ALTERNATIVAS

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6 de septiembre de 2018

LOS DADOS ESTÁN ECHADOS


y hemos entrado en el juego. Nos guste o no el MAS con su mayoría parlamentaria ha diseñado un proyecto hecho a su medida y que tiene como objetivo un acto electoral en el que Morales Ayma sea el único candidato con opciones; pero no se lo vamos a dejar tan fácil.

El gran error que los masistas cometieron fue confiar en que ganarían el referéndum del 21F el año 2016, exceso de autoconfianza, que se llama; y lo siguen cometiendo porque el nuevo error radica en empadronar a la mala a más de un millón de personas, haciéndolas pasar por “militantes” y creer que significarán más de un millón de votos. Espejito, espejito, ¿cual es el partido más poderoso del mundo? Puro grito de pajpaku para impresionar al público.


Ante ese panorama solo hay un camino a seguir. Nosotros lo sabemos y ellos también lo saben; cuentan con la debilidad de que quienes tienen al frente no puedan superar el escollo de una difícil unidad con candidato único y tienen razón, no va a haber un solo candidato, pero si puede haber un candidato ganador. Al estilo boliviano, como sabemos hacerlo y lo hemos hecho varias veces, una coalición de partidos debe presentar un Frente Político que convenza a la población de que puede enfrentar al monstruo del etnonacionalismo autoritario, que lo puede derrotar en las elecciones y que podrá gobernar, a pesar del MAS, cuya cultura es premoderna y antidemocrática.

La nueva Ley de Partidos y Organizaciones Políticas cierra las puertas a las organizaciones regionales, a los representantes de los mentados pueblos indígenas, a los comités cívicos y a las plataformas ciudadanas. El escenario es exclusivamente de los partidos, que son los sobrevivientes de un sistema que los masistas no han podido destruir: la Democracia. Morales Ayma le ha puesto una camisa de fuerza a la sociedad boliviana y nos tiene maniatados, por eso el gobierno que viene ha de ser de transición, cuyo objetivo principal debe ser renovar las instituciones democráticas del Estado, hacer cumplir las leyes y soltar la camisa de fuerza que está llevando a Bolivia a una segura bancarrota, económica, tecnológica, moral y cultural.

Pasado ese momento, en condiciones de democracia, justicia y libertad plenas, los bolivianos podremos pensar en alternativas más sofisticadas, entre la derecha y la izquierda, entre el ecologismo y la depredación, entre el feminismo y el patriarcado, entre todo lo que se nos ocurra y concurra con las demandas de la población. Este no es el momento.

Cocinemos la receta:

Los partidos habilitados y dispuestos a dar esta batalla, juntos a los potenciales candidatos, deben decidir una coalición, un Frente Político; lo deben inscribir, organizar y asistir a la elección primaria de una candidatura a Presidente y Vicepresidente. Lo deben hacer sin complejos, a sabiendas que sus listas serán más pequeñas que las engordadas por el MAS. Un millón de votantes a un lado, obligados y acarreados, frente a cien mil al otro; no es problema, es cosa de cumplir la ley y explicarle a la gente el porqué de esas diferencias impuestas por el oficialismo.

Los candidatos posibles son los que hay, nos gusten o no: Carlos Mesa Gisbert, Victor Hugo Cárdenas y Samuel Doria Medina. De no querer el uno está el otro, y de no poder está el tercero; cualquiera de ellos puede jugar ese papel de buena manera, ventajas más, ventajas menos. ¿No nos gustan? Pues tampoco para mi son la panacea, pero es lo que hay y debemos apoyarlos ahora, que mañana puede ser tarde. Pragmatismo, que así se llama.

El o la Vicepresidente debe ser cruceño o cruceña y debe contar con el pleno apoyo de Rubén Costas y de los otros liderazgos del Oriente boliviano, por muy peleados que estén, y si lo están, pueden expresar sus apoyos por separado. Ninguno de los candidatos collas puede enfrentar a Morales Ayma sin el apoyo del electorado camba, al que le corresponde un espacio de privilegio a pesar de no tener una o un candidato con posibilidades de disputar la Presidencia, porque el liderazgo cruceño no ha logrado trepar aún la cordillera. Todo intento de encabezar una candidatura desde el llano está destinado al frracaso; es una pena, pero es lo que es.

