ALTERNATIVAS

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3 de agosto de 2016

DINERO CONDICIONADO

El Pacto Fiscal que propone el gobierno es un pacto condicionado. Para recibir alrededor de 20% del presupuesto nacional y administrarlo, las gobernaciones, las alcaldías y las universidades, tienen que aceptar un largo proceso que pone límites a sus decisiones sobre qué hacer y cómo invertir ese dinero, obligándose a cumplir las metas que impone un gobierno centralizador, así no condigan con la visión de futuro que tiene cada gobierno "autónomo" regional, o choque contra los intereses y aspiraciones de regiones, ciudades y pueblos.

La respuesta desde la base democrática de la sociedad tiene que ser un rotundo NO a semejante  imposición y abuso. La identidad de la Democracia perdida debe reflejarse junto a una propuesta de invertir la proporción de recepción, administración y gasto de los dineros públicos: un 80% a las regiones, los departamentos, las ciudades y los pueblos, que es lo mismo que decir un 80% del presupuesto para la gente, y solo un 20% a la burocracia de la administración central.

Esa es una manera de enfrentar la corrupción y alejar a la Rosca Masista de la oportunidad de seguir repartiendo el poco dinero que queda entre sus cómplices, aprobando proyectos sin destino ni sentido pero seguramente vinculado a sendas comisiones. Un pueblo que está más cerca de las instituciones que administran el dinero público, tiene mejores condiciones para vigilar y controlar el buen uso del mismo.

Y para que nunca más se vuelva a intentar confiscar a la gente el dinero de la gente, hay que invertir también la base del sistema de recaudación tributaria (lo que significaría una profunda reforma cultural a la hora de valorar las responsabilidades estatales y de la política). Que sean las regiones las que cobren, obligándose a ampliar la base de quienes pagan o no impuestos, de manera que los departamentos con base más amplia logren mejores resultados, mayor capacidad de inversión, más y mejores obras, e impulsen a los otros a imitarlos. Desde luego que un ciudadano (para ser ciudadano y gozar de los derechos que eso implica, hay que pagar impuestos) tendrá más confianza con un Estado que le cobra en el sitio donde vive, pero que invierte en ese mismo lugar en las obras o proyectos que le benefician directamente.

También habrá que hablar de sistemas compensatorios en beneficio de los más vulnerables y necesitados, pero no como una decisión burocrática que permite “un favor” des lo más alto del poder, sino como una contribución desde las instituciones más cercanas a la ciudadanía, cambiando así la cultura de solidaridad e integración de la Nación. Y vuelvo a decir Nación, para devolverle al Estado una base territorial y poblacional que ha perdido, volviéndose “plurinacional” sobre la nada, ya que no hay institucionalidad política que represente (y menos que defienda) los intereses de las consabidas "naciones culturales", que es el modo que ha logrado el MAS para hacer lo que le da la gana, sin respuesta crítica ni contestación desde la base popular desguarnecida. 

1 de agosto de 2016

SI DE CENTRALISMO SE TRATA...

La huelga de hambre del Gobernador Felix Patzi ha puesto un dedo en la llaga del secante centralismo boliviano, pero a diferencia de la mayoría de los casos, esta vez el reclamo se gesta en la sede de gobierno, en la mismísima plaza Murillo de la ciudad de La Paz.

El reclamo forma parte de la reducción de los presupuestos que impone la coyuntura económica y que afecta a las gobernaciones, los municipios y las universidades, cuyos ingresos dependen de la coparticipación en el Impuesto Directo a los Hidrocarburos, cuyos precios se han venido abajo los últimos años, haciéndonos “tocar tierra” y entender que la realidad no es la jauja que vivimos durante siete años, y que la despilfarró el gobierno de Morales Ayma.

El gobierno que encabeza el presidente Morales, maneja cerca de un 80% del dinero disponible, y ejecuta proyectos municipales y departamentales a diestra y siniestra y sin coordinación con las instituciones locales.

Es ahora cuando se siente el centralismo con más fuerza. La disminución de las capacidades de inversión, ejecución y decisión en departamentos y municipios, ha dejado cada día más vulnerable a la población, siendo el Gobierno interplurimultiple (no sé cómo llamarlo en este país de gobierno sin nación y naciones sin gobierno), ideologizado al extremo y autoritario al límite, quien decide lo que se hace o no, lo mismo en La Paz que en las fronteras con el Brasil, digamos que en Riberalta o Yacuiba.

