ALTERNATIVAS

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29 de julio de 2017

ENTRADA UNIVERSITARIA

Hoy pasó por mi puerta la Entrada Folclórica Universitaria y me acordé de Fernando Cajías (lo he buscado en Feisbuc y en Tuiter, pero nada) con su Llamerada San Andrés, mucho antes que a su paso vibrara La Paz, como pasa ahora, para bien del colorido, la investigación y las danzas andinas y cholas redescubiertas desde las universidades; para el bien de las industrias de las cervezas también. Me dije, “que bien Fernando, tu sueño llegó lejos”.


Luego vi los repetidos bailes, ese machacar todos los días sobre “nuestra” identidad más que boliviana o paceña, andina y fundamentalmente aymara, en la cual nos obligamos a reconocernos diciendo que es la nuestra, cuando este pueblo, como todos los demás, comparte culturas venidas todas de lejanas tierras y mezcladas aquí para hacer sincréticas nuestras identidades. Y me dije, “esto ya no aporta, esto está hecho para mirarse el ombligo y poco más”.


Imaginé una universidad universal como es su nombre, abierta al mundo, cantando y bailando y enseñando el folclore de todos los pueblos del mundo; imaginé a nuestro universitarios y universitarias jóvenes bailando danzas africanas o australianas por las calles de La Paz, y pensé que en un futuro así será. Imaginé un boliviano universal, un ser humano sin tantas anclas ni atavismos, mirando el mundo, la ciencia, el desarrollo desde su propio imaginario y desde su propia identidad.



5 de mayo de 2017

MAGISTRADO

Mi bisabuelo se llamaba Francisco Urbano Lairana, nació en la ciudad de Jesús y Montes Claros de los Caballeros del Vallegrande; era de los pocos abogados que tendría Santa Cruz de la Sierra a principios del siglo XX y su retrato bien trajeado y de bigotes adorna un salón de la Corte de Justicia cruceña entre los de los magistrados destacados que presidieron la Corte de ese distrito para recordar su historia. Dejó su impronta personal, ya que pasando por mi abuelo que creía fervientemente que lo único por lo que valía dar la vida era la Libertad, hasta llegar a mí, la Justicia y la rectitud han sido valores centrales en la tradición familiar.

No me imagino a ese Don Francisco recopilando papeles, empezando con su título universitario, haciendo compulsar las fotocopias en las oficinas de la Gabriel René Moreno para que quede claro que no lo han falsificado, lo mismo que con sus otros certificados, el de nacimiento, el del servicio militar, y llevándolos foliados en folder amarillo con fástener y en sobre cerrado, haciendo fila para que cuando le toque entregarlo a un secretario de marras, de los tantos que habrán en la Asamblea Legislativa y que están ahí aupados sin saber ni leer ni escribir, a puro masismo plurinosequé, quien le pedirá sus personales y le dirá que vuelva mañana muy temprano a recoger una constancia de su patriotismo y amor al Estado plurinosequé también.

Una vez que esos papeles hayan sido revisados por un Rector de universidad o su encomendado, constatando que no falte ninguno y estén ordenados según los requisitos, lo que bien podría haber hecho un ujier del Parlamento, no me imagino a este mi bisabuelo en una entrevista con algunas y algunos diputados que seguramente él no respetaría, para que le certifiquen si sabe o no sabe lo que sabe, ya que estaba entre los más doctos de la República de su tiempo y que ejercía sus responsabilidades como un profesional respetable. A abogados así en cualquier parte del mundo se los invita y se les agradece si aceptan, no se les hace hacer fila para postularse.

No me lo imagino, cruzando sus dedos, pendiente de la votación a la que seguramente lograría entrar en una lista por orden alfabético donde no constan ni las calificaciones obtenidas por sus méritos, ni en el examen, ni de la entrevista, llamando en secreto a algún diputado a ver si logra que resalten su nombre y aseguren que va a ser fiel con su puño en alto y su diestra sobre el pecho, sobre todo cuando toque decidir lo de la re-re-re y lograr así los votos suficientes para ser seleccionado entre los que van a salir a solicitar el apoyo popular en elecciones, gracias a los dos tercios del MAS, porque otra posibilidad no hay. No me lo imagino prometiendo cosas ante las asociaciones de vecinos, o los sindicatos campesinos para que difundan su nombre y digan que hay que votar por él. Menos lo puedo imaginar filtrando su fotografía en las redes del Internet y pagando a Feisbuc para que la haga circular entre los bolivianos mayores de 18 que en diciembre vamos a votar, a ver si saca como un cinco por ciento que lo podría coronar Magistrado al fin, con el engaño del MAS a la ciudadanía, que nos hace creer que con tres o con un uno por ciento de la votación se han ganado las elecciones.

Y menos me lo imagino, si después de todo esto, aceptado y recorrido sólo por un gran altruismo y fervor patrio, se viera impelido a dictar una sentencia cualquiera, que de acuerdo a su saber y su conciencia pudiera lastimar en algo los intereses raídos por desgastados de algún jerarca con alguito de poder, por lo que sería acusado, juzgado y condenado en un raudo zipizape en el Senado plurinacional, donde no valen argumentos sustentados, sino otra vez la mayoría, esta vez contrariada y vociferando diatrivas, que lo condenarían culpable, a menos que antes él se apresurara a renunciar confesando ante todos su desfasado atrevimiento de haber cumplido su deber.

