ALTERNATIVAS

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11 de agosto de 2017

UN ASUNTO DE TODOS

Morales Ayma y su gobierno se han empeñado en hacernos creer que el TIPNIS es un asunto exclusivo de los grupos indígenas del lugar, y quiere solucionar el problema sólo con ellos, que están divididos, amenazados, cooptados y debilitados en la defensa de su hábitat y sus intereses.

La defensa de la intangibilidad del TIPNIS no es tema de una ley, o del compromiso del Gobierno masista con los cocaleros del Chapare a los que ha comprometido la ampliación de la frontera agrícola de la coca excedentaria que se utiliza en la elaboración de cocaína, cuyos productores están asociados en seis federaciones y mantienen como Presidente de las mismas al propio Morales Ayma, quien se presenta sin caretas, como su máximo representante.


La defensa del TIPNIS es un problema que atañe al conjunto de la humanidad porque abre una puerta de la Amazonía e instala una cabeza de playa para la devastación del más importante pulmón productor de oxígeno del planeta; por lo que debe llamar la atención de los organismos internacionales, las organizaciones ecologistas globales y los gobiernos que defienden la preservación de la naturaleza y la biodiversidad.

El TIPNIS, partido en dos y depredado, está en el corazón de Bolivia y no solo en el plano geográfico, sino en el corazón de cada uno de las y los bolivianos, porque en su resolución se verá nuestra capacidad de proponer una forma renovada y democrática de construir país. Allí se entrecruzan los intereses de las oligarquías y las mafias depredadoras, la defensa y el uso de los recursos naturales, la corrupción de las instituciones gubernamentales, el respeto a las culturas y modelos de vida de los más indefensos y vulnerables... El TIPNIS es un espejo donde podemos observarnos y ver también nuestro futuro.


La resolución de este problema es un asunto nacional, por eso es trascendente sumarse a enarbolar y plantar la bandera de un Referéndum Nacional para resolver la intangibilidad del TIPNIS y frenar la siembra de coca/cocaína en los parques nacionales y los territorios indígenas protegidos. No existen hoy las condiciones para la realización de una consulta semejante, pero debe quedar claro que apenas las condiciones políticas y la recuperación de la democracia lo permitan, el Estado boliviano debe llamar a una consulta de dirima definitivamente este asunto pendiente.

1 de octubre de 2011

EN LOS LÍMITES DEL ENFRENTAMIENTO CIVIL

coyuntura para principiantes


Seis años de etnonacionalismo en el gobierno de Bolivia han bastado para convertir nuestro país en un lugar para violencia intercultural. Bolivia es un país productivamente atrasado, dependiente de la extracción de minerales y gas, pero nunca como hasta ahora, con tal alta corrupción gubernamental y un centro productor y exportador de cocaína. Lo más grave, una sociedad donde se han reavivado las diferencias y los odios étnicos.


El partido de gobierno (MAS) es una agrupación política campesina sin estructura orgánica, que funciona como una federación de sindicatos, que encuentran así una forma de acceder a las ventajas del poder estatal y a la distribución de dinero gubernamental, que se utilizan para la captación de adhesiones y el mantenimiento de lealtades, a cambio de un apoyo obsecuente con todo lo que determine el régimen. Evo Morales es el caudillo, autoproclamado lider espiritual aimara, promete a los suyos la victoria sobre siglos de colonialismo de cultura occidental.

Los primeros años de gobierno le sirvieron para concentrar todo el poder posible, borrando la independencia de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, y centralizando las decisiones en sus manos como cabeza del gobierno, líder del partido gobernante y jefe de las federaciones agrarias de campesinos que cultivan coca. Logrado este primer objetivo, le corresponde ahora la construcción de la hegemonía, o el "poder total", como dice Alvaro García Linera, Vicepresidente.

La coca es un elemento central para entender lo que está pasando en Bolivia. Los cocaleros del Chapare, cuya producción se destina a la elaboración de cocaína, han apoyado y financiado gran parte de las campañas del actual Presidente. Desde el Palacio de Gobierno en La Paz, son los cocaleros,  sus asociaciones gremiales y otros aliados, quienes determinan (en última instancia) el destino de la nación, apoyados por los servicios de seguridad de los gobiernos de Cuba y Venezuela. La idelogía del grupo gobernante ha decantado, como antaño, en un desarrollismo dependiente y depredador, y su conducta, como antaño, en prácticas populistas de lo nacional-popular boliviano, como el viejo MNR.

Los campesinos cocaleros están ahora decididos a ampliar su frontera agrícola y han penetrado en el “Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure” (TIPNIS), tierra protegida desde décadas y uno de los lugares de mayor biodiversidad en el planeta Tierra. Allí viven otras comunidades aborígenes que están siendo avasalladas y que protestan por ello, habiendo iniciado una larga caminata, hasta la sede de gobierno en La Paz, para reclamar el respeto a sus territorios ancestrales. Evo Morales ha desatado sobre ellos una represión violenta, pero la solidaridad y el apoyo de las ciudades han obligado al gobierno a retroceder en sus pretenciones.