Una condición del programa de oposición democrática es la descentralización radical y el respeto a las autonomías. A la inversa de lo que sucede, el nuevo pacto fiscal (terminada la era masista, se entiende) debe invertir los porcentajes: un 80% para gobernaciones y municipios y un 20% al Gobierno Central para sus tareas de coordinación y construcción de consensos y cumplir con sus pocas funciones nacionales (porque habrá que restablecer una Nación), como son las Relaciones Internacionales, la Defensa (de la Nación, no del Estado) y la coordinación de la Seguridad Interna.

Es más, soy partícipe de terminar con la recaudación centralizada y pasar esta responsabilidad a las gobernaciones, descentralizando impuestos, aduanas, policías y un sinfín de instituciones corruptas e ineficientes, a tiempo de ir mejorando las responsabilidades impositivas que tienen actualmente los municipios. Esa es la única manera de terminar con estos líderes mesiánicos, que ejercen el poder desde su voluntad, más que para cubrir las necesidades de sus pueblos y de las regiones, para cumplir sus caprichos, dejando al país en la necesidad de complacer lisonjas y adulos vergonzantes ante el mandamás de turno; que como Morales Ayma, para ello, no hay ninguno.

10 de agosto de 2008

Fin de la jornada



Ha concluido la jornada. Se han expresado los ganadores y lo han hecho en sendas manifestaciones públicas de regocijo, entre aplausos y vítores, llevando cada cual el agua a su molino propio y dejando de lado la consideración de que el voto marca una vez más lo que el Vicepresidente García Linera bautizó como un Empate Catastrófico. Ninguna de las partes por si sola puede continuar el camino sin la oposición frontal de la otra, nadie tiene la fuerza suficiente para imponer la hegemonía de su proyecto, si es que tiene alguno pensado para la nación en su conjunto, y no solo para la parcela de poder que le corresponde.



La Bolivia autonomista —si hacemos caso a las palabras del Gobernador cruceño Rubén Costas— radicalizará su accionar en esa dirección. Costas ha afirmado que desde mañana la Asamblea Legislativa Departamental (?) se reunirá para discutir leyes, creando instituciones de seguridad departamental, recaudación de impuestos, retención de excedentes económicos, negociación de pactos sociales y otras no compatibles con el sistema legal vigente, y menos aún con lo propuesto por el proyecto de constitución masista nacido en Oruro. Esa tendencia puede imponerse, habida cuenta que todos los prefectos autonomistas han sido ratificados y que Evo Morales ha perdido en los ámbitos de cinco departamentos. La Media Luna está intacta y se siente fortalecida.



El Presidente Morales ha sido más cauto, aunque no por ello menos contundente. Ha afirmado que el voto a su favor ratifica el camino revolucionario iniciado con su llegada, por lo que se deberá profundizar en la recuperación de los recursos naturales, las empresas que deben volver a manos del Estado y el camino del empoderamiento de las naciones indígenas-campesino-originarias. El corolario de su discurso estuvo enardecido por la vieja consigna de “Patria o Muerte – Venceremos”. También ha dicho el presidente que la unidad de los bolivianos depende de la posibilidad de compatibilizar el proyecto de constitución y los estatutos autonómicos, para lo que llamará a los prefectos a reunirse y dialogar esta misma semana, en el marco de la actual Constitución y el cumplimiento de las leyes (sic).



La ciudad de El Alto, el departamento de La Paz y el de Oruro han vuelto a ratificar su apoyo absoluto con el gobierno del MAS, ya que el voto positivo a esta opción ha alcanzado casi el 80%, dejando a la oposición relegada a una ínfima minoría, no superior al 20%, lo que le resta posibilidades para actuar y expresarse, menos aún con la pérdida del prefecto paceño, lo que entrega la totalidad del poder departamental en manos de el MAS y sus seguidores, sobre todo alteños, quienes sabrán cobrar el precio de su apoyo. Esta seción de poder departamental, que equilibraba la relación de fuerzas en Los Andes, tendrá que cobrarle a PODEMOS la parte de responsabilidad de le corresponde en ello, ya que si el referéndum revocatorio poco logró cambiar las cosas en el país, ha significado la hegemonía total del populismo etnonacionalista en el departamento que es sede de gobierno.



En realidad pocas cosas han cambiado. La rutina seguirá siendo la misma (salvo en La Paz), a menos que en los próximos días se radicalice la confrontación. Esto podrá darse si el Gobierno nacional decide (lo que es muy probable) aprovechar su ventaja electoral para tratar de impulsar la aprobación de su proyecto de constitución. Ahora o nunca, dirán muchos dentro del gobierno, y podríamos estar en vísperas de la convocatoria a un nuevo referéndum, esta vez para aprobar o rechazar ese proyecto de nueva Carta Magna.