La marcha del MAS puede ser considerada como se quiera. Podemos recalcar lo de las y los funcionarios públicos obligados, el acarreo campesino, las camionadas de gente, el uso indisimulado de los recursos públicos. Podemos decir todo ello y más, como que rara vez se ve a un gobierno organizar su propia marcha para apoyarse a sí mismo. Quieren meternos miedo, también de eso se trataba.
Así se hacía en Cuba y más aún cuando Fidel, porque los regímenes autoritarios viven de eso. Colegios, sindicatos, empleados públicos, agrupaciones varias, el partido, los jóvenes pioneros, hasta las comparsas del carnaval, obligadas y obligados ocupando disciplinadamente su lugar. Pero si en Cuba hubieran elecciones libres, ninguna concentración, por muy masiva que fuera, los podría salvar de una derrota monumental.
El error que no podemos cometer es no valorar los efectos. No es fácil movilizar tal cantidad de gente. Es un baño de muchedumbres que seguro tiene que pesar. En el fuero interno del MAS específicamente, fortaleciendo su unidad, la seguridad interna de que siguen congregando apoyo, convocando como nadie puede convocar.
Por eso hay que llamar a la serenidad, a entender que muchedumbres semejantes no son apoyo electoral, que llegado el momento de los votos son otras las razones que pueden y van a pesar.
¿Puede una movilización semejante superar el descontento de la gente en su fuero individual? ¿Pueden las calles sobreponerse a la crisis en los ingresos y el vacío de los bolsillos en el ambiente popular? ¡No pueden!
Los grandes momentos de cambio se vivieron en Bolivia cuando las crisis económicas. Pasó hace doscientos años cuando la crisis de la minería colonial. Pasó hace ciento cincuenta cuando la caída de los precios de la plata y la mal llamada Guerra Federal. Pasó hace ochenta años cuando el precio del estaño empezó a declinar y llegó la Revolución Nacional. Pasó con la UDP y el nacimiento de la democracia, cuando las dictaduras militares perdieron el fabuloso ingreso de los petrodólares. Y ahora está pasando, cuando se nos acaba el gas y el bajón de la capacidad de gasto y endeudamiento estatal va a poner en brete al gobierno y su modelo económico también mal bautizado como plurinacional.
¿Cómo funcionó en esas anteriores ocasiones? El descontento emergente convocó a los nuevos liderazgos a construir una propuesta alternativa, y se consolidaron en el subconsciente colectivo grandes causas unificadoras, capaces de movilizar por si solas el descontento social y derivarlo hacia opciones alternativas viables y victoriosas. Y ahora las hay, la reforma de la justicia, la idoneidad y neutralidad del sistema electoral, las autonomías y un verdadero pacto fiscal (para no mencionar aún lo del Estado Federal); son causas impostergables que el MAS no puede impulsar, porque sería un harakiri, un suicidio, ya que el sistema se basa en controlar todo el poder.
¿Qué nos falta? Falta entender que esto se hace con la gente, con las organizaciones de base, con un Bloque Social que se articule desde el descontento… También falta comprender que lo popular tiene una tradición y un sentido común profundamente enraizado. Que el torrente del descontento corre subterráneo en el campo de lo nacional/popular/democrático fuera del cual es poco probable articular sentimientos y descontentos sobre la diversidad. Pero en ese torrente es posible, porque se ha hecho así a lo largo de nuestra historia, superando diferencias y desconfianzas atávicas.
Me pregunto si hay alguna razón para que un pueblo pobre, el más pobre de la región, tuviera que cambiar sus percepciones de pronto y convertirse al mercado libre, a la reducción de Estado y olvidar de pronto el clientelismo y el prebendalismo que corre por nuestras venas desde siglos atrás; para que eso suceda hace falta educación, una reforma intelectual profunda del sentido común popular, y para eso queda mucho por caminar.
Por eso no me asusta la muchedumbre, por mucho que no me deje de impactar. Porque sé que se mueve y se acomoda y que, si hoy se viste de azul, antes de ayer fue rosada y ayer pintó de naranja nuestra historia. Es cosa de encontrar el cause por el que corre la multitud, es cosa de sumergirse en el torrente, ponerle color y trabajar en colorear ahora las marchas que vienen y vendrán.Sin prisa, pero sin pausa, porque el tiempo apremia.