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Sin LEY
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El Presidente de la República dijo ayer, por segunda vez en público y sin remilgos, que toma sus decisiones pensando primero en lo político; que lo legal y la ley no le interesan. Contó cómo después de tomar una decisión llama a sus asesores para que acomoden las cosas.
¡Y pensar que juró cumplir y hacer cumplir las leyes! Por dios y por la Patria juró el 22 de enero de 2006. Con perjuros así, dios debe hacer chicharrón en el infierno; por lo menos si ese lugar es como me lo dibujaban mis abuelos, lleno de infelices pagando sus pecados en un fuego eterno.
¿Y la Patria? ¿Qué hace la Patria con los perjuros, que en su nombre sostienen una promesa y luego hacen otra cosa?
Parte del problema está en los perjuros. El problema de hoy no es solo producto de nuestra pobreza e ignorancia, ni de nuestra falta de salud y empleo —que por sí solos ya son difíciles de superar sin un proyecto y una estrategia común, estable y sostenible por algunas décadas—, sino de la falta de institucionalidad para gobernar, y ya se sabe, cuando no hay instituciones emergen las mafias, en forma de corporaciones, grupos cerrados, sindicatos. Gobernar sin ley.
Son grupos y personas que para alcanzar sus objetivos construyen un código de honor distinto y distante de la ley que rige para el resto, y que actúan de acuerdo a ese código, mientras los otros se acomodan a lo que ellos deciden o hacen. Muchas veces se puede ser así fullero actuando por el supuesto bien de los demás, el bien de la familia, de la región, del clan, del partido, el bien del pueblo. Cuantas veces se han cometido atrocidades en nombre de la humanidad.
¿Alguien mínimamente ilustrado —que pueda diferenciar el bien individual del bien común, que sepa del valor de los compromisos y la palabra empeñada—, puede sostener que alrededor de un personaje o grupo que se jacta de estar por encima de la ley, se puede concertar un pacto social duradero y sostenible? ¿Se puede dialogar, confiar y pactar alrededor del cambiante humor y el gusto personal de quien esté sobre la ley?
Se puede hacer, claro que se puede hacer, pero por la imposición de la fuerza que obliga a acatar la voluntad del tirano, pero no en libertad y democracia. Jamás en democracia.