ALTERNATIVAS

Mostrando entradas con la etiqueta Sean Penn. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Sean Penn. Mostrar todas las entradas

12 de junio de 2013

UN DAKAR JUSTICIERO

Se ha iniciado una campaña mundial contra la corrupción en la justicia boliviana. Las próximas semanas seremos testigos de un inusual tipo de activismo internacional al que los bolivianos no estamos, ni de lejos, acostumbrados.

Para mirarlo desde el lado bueno, hay que reconocer el aporte del Estado plurinacional: Bolivia ha dejado de ser un lugar anónimo y desconocido; la cantaleta del mar es algo que en el mundo se sabe desde siempre, de la coca-cocaína se viene hablando desde hace algún tiempo, pero esta nueva faceta nos era desconocida hasta ahora.


Varios congresistas norteamericanos han firmado un pedido dirigido a empresas e instituciones solicitando lo que pidió Sean Penn: que la carrera del Dakar suspenda su tránsito por Bolivia, hasta que se libere a Ostreicher de las manos corruptas de fiscales y jueces, que según dice haber conocido, responden más a intereses espurios del gobierno boliviano, si no a redes de extorsión que se enriquecen a costa de los acusados.

Cuando Penn, el Embajador de causas nobles (gran actor, amigo de Chávez, de Ortega y de cuanto prototiranuelo asoma por el continente), nombrado así por el mismísimo Evo Morales, denunció el caso Ostreicher y abrió las puertas para que conociéramos la poderosa red de masistas extorsionadores, describió su visita a las cárceles en nuestro país, diciendo que aquí “miles de prisioneros viven rodeados del tipo de salvajismo humano que sólo imaginamos en pesadillas”.

Y parece que los bolivianos estamos acostumbrados a ello, como a otras cosas estrafalarias; cuando uno está acostumbrado a algo eso suele pasar desapercibido de tanto estar ante nuestras narices, uno hace como que no las ve. Por ejemplo, no vemos nuestros minibuses, creemos que el transporte es así en todo el mundo y si no hemos salido de nuestro barrio (nadie tiene obligación de hacerlo) ni siquiera podemos imaginar las comodidades de un metro o un bus, limpios y cómodos, con calefacción o aire acondicionado.

Tiene que venir alguien de visita y contarlo fuera (como les pasó a los argentinos con el tango): “No imaginas cómo viajan los paceños, doblados en cuatro”. O, “conozco un lugar donde los fiscales y los jueces están todos comprados”. O, “no puedes concebir un país donde el Presidente se jacta de no haber leído un libro”. Y si quien lo grita a sotavento ha ganado un Oscar en Hollywood, se sienta entre parlamentarios y políticos progresistas del mundo y sale en la tele todos los días, puede hacérnoslo creer hasta a nosotros.

Cuando Sean Penn dijo lo de sabotear el Dakar pareció una salida más bien testimonial, una iniciativa personal. Pero olvidamos que ya con un par de sus declaraciones la justicia boliviana fue desnudada y no se mostró nada bien en sus paños menores. Penn no es solo el maravilloso actor de Milk o El Árbol de la Vida, sino un activista de la izquierda democrática norteamericana, con seguidores e influencia practica en muchos lugares del mundo.


O sea que norteamericanos, europeos, chinos y japoneses van a iniciar una recolección de firmas (medio millón, dicen) para pedir que el Dakar no pase por Bolivia, para denunciar que los bolivianos vivimos entre la corrupción más extrema, de un sistema judicial que amenaza, persigue, encarcela, obliga a huir a la gente, por razones extrajudiciales, políticas más bien, la más de las veces.

Pasen o no pasen por aquí las motocicletas del Dakar (porque los autos de verdad no van a venir), yo... en minibus, a descansar leyendo un libro en casa.

22 de mayo de 2013

TENIA OJOS PERO NO PODIA VER (Tiresias en Edipo Rey)

Sean Penn se ha expresado así de Bolivia: “miles de prisioneros viven rodeados del tipo de salvajismo humano que sólo imaginamos en pesadillas”.

Los masistas, fieles a sus formas y a su cultura política, han salido a decir que es un pésimo actor, que ofende al pueblo boliviano, que hay que retirarle el nombramiento que le hiciera Evo Morales de embajador de causas bolivianas.

A nadie (incluso en la oposición que creerá ahora que se trata de un gran actor) se le ha ocurrido pensar lo que Penn ha visto en sus visitas a Bolivia, en la cárcel de Palmasola, en los juzgados, en sus entrevistas con los fiscales…

¿Será que realmente en Bolivia se vive en condiciones de “la peor pesadilla” y que no nos damos cuenta, ni nos inmutamos cuando nos lo enrostran, porque nos hemos acostumbrado y creemos que el mundo entero es así, como nosotros?