A ese acuerdo se deben sumar todos los partidos, y los que no se sumen (que no van a faltar), que se frieguen, como ha pasado en nuestra historia de coaliciones victoriosas. Seguidamente las organizaciones de la sociedad civil, comités cívicos, gremios, sindicatos y plataformas ciudadanas debemos hacer lo mismo: subirnos a ese tren en marcha; unos tomarán la iniciativa y otros seguirán de largo libremente y se perderán en los recovecos de la historia.

Las Plataformas y Colectivos ciudadanos somos actores preponderantes del proceso. Tenemos una doble responsabilidad, subirnos al tren mencionado y jugar el rol de seguir organizando el ¡Bolivia dijo NO!, como hasta ahora. Debemos seguir fortaleciendo la consigna hasta el mismo día de las elecciones en octubre de 2019 y pasadas, de ser necesaria una segunda vuelta. ¿Es posible ganar? Las encuestas dicen que sí, todas las encuestas, incluidas las del MAS, que es lo que explica esta exagerada preocupación, tan parecida a la desesperación.

Hay que seguir con el ¡Bolivia dijo NO! hasta el último día y en todos los lugares, allí donde un masista asome la nariz, debemos estar las plataformas, como si nos pagaran por ello. No hay nada que le haya hecho tanto daño y que haya desgastado la figura de Morales Ayma como el ¡Bolivia dijo NO!, que en campaña puede desligarse ya del 21F, porque nos recuerda y alerta a las y los bolivianos sobre este intento delincuencial de querer perpetuarse para siempre en el poder, que en manos de los masistas por tantos años es hoy sinónimo de corrupción, prebenda, abuso, ineficiencia, retraso e ignorancia.

Otros seguiremos mostrando y amplificando las acciones mafiosas masistas, que documentación y pruebas sobre esto hay para largo. Sus vínculos con el narcotráfico, sus coimas en todas las obras emprendidas, el uso y abuso de la justicia para conseguir sus fines, y un pervertido etcétera para los gustos y colores más variados.

Solo falta el detalle de las listas de candidatos que acompañen al binomio democrático. El tema da para perder el sueño, pero debieran ser las y los más destacados ciudadanas y ciudadanos que den confianza a la población. No pongo nombres para no sesgar esta propuesta de acción inmediata, pero imaginemos una lista impecable de personalidades de diferentes profesiones y oficios, de todas las razas y culturas, paritaria en términos de las opciones sexuales y de género, de todas las religiones incluidos los ateos… en fin, de jóvenes y viejos, pero sobre todo jóvenes para incorporar las nuevas ideas y abrir la puerta a los liderazgos renovados. Se puede hacer, aunque la pelea será dura como es la política cuando se trata de alcanzar la representación y el poder; pero es que en este momento nadie puede "quitarle el poto a la jeringa, porque ha llegado el momento de los quehubos”.

¡O NOS UNIMOS, O NOS HUNDIMOS!
¡VIVA BOLIVIA, LIBRE Y DEMOCRÁTICA!

2 de febrero de 2018

PASO A PASO... CAMINANDO

La reciente encuesta de Página Siete aclara en mucho el panorama. Primero porque no figura Carlos Mesa cuyo nombre distorsiona los resultados si es verdad que no se va a presentar, y segundo, porque muestra que si bien la intención de voto para Morales Ayma baja, baja y baja, al otro lado no hay nadie que realmente suba, suba y suba. El 30% de Costas y Doria Medina (sumados) no es sino una distribución de quienes desde la oposición preferirían votar por Mesa y ahora se ven obligados a escoger por otro.

Entre que votarían por algún otro y el no sabe/no responde suman 34% y ganan la elección. Esto reafirma la percepción de un tercio azul, otro tercio opositor y otro tercio de indecisos, para redondear en bruto y trabajar en consecuencia. Yo sostengo que un 20% va a votar, sin importar quien sea, por aquel que demuestre que realmente puede enfrentar a Morales Ayma con un mínimo de posibilidades de éxito. El resto es a conquistar, estamos hablando de un 50% del electorado.

