ALTERNATIVAS

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1 de noviembre de 2019

PARADOJA II

Como el mundo es redondo, quienes terminan a la derecha de la derecha suelen aparecer, de pronto, al otro lado. Eso es lo que ha pasado con los cabildos y sus líderes antidemocráticos. Nadie le ha hecho mejor favor a Morales Ayma, en el momento justo del naufragio.
Han renegado del voto desconociendo de plano las elecciones, sin esperar culminar el resultado. Han rechazado ante el mundo el complejo ejercicio de una auditoria electoral de la OEA y varios otros países que se han comprometido con la neutralidad de ese trabajo. Han pedido que el Presidente renuncie ahora (cuando faltan meses para concluir con su mandato). Están vetando a Morales Ayma y Mesa Gisbert, que juntos hacen el más del 80% del electorado. Le están negando a los nuevos senadores y diputados el derecho de representarnos. Un camino así solo puede terminar en la toma de Palacio. Que el próximo cabildo decida la toma del poder por el asalto, y como no se puede, que vayan los cabilderos a golpear la puerta de los cuarteles, a ver si hay algún general que se anime a ayudarlos. Esto no es una Bolivia democrática y renovada, ¡es la Bolivia de siempre!, la del siglo pasado y del antepasado. Es decir, le han regalado la coyuntura a Morales Ayma, que en diez días va a poder levantarse renovado, va a clamar por la Democracia y el Estado de Derecho, y con el apoyo de medio mundo nos va a poder majar a palos.

2 de febrero de 2018

PASO A PASO... CAMINANDO

La reciente encuesta de Página Siete aclara en mucho el panorama. Primero porque no figura Carlos Mesa cuyo nombre distorsiona los resultados si es verdad que no se va a presentar, y segundo, porque muestra que si bien la intención de voto para Morales Ayma baja, baja y baja, al otro lado no hay nadie que realmente suba, suba y suba. El 30% de Costas y Doria Medina (sumados) no es sino una distribución de quienes desde la oposición preferirían votar por Mesa y ahora se ven obligados a escoger por otro.

Entre que votarían por algún otro y el no sabe/no responde suman 34% y ganan la elección. Esto reafirma la percepción de un tercio azul, otro tercio opositor y otro tercio de indecisos, para redondear en bruto y trabajar en consecuencia. Yo sostengo que un 20% va a votar, sin importar quien sea, por aquel que demuestre que realmente puede enfrentar a Morales Ayma con un mínimo de posibilidades de éxito. El resto es a conquistar, estamos hablando de un 50% del electorado.

Hace tres años que vengo explicando a quien me quiera oír, la importancia de reconstruir un relato que rivalice con el desgastado discurso etnonacionalista del MAS, que ha mostrado vigencia hasta ahora, representando el sentir de los sectores más pobres y marginales de la sociedad boliviana.

Porque para ser alternativa se necesitan al menos cuatro cosas, a saber: a) Una organización política vigente jurídicamente, con los papeles en orden, y organizada territorialmente; b) Un liderazgo fuerte, a tiempo que carismático; c) La narrativa que explique lo que somos y señale futuro, y un programa de gobierno, sintético, fácil de comprender y actualizado; y d) suficiente dinero para encarar el desafío.

Ahora que las agrupaciones ciudadanas, las plataformas y los colectivos han tomado protagonismo y demostrado que al masismo decadente se lo puede frenar y vencer, aparece la necesidad del RELATO. Veo circulando en las redes no solo esa preocupación, sino intentos de estructurar semejante narrativa, pero hay tres problemas casi insuperables.

El primero es que ninguna agrupación, plataforma o colectivo ciudadanos tiene personería jurídica que los habilite a participar en las futuras elecciones; por lo que tendrán que enfrentarse, a la hora de armar candidaturas, con las cerradas expresiones de los partidos existentes, que si bien están dispuestos a hacer hasta lo imposible por contener nuevas adhesiones, difícilmente pueden mantener en su seno expresiones tan disimiles y cambiantes como las de los grupos ciudadanos, como lo han demostrado hasta ahora.