¿Con qué ojos nos estamos mirando a nosotros mismos, que no podemos vernos?

3 de diciembre de 2012

EL EXPRESO DE NOCHE Y MEDIA

Voy a contar cómo me imagino yo este asunto. No haré sino repetir lo que otros han dicho, lo que los periódicos han publicado ya, lo que se sabe. Mi aporte es imaginar las razones por las cuales esto fue posible, porque no se trata solo de describir la existencia de una red de extorsión que obligaba a jueces y fiscales, sino de comprender cómo pudo funcionar durante seis años, a la vista y paciencia de las autoridades gubernamentales, que no solo los dejaban hacer, sino que les brindaron todas las condiciones para desarrollar este su trabajo.

Uno de los problemas que tienen los partidos políticos, aquí o en cualquier lugar del mundo, es el de financiar el funcionamiento de sus aparatos, sobre todo cuando se está en gobierno y la demanda en sociedades prebendales como la nuestra, se muestra muy alta para estas ocasiones. El clientelismo, el prebendalismo y el patrimonialismo son el día a día del apoyo a los regímenes populistas en América Latina. Es el caso boliviano, donde históricamente se les ha presentado este problema a los partidos, que aprovechan la oportunidad de ser gobierno desde algún aparato estatal, para extraer de él los recursos que necesitan. Unos más y otros menos, ha pasado siempre.


Esto da base para que al interior del discurso partidario se legitime, con la mayor discreción posible, la organización de un sistema de recaudación de dineros, no muy bien habidos, para cumplir estos objetivos y hacer la revolución, en este caso; por la revolución y para la revolución (García Linera escribe Revolución, con mayúsculas) todo está permitido. Aduanas, impuestos, licitaciones, concesiones, consultorías y otros, forman parte del juego, por lo que el MAS, a nombre de acelerar los procesos, ha aprobado leyes y dictado decretos, quitado todas las trabas y controles para conceder, contratar y adjudicar a su antojo. En el caso de la banda de extorsionadores, les ha proporcionado poderes especiales para actuar sobre el poder judicial, consiguiendo acusaciones y fallos judiciales acomodados a sus necesidades y deseos.

Pero esta faena no se hace sola, alguien tiene que hacer el trabajo sucio, y los partidos suelen tener entre sus integrantes, gente de poca moral, menos valores, pocos escrúpulos, que se prestan a ser los recaudadores, a cambio de quedarse con una parte, más o menos importante de las ganancias. Imagino que así comenzó la Red de abogansters en el MAS. Una vez en el gobierno y desde algún ministerio escogido para el efecto, se instaló este grupo con plenos poderes; seguramente se instalaron por igual otros grupos, en otras áreas gubernamentales, encargados de otros sectores.

Sólo así se explica que estos delincuentes estuvieran habilitados y con permiso (por escrito, dicen que se puede leer en los memorándums que acreditan sus funciones) para hacer y deshacer por encima de las leyes (“yo le meto nomás”), como sólo así se explica que el gobierno compre y contrate directamente, sin licitaciones y sin protocolo alguno. Se trata de conseguir plata para hacer la revolución. Y de la misma manera, sólo así se explica que durante más de cinco años, estos malhechores hicieran y deshicieran a su antojo, amenazando, destituyendo y encarcelando incluso a jueces y fiscales que no querían hacerles caso, sin que a las autoridades competentes en el Poder Ejecutivo se les moviera un pelo, empezando por el mismísimo señor Presidente de esta cosa llamada estado, hasta el último servidor con poder y obligación de intervenir, en cualquier rincón obscuro de los que han vuelto a ser truculentos ministerios. ¡Es que estaban recaudando!

Los recaudadores, al principio, actúan sobre victimas pequeñas, que pasan desapercibidas; sus comisiones lo son igual, sin grandes pretensiones. Pero van aprendiendo, se van empoderando, se saben protegidos, se sienten cada día más y más poderosos; no ha de haber cosquilleo de placer más exquisito que sentir el poder, hacer y deshacer, si la formación individual es débil en principios y valores, y la patología personal carente de escrúpulos; y esa tipología en el MAS la hay en abundancia. Se ha escrito y estudiado sobre ello y ejemplos sobran.

