía, a los habitantes que compartimos penas y alegrías dentro del territorio boliviano, pasa por reorganizar el Estado, y quitarle a la Rosca Corrupta Masista (o las futuras roscas que pudieran existir) la posibilidad de seguir apropiándose de algo que no le pertenece. En el centro de esa necesaria reforma está la construcción de un Estado Autonómico, organizado entre gobiernos departamentales y municipales, que son más cercanos a las necesidades de la ciudadanía y también más fáciles de controlar y potencialmente menos corruptibles, por tal motivo.

La propuesta alternativa al MAS debe otorgar a municipios y gobernaciones la potestad de recaudar los ingresos estatales y decidir y ejecutar el destino de los gastos, en impuestos, aduanas, y cobros de utilidades de las empresas estatales. Las y los ciudadanos deben saber que pagan sus impuestos y contribuciones a una institucionalidad que les garantiza que esta riqueza común no se traslada a una Rosca Corrupta que maneja el aparato central del Estado en beneficio propio, sino que las instituciones que se recauden se invierten en el mismo sitio de donde salen y en beneficio de quienes contribuyen. Esa es la condición. No hay otro camino.

3 de diciembre de 2012

EL EXPRESO DE NOCHE Y MEDIA

Voy a contar cómo me imagino yo este asunto. No haré sino repetir lo que otros han dicho, lo que los periódicos han publicado ya, lo que se sabe. Mi aporte es imaginar las razones por las cuales esto fue posible, porque no se trata solo de describir la existencia de una red de extorsión que obligaba a jueces y fiscales, sino de comprender cómo pudo funcionar durante seis años, a la vista y paciencia de las autoridades gubernamentales, que no solo los dejaban hacer, sino que les brindaron todas las condiciones para desarrollar este su trabajo.

Uno de los problemas que tienen los partidos políticos, aquí o en cualquier lugar del mundo, es el de financiar el funcionamiento de sus aparatos, sobre todo cuando se está en gobierno y la demanda en sociedades prebendales como la nuestra, se muestra muy alta para estas ocasiones. El clientelismo, el prebendalismo y el patrimonialismo son el día a día del apoyo a los regímenes populistas en América Latina. Es el caso boliviano, donde históricamente se les ha presentado este problema a los partidos, que aprovechan la oportunidad de ser gobierno desde algún aparato estatal, para extraer de él los recursos que necesitan. Unos más y otros menos, ha pasado siempre.


Esto da base para que al interior del discurso partidario se legitime, con la mayor discreción posible, la organización de un sistema de recaudación de dineros, no muy bien habidos, para cumplir estos objetivos y hacer la revolución, en este caso; por la revolución y para la revolución (García Linera escribe Revolución, con mayúsculas) todo está permitido. Aduanas, impuestos, licitaciones, concesiones, consultorías y otros, forman parte del juego, por lo que el MAS, a nombre de acelerar los procesos, ha aprobado leyes y dictado decretos, quitado todas las trabas y controles para conceder, contratar y adjudicar a su antojo. En el caso de la banda de extorsionadores, les ha proporcionado poderes especiales para actuar sobre el poder judicial, consiguiendo acusaciones y fallos judiciales acomodados a sus necesidades y deseos.

Pero esta faena no se hace sola, alguien tiene que hacer el trabajo sucio, y los partidos suelen tener entre sus integrantes, gente de poca moral, menos valores, pocos escrúpulos, que se prestan a ser los recaudadores, a cambio de quedarse con una parte, más o menos importante de las ganancias. Imagino que así comenzó la Red de abogansters en el MAS. Una vez en el gobierno y desde algún ministerio escogido para el efecto, se instaló este grupo con plenos poderes; seguramente se instalaron por igual otros grupos, en otras áreas gubernamentales, encargados de otros sectores.

Sólo así se explica que estos delincuentes estuvieran habilitados y con permiso (por escrito, dicen que se puede leer en los memorándums que acreditan sus funciones) para hacer y deshacer por encima de las leyes (“yo le meto nomás”), como sólo así se explica que el gobierno compre y contrate directamente, sin licitaciones y sin protocolo alguno. Se trata de conseguir plata para hacer la revolución. Y de la misma manera, sólo así se explica que durante más de cinco años, estos malhechores hicieran y deshicieran a su antojo, amenazando, destituyendo y encarcelando incluso a jueces y fiscales que no querían hacerles caso, sin que a las autoridades competentes en el Poder Ejecutivo se les moviera un pelo, empezando por el mismísimo señor Presidente de esta cosa llamada estado, hasta el último servidor con poder y obligación de intervenir, en cualquier rincón obscuro de los que han vuelto a ser truculentos ministerios. ¡Es que estaban recaudando!