Saben que; con todo el respeto que se merecen los organizadores de semejante fantochada, tengan la gentileza de irse a la mismísima mierda. Lo digo en nombre de mi bisabuelo que debe estar contento que lo escriba de esta manera y de que vote NULO en honor suyo y de la Justicia con mayúsculas. Pongan nomás sus masistas truchos, que hayan experimentado siendo asesores en el sindicato de heladeros de Portachuelo o algo así. Un profesional de valía, experiencia y recto como una plomada, que es lo que nuestra desportillada justicia necesita, no se va a presentar en este circo, y las universidades nacionales, las carreras de derecho de verdad, no debieran aceptar validar semejante payasada plurinacional (que ahora sí me vine a recordar de tal apelativo).

14 de marzo de 2016

PATERNIDAD

¿Por qué es tan importante el hijo de Evo Morales y Gabriela Zapata?

Parece una telenovela venezolana (que son malas de verdad) y mucha gente se preguntará por qué tiene tanta importancia la existencia o no del niño llamado Ernesto Fidel y que Evo Morales confirmó que es o que fue su hijo.

La existencia reconocidas de este niño es fundamental, porque prueba la relación entre el Presidente boliviano un una señora que sospechosamente fungió de Primera Dama sin serlo, que utilizó oficinas y otros bienes de la Presidencia del Estado plurinacional de Bolivia para organizar encuentros y reuniones con empresarios nacionales e internacionales, que llegó a ser gerente de la filial boliviana de una transnacional china y que culminó uno y mil negocios con el Estado, entre los conocidos y los por conocer.

Si no fuera el niño, nuestro Presidente, tan sincero como siempre, nos diría sin sonrojarse que ni cara conocida ni nada, que jamás la habría visto en la vida, y asunto arreglado. La existencia de un hijo entre ambos devela la historia, porque permitir que el Estado haga negocios por valor de un dólar o de mil millones con la empresa que gerenta la madre del hijo del Presidente, es tráfico de influencias, flagrante.

Lo demás es telenovela. Que si murió, que si sigue vivo, que si vive en Bolivia o en Cuba, es algo que en realidad interesa poco, aunque el padre, principalmente, debiera complacer el morbo de la gente diciendo la verdad, presentando alguna prueba que permita creerle y cerrar este capítulo de manera definitiva. Eso sí, tarde o temprano tendrá que enfrentar un juicio por la responsabilidad y los delitos (si es que los hubiera) cometidos en uso y abuso de sus altas funciones.

13 de julio de 2011

Descolonización I

Mi buen amigo Puka Reyesvilla tuvo a bien publicar ayer un par de fotografías sobre "descolonizados" y "descolonizadores", donde muestra entre los primeros, a una pareja de indígenas recien casados en la ciudad de La Paz y bajo los ritos reiventados de un matrimonio aimara, llevando los regalos nupciales del gobierno plurinacional en una bolsa con la imagen del ratón Mickey (!). A su lado, en Bruselas, una fotografía de otro caro amigo de la juventud, Raul Prada Alcoreza (acompañado por Oscar Vega), del grupo Comuna al que pertenecía Alvaro García Linera antes del poder casi total, con las compras en bolsas de H&M, una transnacional de las que están acusadas por producir barato en el tercer mundo y vender caro en el primero, a costa de una superexplotación de la mano de obra barata de mujeres, niños y niñas de la periferie del capitalismno mundial.

En el mismo tono socarrón yo terminé emulando un trabalenguas: Un descolonizador descolonizante quería descolonizarte para el cambio y la descolonización... el que descolonizara a un descolonizador descolonizante, buen descolonizador será.

Algo menos en broma, me puse a pensar en la suerte de nuestra descolonización y eso me lleva ahora a repetir una impronta que escuché esta mañana en un desayuno entre intelectuales colonizados, cuya definición puede extraerse por la maliciosa tendencia que tenemos de nombrar a pensadores occidentales entre nuestras citas, digamos que a Platón.



Dice mi profesor Salvador Romero que en cambio, son intelectuales descolonizadores aquellos que mentan a pensadores de los de acá, igualmente antiguos y prestigiosos. Pongamos Huyustus --dijo--, que tiene en La Paz su propia estatua, por sabio pensador tiahuanacota. "Para ser descolonizador hay que citar a Huyustos" --razoné yo, que he visto más bien mencionar a Bourdieu a los descolonizadores-- bajo el supuesto de que algo interesante y bueno debió haber propuesto el sabio aymara; pero nones. No encontramos (ni mi viejo profesor, ni yo) hasta ahora, qué pensó, dijo o propuso el tal Huyustus.



Traigo esto a colación, porque entre colonizados y descolonizadores, vamos repitiendo un propio cuento, cada cual a su manera, incorporando y repitiendo afirmaciones y creencias sin basamento ni fuente documental alguna que garantice como verdaderas las muchas afirmaciones que se reiteran de uno y otro lado. Y a veces agobia semejante cháchara mil veces repetida y, peor aún, a veces angustia ver como muchos se van creyendo los inventos, los cuentos y hasta las mentiras.

Algunos tendremos nomás que seguir refiriéndonos a las ideas de Aristóteles, Santo Tomás, Rousseau, Toqueville o Carlos Marx, sin dejar de lado nuestra tradición y costumbres andinas al bailar, comer, challar, al seducir dulcemente a una mujer como hacen los quechuas... pero al pensar y citar a quienes aportaron ideas, seguiremos siendo "los colonizados". Eso si, aunque también leyendo a Jacques Derrida o Michel Foucault como hacen los descolonizadores, aunque sin Micky Mouse ni H&M impresos en las bolsas de las compras en Bruselas.