Ante la imposibilidad de detener y dispersar la protesta que se acerca a la capital del país, el gobierno está organizando (la fecha es el próximo 12 de octubre, con el simbolismo que implica) a los campesinos aimaras en una contramarcha sobre la ciudad capital, que podría derivar, como nunca en la historia de Bolivia, en un enfrentamiento étnico de proporciones. Aimaras contra yuracarés, chimanes y trinitarios, acompañados por cientos de ciudadanos de todas las clases, razas y culturas, asemejan en algo esta historia al inicio de las masacres étnicas en Ruanda. Así de grave aparece el problema, si no detenemos esto a tiempo.

Hay altos dirigentes en el gobierno boliviano del MAS que sueñan con una victoria para que el colonialismo interno pueda imponer a los aimaras sobre toda otra cultura, como en las peores épocas de fascistas y nazis en otras partes del mundo.

La mayoría de mestizos que conforman las clases medias urbanas, observan casi impotentes el avance de los acontecimientos, mostrando su clara solidaridad con las etnias indígenas minoritarias de los marchistas del TIPNIS, pero poco pueden hacer en su defensa, desorganizados como están y sin representación política, dadas las asimetrías impuestas desde una Constitución Política etnoracial recientemente aprobada.

La pregunta obligatoria es: ¿Quién o quienes se benefician con un enfrentamiento civil de estas características? Tengo tres hipótesis, que pueden correr paralelas. Los sectores no democráticos de la oposición residual, que desean que Evo Morales terminé ya, sin entender que el final debe ser democrático y por las urnas, o no habrá final; unidos a ellos pueden concurrir intereses de otros gobiernos que sienten que el MAS es una verdadera molestia en el continente. Otros grupos informales que tienen rencores profundos, porque han sido (o se sienten) lastimados, humillados, vejados, entre los que destacan los aparatos represivos del propio Estado. Finalmente está una caterva de psicópatas que creen que están haciendo la revolución (para ellos con mayúscula) y que caminan desde el gobierno hacia el enfrentamiento final, y de ellos se conocen varios con mucho poder de decisión e influencia sobre los actores de este encontrón. Entre todos pueden estar azuzando el conflicto, minuto a minuto.


No permitamos que esto suceda.


Protejamos a los marchitas del TIPNIS que caminan hacia La Paz.


Denunciemos las intenciones fratricidas del etnonacionalismo autoritario que gobierna Bolivia.

15 de septiembre de 2011

y la desigualdad entre los iguales

La colonización aimara de las tierras bajas de la Amazonía boliviana ha mostrado sus garras con el TIPNIS. Junto a los intereses particulares de los grupos de colonizadores y cocaleros por la conquista y depredación de nuevas tierras fértiles, está el espíritu colonialista de una etnia, que quiere imponer a Bolivia una forma de vivir y de ser, etnocéntrica y racista en sus principios.

La expresión más clara la ha manifestado el Secretario Ejecutivo de la Confederación Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, Roberto Coraite, quien en un lapsus de sinceridad les ha llamado “salvajes” a los indígenas habitantes del Parque Nacional Isiboro Sécure, por el empeño demostrado por evitar la construcción de una carretera que atraviese sus territorios. Ha dicho “salvajes” con la misma intención que tuvieron las potencias colonizadoras hace siglos, cuando viendo otras formas de vida, se negaron a otorgarles el status de culturas, achacándoles la condición de “atrasados” y abriendo la posibilidad de "ayudarlos" en su desarrollo, concebido como unilineal, hasta que alcanzaran la cualidad de “civilizados”, que era una cualidad auto-otorgada por ellos mismo, los colonizadores.

Las reacciones no se han hecho esperar, permitiendo que otros bolivianos, de diferente acervo cultural, permeables a otras formas de pensar y concebir el mundo, más bien modernizantes que autóctonas, acusen también de “salvajes” a los campesinos organizados en el MAS y las agrupaciones sindicales agrarias, quienes, desde una  concepción paralela, también unilineal del desarrollo cultural de los pueblos, han de aparecer igualmente “retrasados” y necesitados de un “empujoncito” civilizatorio que los atraiga a la actualidad.

Con ello (lo de "salvajes" para los indios del TIPNIS) se ha muerto el Estado Intercultural, tan pregonado y valorado por las élites masistas que pretenden vanguardizar el “proceso de cambio” que preside Evo Morales Ayma. Ha caído la máscara, mostrando que en Bolivia no hay una corriente sinceramente comprometida con el mentado cambio, sino MAS de lo mismo: un deseo ilimitado de mantener el poder, no solo para disfrutar de los privilegios naturales que conlleva, sino como instrumento para el ascenso social, para ser parecidos o iguales a los que están más arriba y que son menos salvajes y más civilizados, en el sentido etnocéntrico contra el que dicen estar. En realidad lo que desean es vivir como ellos, pensar como ellos, consumir como ellos. El desarrollismo depredador se ha impuesto una vez más, corrompiendo a la “vanguardia revolucionaria” de los nuevos poderosos.