Y estando así las cosas, apareció el “muerto de oro”, como le llaman en los entretelones de la corrupción a Rózsa, al que presuntamente asesinaron en el Hotel Las Américas en Santa Cruz de la Sierra porque quería dividir el país. Tras la operación, bien planificada por vaya uno a saber por quienes y dónde, el empresariado cruceño tuvo que pagar por su libertad, enormes sumas de dinero que enriquecieron ya no solo a los recaudadores, sino más allá, empoderaron definitivamente al grupo, que adquirió un status de autonomía relativa frente al MAS y sus jerarcas.


De allí para adelante, ni les cuento (además porque no se), pero los invito a conjeturar un poco sobre el cómo se deben haber desarrollado las cosas. Utilicemos la “imaginación sociológica”, a sabiendas de cómo funcionan los grupos de poder en los partidos políticos, cómo se mueven, cómo se articulan.

Apareció “Terrorismo II”, que debe haber sido otra mina de oro, o los “Gastos Reservados” I y II, como un pozo petrolero en el jardín de sus casas: una lista de opositores políticos de gobiernos pasados, para ir y “cazarlos” uno por uno, en orden alfabético; ¿podrán quejarse?, ya les dirían, también uno a uno, que ellos eran los malos, ¡vende-patrias!, que se llevaron mucha más plata; y quien les iba a creer a estos hombres y mujeres, ciudadanos del pasado, estigmatizados por el MAS con acusaciones ciertas o inventadas… para el caso daba igual.

Pero “la vida es duro”, como dicen en Oruro, y por algún sitio tenía que “reventar el puchichi”; hasta las más sofisticadas mafias en el mundo se equivocan, y esta, está perlada de masistas, de gente que sabe poco, aspira a mucho y recién está empezando a conocer el mundo del poder, que es ancho y es ajeno, codeándose de a igual a igual con políticos y diplomáticos de gran talla, con empresarios transnacionales, premios Nóbel , actores de Hollywood, o terroristas buscados en el mundo, que nos vienen a visitar desde el Irán; esto no ha de ser fácil de controlar para nadie.

Y apareció Sean Penn. No lo invitó Evo Morales para que sea nuestro embajador por la quinua, el mar y la coca (se debe haber improvisado ese mismo rato). Vino a preguntar por el judío-norteamericano preso en Palmasola, alrededor de cuyo caso se ha tejido desde Estado Unidos de Norteamérica una tráiler digno de los mejores directores; un compatriota prisionero en una telaraña que pocos entienden, pero que podría ser descrita así, en la mentalidad de cualquier gringo en Washington: Perdido en el mundo hay un país bananero, cuyo presidente aborigen, algo chabacano y folclórico, se autodenomina marxista y comunista, amigo de Chávez, admirador de los Castro, vinculado a la producción y defensor del consumo de coca (nótese el matiz: eso de coca-no-es-cocaína es algo demasiado sofisticado para un norteamericano medio) y aliado del poder terrorista de Irán (antes de Gadafi en Libia), que es, para los norteamericanos el peor y más peligroso enemigos de estos tiempos. ¿Y para los israelitas? Es que no hay que haber estudiado en Harvard para entenderlo, el prisionero Jacobo Ostreicher es judío desde su propio nombre.


¡Busquen a Sean Penn! –debe haber dicho alguien–, y no solo porque esto de para una película; una nueva versión de “El Expreso de Media Noche”, hasta él podría ser el principal protagonista y filmar un éxito mundial de dimensiones. Sean conoce a Evo Morales, también a Hugo Chavez, los va a visitar y lo reciben bien en esos países de dictadores tropicales, él puede hablar con estos presidentes y averiguar… Despues de la gira, Sean Penn, aparte de unos pochos y camisetas de fútbol, ha de haber vuelto contando una historia digna del surrealismo mágico latinoamericano y del boom de los sesenta.

Y por aquí. ¿Nadie se daba cuenta? ¿Nadie escuchaba las quejas de los neoliberales, cada vez que hozaban decir algo? ¿Nadie, dentro del MAS, o desde el Gobierno, sentía crujir los cimientos que se están como apolillándose por dentro? ¿Nadie sabe de esta red o banda de mafiosos? ¿Nadie sabe de las otras redes que eventualmente y siguiendo tan exitoso ejemplo, podrían trabajar ya no sobre el poder judicial, sino alrededor de temas tan sabrosos como el narcotráfico, el contrabando, los impuestos, las licitaciones, las adjudicaciones, las compras estatales y demás fuentes de obscuros dineros que corren a raudales, como ejemplo de nuestra sana economía nacional?

¡Nadie sabe nada!

¡Cállate tonto; es que estamos recaudando….!