Segundo, porque la estructura orgánica de los partidos responde a la mentalidad analógica del centralismo democrático, que no da espacio a la organización ciudadana, que con mentalidad de una red distribuida, se autoconvoca por causas, afinidades e intereses. Cuanto más se fortalece la estructura sectorial de los partidos en desmedro de su organicidad territorial, menos democrático resulta su funcionamiento, y las cúpulas de siempre terminan dominando la estructura y no representando a nadie. Sabedores de ellos, o intuyéndolo, los ciudadanos se niegan a compartir el espacio de representación que han conquistado en las calles.

Y tercero, porque no hay relato alternativo posible si no está arraigado a la historia del país, en lo más profundo de sus raíces. Todo relato nacional tiene que explicar lo que estamos viviendo empezando desde la colonia, siguiendo por la República y aterrizando en la ensalada plurinacional. Los colectivos y las plataformas no tienen esa posibilidad, son entidades nuevas que, repito, se organizan alrededor de causas, afinidades y/o intereses muy concretos.


Cuatro son las cosas que hace un partido político para ser tal. Recoge las demandas de la población y las convierte a un programa de gobierno, y organiza la representación política de la sociedad en el espacio estatal para expresar y conseguir esos fines. Finalmente, OTORGA SENTIDO al conjunto del quehacer social, señala una meta, muestra una dirección, esboza un camino; hace lo que necesita y no tiene la oposición democrática, para pasar de pura oposición a ser una alternativa. Pero es condición para ello el gozar de credibilidad suficiente, sería difícil enlazar el colegio médico con una propuesta que incluya una nueva política de hidrocarburos, por ejemplo.

Esas cuatro cosas no pueden hacerse desde un grupo de vegetarianos, o la promoción de bachilleres de un colegio, o desde un sindicato. En el momento en que se quiere encarar este desafío desde un grupo o una asociación civil, esta se convierte necesariamente en un partido o agrupación política, pero al no tener personería y validez jurídica, el momento de los quéhubos se convierte en nada, como si no existiera.

Lo que toca hacer ahora es eso, pero desde un partido político. ¿Podrán las anquilosadas estructuras analógicas de los partidos entender esto y actuar en consecuencia? Hay que mirar. Hay que busca. Hay que intentar. No dudo que se puede lograr. Hay que prepararse para dar el salto.

28 de octubre de 2008

DESAFÍO Nr. 1

La oposición progresista, democrática, amplia y abierta, capaz de coordinar su trabajo, hasta conciliar un frente, coalición o plataforma nacional, tiene algunos desafíos que cumplir en el camino, si quiere llegar a ser una alternativa política, sin confundirse con la derecha conservadora.

Algunos conceptos para entender la unidad: Mantener la idea de que es necesarios ir “todos juntos” para vencer al MAS, es hacer de la unidad un instrumento (el compromiso sería instrumental, con lo cual la unidad estaría permanentemente en riesgo); la unidad sería una trinchera de resistencia y no la condición necesaria para construir una propuesta que nos saque del torbellino de irracionalidades en el que estamos. La unidad es entre aquellos que disponiéndose juntos, pueden construir un proyecto alternativo, capaz de involucrar a la nación.

El pragmatismo del pasado dio lugar a un rasgo predominante en nuestra cultura: si la tendencia era liberal, si así lo señalaban las encuestas, había que volverse liberal, o a la inversa; de esa forma el sistema concluyó homogenizando las opciones hasta que era imposible saber quién era qué. ¿Era Goni del nacionalismo revolucionario o un neoliberal a secas? ¿Qué era el Gral. Banzer en definitiva? ¿Era Jaime Paz un socialdemócrata?  ¿Y Manfred Reyes Villa? Terminamos con “ni lo uno, ni lo otro, sino todo lo contrario”, devastador para el sistema.

Lo peor que puede suceder ahora es tratar de utilizar la misma técnica. Ante la posibilidad de que los próximos años estén signados por las fuerzas del cambio y que la derecha tenga poco que hacer, lo peor que nos puede suceder es que todos nos volvamos socialdemócratas, o algo perecido. Tuto socialdemócrata, Costas socialdemócrata, Mesa socialdemócrata, Cossío socialdemócrata, Samuel socialdemócrata, los masistas socialdemócratas. La rosa y el puño está de moda, la pone en su web o en su blog, hasta en el facebook, todo el que puede.


Me decía Luis Ayala, Secretario General de la Internacional Socialista, que Bolivia se ha convertido en un lugar de desasosiegos, porque por donde va encuentra siempre algún boliviano con su proyectito, que quiere el apoyo de la Internacional. Típico —digo yo, que no he conocido ningún partido boliviano que proclame y difunda los principios o las actividades de esa Internacional en Bolivia, a tiempo de llamarse socialdemócratas—, eso si, para pedir ayuda estamos los primeros en la fila.