Los recaudadores, al principio, actúan sobre victimas pequeñas, que pasan desapercibidas; sus comisiones lo son igual, sin grandes pretensiones. Pero van aprendiendo, se van empoderando, se saben protegidos, se sienten cada día más y más poderosos; no ha de haber cosquilleo de placer más exquisito que sentir el poder, hacer y deshacer, si la formación individual es débil en principios y valores, y la patología personal carente de escrúpulos; y esa tipología en el MAS la hay en abundancia. Se ha escrito y estudiado sobre ello y ejemplos sobran.

Y estando así las cosas, apareció el “muerto de oro”, como le llaman en los entretelones de la corrupción a Rózsa, al que presuntamente asesinaron en el Hotel Las Américas en Santa Cruz de la Sierra porque quería dividir el país. Tras la operación, bien planificada por vaya uno a saber por quienes y dónde, el empresariado cruceño tuvo que pagar por su libertad, enormes sumas de dinero que enriquecieron ya no solo a los recaudadores, sino más allá, empoderaron definitivamente al grupo, que adquirió un status de autonomía relativa frente al MAS y sus jerarcas.


De allí para adelante, ni les cuento (además porque no se), pero los invito a conjeturar un poco sobre el cómo se deben haber desarrollado las cosas. Utilicemos la “imaginación sociológica”, a sabiendas de cómo funcionan los grupos de poder en los partidos políticos, cómo se mueven, cómo se articulan.

Apareció “Terrorismo II”, que debe haber sido otra mina de oro, o los “Gastos Reservados” I y II, como un pozo petrolero en el jardín de sus casas: una lista de opositores políticos de gobiernos pasados, para ir y “cazarlos” uno por uno, en orden alfabético; ¿podrán quejarse?, ya les dirían, también uno a uno, que ellos eran los malos, ¡vende-patrias!, que se llevaron mucha más plata; y quien les iba a creer a estos hombres y mujeres, ciudadanos del pasado, estigmatizados por el MAS con acusaciones ciertas o inventadas… para el caso daba igual.

Pero “la vida es duro”, como dicen en Oruro, y por algún sitio tenía que “reventar el puchichi”; hasta las más sofisticadas mafias en el mundo se equivocan, y esta, está perlada de masistas, de gente que sabe poco, aspira a mucho y recién está empezando a conocer el mundo del poder, que es ancho y es ajeno, codeándose de a igual a igual con políticos y diplomáticos de gran talla, con empresarios transnacionales, premios Nóbel , actores de Hollywood, o terroristas buscados en el mundo, que nos vienen a visitar desde el Irán; esto no ha de ser fácil de controlar para nadie.

Y apareció Sean Penn. No lo invitó Evo Morales para que sea nuestro embajador por la quinua, el mar y la coca (se debe haber improvisado ese mismo rato). Vino a preguntar por el judío-norteamericano preso en Palmasola, alrededor de cuyo caso se ha tejido desde Estado Unidos de Norteamérica una tráiler digno de los mejores directores; un compatriota prisionero en una telaraña que pocos entienden, pero que podría ser descrita así, en la mentalidad de cualquier gringo en Washington: Perdido en el mundo hay un país bananero, cuyo presidente aborigen, algo chabacano y folclórico, se autodenomina marxista y comunista, amigo de Chávez, admirador de los Castro, vinculado a la producción y defensor del consumo de coca (nótese el matiz: eso de coca-no-es-cocaína es algo demasiado sofisticado para un norteamericano medio) y aliado del poder terrorista de Irán (antes de Gadafi en Libia), que es, para los norteamericanos el peor y más peligroso enemigos de estos tiempos. ¿Y para los israelitas? Es que no hay que haber estudiado en Harvard para entenderlo, el prisionero Jacobo Ostreicher es judío desde su propio nombre.


¡Busquen a Sean Penn! –debe haber dicho alguien–, y no solo porque esto de para una película; una nueva versión de “El Expreso de Media Noche”, hasta él podría ser el principal protagonista y filmar un éxito mundial de dimensiones. Sean conoce a Evo Morales, también a Hugo Chavez, los va a visitar y lo reciben bien en esos países de dictadores tropicales, él puede hablar con estos presidentes y averiguar… Despues de la gira, Sean Penn, aparte de unos pochos y camisetas de fútbol, ha de haber vuelto contando una historia digna del surrealismo mágico latinoamericano y del boom de los sesenta.

Y por aquí. ¿Nadie se daba cuenta? ¿Nadie escuchaba las quejas de los neoliberales, cada vez que hozaban decir algo? ¿Nadie, dentro del MAS, o desde el Gobierno, sentía crujir los cimientos que se están como apolillándose por dentro? ¿Nadie sabe de esta red o banda de mafiosos? ¿Nadie sabe de las otras redes que eventualmente y siguiendo tan exitoso ejemplo, podrían trabajar ya no sobre el poder judicial, sino alrededor de temas tan sabrosos como el narcotráfico, el contrabando, los impuestos, las licitaciones, las adjudicaciones, las compras estatales y demás fuentes de obscuros dineros que corren a raudales, como ejemplo de nuestra sana economía nacional?

¡Nadie sabe nada!

¡Cállate tonto; es que estamos recaudando….!