Hace tres años que vengo explicando a quien me quiera oír, la importancia de reconstruir un relato que rivalice con el desgastado discurso etnonacionalista del MAS, que ha mostrado vigencia hasta ahora, representando el sentir de los sectores más pobres y marginales de la sociedad boliviana.

Porque para ser alternativa se necesitan al menos cuatro cosas, a saber: a) Una organización política vigente jurídicamente, con los papeles en orden, y organizada territorialmente; b) Un liderazgo fuerte, a tiempo que carismático; c) La narrativa que explique lo que somos y señale futuro, y un programa de gobierno, sintético, fácil de comprender y actualizado; y d) suficiente dinero para encarar el desafío.

Ahora que las agrupaciones ciudadanas, las plataformas y los colectivos han tomado protagonismo y demostrado que al masismo decadente se lo puede frenar y vencer, aparece la necesidad del RELATO. Veo circulando en las redes no solo esa preocupación, sino intentos de estructurar semejante narrativa, pero hay tres problemas casi insuperables.

El primero es que ninguna agrupación, plataforma o colectivo ciudadanos tiene personería jurídica que los habilite a participar en las futuras elecciones; por lo que tendrán que enfrentarse, a la hora de armar candidaturas, con las cerradas expresiones de los partidos existentes, que si bien están dispuestos a hacer hasta lo imposible por contener nuevas adhesiones, difícilmente pueden mantener en su seno expresiones tan disimiles y cambiantes como las de los grupos ciudadanos, como lo han demostrado hasta ahora.

Segundo, porque la estructura orgánica de los partidos responde a la mentalidad analógica del centralismo democrático, que no da espacio a la organización ciudadana, que con mentalidad de una red distribuida, se autoconvoca por causas, afinidades e intereses. Cuanto más se fortalece la estructura sectorial de los partidos en desmedro de su organicidad territorial, menos democrático resulta su funcionamiento, y las cúpulas de siempre terminan dominando la estructura y no representando a nadie. Sabedores de ellos, o intuyéndolo, los ciudadanos se niegan a compartir el espacio de representación que han conquistado en las calles.

Y tercero, porque no hay relato alternativo posible si no está arraigado a la historia del país, en lo más profundo de sus raíces. Todo relato nacional tiene que explicar lo que estamos viviendo empezando desde la colonia, siguiendo por la República y aterrizando en la ensalada plurinacional. Los colectivos y las plataformas no tienen esa posibilidad, son entidades nuevas que, repito, se organizan alrededor de causas, afinidades y/o intereses muy concretos.


Cuatro son las cosas que hace un partido político para ser tal. Recoge las demandas de la población y las convierte a un programa de gobierno, y organiza la representación política de la sociedad en el espacio estatal para expresar y conseguir esos fines. Finalmente, OTORGA SENTIDO al conjunto del quehacer social, señala una meta, muestra una dirección, esboza un camino; hace lo que necesita y no tiene la oposición democrática, para pasar de pura oposición a ser una alternativa. Pero es condición para ello el gozar de credibilidad suficiente, sería difícil enlazar el colegio médico con una propuesta que incluya una nueva política de hidrocarburos, por ejemplo.

Esas cuatro cosas no pueden hacerse desde un grupo de vegetarianos, o la promoción de bachilleres de un colegio, o desde un sindicato. En el momento en que se quiere encarar este desafío desde un grupo o una asociación civil, esta se convierte necesariamente en un partido o agrupación política, pero al no tener personería y validez jurídica, el momento de los quéhubos se convierte en nada, como si no existiera.

Lo que toca hacer ahora es eso, pero desde un partido político. ¿Podrán las anquilosadas estructuras analógicas de los partidos entender esto y actuar en consecuencia? Hay que mirar. Hay que busca. Hay que intentar. No dudo que se puede lograr. Hay que prepararse para dar el salto.

2 de septiembre de 2017

UNA REGLA ESTÚPIDA

Ante la estúpida regla que establece que NINGUN CANDIDATO ni organización política pueden hacer campaña para las elecciones judiciales del próximo 3 de diciembre, quiero aclarar tres cosas:

1. Es una regla estúpida porque gracias a ella nadie se entera de quienes son los candidatos, ni por qué lo son, ni qué pretenden, ni a qué se comprometen en tanto ganaran. Por lo tanto solo sabremos lo que ya sabemos, que son masistas elegidos por la cúpula del MAS gracias a su mayoría en la Asamblea Legislativa plurinosequé. Tampoco sabremos lo que podrán hacer con la justicia, salvo una cosa que no pueden dejar de hacer, que es apoyar la re-re-re-re.