¡Definir quién es quién, para saber con quién uno se está metiendo! No podemos pensar la unidad de un proyecto progresista, de izquierda, inclusivo, democrático y que respete la libertad y los derechos humanos, con Branko o con Costas, por ejemplo, como tampoco podemos intentarlo con García Linera. En ambos casos sería una mentira, a la gente y a nosotros mismos. El trabajo carecería de consistencia programática.

En cambio se podría hacer un proyecto de esas características con Victor Hugo Cárdenas, Samuel Doria Medina, René Joaquino, Eduardo Rodriguez Veltze, Juan del Granado, Germán Antelo, Carlos Hugo Molina, Mario Cossío, Oscar Montes, Carlos Mesa. Hay que decir que el nombrar a estos personajes e invitarlos a participar a todos (no está el tiempo para exquisiteces) sin excepción, otorga identidad (ahorran un año de presentaciones y campaña) al proyecto, aunque también suma un lastre que carga cada uno de ellos por su cuenta, pero eso nos pasa a todos, hoy por hoy; salvo a los más más jóvenes.

Dije nombres y no son todos, pero ninguno debe pretender de entrada el liderazgo del proceso de unidad, porque todos ellos (unos más, otros menos) forman parte del pasado, frente a una sociedad que busca futuro; esto no quiere decir (entiéndaseme bien) que alguno de ellos pueda eventualmente encabezar o participar preponderantemente del futuro. De allí nace esta idea-propuesta que viene a constituir el DESAFÍO Nr. 1:

a) La unidad debe construirse entre identidades próximas, así sean circunstancialmente similares, intentando sostener esta equivalencia por el mayor tiempo posible, por lo menos hasta constituir uno o dos gobiernos en el futuro.

b) La unidad debe hacerse al inicio, con la aquisecia de los dirigentes que se consideran a si mismo presidenciables, pero no con su presencia. Este es un tema de dirigentes, no de candidatos. Si esto no es así, será imposible ponerse de acuerdo.

c) La organización interna, el sistema de relacionamiento, las tareas, las jerarquías, las líneas de comunicación y mando, deben ser democráticas y transparentes. Las reglas del juego deben ser claras, pocas pero claras y todos debemos cumplirlas. La igualdad de oportunidades debe ser un principio rector y no debe haber ni un solo “dedazo” a la hora de elegir los dirigentes. Esto vale más aún para los candidatos, desde el primero hasta el último. Debe encontrarse un sistema de garantías que hagan esto verdaderamente posible.

d) El objetivo tiene que ser de largo plazo. Lo más largo posible. El coyunturalismo nos obliga a intentar sacar ventaja pequeña del próximo momento (cada quien quiere “aprovechar”). Si nuestro objetivo, por ejemplo, fuera ganar las elecciones del 2014, todo lo que se haga en la ruta para alcanzarlo se ordenaría bajo esa meta principal. Así podríamos acomodarnos todos en el referéndum de enero, las generales de 2009, las municipales de 2010, las generales de 2014, etc.

Un objetivo a largo plazo es el elemento que permitirá que cada quien ceda un pedacito “de lo suyo”, a condición de que todos los otros hagan lo mismo, para permitir la construcción “lo nuestro”. Este ejemplo no quiere decir desechar el corto plazo, pero trabajar solo por el 2009 electoraliza el trabajo interno y nos impide avanzar. Se puede afirmar que trabajar a “largo plazo” permitirá mejorar el rendimiento en el corto plazo de manera significativa.

e) La renovación. La mayoría de quienes lideren este proceso tienen que ser jóvenes. Así se hicieron las reformas exitosas en otros países, de manera radical en términos de renovación. No se puede seguir con el estribillo de que se renueven todos menos yo. ¡Menores de 30 años y mujeres! El país debe poder ver que la renovación no es una mentira.

Estoy proponiendo estos temas, como parte de la discusión de fondo para una reunión preparatoria de la unidad. Creo que hay grupos que han ganado el lugar y la confianza suficientes como para intentar convocar y asistir a una reunión de estas características.

Lo dejo para reflexión y para tomar decisiones. Para que alguien se anime.