Somos víctimas del péndulo catastrófico que separa a desarrollistas modernizantes (neoliberales en el sentido que se ha dado a ese concepto en la política nacional) frente a los conservaduristas de lo nacional-popular de viejo cuño, hoy etnonacionalistas y seudosocialistas del siglo XXI, a lo Chávez, el de Venezuela. Como dice Fernando Molina desde la palestra liberal, algo hay en el poder que cuando se lo conquista, se hace inevitable mutar a ser lo mismo que se rechaza. Perdidas las banderas del pachamamismo ecológico y de la igualdad entre los indígenas, al MAS no le queda nada más, sino repetir la senda del fracaso y hundir a la sociedad boliviana en la perenne cultura del clientelismo, el patrimonialismo, el rentismo y el extractivismo depredador de los recursos naturales; en pocas palabras, el retornar al círculo del subdesarrollo y la pobreza.

Es así que somos un país de salvajes, a decir de la desbocada dirigencia masista-campesina, y ellos son la vanguardia cultural que ha de civilizarnos. Más grave aún, (como dice Puka Reyesvilla) la nueva consigna del régimen parece ser: "Hay salvajes de primera y salvajes de segunda". Frente a ello y en nombre de los principios de siempre (desde Pericles hasta nuestros días), sostengo un claro NO a la discriminación; ¡TODOS LOS SALVAJES SOMOS IGUALES!

3 de junio de 2011

transgénicos

¿Sabe usted lo que quiere decir "garantizar la soberanía alimentaria nacional, en condiciones de inocuidad y calidad para el vivir bien a través de la Revolución Productiva Comunitaria Agropecuaria en el marco de la economía plural”? que es lo que reza la futura Ley de la Revolución Productiva Comunitaria Agropecuaria que abre de par en par las puertas a la utilización de transgénicos en Bolivia.

Significa que el gobierno de Bolivia y los representantes de los campesinos que habitan las tierras en este país, se hacen pis en la "madre tierra".

23 de abril de 2010

¡Cambio y fuera!


Ha finalizado la “Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra”, con la presencia de dos presidentes que se quieren y apoyan siempre (los demás, por uno y otro motivo, suspendieron sus visitas): Chavez y Morales, un solo proyecto y un solo corazón. No llegó nadie valorable, nadie influyente, ni siquiera un mensaje de salutación que valga la pena, salvando el saludo de Galeano, siempre agradable, aunque ya esté gagá.

¿Alguien conoce las conclusiones? ¿Algún periodico en el mundo las ha publicado, alguna asociación relevante de ecologistas, alguna ONG de importancia, algún gobierno, así sea de un pequeño país africano? (Son inalcanzables, maximalistas e inviables, pero pueden engrosar con méritos la literatura revolucionaria de la época). Si les interesa las pueden encontrar y leer aquí.

El caso es que la conferencia se echó a perder, porque un par de frases mal colocadas (no fue un gafe, el Presidente las tenía escritas y punteadas de antemano -ver video- en los papeles de los que extrajo el contenido de lo dicho) del líder espiritual de los pueblos del mundo, quien la convocara, fueron más estruendosas y llamativas que todas las discusiones y debates, que terminaron como lo que fueron, “un saludo a la bandera”, decimos los bolivianos.

Ahora queda recoger la basura, los restos de sándwich de chorizo, los envases y artilugios de plástico, dejar correr los ríos de orines plurinacionales y mundiales, de tanto visitante que confluyó en el valle tiquipayence. Final del Woodstock ecológico, y ya está. Vamos a cambiar de tema, aunque algo de pena quedará por siempre, de tanto reírnos de nosotros mismos y por la vergüenza planetaria que tuvimos que soportar.

Quedarán también los funcionarios de gobierno, a los embajadores y embajadoras de Bolivia la Plurimúltiple, explicando a los homosexuales y lesbianas del mundo (por suerte no hay asociaciones de calvos), y a los hombres y mujeres de buena voluntad, lo de la conjura k’hara-yanqui-transgénica del imperialismo universal y el capitalismo salvaje, a ver quién se la cree, para superar la imagen de discriminador homofóbico con la que ha quedado Evo ante los ojos del mundo mundial.

Otro detalle pequeño, pero no menos importante, la seguridad de una convicción autoritaria se va pintando también en el horizonte de la opinión pública mundial. Develar este problema ante la opinión pública es complejo, por la simpatía que logró el "Presidente Indio" al iniciar su mandato, aunque las instituciones, los organismos internacionales y las cancillerías de los gobiernos lo tienen absolutamente claro.