2. Como ningún candidato se va a resignar a no ser conocido y a estar impedido de promover su nombre para conseguir votos y ganar (ya que se inscribió sabiendo que esto era una elección), se darán modos para burlar la estúpida regla, o sea que los especialistas que saben cómo hacerlo desde las redes del Internet deben estar contentos porque tendrán trabajo. Es una ventaja si alguien los contrata porque sabiendo que es algo oculto no hay que dar factura por ello.

3. Que la ciudadanía está impedida de promover el voto nulo es un hecho, está en la ley, y así fue también el 2011 cuando experimentamos con esto por primera vez. No se puede convocar o publivcitar un “¡Vote Nulo!” pero si se puede decir “¡Yo votaré NULO”, o “Mi Voto será NULO!”. Eso no es propaganda, no es publicidad, no es promoción de nada, es el aviso individual que todos tenemos derecho de contarles a nuestros amigos cómo vamos a votar, y tenemos también la obligación a decir por qué hemos tomado esa decisión. Así hay que organizar el trabajo ciudadano.

27 de marzo de 2009

la caida


Hace tres años, en marzo de 2006, se decía del “contenido de clase” del Estado que inauguraba el gobierno de Evo Morales Ayma, afirmando que la visión del mundo de los recién llegados era campesina, agraria; también retrógrada y atrasada, poco desarrollada, para decir lo menos. Afirmar esto no es agredir a nadie, como se piensa desde nuestros ancestrales complejos, es solo decir que las visiones agrarias de la vida y del mundo son atrasadas, acá, en la China o en las Islas Seychelles, desde que la hegemonía de las ciudades inauguró la modernidad hace cinco siglos atrás, en beneficio del bienestar general y de la humanidad.

Tengo que aclarar que cuando escribo atrasado, no quiero sino describir el fenómeno y no valorarlo (debiera habilitar una contextopedia personal para ello). Me refiero a las condiciones de subdesarrollo y extremo conservadurismo de las sociedades agrarias, que inhabilitan a los grupos sociales que las padecen, para incorporarse a los procesos globales de desarrollo en el siglo XXI. Ser pobre, subdesarrollado, atrasado o ultraconservador (retrógrado) no es algo malo en sí mismo, es una condición más, como cualquier otra, pero no la que yo quisiera para los bolivianos de hoy, ni para nuestros hijos.

El resultado (general) es la nueva Constitución Política del Estado, que es atrasada y retrógrada, como sus inspiradores. Una constitución que retrotrae la ciudadanía al origen de la gente, volviendo a poner la etnia, la raza y la cultura, como factores para determinar el valor de las personas, en contra de lo alcanzado por la humanidad (por lo menos en occidente), donde todos somos iguales ante la ley y donde debieramos ser también iguales en oportunidades.

El resultado (particular) es la ley electoral de transición, que es retrograda y atrasada. Que privilegia a la minoría campesina que terminará sobre-representada en la Asamblea Plurinacional (nótese la diferencia conceptual frente a un Parlamento o Congreso Nacional), como ahora se llama. El resultado será una Asamblea pobre y atrasada, aunque espero que no necesariamente retrógrada.

En fin… hacia allá vamos. La sociedad boliviana, pobre y atrasada, tardará años en comprender que el camino que ha escogido la lleva a reproducir la pobreza, a eliminar la estructura de incentivos, a desvalorizar la creatividad individual, el esfuerzo propio, la producción, el trabajo…

Ahora, estos días, todo pasa por la aprobación o no del engendro, pobre, retrógrado y atrasado, que se llama proyecto de ley transitoria electoral. Después será el padrón electoral. Algún momento se producirá el clivaje y empezaremos a frenar esta caída, a detener esta alienación colectiva (no hay dengue que dure cien años, ni pueblo que lo resista). Por el momento hay que seguir empujando el carro de la racionalidad, la modernidad, la justicia, la igualdad y la democracia.